Herbert 20ce08 El cerebro y la identidad de género

Brain (2008), 131, 3115^3117

¿Quién nos creemos que somos? El cerebro y la identidad de género

 

Joe Herbert

Cambridge Centre for Brain Repair, Department of Clinical Neurosciences and Department of Physiology, Development and Neuroscience, University of Cambridge E-mail: jh24@cam.ac.uk

 

Nadie (escribió Frank Beach, notable contribuyente al estudio experimental de las hormonas y el comportamiento sexual) murió nunca por falta de sexo. Pero los aspectos personales, sociales y legales de la conducta sexual son una preocupación omnipresente en todos los humanos. La variedad y las extravagancias del sexo pueden tener severas implicancias, y la existencia de homosexualidad y de desórdenes de identidad de género demanda algún tipo de explicación (Bancroft, 2008). Por lo tanto, la neurociencia puede preguntarse por qué ha contribuido tan poco a entender la sexualidad humana. Una razón es nuestra ignorancia relativa al cerebro en general, que hace fracasar los intentos de relacionar patrones particulares de actividad cerebral con un comportamiento observable de modo que contribuya a la comprensión. Otra razón es el efecto de las costumbres [mores] sexuales en el estudio de la sexualidad: el estudio del sexo es todavía considerado una carrera levemente risqué, y es dificultado por la política, las restricciones y los prejuicios de las sociedades humanas. Se necesitó la epidemia de SIDA para convencer a muchos  gobiernos y entes financiadores de que estudiar el sexo era importante y respetable. La mayor parte de nuestra información sobre la neurobiología del sexo viene de estudios en animales (Becker et al., 2005), pero prácticamente todo lo que sabemos sobre las variaciones de la sexualidad humana, incluyendo la heterosexualidad y la homosexualidad, y los desórdenes de identidad de género (transexualismo), vienen de material clínico, anécdotas e incluso ficción (los tres se superponen).

Es ahora bien sabido que la determinación del sexo depende en altísimo grado del gen SRY codificado en el cromosoma Y. Pero los genes, por supuesto, no hacen nada por sí mismos; activan moléculas que son mecanismos, y entre ellas es prominente la testosterona. Durante el desarrollo, el feto varón secreta testosterona, y la producción puede continuar entrada la vida posnatal temprana. Esto tiene efectos espectaculares en los órganos reproductivos internos, y promueve la disposición de órganos propia del varón [masculine arrangement]. Pero aquí estamos más interesados en lo que le hace al cerebro. Los estudios experimentales muestran que tanto los patrones de conducta sexual como la preferencia por las hembras [mujeres] están dirigidos hacia el tipo ‘macho [varón]’ por exposición a la testosterona durante este período crítico (reseñado en Pardridge et al. 1982; Gorski, 2002). Si esto vale en cada detalle para los humanos es algo todavía en debate (Swaab, 2007). Incluso entre las especies más estrechamente relacionadas, las estrategias reproductivas (particularmente de la hembra) son curiosamente variadas, lo que hace que  extrapolar a los humanos sea algo riesgoso (Baum, 2006). Sin embargo, hay cimientos experimentales que permiten sugerir que las variaciones en exposición prenatal a la testosterona pueden influir en la preferencia sexual (orientación) posterior en el ser humano [man]. Pero sobre un tema igualmente importante, la identidad de género (si pensamos de nosotros mismos como varones o como mujeres), la literatura experimental guarda silencio. Por una buena razón: los animales no puede informar, como los humanos, sobre su identidad de género, y nadie ha encontrado un modo indirecto de revelar la identidad de género de un mono, y mucho menos de una rata. No hay un modelo experimental de transexualidad. Así que los estudios en neurociencia de la transexualidad humana están limitados solamente a los humanos.

La lógica detrás de estos estudios es simple, aunque necesariamente limitada. Defínase una diferencia de sexo en algún rasgo del cerebro, preferiblemente una de la que se sepa que está asociada con la conducta sexual; después demuéstrese que esta diferencia va en la dirección esperada en quienes informan disforia de género (la creencia de que uno tiene una identidad de género ‘verdadera’ o ‘medular’ [‘true’ or ‘core’ gender identity] opuesta tanto al sexo cromosómico como al habitus corporal). Como muchos disfóricos de género reciben o se autoadministran esteroides típicos del sexo opuesto, es importante excluir que sean ellos los determinantes del rasgo neural atípico. Una asociación clara entre los fenotipos neural y comportamental sugiere que esto es causal. Esto es, esencialmente, lo que Garcia-Falgueras y Swaab informan en este mismo número (página 3132). Del área preóptica medial del hipotálamo (MPOA) se sabe que está involucrada en patrones de comportamiento sexual propios del macho [masculine] en roedores y monos, y se sabe que es sexualmente dimórfica, aunque debe señalarse que hay indicios de que promueve el desempeño sexual (la capacidad de copular) y no la motivación para el sexo de tipo propio del macho (reseñado en Balthazart y Ball, 2007). Garcia-Falgueras y Swaab encuentran que parte de esta área, el INAH3 en humanos, es más grande y tiene una cantidad y densidad de neuronas mayor en hombres que en mujeres, y que los transexuales de varón-a-mujer (MtF) se parecen a las mujeres.

