Archives of Sexual Behavior, Vol. 33, No. 2, Abril 2004, pp. 87–96
El Inexorable Ascenso del Género y la Declinación del Sexo: el Cambio Social en los Títulos Académicos, 1945–2001
David Haig, Ph.D.[1]
Recibido el 28 de enero del 2003; revisión recibida el 8 de mayo del 2003; aceptada el 8 de mayo del 2003
Más de 30 millones de títulos de artículos “académicos”, de los años 1945 a 2001, fueron revisados buscando las presencias de las palabras sexo y género. Al comienzo de ese período, los usos de género eran mucho más raros que los usos de sexo, y a menudo el término estaba usado en el sentido de categoría gramatical. Al finalizar este período, los usos de género superaban en número a los usos de sexo en las ciencias sociales, las artes y las humanidades. Dentro de las ciencias naturales, había ahora más que 1 uso de género por cada 2 usos de sexo. Los comienzos de este cambio en el uso pueden ser rastreados hasta 1955, cuando Money introdujo el concepto de “rol de género” (J. Money, 1955). Sin embargo, la expansión principal en el uso de género siguió a su adopción por parte de las feministas, que lo usaban para distinguir los aspectos sociales y culturales de las diferencias entre hombre y mujer (género) de las diferencias biológicas (sexo). Desde entonces, el uso de género ha tendido a expandirse para abarcar lo b biológico, y ahora se observa una distinción sexo/género tan sólo de modo caprichoso.
PALABRAS CLAVES: sexo; género; rol genérico; feminismo.
INTRODUCCIÓN
En The Mill on the Floss, la novelista George Eliot (Mary Ann Evans) (1860) escribió “La opinión pública, en estos casos, es siempre del género femenino—no el mundo, sino la esposa del mundo…” Como lo muestra este ejemplo literario, el uso de género como sinónimo de sexo tiene una larga genealogía y no es una aberración reciente, como a veces se sostiene. El Oxford English Dictionary cita usos de género en lugar de sexo desde el siglo XV, aunque en la primera edición del Diccionario de 1899 este uso era descrito como burlesco o cómico. Desde la década de 1950, sin embargo, un hilillo de usos no cómicos de género comenzó a aparecer en la literatura académica y, al llegar la década de 1980, el hilillo se había transformado en una inundación.
El factor más importante fue la adopción de género en la década de 1970 por parte de las eruditas feministas, como modo de distinguir los aspectos “socialmente construidos” de las diferencias hombre-mujer (género) de los aspectos “biológicamente determinados” (sexo). Esta distinción es ahora respetada de un modo caprichoso, y género a menudo se usa como un simple sinónimo de sexo.
El ascenso del género ha sido acompañado por quejas sobre que la palabra debería referirse solamente a categorías gramaticales (Fletcher, 1991; Goodhart, 1992; Smyth, 1968) o a diferencias determinadas socialmente, pero no biológicamente (Fishman, Wick & Koenig, 1999; Kim & Nafziger, 2000; Lewine, 1994; Pearson, 1996; Walker & Cook, 1998; Wilson, 2000).
En un intento de documentar estos cambios en uso, revisé los títulos de más de 30 millones de artículos académicos, de los años 1945 a 2001, buscando apariciones de las palabras sexo y género. Este trabajo es una extensión de un análisis similar hecho por Haig (2000) para el período 1988–1999. El análisis cuantitativo es seguido por una discusión de los cambios en significado de género a lo largo de este período.
MÉTODO
La Red de Ciencia ISI está formada por la amalgama de tres bases de datos: El Índice de Citas de Ciencia, Expandido [the Science Citation Index— Expanded (SCI)], que contiene títulos desde 1945 al presente; el Índice de Citas de Ciencias Sociales [Social Sciences Citation Index (SSCI)] que contiene títulos desde 1956 hasta el presente, y el Índice de Citas de Artes y Humanidades [Arts & Humanities Citation Index (AHCI)], que contiene títulos desde 1975 al presente. Los contenidos de las tres bases de datos tienen una considerable superposición. Por esto, un artículo puede estar catalogado en más de una base de datos. La base de datos combinada contiene más de 30 millones de títulos para los años 1945 a 2001.
Se buscó en los títulos de todos los artículos de lengua inglesa en la Red de Ciencia [Web of Science] de los años 1945 a 2001 buscando apariciones de “sexo” y “género.” Estas búsquedas recuperaron títulos que contenían construcciones de palabras compuestas [hyphenated constructs], tales como “específicas de cada sexo” [“sexspecific”] o “genéricamente significativos” [“gender-significant”] pero no traían los títulos en los que sexo y género aparecían como formas derivadas, tales como “sexual” o “generizada” [“gendered.”] En total, las búsquedas encontraron 59.262 títulos que contenían sexo y 29.941 que contenían género (con algunos títulos que pertenecían a ambas categorías).
