Comentario 2009
Este ensayo puede ser extrapolado con facilidad para su aplicación al estigma homosexual, especialmente teniendo en cuenta que considerar enfermedad a la homosexualidad es una creencia dominante y una acusación preferida de los grupos antigays, y puede mostrar cómo el estigma termina dañando al individuo por medio de la exclusión.
RF
Research and Practice in Social Sciences
Vol.1, No.1 (August 2005) 90-95
Estigma y la Dinámica Social de Exclusión
Rob Whitley*
McGill University
*Robert Whitley, Ph.D, Research Fellow, Division of Social and Transcultural Psychiatry, McGill University, Montreal, Canada.
E-mail: Robert.whitley@mail.mcgill.ca
Abstract
Este paper examina brevemente parte de la literatura que rodea el estigma y la exclusión social en la literatura de ciencias sociales. Esta literatura es explorada con la intención de explorar los mecanismos de exclusión social que pueden estar trabajando para excluir grupos estigmatizados, con énfasis particular en los mentalmente enfermos. A todo lo largo del paper se discuten temas relativos a la medición del estigma y la exclusión social. Para concluir, presento un marco de referencia teórico que puede ser usado como heurística para la investigación de la relación entre estigma y exclusión social en grupos marginalizados como los enfermos mentales.
Introducción
La exclusión social puede producirse en niveles muy diferentes y a través de varios mecanismos diferentes. Los individuos, las familias y los grupos más grandes pueden sufrir exclusión social aunque a menudo hay una superposición entre las causas de nivel macro y micro y las consecuencias de la exclusión. De modo similar, la exclusión social puede producirse a través de varios medios diferentes. En este paper exploraré algunos de los principales mecanismos relevantes que subyacen en la exclusión social, que se vuelven a visitar en la conclusión como marco de referencia teórico para comprender la exclusión social y el estigma.
Exclusión Espacial / Temporal
Foucault (1980) escribió famosamente sobre “la mirada”. Como un medio de exclusión social que es continuamente aplicado por individuo e instituciones en la sociedad general [mainstream society] para controlar a varios subgrupos sociales a los que se percibe como amenazantes, tales como los enfermos mentales o los grupos étnicos minoritarios demonizados. Foucault argumentaba que la función de la Mirada es controlar y someter las amenazas potenciales al orden social establecido. El escritor negro Frantz Fanon (1967) ha escrito lúcidamente sobre el efecto de la Mirada en la inhibición de su movimiento y sus interacciones sociales, así como en el incremento de su deseo de invisibilidad y anonimia. De modo similar, los estudios cualitativos sobre miedo del crimen han mostrado que los grupos vulnerables como las mujeres y los ancianos ajustan sus actividades espaciales y temporales a causa del miedo de llegar a ser víctimas del crimen (e.g. Pain 2002). Estos procesos podrían estar en operación con los enfermos mentales en la comunidad. Podrían erigirse límites espaciales y temporales contra los enfermos mentales a través de la operación de la Mirada, y a través de la diferencia percibida y vulnerabilidad al grupo dominante. Los enfermos mentales pueden estar en el final de la hostilidad real o percibida, como consecuencia de la estigmatización, en ciertos espacios públicos y privados. Lo que es más importante, esto podría también perpetuar la estigmatización a medida que la dicotomía entre “nosotros” y “ellos” se hace más honda. Esta forma de exclusión requiere medición e investigación más a fondo.