Pero estas estadísticas en general cuentan solamente una parte del cuento. Sus datos muestran considerable superposición entre varones, mujeres y VAM [MtF]. Así, o bien la precisión de sus métodos no es muy alta, o hay una relación indistinta entre el INAH3 y la identidad de género individual. Esto es raro:  la gente generalmente no tiene dudas sobre su género, aunque hay grados de ‘masculinidad’ y ‘femininidad’ autoconsideradas. Hay otras preguntas: ¿por4 qué tener más neuronas en el INAH3 debería predisponer a la identidad sexual del varón? Parece mprobable que estos métodos tan simples lleguen alguna vez a decirnos mucho sobre la base neural de la sexualidad humana. La dificultad de interpretar mediciones como el volumen es puesta en foco por su primer resultado: informan que el peso del cerebro es mayor en varones que en mujeres (lo que no es sorprendente), pero que los sujetos MtF tienen valores intermedios. ¿Cómo debemos interpretar esto? ¿Y por qué diferencias similar en INAH3 son asociadas, en estudios previos, con la homosexualidad del varón (Le Vay, 1991)? La identidad de género no predice la orientación sexual: todas las permutaciones son posibles (Hellman et al., 1981). A decir verdad, en los casos estudiados por Garcia-Falgueras y Swaab, solamente 7 de 11 estaban orientados hacia las mujeres (i.e. no homosexuales por su sexo cromosómico, pero homosexuales por su identidad genérica). ¿Cómo podría la misma área del cerebro regular estos dos aspectos independientes de la sexualidad, aunque, esto debe decirse, hay límites indistintos entre homosexualidad, identidad de género y otros aspectos de la sexualidad? Por ejemplo, los muchachos jóvenes que prefieren travestirse probablemente serán homosexuales, no transexuales, en la vida adulta (Green, 1985).

Hay algo de desacuerdo sobre si los niveles de testosterona en el adulto pueden alterar el tamaño o la estructura química del MPOA en roedores (Davis et al., 1996; Ulibarri y Yahr, 1993). Garcia-Falgueras y Swaab intentan eliminar este punto como factor en su estudio estudiando el INAH3 en cinco hombres orquidectomizados (no-transexuales). Sus resultados no ayudan mucho: no hay diferencias en el volumen del INAH3 o en la cantidad neuronal entre estos sujetos y el control o los varones VAM [MtF males], o las mujeres. Las secciones de Y teñidas con neuropéptido muestran una reducción en volumen comparada con los varones de control. El intervalo entre la castración y la muerte era muy breve en la mayoría de sus casos. Es curioso que las estructuras en el hipotálamo, una parte del cerebro estrechamente asociada con sucesos internos del cuerpo más que con sucesos externos a él, pueda determinar preferencia sexual o identidad de género. Estudios previos hechos por el mismo laboratorio (Zhou et al., 1995), así como otros, muestran diferencias estructurales asociadas con variedades de comportamiento sexual y actitud en otras áreas del cerebro, por ejemplo en el lecho núcleo de la stria terminalis (BST), que está vinculado tanto como con el hipotálamo como con la amigdala. El último tiene más acceso directo a estímulos externos, tales como los que determinan el atractivo sexual. Parece que puede ser un ‘sistema’ neural, más que una sola área nodal, lo que determine o influya en los diferentes parámetros de la sexualidad humana. Agreguemos a esto la evidente contribución de la corteza cerebral, involucrada en la conciencia social, las actitudes, la toma de decisiones y el uso del sexo como instrumento social y podemos ver que los límites del cerebro ‘sexual’ son tan indistintos como la definición misma de sexo.

Pero la significación del artículo de  Garcia-Falgueras y Swaab es en realidad tanto política e incluso legal como lo es neurocientífica. Si hay rasgos demostrables y funcionalmente relevantes en el cerebro que subyacen en las creencias y proclividades que determinan la conducta de una persona desde una edad temprana, y que puede ser inmutables, entonces la argumentación en pro de una redefinición del géner y en pro de la cirugía de reasignación en transexuales se fortalece. Hay todavía conflicto entre quienes consideran que la sexualidad humana está o bien biológica o bien socialmente determinada (las dos cosas, por supuesto, no son mutuamente excluyentes, como algunos parecen creer, y deben trabajar juntas). Los estudios futuros pueden descubrir explicaciones neurobiológicas más exactas para el extraño fenómeno humano de la disforia de género, y esto podría ayudar a nuestra comprensión de una sexualidad más similar a la mayoritaria y aceptada [ more mainstream sexuality] (Brunetti et al., 2008). Nuestra visión de la homosexualidad fue alterfada por los descubrimientos de  Le Vay sobre el INAH3 (1991). Un día,alguien puede descubrir un rasgo neural (lo que podría llamarse una anormalidad) subyacente en otros rasgos, menos aceptables, como la pedofilia. ¿Y qué hacer entonces? Ya hay sugerencias de que la lesión en la cabeza antes de la edad de 13 años es más común que lo usual entre los pedófilos (Blanchard et al., 2003).