Los títulos de artículos en lenguajes que no fueran el inglés aparecen a menudo en la Red de Ciencia como traducciones al inglés. Estos artículos fueron excluidos de las búsquedas de “sexo” y “género,” pero no pude excluirlos de los recuentos de la cantidad de títulos que estaban siendo investigados. Por lo tanto, cada vez que calculé proporciones de títulos conteniendo “sexo” o “género,” el numerador contenía solamente artículos de lengua inglesa, pero el denominador contenía artículos en todas las lenguas. La mayoría de los artículos de las bases de datos están en inglés, pero no tengo una medición de cómo ha cambiado la proporción de artículos no ingleses a lo largo del tiempo. Este es un factor que potencialmente implica confusión en la interpretación de las Figs. 2–4. Sin embargo, las tendencias en general fueron muy poco afectadas por incluir o excluir los artículos de lengua no inglesa en las búsquedas.
Tanto sexo como género tienen usos en los que raramente o nunca pueden ser sustituidos por la otra palabra. Desde los últimos años de la década de 1970, género en su sentido gramatical ha contribuido con una pequeña minoría de todos los títulos que contienen género. De una significación algo más grande son los usos biológicos de sexo en los que no se usa género (e.g., sexo, en el sentido de recombinación genética: cromosomas sexuales, hormonas sexuales). Pero probablemente los usos más importantes de “sexo” en los que “género” no es un sinónimo se relacionan con la copulación y otras actividades sexuales (e.g., sexo, en el sentido de relación sexual; sexo anal; sexo seguro; trabajadora sexual; esclavo sexual). Estos usos proporcionan una pequeña proporción de títulos que contienen la palabra sexo en SCI, pero una proporción mucho más grande en SSCI y AHCI. (El análisis de una muestra pequeña sugiere que alrededor de la mitad de todos los títulos que contienen sexo en SSCI y AHCI para el año 2001 corresponden a esta categoría. Sospecho que el advenimiento del SIDA incrementó la frecuencia de títulos de esta categoría, especialmente en SSCI, pero no emprendí un análisis formal.)
Mi análisis se concentró en el uso en títulos, pero las modas en títulos pueden no reflejar enteramente el contenido de los artículos. Los artículos pueden usar género en el texto sin que éste aparezca en el título, o viceversa. En algunos casos, los títulos parecieron reflejar elecciones editoriales, y no autorales. Por ejemplo, los artículos de Rothman y Liess (1976) y Harlap (1979) contienen los primeros usos no gramaticales de género en títulos tomados del New England Journal of Medicine (con la correspondencia siguiente, Harlap [1979] contribuyó con seis de 33 títulos que contienen género en SCI para 1979). En ambos artículos, sin embargo, género aparecía en el título pero no en el texto, donde se usaba sexo. Ocasionalmente, se veían aparecer tensiones. Ounsted y Taylor (1972) escribieron en su volumen editado, “En cuanto a las palabras ‘sexo’ y ‘género’, si bien preferimos la gama del segundo término, hemos aceptado la preferencia que nuestros autores muestran por el primero donde ellos lo desean” (p. vi). A pesar de este principio ecuménico, se usaba “género” en el título de dos capítulos que usaban “sexo ” a todo lo largo del texto, y el título de un tercer capítulo contenía “género” en la Tabla de Contenidos pero “sexo” en el encabezamiento del capítulo.
