Hyde, 2006, la hipótesis de similitud de género sigue imbatible

En este texto (del que he conseguido solamente la primera página) J. S. Hyde sostiene que sus críticos no han logrado conmover su solidísima demostración de que hombres y mujeres tienen muchísimos más parecidos que diferencias, y que la solidez de sus resultados del año anterior la había sorprendido a ella misma. Hay dos críticas, sin embargo, que acepta: la de Archer, que observa que no ha incluido ninguna observación neodarwinista, y la de Lippa, que señala que el área de mayores diferencias entre sexos, intereses y preferencias, no fue tomada en cuenta. Hyde responde que Archer  hubiera debido considerar que  en estudios sicobiológicos no se tiene en claro qué es lo estudiado, pero a Lippa simesaplemente le objeta que no hay metanálisis realizados en esa área. El solidísimo libro de Lippa Gender, Nature and Nurture, del 2001, establece firmemente esa diferencia, que ha sido corroborada pero de la que no existen metanálisis. No podemos, por tanto, afirmar que Hyde ha logrado derribar las objeciones a su hipótesis de similaridad.

 

Septiembre 2006 ● American Psychologists

 

Las Similaridades de Género Siguen Siendo Imbatibles

[Gender Similarities Still Rule]

Janet Shibley Hyde

University of Wisconsin—Madison

Para mi artículo “The Gender Similarities Hypothesis” (Hyde, September 2005), ubiqué 46 metanálisis de estudios de diferencias sicológicas de género y después sinteticé  los resultados de estos metanalyses. Especifiqué estos métodos claramente en el artículo original. Es crucial alcanzar conclusiones sobre diferencias y similaridades sicológicas de género tomando como base metanálisis cada vez que sea posible, porque permiten a los investigadores determinar la replicabilidad del fenómeno y modos en los que varía sistemáticamente en dimensiones como edad, etnicidad o método de medición. Los resultados de estos metanálisis me sorprendieron incluso a mí en la consistencia de los resultad os de diferencias pequeñas o negligibles a través de una amplia disposición de dominios sicológicos. Estos resultados dieron apoyo a mi hipótesis propuesta de las similaridades  de genero: “que hombres y mujeres son similares en la mayoría, pero no en todas, las variables sicológicas” (p. 581).

Archer (2006, en este número) lamentó que yo no incluyera perspectivas teóricas en mi artículo, especialmente sicología evolucionaria y teoría de rol social. Por supuesto, estoy agudamente consciente de estas teorías y he escrito extensamente sobre ellas en otras partes (e.g., Hyde, 2004; Oliver & Hyde, 1993). Una de mis creencias fundamentales en ciencia, sin embargo, es que antes de que trabajemos en teorizar los fenómenos sicológicos, debemos tener un conocimiento preciso de lo que son esos fenómenos. Una meta fundamental de mi artículo era ayudar  los científicos a “tenerla clara” [“get it right”] en relación con las diferencias sicológicas de género: que las similaridades de género son mucho más comunes que las diferencias de género y que este hecho necesita ser tomado en cuenta al teorizar.

Lippa (2006, este número) creyó que yo había omitido de mi reseña áreas tales como intereses y preferencias ocupacionales que muestran grandes diferencias de genero. Mi método, claramente establecido en el artículo, involucraba una reseña de metanálisis publicados y reseñados por pares. Por lo que yo sé, nadie has ejecutado un metan lisis de los tópicos destacados  por Lippa. Sería un buen proyecto. En el entretiempo, no tenemos idea de si los tamaños de efecto que Lippa citó son replicables. Como ejemplo del modo impredecible en que los tamaños de efecto de genero pueden fluctuar entre dif-

[el artículo sigue]

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