 

Acknowledgements : I thank J. Bancroft, R. Green and M. Hines for their help with this commentary. Funding : Wellcome Trust.

 

  1. References
  2. Balthazart J, Ball GF. Topography in the preoptic region: differential regulation of appetitive and consummatory male sexual behaviors. Frontiers Neuroendocrinol 2007; 28: 161–78.
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  7. Brunetti M, Babiloni C, Ferretti A, Del Gratta C, Merla A, Olivetti Belardinelli M, et al. Hypothalamus, sexual arousal and psychosexual identity in human males: a functional magnetic resonance imaging study. Eur J Neurosci 2008; 27: 2922–7.
  8. Davis EC, Shryne JE, Gorski RA. Structural sexual dimorphisms in the anteroventral periventricular nucleus of the rat hypothalamus are sensitive to gonadal steroids perinatally, but develop peripubertally. Neuroendocrinology 1996; 63: 142–8.
  9. Gorski RA. Hypothalamic imprinting by gonadal steroid hormones. Adv Exp Med Biol 2002; 511: 57–70.
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  13. Pardridge WM, Gorski RA, Lippe BM, Green R. Androgens and sexual behavior. Ann Intern Med 1982; 96: 488–501.
  14. Swaab DF. Sexual differentiation of the brain and behavior. Best Pract Res Clin Endocrinol Metab 2007; 21: 431–44.
  15. Ulibarri CM, Yahr P. Ontogeny of the sexually dimorphic area of the gerbil hypothalamus. Brain Res Dev Brain Res 1993; 16: 14–24.
  16. Yahr P, Finn PD, Hoffman NW, Sayag N. Sexually dimorphic cell groups in the medial preoptic area that are essential for male sex behavior and the neural pathways needed for their effects. Psychoneuroendocrinology 1994; 19: 463–70.
  17. Zhou JN, Hofman MA, Gooren LJ, Swaab DF. A sex difference in the human brain and its relation to transsexuality. Nature 1995; 778:68–70.

Thorstadt 2003 Pederastiay Homosexualidad

Publicado en internet por NAMBLA (National Man-Boy Love Association), 2003

Pederastia y Homosexualidad

por David Thorstad

 

Discurso del 26 de junio de 1998 en la Semana Cultural Lésbica-Gay, México.

Pronunciado en español, publicado en inglés y vertido al español por Rafael Freda

 

“Nuestro movimiento hoy enfatiza la liberación y el empoderamiento de los jóvenes. En lugar de pedagogía, democracia. En lugar de una relación de amor griego con un mentor, el compañerismo de individuos independientes y autónomos. En lugar de la supremacía del varón, una visión de la liberación sexual, económica y política para todos. La libertad es indivisible. La liberación de los niños, de las mujeres, de los que aman a los adolescentes [boy-lovers], y de los homosexuales en general, puede solamente darse como facetas complementarias del mismo sueño.”

 

El problema del amor entre hombres y muchachos ha intersecado el movimiento gay desde fines del siglo XIX, con el surgimiento en Alemania del primer movimiento de derechos gays. En los Estados Unidos, a medida que el movimiento gay se ha retirado de su visión de liberación sexual, en favor de la integración y la asimilación a las estructuras políticas y sociales existentes, ha buscado crecientemente marginalizar, incluso demonizar el amor transgeneracional. La pederastia  (esto es, el amor entre un hombre y un joven de 12 a 18 años de edad) dicen los homosexuales, lesbianas y feministas de clase media que no tiene nada que ver con la liberación gay. Algunos van tan lejos que proclaman, absurdamente, que es un fenómeno heterosexual, o incluso “abuso sexual.” ¡Qué travesti!

La pederastia es la forma principal que la homosexualidad del varón ha adquirido a todo lo largo de la civilización occidental, ¡y no solamente en Occidente! La pederastia es inseparable de las altas cumbres de la cultura occidental: la Antigua Grecia y el Renacimiento.

En Alemania, a fines del siglo XIX, la pederastia fue una parte integral del Nuevo movimiento gay. La primera revista gay del mundo – Der Eigene, publicada a partir de 1896 (un año antes de la formación del primer grupo homosexual de derechos, el Comité Científico Humanitario de Magnus Hirschfeld) – fue una revista pederasta y anarquista “para la cultura del varón” con una visión general anarquista individualista basada en las ideas de Max Stirner (autor de Der Einzige und sein Eigentum). Su editor, Adolf Brand, fue una figura líder del movimiento gay durante las primeras décadas, hasta que los Nazis llegaron al poder. La revista continuó apareciendo hasta 1933. Brand murió en Berlín en 1945 durante un bombardeo aliado.

Otro pederasta y escritor líder, Benedict Friedlaender, también fue un líder del comité de Hirschfeld, hasta 1908 en que cometió suicidio. De modo no diferente de hoy, los dos grupos -los pederastas de la Gemeinschaft der Eigenen (la Comunidad de los Propietarios de Sí Mismos) y el grupo de Hirschfeld- constituían dos alas del movimiento gay. Aunque colaboraban en algunas cosas (por ejemplo, ambos se opusieron al estatuto de sodomía, el Parágrafo 175), los separaban agudas diferencias ideológicas y científicas. De modos misteriosos, muchas de estas diferencias persisten en las muy diferentes circunstancias de hoy.