Las publicaciones catalogadas en las bases de datos variaban de año a año. Por lo tanto, los cambios en el número de títulos que contienen una palabra en particular dependerán sólo parcialmente de los cambios en uso, y serán también influidos por lo que estuvo y lo que no estuvo incluido en la base de datos para un año particular. Por ejemplo, varias revistas sicológicas que fueron cubiertas tanto por el SCI como por el SSCI en 1977 no siguieron siendo cubiertas por SCI en 1978 (e.g., Child Development, Journal of Personality and Social Psychology). Como resultado, 28 títulos del SCI contenían género en 1977 pero solamente nueve contuvieron género en 1978. Esta última cifra se hubiera incrementado a 25 si los títulos, ahora incluidos solamente en el SSCI, hubieran seguido siendo incluidos en el SCI. De este modo, una decisión corporativa del Instituto de Información Científica [Institute for Scientific Information explicó la mayor parte del aumento aparentemente anómalo en la razón sexo-a-género de los títulos del SCI en 1978 (Fig. 1), aunque este factor no explica el rebote a 33 títulos del SCI que contuvieron género en 1979. Como otro ejemplo de cambios en la cobertura, la cantidad de artículos incluidos en SSCI aumentó un 13% entre 1994 y 1995. Este incremento parece deberse a la inclusión de revistas adicionales, no cubiertas previamente por el SSCI. Es posible que el aumento sustancial en los títulos que contienen género que se produjo en 1995 (Fig. 3), y la siguiente meseta en esta medición reflejaran un cambio en la composición de SSCI y no un cambio de uso en la comunidad académica; sin embargo, un 25% de aumento en el número de artículos cubiertos por SSCI entre 1975 y 1976 no parece haber afectado la aparición relativa de sexo y género. Un análisis ideal hubiera separado los efectos de cambios en el uso de los efectos de cambios en la cobertura, pero dudo de que un análisis de este tipo hiciera cambiar las tendencias generales detectadas por el análisis presente, mucho más simple y fácilmente replicable. Las bases de datos no contenían títulos de libros, excepto en la reseñas de libros, ni los textos de artículos y libros. Yendo más allá, es probable que el uso de género en los títulos de artículos en las revistas catalogadas, al principio, quedaran detrás de lo que hubiera sido si hubieran reflejado el uso conversacional. Mi análisis cuantitativo está restringido a los títulos catalogados. La narración que sigue al análisis cuantitativo hace uso de otras fuentes publicadas que aparecieron durante mis lecturas.
RESULTADOS
Antes de los últimos años de la década de 1960, los usos no gramaticales de género eran extremadamente escasos. Para los años 1945 a 1959, 1,685 (.14%) de los títulos SCI, de un total de 1.162.909, contuvieron sexo, pero solamente cinco (.0004%) contuvieron género. De éstos, tres usaban género en un sentido gramatical y dos eran artículos sexológicos, ambos de autoría de Money (Money, 1955; Money, Hampson, & Hampson, 1957).
Para los años 1960 a 1966, 2.094 (.17%) de un total de 1.253.631 títulos en el SCI contuvieron sexo y 8 (.0006%) contenían género, de los que tres eran usos gramaticales y cinco eran de uso sexológico (incluyendo tres artículos de Money y coautores). Para estos mismos años, 819 (.24%) de 353.069 títulos en el SSCI contuvieron sexo y 12 (.004%) contuvieron género (incluyendo cuatro artículos de Money y coautores). Tanto en el SCI como en el SSCI aparecieron cuatro títulos conteniendo género.
Fig. 1. La razón de títulos que contienen sexo en relación con los títulos que contienen género para todos los artículos en el Índice de Citas De Ciencia (SCI)], el Índice de Citas de Ciencias Sociales (SSCI), y el Índice de Citas de Artes y Humanidades .
La Figura 1 presenta cambio en la razón de títulos conteniendo sexo y títulos conteniendo género para los años 1966 a 2001 (desde 1975 para AHCI). La razón está expresada en una escala logarítmica porque ésta no tiene sesgo en relación con que el sexo o el género aparezcan en el denominador (i.e., las razones 1:2 y 2:1 se representan como equidistantes de 1:1). Hubo ruido sustancial en la señal para los primeros años de esta serie, a causa del pequeño número de los títulos que contienen género.
Se pueden hacer algunas observaciones generales. La razón de sexo a género siempre ha sido más baja en el SSCI que en el SCI, pero esto se hizo más pronunciado después del año 1973 cuando el SSCI inició una declinación sustancial en la razón sexo-a-género, que después se estabilizó en la década de los 1990 (época en la que ya los títulos que contenían género superaban en número a los títulos que contenían sexo). Una declinación similar en la razón sexo a género en los títulos del SCI no comenzó hasta la década de 1980 y todavía continúa. La razón en el AHCI siguió muy de cerca a la del SSCI, pero con una preferencia levemente más fuerte inclinada hacia el género, en detrimento de sexo. El primer año en el que los títulos conteniendo género excedieron a los títulos conteniendo sexo fue 1987 para el AHCI y 1990 para el SSCI. Los títulos que contienen sexo siempre superaron en número a los que contienen género en el SCI.
En 1993, La Administración de Alimentos y Drogas de los Estados Unidos [United States Food and Drug Administration (FDA)] presentó una Guía de Lineamientos que requería estudios de “diferencias genéricas” en todas las solicitudes de nuevas drogas. (Kessler, 1993). La declinación en la razón sexo-género en el SCI había comenzado antes de esta Guía, y no fue afectada en un grado acentuado por ella, aunque hubo una pequeña aceleración de la declinación en 1993. Si se considera la razón del títulos del SCI que contienen “diferencias de sexo” en relación con los títulos que contienen “diferencias de genero”, esta razón subsidiaria ha estado declinando más rápidamente que la razón general sexo-género desde alrededor de 1985 (no se muestran los datos). Los títulos que contienen “diferencias de género” por primera vez superaron en número a los que contenían “diferencias de sexo” en 1994 (i.e., en el año que siguió a los Guía de Lineamientos) y así siguió ocurriendo todos los años desde entonces (excepto en 1995).
