Fone, Byrne, 2000 Homofobia: introducción (fragmento de libro)

Fragmento inicial de Homofobia: una Historia, de Byrne Fone, profesor emérito de la City University of New York.

Introducción

El último prejuicio aceptable

A lo largo del tiempo la gente ha encontrado causa suficiente para desconfiar, despreciar, atacar y a veces matar a sus vecinos a causa de diferencias en religión, nacionalidad y color. A decir verdad, pocos grupos sociales han estado libres de los efectos del prejuicio, pero la mayoría de las facciones en guerra (hombres y mujeres, judíos, musulmanes y cristianos, negros y blancos) han estado unidos en un único y eterno odio: el detestar a un grupo particular cuya presencia es universal. Los preceptos religiosos condenan a este grupo; las leyes de la mayoría de las naciones occidentales los han castigado. Pocas son las personas a las que les interesa admitir la presencia de esta gente entre ellos.

Este grupo es, por supuesto, el de los que llamamos homosexuales. La antipatía hacia ellos (y la condena, el sentir asco, miedo y la prohibición de la conducta homosexual) es lo que llamamos homofobia. La homofobia a veces parece ser especialmente virulenta en la cultura occidental, y quizás incluso sea singular y propia de esta cultura. Los estudios de la conducta sexual en otras culturas, pasadas y presentes, rara vez han descubierto la desaprobación social, legal, moral o religiosa de la conducta homosexual que es común a tantas eras de la historia occidental. En verdad, en la sociedad occidental moderna, donde el racismo es desaprobado, el antisemitismo es condenado y la misoginia ha perdido su legitimidad, la homofobia sigue siendo, quizás, el último prejuicio aceptable.

1 Homosexualidad

 

“Homosexualidad” describe el deseo sexual o las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. “Homosexuales” son los individuos que se involucran en la homosexualidad o experimentan deseo homosexual. Hoy en día, muchos considerar que ambos términos implican una “orientación sexual”, una organización sicosexual no cambiable que puede ser congènita y heredada, en lugar de una “preferencia sexual”, expresión que sugiere que la conducta homosexual puede ser tema de elección. Los homosexuales se dividen por el sexo y la terminología en “hombres gays” y “lesbianas”, y se distinguen de las personas “bisexuales”, “transgéneros” y “transexuales”.

La palabra “homosexualidad” fue acuñada en 1868 por el periodista germanohúngaro Kart Maria Kertbeny en una carta dirigida al sexólogo Kart Heinrich Ulrichs. La usó nuevamente en 1968, en un panfleto anónimo que se oponía a la ley antisodomítica prusiana. Kertbeny argumentaba que el estado no tenía derecho a penalizar o incluso a controlar la conducta homosexual consensual privada, y que los “homosexuales” no deberían ser objeto de escarnio y estigma. La terminología de Kertbeny hacía contrastar Homosexualität con lo que llamó Normalsexualität. Por sexualidad “normal” entendía la práctica sexual de la mayoría de la gente. El término postulaba categorías de sexualidad que diferían (en verdad se oponían), pero infortunadamente reforzó una tendencia siquiátrica creciente a definir la homosexualidad como anormal. “Homosexualidad” recibió la sanción médica, también en 1869, en un artículo del doctor Kart Westphals, teórico sexual alemán, en el que definió el deseo homosexual como “sentimiento sexual contrario”. (Esto fue traducido al inglés como “sentimiento sexual invertido”, implicando que la homosexualidad era una reversión o lo opuesto de lo que eventualmente se denominaría “heterosexualidad”).