 

Con la difusión del modelo medico de homosexualidad a fines del siglo XIX llegó al movimiento gay una creciente influencia de médicos y siquiatras. Estos consideraban a los homosexuales como un “tercer sexo,” o como “tipos sexuales intermedios” (Zwischenstufen en alemán), un “alma de varón atrapada en cuerpo de mujer” (o viceversa para lesbianas) – idea presentada por Hirschfeld. Los pederastas combatieron activamente esta idea. Creían en una bisexualidad inherente de los seres humanos y argumentaban que la influencia de la profesión médica le daba al movimiento gay el aura de un hospital. La mayoría sentían que los varones mayores y los más jóvenes se atraían naturalmente entre sí y que la pederastia era un bien positivo para la sociedad porque ayudaba a socializar a los varones jóvenes y los proveía con una necesaria descarga sexual, con lo que se reducían fenómenos sociales indeseables como los embarazos indeseados y la prostitución. Unos pocos (Hans Blüher, por ejemplo, famoso por su libro sobre el movimiento Wandervogel) creía que la pederastia y la vinculación de varones proveía una base para una nación y un estado más fuertes – una idea que, en forma pervertida, encontró una expresión distorsionada en el militarismo de la Juventud de Hitler.

Friedlaender, por ejemplo, ridiculizaba el concepto de “una pobre alma mujeril languideciendo en un cuerpo de varón, y de `tercer sexo,’ ” y atacaba el concepto de tercer sexo diciendo que era “degradante y mendicante…suplicando por piedad.” Insistía en un abordaje histórico que también tomaba en cuenta la evidencia antropológica, y escribió: “Un vistazo a las culturas de países anteriores y fuera de la Cristiandad es suficiente para mostrar la completa insostenibilidad de la teoría [Zwischenstufen]. Especialmente en la Antigua Grecia, la mayoría de los líderes militares, artistas y pensadores habrían sido ‘hermafroditas síquico.'” 1

En su crítica del concepto de tercer sexo y su reconocimiento de las ambigüedades y la potencial bisexualidad del animal humano, los pederastas hacían pie más firme que el movimiento gay mayoritario “de opinión dominante”. El argumento del tercer sexo hace años que está completamente desacreditado.

Cada vez más, los grupos asimilacionistas gays y lésbicos de los Estados Unidos, en algo similar a un retroceso al siglo XIX, argumentan que la homosexualidad es innata, que está genéticamente determinada (“no podemos evitar ser gays, nacimos así, así que por favor no nos discriminen”: un eco del argumento decimonónico que prácticamente pide piedad y que de ningún modo presenta un desafío a la represión social del amor del mismo sexo, ya incorporada). El movimiento de clase media de hoy en día busca tratamiento especial para una clase especial de persona que ha adoptado una identidad “gay”  (la “gente gay”) en lugar de buscar liberar el potencial sexual reprimido de cada uno. Para ellos, lo que importa es identidad, o práctica. El argumento básico del movimiento gay de hoy se reduce a lo siguiente:  los homosexuales nacen como son, y los heterosexuales nacen como son; por lo tanto, la liberación homosexual no significa ninguna amenaza para el statu quo y dominancia de la  heterosupremacía. Éste es el viejo argumento “natura versus nurtura” vestido con nuevas ropas acomodacionistas.

La pobreza teórica de esta idea puede ser vista en el hecho de que muchas personas – incluyendo, sin duda, algunas que están en esta habitación, cambian su conducta sexual dependiendo de las circunstancias o a lo largo de sus vidas.  Si hubiera una base genética para la homosexualidad y la heterosexualidad – esto es, nuestra conducta fuera determinada por nuestros genes, y no por una miríada de variables sociales y culturales que difiere de persona a persona – no es como categorías distintas y mutuamente exclusivas, sino como potenciales de variación o expresión sexual que están al alcance de todos. (Esta línea de pensamiento antighetto ha sido elocuentemente expresada por el difunto activista italiano Mario Mieli en su libro, Homosexualidad y Liberación.)

La motivación real detrás de este renacimiento del argumento “innato” es política, no científica. Los asimilacionistas gays quieren volverse parte de una sociedad capitalista no igualitaria existente, no cambiar esa sociedad de ningún modo fundamental. Su abordaje es inherentemente egoísta, no altruista. Buscan ajustes menores en el status quo, no cambio social radical. Han sido cooptados por la estructura de poder heterosupremacista.

Una contradicción obvia de la posición asimilacionista es que si la identidad homosexual es innata, como dicen, ¿entonces por qué se oponen a la libertad de expresión sexual para los menores? Los asimilacionistas arguyen que la identidad sexual está fija al llegar a los seis años, pero les niegan a las personas jóvenes el derecho de disfrutar de placer sexual con la persona que esas personas mismas elijan. Para los asimilacionistas, la palabra  clave no es “liberación”, sino “protección”; le piden al estado que “proteja” a las personas jóvenes impidiendo que expresen y exploren su propia conducta sexual. Quieren “proteger” a los jóvenes de los “viejos sucios” (incidentalmente, estoy hablando en mi calidad de “viejo [gay] sucio “, algo que para mí es una meta positiva), pero en realidad están protegiendo a las personas jóvenes de ellos mismos.  Apoyan la criminalización de la sexualidad de los jóvenes, especialmente si involucra sexo con un hombre adulto. Condenan a cualquier adulto que ayude a una persona joven a explorar su sexualidad. Son como padres – solo que peor, porque pretenden ofrecer una guía al futuro gay.

