Diálogo (real) a modo de nota preliminar
Esteban: Este artículo donde subrayé algunas frases lo publicó Página 12 el jueves 3 de junio del 2010. Quien lo lea llegará a la conclusión de que todos somos enfermxs pero lxs homosexuales más. Quizás no entendí bien por no ser sicólogo, pero entonces ¿para qué está publicado en un diario y no en un journal de psicología? ¿Se sigue pensando que la elección del objeto sexual surge de la imposibilidad de asimilar la diferencia de los sexos que supuestamente tienen los niños?
Rafael Freda: El sicoanálisis nos trata de enfermos con palabras bonitas, elipsis y elusiones: típico estilo exegético religioso. Para la doctrina sicoanalítica fundada en el Edipo, la homosexualidad deriva de una detención en ese proceso, que queda incompleto. Es un desarrollo no conseguido, una edad mental no alcanzada. Los homosexuales semejan lisiados mentales, cuyos derechos humanos se respetan porque son “gente discapacitada” o “de capacidades diferentes” en lo sexual. Las mujeres son masoquistas. Parten de la envidia del pene y construyen todo su ser sobre aquello de lo que carecen. Su Edipo es ése y no otro. Lacan y Dolto dicen algo similar. La doctrina se emparcha y arregla, pero su meollo es inmutable: Sigmund Freud en Un caso de Homosexualidad Femenina, en los Tres Ensayos y otros loci del corpus doctrinario. La Historia del Sicoanálisis de Lewes, y los intentos de Isay (ambos están en la biblioteca de SIGLA) luchan contra un defecto de nacimiento: la estructura básica de pensamiento del sicoanálisis. Hay quienes ayudan por su condición de sanadores pero atribuyen su eficacia a este sistema de pensamiento que, para mí, es una seudociencia o un saber seudorreligioso.