Fig. 2. Proporción de títulos en el Índice de Citación de Ciencia que contienen la palabra sexo y proporción de títulos que contienen la palabra género.
Las figuras 2 a 4 presentan cambios en la proporción de artículos que contienen sexo y género (expresados como apariciones por cada mil títulos) para cada una de las tres bases de datos en los mismos años que se cubren en la Fig. 1. Nótese que las escalas verticales han sido ajustadas para reflejar el hecho de que la proporción de títulos que contienen sexo y/o género era mucho más alta en el SSCI que en el SCI, con el AHCI en un lugar intermedio. Para el SCI (Fig. 2), hubo un pequeño aumento en la proporción de títulos que contenían sexo y/o género a lo largo de este período, de 1.8 por 1,000 en 1966 a 2.7 por 1,000 en 2001. Desde alrededor de 1980, género comenzó un aumento estable en frecuencia, en parte a expensas de sexo. La Guía de la Administración de Alimentos y Drogas en la evaluación de las diferencias de género [FDA Guideline on the evaluation of gender differences] fue posiblemente responsable del gran salto extra en la frecuencia de género en 1993.
Para el SSCI (Fig. 3), hubo un aumento espectacular en la proporción de títulos que contenían sexo y/o género de 3.4 por 1.000 en 1966 a 16.3 por 1,000 en 2001. Hasta llegar a 1980, tanto género como sexo aumentaron conjuntamente. Durante la década de l980, género comenzó un rápido incremento de frecuencia, en detrimento de sexo. Desde 1990, la frecuencia de sexo ha sido a grandes rasgos constante (como lo ha sido la frecuencia de género desde 1995). De este modo, hay una sugerencia de que el interés relativo a los temas relacionados con el sexo ha llegado a una meseta en las ciencias sociales.
Fig. 3. Proporción de títulos en el Índice de Citas de Ciencias Sociales que contienen la palabra sexo y proporción que contiene la palabra género.
Fig. 4. Proporción de títulos en el índice de Citación de Artes y Humanidades que contienen la palabra sexo y proporción que contienen la palabra género.
La base de datos del AHCI contiene datos de 1975 al presente. La Figura 4 muestra un espectacular aumento en este período en la proporción de títulos que contienen sexo y/o género, de .6 por 1.000 en 1975 a 7.1 por 1.000 en 2001, con un leve deceleración referente al crecimiento correspondiente en el SSCI (por otra parte, la caída en la razón de sexo a género en el AHCI estuvo levemente por delante de la declinación ene el SSCI). La rápida elevación en la frecuencia de género comenzó alrededor de 1982, con un incremento más lento de sexo a partir de fines de la década de 1980. A diferencia del SCI y del SSCI, el rápido ascenso de género no estuvo asociado con una declinación en la frecuencia de sexo.
DISCUSIÓN
Orígenes Sexológicos
El primer título en SCI que usa género en un sentido no gramatical fue Hermafroditismo, género y precocidad en hiperadrenocorticismo: Hallazgos Sicológicos [ Hermaphroditism, gender and precocity in hyperadrenocorticism: Psychologic findings] (Money, 1955). Este artículo introdujo el concepto de rol genérico: “El término rol de género se usa para significar todas aquellas cosas que una persona dice o hace para reveler que él o ella tiene el estatus de un niño u hombre, o niña o mujer, respectivamente Incluye, pero no está restringida, a la sexualidad en el sentido de erotismo.” Este fue uno de una serie de escritos de Money y sus colaboradores que apareció en el Boletín del Johns Hopkins Hospital durante ese año. Otros escritos de la serie emplearon el concepto de rol de género (Money, Hampson, & Hampson, 1955a, 1955b), sin que género apareciera en sus títulos.