Por supuesto, el dinero juega un rol en esto también. Es muy claro, por ejemplo, en los muchos escándalos en Estados Unidos por sexo entre sacerdotes y jóvenes, en los que la Iglesia Católica ha pagado millones de dólares en un esfuerzo para resolverlos. Si, como ha ocurrido frecuentemente en estos escándalos, (1) el muchacho volvía regularmente a lo largo de un período de años para tener sexo con el sacerdote, y (2) la “víctima” esperaba de veinte a treinta años antes de denunciar al sacerdote, uno tiene derecho a preguntarse si su motivo no era financiero por encima de todo; y si existe una sensación de culpa, es resultado principalmente de la actitud medieval e hipócrita de la iglesia, y no automáticamente, ni necesariamente, de la relación sexual en sí.

Hay también un número creciente de agencias que reciben dinero del estado, que se dedican a la protección del niño gay (yo las llamo “sociedades de protección de [boy dick] (la pija infantil) “, organizaciones de apoyo de juventud, grupos que trabajan con niños y fugados del hogar (víctimas de violencia familiar) que han sido abusados. Pero ese dinero está disponible solamente si esas agencias repiten como loros la línea oficial antisexual (o antihomosexual) de los proveedores estatales de fondos.

En mi estado de Minnesota, por ejemplo, estas agencias gays no luchan por borrar el estatuto de sodomía. Minnesota es considerado uno de los estados más liberales de los Estados Unidos (y ha tenido legisladores abiertamente gays y lesbianas por más de una década), pero los asimilacionistas gays apenas reconocen que el estado tiene todavía un estatuto de sodomía cuando más de la mitad de los otros han eliminado los suyos, y esto después de más de doscientos años desde que la Revolución Francesa derogara la ley francesa. Son perritos falderos de los partidos de la clase gobernante que prefieren asistir a cocteles con el opresor como modo de protestar contra la opresión. También se niegan a pedir un descenso de la edad de consentimiento o una derogación de las leyes de edad de consentimiento (en Minnesota, la edad de consentimiento para sexo heterosexual, por supuesto, ya que el sexo homosexual sigue no siendo legal a ninguna edad; es, como en México, los 18 años).  El estado tampoco tiene ley de “emancipación de menores”, algo que se necesita desesperadamente para empoderar a menores que no pueden vivir con familias  abusivas; pero las agencias de protección de la juventud gay mantienen un silencio ensordecedor sobre la necesidad de una tal ley. No quieren confrontar con las políticas antisexuales del estado, porque quien paga sus salaries es el estado, y se han vuelto como cerdos en el comedero. Como dijo una vez el gran líder negro Malcolm X: “Cuando te ponen encima esos dólares, tu alma se va.”

 

El código penal alemán en el siglo XIX colocó la edad de consentimiento en los 14 años. En 1897, el Comité Científico Humanitario comenzó a hacer circular una petición convocando a derogar el estatuto de sodomía (una campaña que duró veinticinco años y no tuvo éxito). El Comité esperó que su propuesta fuera más del gusto de las autoridades proponiendo que, a cambio de la derogación del estatuto, ¡la edad de consentimiento fuera elevada a los 16! Con esto comenzó una tendencia, que ha continuado en el movimiento gay hasta hoy, para cambiar el foco apartándolo de la naturaleza consensual de los actos sexuales para conseguir más libertad de movimiento sexual para adultos a costa directa de otros – personas jóvenes y amantes de muchachos, de cuyas relaciones saben (o deberían saber) que no son menos consensuales.

El escritor John Henry Mackay expresó indignación por los esfuerzos que hizo el comité de Hirschfeld para intercambiar una elevación de la edad de consentimiento por la derogación del Parágrafo 175. En su panfleto de 1907 Gehör! Nur einen Augenblick! (¡Escuchen! ¡Sólo un Momento!), advirtió que “Ninguna ley puede proteger a la juventud de la seducción. Eso solo puede hacerlo la ilustración.” En lugar de la ley, deberíamos confiar en la no escrita “ley del amor.” Denunciaba a los “seductores profesionales de la juventud” que seducirían a un muchacho “antes de que haya alcanzado la época de la madurez,” pero advertía que cada uno es diferente y por lo tanto la edad no podía ser el criterio: “Aquí es donde está el límite, y no en la estipulación artificial de la edad. Una persona es madura, y sin embargo sigue pareciendo un niño; la persona de al lado es todavía un niño, aunque lo consideramos maduro en razón de su edad.” 2 Resumiendo su lucha en 1912, sacó esta conclusión: “es nuestra tarea, la de los que amamos a las personas jóvenes, ganarlos para nosotros mismos – no por persuasión y seducción, sino por amor y  amistad.” 3