El término “homosexual” puede haber sido usado por primera vez en inglés en 1883, en Un problema de la Ética Griega, ensayo escrito por el crítico y apologista homosexual inglés John Addington Symonds, en el que argumentaba que los griegos no solamente toleraban “las pasiones homosexuales” sino que las consideraban de valor espiritual. El uso más temprano conocido de “homosexual” en un texto norteamericano está en la edición de mayor de 1892 del Chicago Medical Recorder, en un artículo titulado “Responsabilidad en la Perversión Sexual”, del siquiatra legista doctor James Ciernan. Kiernan definía como “homosexual puro”a un individuo cuyo “estado mental general es el del sexo opuesto”. En estudios médicos posteriores, “homosexualidad” terminó por significar, de modo más amplio, deseo del mismo sexo, y “homosexual” fue usado para designar al individuo. “Homosexualidad” pasó al uso popular en la decada de 1920; “heterosexualidad” la siguió en la década de 1930. Desde entonces, “homosexual” y “heterosexual” han quedado fijados en la terminología médica y la opinión pública como palabras que identifican dos clases de sexualidad separadas y definitivamente diferentes, y dos clases de actor sexual diferentes y separadas.

Aunque el término es de invención relativamente reciente, la conducta que describe siempre ha sido parte de la actividad sexual humana. Que los seres humanos han deseado y amado y mantenido relaciones sexuales con miembros de su propio sexo a lo largo de los tiempos está abundamente demostrado en las artes visuales y en los textos médicos, filosóficos y literarios de todos los períodos históricos.

2. Homofobia

El término “homofobia ahora se interpreta popularmente con el significado de miedo y disgusto por la homosexualidad y por los que la practican. La palabra, que puede haber sido acuñada en la década dde 1960, fue usada por K.T. Smith en 1971 en un artículo titulado “Homofobia: Un Perfil de Personalidad Tentativo”. En 1972, el libro de George Weinberg “Sociedad y el Homosexual Saludable” la definició como “el temor de estar en estrecha cercanía con homosexuales”. Mark Freedman agregó a esa definición una descripción de la homofobia como “reacción extrema de rabia y miedo ante los homosexuales”.

Una base para este miedo, argumentan muchos, es la percepción de que la homosexualidad y los homosexuales son una disrupción del orden  sexual y genérico que supuestamente está establecido por lo que a menudo se llama ley natural. Las reacciones adversas ante los homosexuales y la homosexualidad, por lo tanto, se fundan sobre el miedo y el disgusto de la diferencia sexual que los individuos homosexuales presuntamente corporizan: estereotìpicamente, el afeminamiento en los hombres homosexuales, el ser machona [mannishnesh] en las mujeres homosexuales. Otra fuente de homofobia es el miedo de que la conducta social de los homosexuales (y no solamente la conducta homosexual) sea disruptora del orden social, legal, político, ético y moral de la sociedad, afirmación supuestamente basada en la historia y sostenida por la doctrina religiosa.

La homofobia tiene vínculos con el sexismo así como con el antisemitismo y con el prejuicio contra la gente de color. Como el sexismo (la denigración de las mujeres por parte de los varones) la homofobia emplea estereotipos. Si los hombres se muestran despreciativos de las mujeres porque aceptan ideas estereotípicas sobre la supuesta debilidad, irracionalidad, sexualidad o inferioridad de las mujeres, también sienten desprecio por los homosexuales porque creen que los hombres gays actúan “como” mujeres. El color de piel, la raza  y la religión crean antagonismos que se ven especialmente exacerbados cuando la persona o grupo estigmatizado son también gays o lesbianas. “Faggot” y “dyke” rivalizan con “cunt”, “spic”, “nigger” y “kike” en capacidad ofensiva [N. del T.: Aunque la axiología de ambos idiomas es muy disímil, compárense mutatis mutandis, “puto”, “torta”, “concha”, “grone”. De otras no hay traducción], pero en una sociedad donde la homofobia no está universalmente desaprobada sigue siendo aceptable emitir esos epítetos incluso cuando los otros son considerados inaceptables. En verdad, “faggot” y “dyke” se vuelven términos que unen prejuicios diferentes en combinaciones familiares como “jew faggot”, “fat dyke” y “nigger faggot”. [N. del T.: compárese con “judío puto” o “negro puto”]

La homofobia no está limitada a los heterosexuales, por supuesto. También puede ser encontrada entre los homosexuales; en verdad, desde hace largo tiempo ha sido un lugar común de la sabiduría popular gay que los homófonos más rabiosos a menudo son homosexuales reprimidos. Así como la homofobia existe entre personas homosexuales y no homosexuales, también puede existir entre hombres gays y lesbianas, tanto como sexismo como en calidad de incomprensión o disgusto por otro tipo de sexualidad. Como otros prejuicios, la homofobia entre los homosexuales puede ser resultado de la internalización de las lecciones de una sociedad homofóbica.