La yuxtaposición de rol y estatus en la definición dada más arriba sugiere que Money estaba influido por el concepto de roles sexuales de Parsons. Money recibió su PhD en 1952 del Departamento de Relaciones Sociales de la Universidad de Harvard y contó a Parsons entre sus maestros (Money, 1986, p. 5). –Para Parsons (1949), un estatus era “cualquier definición pautada de quién y qué es una persona” en tanto que un rol era “el aspecto dinámico del estatus, la contrapartida comportamental de la posición ideal o esperable definida por un estatus” (p. 43). A partir de la década de 1940 se pueden encontrar usos de roles sexuales en Parsons (1940, 1942), Cottrell (1942), y Mead (1949, p. 73). Una de las muchas ironías que emergen de mi análisis es que la discusión sobre los roles sexuales es ahora un elemento de uso corriente en la sociobiología (e.g.,Vincent, 1994) sin que se tenga conciencia de que el origen del término está en la sociología. Money (1996) escribió más tarde que había traído el término género a la ciencia sexológica “para hacer posible que gente que venía a mi oficina como o bien hombre o bien mujer [either male or female], pero de los cuales no se podía decir que su rol sexual en el sentido genital específico fuera o bien de hombre o b bien de mujer, en la medida en que tenían una historia de defectos de nacimiento en los órganos sexuales.” Y continuaba diciendo grandilocuentemente, “La mayoría de las personas que contribuyeron a este Nuevo significado de género eran hermafroditas o intersexuales. Con ellos la ciencia social y la y historia social en su conjunto han contraído una deuda de gratitud. Es imposible escribir sobre la historia política de la segunda mitad del sigo XX sin hacer referencia al concepto de género. Esto es particularmente cierto en relación con el movimiento de las mujeres en política” (p. xii). Para reminiscencias similares, y afirmaciones de prioridad, véase Money (1973, 1985, 1995, p. 17ff.).
Excluyendo los usos gramaticales, la mayoría, y quizás la totalidad, de los títulos que contenían género en el SCI y el SSCI desde la década de 1960 parecen haber derivado el término de Money. Estos papers en su mayor parte fueron publicados en revistas sicológicas y, al principio, se relacionaban con individuos que no se conformaban a los estereotipos sexuales (hermafroditas, transexuales, travestis, homosexuales, niños femeninos y niñas masculinas). Sin embargo, en los últimos años de la década de 1960 y en los primeros de la de 1970, género comenzó a aparecer en los títulos de artículos que se referían a las conductas y elecciones de los individuos que se mostraban conformes con los estereotipos genéricos, con énfasis en el grado en que los estereotipos eran mutables o inmutables, biológicos o sociales.
En este estadio, vale la pena discutir las connotaciones causales que se habían edificado en derredor de género. Money (1955) sacó como conclusión que “Se descubrió que el rol y la perspectiva de género [Gender role and outlook] en cuanto niño u hombre, niña o mujer, estaban de acuerdo con el sexo de crianza, excepto en tres casos, y que no estaban automática o instintivamente determinados por los cromosomas, las gónadas o las hormonas.” De modo similar, Money et al. (1957) observaban que “el sexo de asignación y crianza es de modo consistente y conspicuo un pronosticador más confiable del rol y orientación de género que el sexo cromosómico, el sexo gonadal, el sexo hormonal, la morfología reproductiva accesoria interna, o la morfología ambigua de los genitales externos.” Subrayaron que “nuestros descubrimientos indican que no es adecuada ni una doctrina puramente ambiental ni una doctrina puramente hereditaria de los orígenes del rol genérico y la orientación – del sexo sicológico.”
Money y sus colaboradores ofrecían dos analogías reveladoras de la adquisición de un rol genérico: la primera era la adquisición por parte del niño de un lenguaje natural (Money, 1955; Money et al., 1957); la segunda fue la impronta de Konrad Lorenz en un patito cuando Lorenz imitó el llamado de una madre pata (Money et al., 1957). En estos dos ejemplos, se consideraba que el individuo estaba biológicamente predispuesto para adquirir un lenguaje o una figura maternal, pero cuál era el lenguaje o cuál individuo quedaba identificado como madre era algo determinado por el medio. De modo consistente con estas analogías, Money et al. (1957) creían que el rol de género se adquiría muy temprano en el desarrollo del infante y que una vez adquirido era resistente al cambio: “Aunque el sexo de crianza puede trascender a la morfología genital externa en importancia sicológica, la ausencia o corrección de la apariencia genital ambigua fue sicológicamente beneficiosa. La reasignación del sexo de crianza después de los primeros meses de vida fue, sin duda, sicológicamente lesiva.” Aunque Money adoptó explícitamente una posición interaccionista en lo que respecta a natura versus nurtura, su trabajo fue leído implícitamente como un texto que se recostaba sobre el polo nurtura del espectro. Como el sexo de una persona podía diferir de su rol genérico, el género se asoció con el borronearse de la dicotomía macho/hembra, y la afirmación de que la crianza le mataba el punto a la anatomía proveyó un poderoso argumento en contra de la naturaleza esencial de las diferencias sexuales.