En 1924, Mackay voceó su amargura ante los esfuerzos de Hirschfeld y otros para e acomodarse a los prejuicios contra el amor de hombre / muchacho [man/boy love]:

 

Porque otra vez se ha demostrado en estos años que este amor debe buscar sus enemigos entre los que se llaman a sí mismos “líderes” en esta lucha y que se han hecho responsables en una de sus ridículas y degradantes peticiones a los que actualmente están en el poder, que han abogado públicamente por una “edad de consentimiento” – no para niños, sino para muchachos y jóvenes maduros – y por lo tanto la persecución y el castigo de aquellos de los que saben, como ningún otro sabe, que son tan justos e inocentes como ellos mismos, y una vez más los que aman a una edad mayor han buscado salvarse a costa de los camaradas-de-destino de su época: una traición a la causa más desdichada en intención y más temible en su resultado no puede imaginarse. 4

 

Un ejemplo más reciente de esta tendencia a buscar mejoras para algunos a costa de otros fue la decisión del estado de Wisconsin de Mayo  de 1983 de descriminalizar el sexo consensual homosexual entre adultos.  ¡Incrustada en la medida había una enmienda que aumentaba de contravención  [misdemeanor] a delito [felony] el sexo entre un adulto y un adolescente de 16 o 17 años de edad! Este ataque contra los derechos sexuales de los jóvenes navegó a través de la legislatura sin que hubiera ninguna protesta del movimiento gay y lésbico.

 

En los primeros años del siglo XX, los pederastas reaccionaron a la atmósfera asfixiante y sexorrepresiva de la Alemania de la Primera Preguerra Mundial celebrando la desnudez y la belleza del cuerpo. La glorificación del cuerpo del varón… la Antigua Grecia había hecho posible pintar y discutir un aspecto universal de la sexualidad humana frente a la ignorancia difundida, la creciente medicalización de la homosexualidad y la legislación  represiva.  Junto con esta glorificación del cuerpo del varón, sin embargo, corría una tendencia por parte de algunos pederastas, que denigraba otras formas de expresión sexual, particularmente entre dos miembros adultos del “tercer sexo”, e incluso misoginia. Friedlaender, por ejemplo, exageró al punto de rechazar al Marxismo y la Social Democracia ¡basándose en que el apoyo que habían dado al voto de las mujeres demostraba que se habían sometido ante la presión de las mujeres!

Tales ideas fueron fuertemente criticadas por otros pederastas. Uno de ellos, Edwin Bab, escribió varios artículos al comienzo de este siglo que siguen siendo asombrosamente contemporáneos en sus análisis. Para él, la meta del movimiento de amor hombre / muchacho era “una reforma fundamental de nuestra moral,” y esto no podía ser logrado aisladamente del movimiento de las mujeres, ni siquiera pensar en oposición a él. Acusó a Friedlaender de haber desarrollado “los puntos de vista más reaccionarios,” y advirtió a los amantes de los muchachos en contra de permitir que su “culto del amor de amigos arrastrase consigo un desprecio por las mujeres similar a la posición que tuvo la mujer en la Antigua Grecia.” Tanto el amor de los muchachos como el movimiento de las mujeres, argumentaba,  “incuestionablemente deben trabajar mano a mano.” Si ambos movimientos pudieran unir fuerzas, esperaba, “en el futuro no muy distante florecería una cultura verdaderamente humana” 5 Adolf Brand, Mackay, y Elisar von Kupffer se opusieron todos a las ideas misóginas de Friedlaender. Desdichadamente, sin embargo, en vista de las tendencias antisexuales dentro del movimiento de mujer a lo largo de los pasados veinte años, las ideas de Bab fueron desembozadamente optimistas.

Mackay vio como uno de los más grandes errores del movimiento gay alemán lo siguiente: (1) un intento de presentar este amor como  “más noble y mejor,” cuando en realidad es “un amor como cualquier otro, ni mejor ni peor,” e igualmente capaz de traer felicidad si es un amor verdadero; (2) un intento de “promover la libertad de los hombres para amar, a costa de las mujeres”; y (3) un error final, que fue “más desastroso, en mi opinión, que todos los otros”: “Este amor, perseguido por jueces y condenado por sacerdotes, ha huido hacia los doctores en medicina, como si fuese una enfermedad que pudiese ser curada por ellos.” 6

De modo paralelo al temprano movimiento pederasta alemán, y superponiéndose con él, existieron los movimientos Wandervogel y de la juventud. El primer grupo Wandervogel fue fundado en 1896, el año en que apareció el primer número de Der Eigene. Al llegar 1913, había aproximadamente 800 diferentes grupos Wandervogel, con más de 25.000 miembros. El Wandervogel (que literalmente significa “pájaro migratorio”) fue inicialmente puramente de varones, y organizaba a la juventud en actividades a cielo abierto tales como caminar los senderos y acampar. Representaba una reacción contra las restricciones de la sociedad burguesa. El movimiento continuó intermitentemente hasta que en gran medida fue absorbido por la Juventud Hitlerista.