La homofobia puede representar prejuicios múltiples, y por lo tanto un término más apropiado sería “homofobias”. En La Anatomía del Prejuicio, Elizasabeth Young-Bruehl nombra como los prejuicios primordiales al sexismo, el racismo, el antisemitismo y la homofobia. Arguye que se ubican en una u otra combinación de categorías: obsesivos, histéricos o narcisistas.

El prejuicio obsesivo, de acuerdo con su definición, ve a sus objetos como conspiradores omnipresentes, o como enemigos dedicados a la destrucción de uno, los que por lo tanto deben ser eliminados. El prejuicio histérico (que en opinión de Young-Bruehl tiene un fuerte componente de represión sexual) interpreta a los individuos odiados como “otros”, seres inferiores, o seres sexualmente amenazantes. El racismo es el mejor ejemplo de prejuicio histérico. Los que sufren de prejuicio narcisista “no pueden tolerar la idea de que existan personas que no son como ellos”.

La autora arguye que la homofobia, única entre todos los prejuicios, encaja en la totalidad de estas categorías. Los homosexuales, advierte young-Bruehl, son “víctimas multipropósito”: forman clanes y son peligrosos “como” los judíos; son obsesivos sexuales y son predatorios, “como” la gente de color. Son “como” mujeres y por lo tanto no se parecen a hombres verdaderos, o son mujeres que “hacen lo que hacen los hombres: compiten por mujeres”.

Este libro demostrará que la homofobia ha tomado diversas formas y ha surgido de muchas fuentes. Inventada, promovida y sostenida a lo largo del tiempo por diferentes agencias de la sociedad (la religión, el gobierno, el derecho y la ciencia) tienen a estallar con especial virulencia cuando la gente imagina que es una amenaza contra la seguridad de los roles de género, de la doctrina religiosa o del estado y la sociedad, o a la seguridad y salud sexuales del individuo.

3 Historia

 

La historia de la homosexualidad ha sido objeto de muchas crónicas de parte de devotos trabajadores del campo de los estudios lésbicos y gays, pero la historia de la homofobia ha recibido una atención mucho menos abarcadora. Pasaré revista a las dimensiones sociales y religosas, legales y pol´`iticas y morales y filosóficas a lo largo del tiempo. Examinaré los juicios que se emitieron sobre quienes se involucran en la práctica sexual con el mismo sexo, y consideraré las consecuencias que esos juicios han tenido para aquellos que fueron juzgados. Las esceneas de esta exploración serán eventos históricos y textos literarios, religiosos, filosóficos y científicos. Mi presunción es que incluso si la homofobia es imaginada por la mayoría de los homófonos como un nombre intelectualizado para una antipatía innata hacia los homosexuales, sin embargo representa un producto de la nurtura y la socializacion

Una reseña histórica de la homofobia necesariamente será primordialmente una historia del prejuicio contra la homosexualidad del varón. El aborrecimiento y la persecución de la práctica sexual con el mismo sexo, y su documentación, han sido tradicionalmente el dominio del privilegio viril; de igual modo, la homosexualidad del varón ha sido el blanco primordial de la homofobia. En verdad, hasta tiempos recientes, las lesbianas eran casi invisibles en la historia. Cuando encuentro prejuicio histórico contra las lesbianas, lo examino. Pero así como el sexismo dirigido a los varones es diferente del sexismo dirigido a las mujeres, así el prejuicio contra las lesbianas es un tema muy diferente del prejuicio dirigido contra los homosexuales varones, y se manifiesta de modos diferentes. Como esto es así, la historia mayor de la homofobia contra las lesbianas requiere un libro propio.

(…)

Fuente: pp. 3-7 de Homophobia: A History, de Byrne Fone, Picador USA, New York, 2000.