Exclusión de la Red
Se sabe que el apoyo social y las redes sociales amplias pueden tener un efecto positivo en la salud mental (Brown y Harris 1978). También se cabe que ciertos grupos pueden ser sistemáticamente excluidos del apoyo social y las redes sociales a causa de sus características sociales, económicas o demográficas. Bourdieu (1986) argumentó que esta forma de exclusión social en grupos e individuos es resultado del acceso diferencial a las redes sociales y al apoyo social. Bourdieu afirma que las redes sociales no son solamente importantes para proveer amistades y apoyo emocional; también son fundamentales en el desarrollo de senderos hacia factores socioeconómicos importantes tales como las oportunidades de empleo, el capital financiero y otros recursos clave que permiten a los individuos y a los grupos funcionar eficazmente en sociedad. Otros factores pueden contribuir a esta forma de exclusión de red, por ejemplo la hipérbole de los medios y el mito urbano (Taylor 1996). Por ejemplo se ha argumentado que los rastafaris en el Reino Unido fueron estigmatizados y subsiguientemente perseguidos y excluidos por la sociedad británica general como consecuencia de historias inexactas de los medios y el esparcimiento de mitos urbanos (Chevannes 1998). Esta exclusión condujo a la discriminación en las oportunidades de empleo, así como a la sospecha y el miedo entre la sociedad general. Otros estudios han demostrado cómo la exclusión de las redes sociales y el apoyo social conduce a sentimientos de alienación así como a lesiones funcionales, por ejemplo, la incapacidad para acceder a los servicios o a la información promotora de salud (Cattell 2001). Puede ser que los enfermos mentales experimenten esta forma de exclusión de la red porque sus redes pueden encogerse a medida que sintomatología se vuelve más severa. De modo similar, pueden ser incapaces de desarrollar nuevas redes, porque los otros pueden sentir miedo o bien del enfermo mental per se, o simplemente miedo de estar asociado con los estigmatizados con la sociedad general. Esta forma de exclusión puede ser medida a través de cuestionarios y el impacto puede ser evaluado con entrevistas cualitativas.
Exclusión Socio-Económica
La exclusión socioeconómica se refiere a la experiencia diferencial de grupos e individuos en la provisión y acceso a los recursos socioeconómicos. En el peor de los casos esta exclusión puede significar una incapacidad para poder pagar necesidades básicas humanas como el alimento, el albergue y la ropa. Obviamente, ésta no es solo una función de las finanzas individuales, sino de redes de seguridad social que impiden el derrumbe económico de los incapaces de proveerse a sí mismos (Whitley y McKenzie 2005). Por ejemplo, una persona que ha perdido su trabajo no necesariamente siente un alto grado de exclusión social si existen sistemas de seguridad social adecuados o apoyos comunales para mantener algún nivel básico de estatus socioeconómico. Formas más moderadas de exclusión social pueden existir donde los que tienen bajos ingresos son incapaces de participar en más actividades sociales o institucionales que pudieran promover la salud y el bienestar. Esto puede incluir acceso a cosas como actividades culturales y deportes. En relación con los mentalmente enfermos, esta forma de exclusión podría ser particularmente difícil. Por ejemplo, incluso en épocas de oportunidad económica, las personas que tienen una enfermedad mental pueden no estar en capacidad de conseguir o mantener empleo permanente. En ausencia de provisión gubernamental o comunitaria adecuada, podrían descender al peor alojamiento en los peores barrios, expulsados eficazmente de muchos de los placeres cotidianos que se ofrecen en la sociedad general. La medición de esta forma de exclusión debería entonces examiner tanto los recursos económicos de un individuo como los servicios de apoyo gubernamentales/comunitarios.