No era un movimiento gay, y su ideología era “dirige y déjate dirigir.” El Wonderwogel institucionalizaba el sentimiento homoerótico, aunque no necesariamente el sexo entre líderes y seguidores. Esta visión general contenía una ambigüedad inherente: institucionalizaba algo parecido a la relación griega con el mentor por un lado, pero por otro contenía un potencial militarístico implícito. Hoy en día la mayoría de nosotros encontraríamos la combinación de visión de homoerotismo y liderazgo menos atractiva que el desarrollo libre de todas las formas de ternura y verdadera democracia. 7

Una de las figuras líderes del movimiento Wandervogel fue Hans Blüher, quien se unió a él en 1902, a los 14 años. Era un misógino que creía en la inferioridad innata de las mujeres, y sin embargo en que la bisexualidad era la condición humana natural. En su opinión, los hombres homosexuales y bisexuales eran los mejores maestros de los jóvenes, una idea asombrosamente expresada también por Friedlaender: “Sólo aquél que es un buen pederasta puede ser un perfecto pedagogo.”

Blüher sentía asco por Hirschfeld y su círculo, y decía que la campaña para derogar el Parágrafo 175 “no tiene ningún interés de ningún tipo para mí.” La homosexualidad, decía, debía ser aceptada, no tolerada. Todo el mundo tiene un componente gay, de modo que el conocimiento de la homosexualidad beneficia a todos. La homosexualidad es más social que la heterosexualidad, que conduce a un apareamiento aislado, en tanto que el homoerotismo naturalmente da origen a unidades sociales mayores, tales como las estados nacionales.

Estas opiniones contienen algo de comprensión cierta, pero también tienen sus problemas, y no son de gran relevancia hoy en día. Donde el movimiento Wandervogel miraba hacia la conducción y guía de los jóvenes (algo que sigue siendo preferible al abordaje de “protección” de los asimilacionistas gays de hoy en día), el movimiento pederasta hoy subraya la liberación y empoderamiento de las personas jóvenes. En lugar de pedagogía, democracia. En lugar de una relación amorosa de mentor al modo griego, el compañerismo de individuos independientes y autónomos. En lugar de la supremacía del varón, una visión de la liberación sexual, económica y política para todos. La libertad es indivisible. La liberación de los niños, las mujeres, los amantes de los muchachos y los homosexuales en general puede producirse solamente como facetas complementarias del mismo sueño.

Ya he tocado unos pocos de los aspectos históricos e ideológicos de nuestro tópico, y me gustaría concluir dando una nota más personal.

A medida que los gays de clase media se han vuelto cada vez más parte de la corriente social aceptada [the mainstream], y les dan la espalda a las ideas que dieron origen e inspiraron a su movimiento, e incluso a camaradas que lucharon contra la dictadura heterosexual antes de que ellos mismos se dieran a conocer [had come out], y a medida que la clase dominante va aumentando sus esfuerzos para controlar, ejercer policía e instilar miedo en la población, y a medida que aprueba leyes criminalizando más y más cosas y construye prisiones a un ritmo insoportable para retener a los millones que ha criminalizado (de los cuales vastos números han sido puestos en prisión por actividad consensual e inocua,  tal como la posesión de marihuana), la vida y la supervivencia para los hombres y los muchachos que se aman unos a otros se está volviendo extremadamente peligrosa. Ser un pederasta activo en los Estados Unidos de hoy es como ser un judío en la Alemania nazi. Los Estados Unidos se están transformando, o quizás ya se han transformado, en un estado policial.  El efecto látigo contra la visibilidad incrementada de la homosexualidad desde la Revuelta de Stonewall de 1969 está golpeando con la máxima severidad a los pederastas. Miles están hoy en día en la cárcel en Estados Unidos por relaciones puramente consensuales, y el movimiento gay no levanta ni un dedo o una voz en protesta. Todos los movimientos de liberación de los años sesenta, negros, mujeres, homosexuales, la izquierda, o bien se han movido a la derecha o, en el caso de la izquierda, han virtualmente desaparecido. El movimiento de mujeres y el movimiento gay se han enamorado del estado y ya no parecen capaces de diferenciar entre sus amigos y sus enemigos. De hecho en estos días el movimiento gay de los Estados Unidos funciona más como un adjunto de la policía que como un movimiento de liberación. Hoy en día a veces siento que necesito ser liberado de los hombres gays y las lesbianas asimilacionistas tanto como necesito ser liberado de la heterosupremacía, el capitalismo y la represión policial.

Es difícil identificarse con un movimiento cuyas metas primarias son ganar la aprobación oficial para el casamiento gay, las familias gays y la aceptación dentro de las fuerzas armadas imperialistas. Los homosexuales de los Estados Unidos parecen estar decididos a demostrar que pueden ser tan convencionales como los heterosexuales. En estos días tengo que pelear contra mí mismo para no ser antigay.