Una persona que empleó tempranamente la terminología del género fue el sicoanalista Stoller (1964a, 1964b). Para Stoller (1965), el sexo era biológico pero el género era social. Este último connotaba “conducta aprendida de una enorme reserve de claves presentes en cada cultura, y de un sistema masivo e intricado, aunque usualmente sutil, de premios y castigos, en los que cada persona vive a partir de su nacimiento” (p. 197). Aunque no negaba que la biología tuviera algún rol, Stoller (1968) escr4ibió que “esos aspectos de la Sexualidad que se llaman género son primariamente determinados culturalmente” (p. xiii) y que “género es un término que tiene connotaciones sicológicos o culturales, en lugar de biológicas” (p. 9). Otros sicoanalistas adoptaron una distinción similar entre el sexo biológico y el género social (e.g., Gershman, 1967; Ovesey & Person, 1973).
Stoller (1964b) y Greenson (1964) juntos introdujeron la expresión identidad de género en el Congreso Sicoanalítico Internacional Vigésimo Tercero, en Estocolmo (Julio–Agosto 1963). Greenson lo definió como “la sensación que uno tiene de ser miembro de un sexo particular; se expresa clínicamente en el ser consciente de ser un hombre o macho como algo distinto de ser una mujer o hembra [the awareness of being a man or male in distinction to being a woman or female].” Para Stoller (1968), “la identidad genérica comienza con el conocimiento y el alerta, sea consciente o inconsciente, de pertenecer a un sexo y no al otro : : : el rol genérico es el comportamiento abierto que uno despliega en la sociedad, el rol que se juega, especialmente con otras personas” (pp. 9–10). Para Money y Ehrhardt (1972), “el rol genérico es la expresión pública de la identidad de género, y la identidad de género es la expresión privada del rol genérico” (p. 4).
Adopción de parte de las Feministas
Los orígenes del uso de género entre las eruditas feministas ha sido datado de forma variada en los últimos años de la década de 1960 (Nicholson, 1994) o a mediados de la década del 1970 (Unger & Crawford, 1993). El análisis de Myown sugiere que su amplia adopción en los círculos feministas se demoró hasta los últimos años de la década de 1970 o los primeros de la de 1980. El primer título que contiene género en la Red de Ciencia [Web of Science] que tuvo un contexto explícitamente feminista fue Algunos aspectos evolucionistas del género en los humanos [Some evolutionary aspects of human gender] (Tobach, 1971), en un número del American Journal of Orthopsychiatry dedicado a los aspectos sociales y sicológicos del movimiento feminista [The Women’s Movement: Social and Psychological Perspectivas]. En este artículo, hacía una diferencia entre “sexo biológico” y “género socialmente asignado” y advertía en contra de usar “conceptos de la biología evolucionista para justificar o bien la retención de viejas tradiciones o bien el cambiarlas.” Su artículo no citaba ni a Money ni a Stoller. Otros usos feministas tempranos de género aparecían en libros (no catalogados en la Red de Ciencia). Holter (1970) usaba sexo y género como sinónimos intercambiables, aparentemente para garantizar variedad, en tanto que Millett (1970, p. 29) hacia sólo referencias al pasar a una distinción sexo/género, que ilustra con una cita de Stoller (1968). Del mismo modo, Bernard (1971, p. 16) derivó sus definiciones de sexo y género directamente de Stoller (1968). Oakley (1972) definió al sexo como biológico y al género como sicológico y cultural (pp. 16, 158). Después de discurrir sobre la obra de Money y Stoller, propuso la pregunta retórica “¿Juega la biología algún rol en la determinación del desarrollo de la identidad de género en individuos normales?” y respondió:
El consenso de opinión parece ser que su rol es mínimo, porque la predisposición biológica hacia una identidad de género de hombre o de mujer (si es que existe una tal condición) puede ser decisiva e inerradicablemente superada por el aprendizaje cultural. Quienes han trabajado en el campo de los desórdenes hermafroditas y en problemas de identidad de género parecer muy impresionados por el poder de la cultura para pasar por alto completamente a la biología, (p. 170).
Las diferencias entre las ediciones sucesivas de ¿Masculino, Femenino o Humano? [Masculine / Feminine or Human?] (Chafetz, 1974, 1978) son particularmente iluminadoras. En la primera edición, Chafetz (1974) hacía un contraste entre el género innato con los roles sexuales aprendidos. Esta edición no contenía citas de Money. Sin embargo, al llegar la segunda edición (Chafetz, 1978), los términos se habían invertido: el sexo innato se hacía contrastar con los roles de género aprendidos, y se agregaron referencias a Money y Ehrhardt (1972). Tomando en cuenta las demoras asociadas con la publicación, esto sugiere una ausencia de consenso feminista sobre la significación de género en los primeros años de la década de 1970, y un consenso emergente en los últimos años de la década de 1970 (véase Gould & Kern-Daniels, 1977). Esta disposición temporal encuentra apoyo en Unger (1979), quien ya pudo escribir en el American Psychologist, “Se introdujo el término género para aquellas características y rasgos considerados socioculturalmente apropiados para varones y mujeres” (énfasis mío).