Exclusión Institucional/ Estructural (Nivel Macro)
La exclusión institucional y estructural obra cuando las estructuras sociales y las instituciones privadas trabajan para excluir sistemáticamente individuos o grupos. Esto puede tomar muchas formas, y una cantidad de ejemplos bastarán para ilustrar el punto. Es obvio que la educación es un recuso extremadamente importante para los grupos e individuos, ya que les permite entrenarse, funcionar y tener éxito. Se pueden erigir barreras, sea sutiles, sea desembozadas, que actúan sistemáticamente para crear y perpetuar la exclusión de ciertos grupos. El sistema de Apartheid en Sudáfrica fue un ejemplo particularmente odioso y severo de exclusión estructural. Ejemplos de exclusión social menos desenfadadamente abiertos podrían incluir las elecciones u oportunidades restringidas para el cuidado de la salud, las oportunidades educacionales o el alojamiento para ciertos subgrupos estigmatizados (Goldberg 1993). Esta forma de exclusión institucional y estructural puede darse para los enfermos mentales de una cantidad de formas. En el micronivel, su presencia puede no ser tolerada por el personal o por los otros usuarios en los servicios y diversiones locales, como iglesias, centros comunitarios y bibliotecas, quizás debido al miedo asociado con el estigma. En el nivel más macro, las personas con enfermedades mentales podrían ser excluidas de cosas tales como la participación en el proceso democrático, la práctica de ciertas profesiones o el detentatamiento de ciertos cargos públicos / privados. Esta forma de exclusión puede ser la más pasible de recibir intervención, ya que la legislación de iguales oportunidades emanada del gobierno central podría prohibir la discriminación basada en estos factores extraños. Sin embargo, en la práctica estas políticas a menudo se implementan en el nivel local, donde el prejuicio y el estigma pueden estar profundamente enraizados, con lo que se vuelven más lentas cualesquiera iniciativas nacionales (Coker 2001).
Conclusión
Este paper ha descrito algunos de los principales mecanismos relevantes que podrían estar actuando para excluir socialmente a ciertos subgrupos sociales. Nos hemos concentrado específicamente en los mentalmente enfermos, pero proponemos mecanismos de los que se ha demostrado que afectan a diversos otros grupos, por ejemplo a ciertas minorías etnoculturales. Estos mecanismos son:
Exclusión Espacial y Temporal
Exclusión de la Red
Exclusión Socio-Económica
Exclusión Estructural / Institucional
Cualquier estudio del estigma debería intentar medir hasta qué punto estos mecanismos de exclusión están actuando en centros locales en contra del grupo bajo estudio, por ejemplo los enfermos mentales. Se puede entonces asignar peso al rol del estigma en la construcción y perpetuación de estos mecanismos de exclusión. La medición puede hacerse a través de una variedad de metodologías que incluyen las comparaciones cuantitativas de participación, la experiencia de reunir historias de vida a través de una entrevista a profundo, u observación del comportamiento social. Por lo demás la observación también podría medir la fuerza y hostilidad de la “mirada” de la sociedad general [mainstream society] hacia el grupo en cuestión. Reunir y analizar estos datos no solamente nos dará importante información descriptiva, sino que también sugerirá intervenciones apropiadas para disminuir la exclusión social asociada con el estigma en los casos de personas como los enfermos mentales, cuyo sufrimiento puede ser perpetuado por los mecanismos de cerrojo entrecruzado [inter-locking] descritos en este paper.
References
- Bourdieu P (1985) The forms of social capital. In Handbook of theory and research for the sociology of education (ed: G Richardson). New York: Greenword
- Brown G W and Harris T O (1978) Social origins of depression London: Tavistock.
- Cattell, V. (2001) Poor people, poor places, and poor health: the mediating role of social networks and social capital. Social Science & Medicine 52, 1501-1516.
- Chevannes B (1998) Rastafari and other African-Caribbean Worldviews. Rutgers University Press; New Jersey.
- Coker N (2001) Racism in Medicine. An Agenda for Change. London; King.s Fund.
- Fanon F (1967) Black Skins White Masks. New York: Grove Cross.
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- Goldberg D T (1993) Racist Culture, Philosophy and the Politics of Meaning. Oxford, Blackwell.
- Pain R (2002) Gender, Race, Age and Fear in the City. Urban Studies 38: 5-6, p 899-913.
- Taylor I (1996) Fear of Crime, Urban Fortunes and Suburban Social Movements: some Reflections from Manchester. Sociology 30 (2) 317-337.
- Whitley R and McKenzie K (2005) Social Capital and Psychiatry-Review of the Literature. Harvard Review of Psychiatry 13 (2): 71-84