En abril de este año, Edward Brongersma, un distinguido líder político y escritor holandés, así como pederasta, murió. Era bien conocido por haber pasado una vez un tiempo en la cárcel por su sexualidad,  y sin embargo llegó a ocupar un sitio en el Senado holandés. Desde ese puesto propuso una ley para bajar la edad de consentimiento a los 16, y la ley fue aprobada con amplio apoyo, incluyendo el de la iglesia. Sin embargo, la historia antisexual que se originó en los Estados Unidos en los últimos años de los setenta ha llegado a Holanda así como a otros países de Europa. Brongersma fue obligado por masas hostiles a huir temporariamente de su hogar después de que la ola de histeria causada por el affaire Dutroux en la vecina Bélgica alcanzara los Países Bajos. Brongersma vio todo aquello por lo que había trabajado barrido en dieciocho meses. Murió quebrado.  Fue cremado en privado dentro de las 48 horas de su muerte, y no se publicaron obituarios o incluso anuncios fúnebres por temor a reacciones públicas hostiles.

En Minnesota, un hombre gay altamente respetado y prominente que ha trabajado para la juventud durante años en agencias cuyos fondos son provistos por el estado fue recientemente forzado a dejar su posición cuando progenitores descubrieron que tenía un novio de 18 años (por lo tanto, ni siquiera un menor). El movimiento gay ha mantenido un silencio ensordecedor sobre esto.

En mi caso, mi novio tiene ahora 18, pero cuando tenía 16 yo no podía acercarme a ninguna agencia gay o estatal para pedir ayuda con su escolaridad o cualquier otra cosa por miedo a que los moralistas y los reporteros de televisión volviesen nuestra vida un infierno viviente.  La ley estipula que cualquier persona que trabaja en aconsejamiento, siquiatría, sicología, trabajo social, docencia y demás,  quien meramente sospeche que puede estar teniendo lugar una relación ilegal debe informarlo a las autoridades. El resultado probable es investigación, acoso, publicidad histérica e imprecisa, arresto y prisión. Diez o veinte años atrás el movimiento gay hubiera sido una fuente de apoyo para estas relaciones. Ahora es virtualmente indistinguible de la propia dictadura heterosexista.

La pederastia, como la homosexualidad, ha existido y existe en todas las sociedades que han sido estudiadas alguna vez. El homoerotismo es una característica ubicua de la experiencia humana,  como lo confirman incluso los esfuerzos de reprimirlo. Los hombres y los jóvenes siempre han estado atraídos los unos a los otros, y, como la homosexualidad en general, su amor es irreprimible.  Incluso si está lejos de ser triunfante, o floreciente con la libertad que merece y de la que disfrutó en algunas otras culturas (por ejemplo, el oasis de  Siwa en Egipto), todavía nunca pudo ser reprimido. Continuará encontrando su forma de expresión a pesar de todos los esfuerzos de suprimirlo y demonizarlo. Como escribió John Henry Mackay en 1924 en Los Libros del Amor Sin Nombre:

Asesinan a nuestro amor y sin embargo vive.

Estrangulan nuestro grito y vuelve en ecos desde el futuro.

Notas

1 Citado en John Lauritsen and David Thorstad, The Early Homosexual Rights Movement (1864-1935), rev. ed. (Ojai, CA, Times Change Press, 1995), p. 54.

2 Die Buecher der namenlosen Liebe, vol. 1 (Berlin: Verlag rosa Winkel, 1979), pp. 463-64.

3 Ibid., p. 66.

4 Mackay, Preface to the second edition of his Buecher. Citado en Hubert Kennedy, Anarchist of Love: The Secret Life of John Henry Mackay (New York, Mackay Society, 1983), p. 10 (Kennedy’s translation).

5 Frauenbewegung und Freundesliebe: Versuch einer Lösung des geschlectlichen Problems (Women’s  Movement and the Love of Friends; Attempt at a Solution to the Sexual Problem) (Berlin-Charlottenburg: Adolf Brand/Der Eigene, 1904), pp. 22-23.

6 Buecher, pp. 62-63.

7 Para un análisis más un profundo del movimiento Wandervogel, véase Friedrich Kröhnke, “‘Wandervogel’ und Homosexuellenbewegung” en Der Eigene: Ein Blatt für männliche Kultur, ed. Joachim S. Hohmann (Frankfurt am Main/Berlin: Foerster Verlag, 1981), pp. 345-73.

Hyde, 2006, la hipótesis de similitud de género sigue imbatible

En este texto (del que he conseguido solamente la primera página) J. S. Hyde sostiene que sus críticos no han logrado conmover su solidísima demostración de que hombres y mujeres tienen muchísimos más parecidos que diferencias, y que la solidez de sus resultados del año anterior la había sorprendido a ella misma. Hay dos críticas, sin embargo, que acepta: la de Archer, que observa que no ha incluido ninguna observación neodarwinista, y la de Lippa, que señala que el área de mayores diferencias entre sexos, intereses y preferencias, no fue tomada en cuenta. Hyde responde que Archer  hubiera debido considerar que  en estudios sicobiológicos no se tiene en claro qué es lo estudiado, pero a Lippa simesaplemente le objeta que no hay metanálisis realizados en esa área. El solidísimo libro de Lippa Gender, Nature and Nurture, del 2001, establece firmemente esa diferencia, que ha sido corroborada pero de la que no existen metanálisis. No podemos, por tanto, afirmar que Hyde ha logrado derribar las objeciones a su hipótesis de similaridad. Continuá leyendo “Hyde, 2006, la hipótesis de similitud de género sigue imbatible”