El único uso de género que puedo encontrar en Women, Culture, and Society (Rosaldo & Lamphere, 1974) está en el capítulo sicoanalítico de Chodorow. De modo significativo, Ortner no usó género en su influyente capítulo —¿Es la Hembra al Macho lo que la Naturaleza es a la Cultura? [Is Female to Male as Nature is to Culture?] (version corregida de Ortner, 1972)—pero siete años más tarde era la editora de Significaciones Sexuales: la Construcción Cultural del Género y la Sexualidad [Sexual Meanings: The Cultural Construction of Gender and Sexuality] (Ortner & Whitehead, 1981). EnGénero y Sexo en la Sociedad, [Gender and Sex in Society], Duberman (1975) definió al sexo como “un estatus social adscripto que se refiere a las diferencias biológicas entre las personas” en tanto que el rol de género se refería a “las pautas socialmente aprendidas del comportamiento, que diferencia a los hombres de las mujeres en una sociedad dada” (p. 26). En Hacia una Antropología de las Mujeres [Toward an Anthropology of Women], Rubin (1975) debatió sobre el sistema sexo/género, que definió como “el conjunto de arreglos y disposiciones por los que una sociedad transforma la Sexualidad biológica en productos de la actividad humana, y en los que se satisfacen estas necesidades sexuales transformadas” (p. 159).
Las tendencias en el modo de uso de género hecho por el feminismo fueron establecidas examinando los contenidos de los primeros números de Feminist Studies (primer número en 1972) y Signs: Journal of Women in Culture and Society (primera edición en 1975). Los primeros títulos que contuvieron género en Feminist Studies no aparecieron hasta el Volumen 5 (Davidoff, 1979) y el Volumen 6 (Vance, 1980). Estas autoras derivaron sus modos de usar género de Oakley (1972) y Rubin (1975), respectivamente. Yudkin (1978) había usado anteriormente género en una discusión filosófica del transexualismo, pero sin que el término apareciera en el título. La autora construyó una tricotomía entre el sexo biológico, el género sicológico, y el rol sexual, caracterizado como social. Su modo de usar género derivaba de Money y Stoller. El primer número de Signs definía la extension temática de la revista incluyendo tanto el sexo como el género (Stimpson, Burstyn, Stanton,&Whisler, 1975), pero el uso de género fue escaso en los primeros números (y era propuesto predominantemente por autores varones). El primer título que contenía género en Signs no apareció hasta el sexto volumen (Baker, 1980), en una reseña de la literatura biológica sobre las diferencias sexuales que contenía numerosas referencias a Money y sus colaboradores. Los títulos que contenían género excedieron por primera vez a los títulos que contenían sexo en el Volumen 11 de Signs (1986–1987).
El genero no alcazó una aceptación absoluta de parte de todas las feministas. En Transsexual Empire, Raymond (1979) trató al género como un término técnico o terapéutico asociado con la obra de Money y Stoller. Esta autora pensaba que el término encerraba “ciertos problemas para una crítica feminista” porque da “la impresión de que hay un conjunto fijo de condiciones sicosociales que determinan el rol y la identidad genérica.” Sin embargo, había veces en que encontraba que la palabra era inevitable, a pesar de que le producía “insatisfacción,” y en esos lugares “la usé con reservas” (pp. 8–10). A partir de estos pequeños comienzos, el uso de género fue ampliamente adoptado por las feministas durante la década de 1980. Creo que esta adopción es el factor principalmente responsable por el crecimiento explosivo de los títulos que contenían la palabra género que se observa en el SSCI y el AHCI durantes esa década (véanse las Figs. 3 y 4). Las feministas pudieron abrazar el concepto de género y hacerlo su propia contribución al discurso, a medida que la asociación anterior del término con la ciencia sexológica se iba difuminando en el trasfondo.
El uso feminista convergió en un contraste entre el género socialmente construido y el sexo biológicamente determinado. Sin embargo, mantener esta distinción probó ser difícil. Un problema con la simple dicotomización del sexo biológico y el género social fue que no quedaba término que se refiriera a situaciones en las que la causación fuera desconocida, fuera objeto de disputa, o implicara una interacción entre biología y cultura. De este modo, la elección de término para este terreno medio se volvió un tema de simple preferencia, hacienda borrosa la distinción conceptual entre los términos. Yendo más allá, entre las feministas el dominio del género tiene la tendencia a expandirse para absorber la categoría de sexo, porque se consideró que el modo en que la gente habla de cuerpos “de varón” o “de mujer” [“male” and “female” bodies] era también algo socialmente construido (debatido por Nicholson, 1994). Kessler y McKenna (1978) proveyeron un ejemplo insobornable de esta posición. Consideraron que el elemento de construcción social era primordial en todos los aspectos de la calidad de ser varón o la calidad de ser mujer [maleness and femaleness]: incluso invocar dos categorías era una construcción social. Para subrayas su aseveración, escribieron sobre los cromosomas genéricos y las hormonas genéricas. En una visión retrospectiva, McKenna y Kessler (2000) retomaron: “Retener una separación entre sexo y género, incluso si se propone que los dos son socialmente construidos, hace surgir la pregunta de por qué la biología es tan importante que merece una categoría especial.”
Dada la expansión del dominio de género, y una cierta indeterminación en su significado, difícilmente resulte sorprendente que algunos autores que no estaban familiarizados con las sutilezas del debate feminista interpretaron género como un simple sinónimo de sexo y lo hayan adoptado como tal en sus propios escritos. Esto queda demostrado sin ambigüedades cuando se usa género en relación con la fisiología de los animales no humanos, sin ninguna implicación de un rol determinante de la cultura en la causación de las diferencias observadas. Tales títulos aparecen en primer lugar en la década de 1970 (e.g., Hahn, Norton, & Fishman, 1977) y ahora son comunes en el SCI.
La aparición de género en un título de las ciencias naturales ahora comunica muy poco o nada sobre la causación o la ideología del autor. Entre las razones que los científicos ahora actuantes me han dado para elegir género en lugar de sexo en contextos biológicos están los deseos de mostrar simpatía por las metas feminitas, usar un término más académico, o evitar la connotación de copulación.
Conclusión
Este artículo enfocó la historia de la terminología. Durante la primera mitad del siglo XX, el género parece haber sido usado predominantemente en su sentido gramatical, pero su uso (existente, aunque raro) domo sinónimo de sexo estuvo fácilmente disponible para cualquiera que quisiese enfatizar la dicotomía entre diferentes fuentes de diferencias asociadas con el sexo, o que quisiese establecer un dominio separado para territorio que antes previamente había sido considerado parte del dominio del sexo. La expansión del uso de género en la segunda mitad del siglo parece haberse derivado del concepto de John Money de rol genérico, introducido en la década de 1950 para referirse a la autoidentificación de individuos cuyo sexo genital era ambiguo. De modo significativo, en el uso de Money el papel genérico de un individuo podía diferir de varias definiciones biológicas del sexo de un individuo. Desde este comienzo, hubo un lento pero gradual incremento en el uso de género a través de la década de 1960 por parte de escritores, especialmente en las ciencias sociales, y por parte de sicoanalistas, que deseaban subrayar los determinantes ambientales, sociales o sicológicos de las diferencias sicológico/comportamentales entre hombres y mujeres. Algunos de estos autores se habrían considerado a sí mismos feministas, o al menos simpatizantes con las metas del movimiento de mujeres. Por supuesto, los debates sobre natura versus nurtura, lo biológico versus lo social, y la autonomía de las ciencias sociales en relación con las ciencias naturales eran mucho más antiguos que su asociación con una distinción terminológica de sexo versus género.
Antes de los primeros años de la década de 1980, el ascenso en el uso de género en los títulos académicos no estaba asociado con una apreciable declinación en el uso de sexo. El incremento principal en el uso de género, y la declinación asociada en el uso de sexo, se produjo en la década de 1980, después de que el discurso feminista adoptara género como término técnico. La evidencia disponible sugiere fuertemente que este uso fue derivado por descendencia con modificación a partir de Money. A medida que la razón sexo-género fue declinó, género ha llegado a ser adoptado como un simple sinónimo de sexo, quizás un eufemismo, por parte de muchos autores que no están al tanto de la historia reciente del término.
RECONOCIMIENTOS
Este trabajo se ha beneficiado con los comentarios de Janet Saltzman Chafetz, Sarah Hrdy, Stephanie Kenan, Joanne Meyerowitz, Lucas Mix, Judith Ryan, Kenneth J. Zucker, y los evaluadores anónimos.
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[1] Departamento de Biología Organísmica y Evolutiva, Universidad de Harvard, Cambridge, Massachusetts 02138; e-mail: dhaig@oeb. harvard.edu.