Wade 2007 EL PAS DE DEUX DE LA SEXUALIDAD ESTA ESCRITO EN LOS GENES

10 de abril del 2007
Por Nicholas Wade

Fuente original: http://www.nytimes.com

Cuando nos referimos al tema del deseo, la evolución deja poco espacio a la casualidad. Según lo van descubriendo los biólogos, la conducta sexual humana no es una performance de forma libre, sino que está guiada en cada movimiento por programas genéticos.

 

El deseo entre los sexos no es tema de elección. Según parece, los hombres heterosexuales tienen circuitos neurales que los empujan a buscar mujeres; los hombres gays tienen circuitos que los empujan a buscar otros hombres. Los cerebros de las mujeres pueden estar organizados para seleccionar hombres que parezcan tener probabilidad de proveer a ellas y a su progenie. El trato se sella con otros programas neurales que inducen una explosión de amor romántico, seguido por apego de largo plazo.

Tanta complicación, una danza tan complicada, y todo para lograr éxito en la simple escala que es lo único que le interesa a la evolución, la de criar la mayor cantidad de niños y niñas hasta la adultez. El deseo puede parecer el meollo de la conducta sexual humana, pero es simplemente el acto central en una larga obra teatral cuyo guión está escrito muy sustancialmente en los genes.

En el útero, el cuerpo de un feto en desarrollo es mujer por defol y se vuelve varón si el gen determinante de ser varón, que se conoce como SRY, está presente. Este gene dominante, la más soberbia y casi la única posesión del cromosoma Y, desvía a un costado el tejido reproductivo alejándolo de su destino ovárico y lo tuerce hacia volverse testículos. Las hormonas de los testículos, principalmente la testosterona, moldean el cuerpo en la forma de varón.

En la pubertad, los sistemas reproductivos son puestos a punto para actuar en el cerebro. Por más asombrosa máquina eléctrica que el cerebro pueda ser, también puede comportarse como una humilde glándula. En el hipotálamo, en la base central del cerebro, yace y un conjunto apretado [cluster] de alrededor de 2,000 neuronas que hacen arrancar la pubertad cuando secretan pulsos de hormonas liberadoras de gonadotropinas, lo que dispara una cascada de otras hormonas.

El gatillo que hace entrar en movimiento a estas neuronas todavía es desconocido, pero probabelemente el cerebro monitorea señales externas en cuando a si el cuerpo está listo para reproducirse y monitorea señales externas en cuanto a si las circunstancias son propicias para ceder al deseo.

Varios otros avances en la última década han subrayado el extravagante hecho de que el cerebro sea un órgano sexual con todas las de la ley en que los dos sexos tienen de él versiones profundamente diferentes. Éste es el trabajo característico de la testosterona, que masculiniza el cerebro tan completamente como lo hace con el resto del cuerpo.

Es una concepción errada creer que las diferencias entre los cerebros de hombres y mujeres son pequeñas o erráticas o que se encuentran solamente en unos pocos casos extremos. El Dr. Larry Cahill de la Universidad de California en Irvine escribió el año pasado en Reseñas de Neurociencia de Nature: Amplias regiones de la corteza, la capa exterior del cerebro que ejecuta Buena parte de su procesamiento de nivel superior, son más gruesas en las mujeres. El hipocampo, donde se forman las memorias iniciales, ocupa una fracción mayor del cerebro de la mujer.

Las técnicas para hacer imágenes del cerebro han comenzado a demostrar que los hombres y las mujeres usan sus cerebros de modos diferentes incluso cuando hacen lo mismo. En el caso de las amigdalas, una pareja de órganos que ayudan a dar prioridad a las memorias de acuerdo con su fuerza emocional, las mujeres usan la amigdala izquierda para este propósito, pero los hombres tienden a usar la derecha.

No es una sorpresa que las versiones varón y mujer del cerebro humano operen siguiendo patrones distinguibles, a pesar de la pesada influencia de la cultura. El cerebro del varón está orientado sexualmente hacia las mujeres como objeto de deseo. La evidencia más directa viene de un puñado de casos, algunos de los cuales fueron accidentes de circuncisión, en los que bebés varones perdieron sus penes y fueron criados como mujeres. A pesar de todas las acciones sociales posibles para inducirlos a lo opuesto, crecieron deseando tener como parejas a mujeres, no a hombres.

“Si no se puede hacer que un macho se sienta atraído por otros machos cortándole su pene, ¿qué fuerza podría tener cualquier efecto sicosocial?” dijo J. Michael Bailey, un experto en orientación sexual de la Universidad Northwestern.

Presumiblemente la masculinización del cerebro moldea algunos circuitos neurales que hacen deseables a las mujeres. Si esto es así, estos circuitos están tendidos de un modo distinto en los hombres gays. En experimentos en los que a los sujetos se les muestran fotografías de hombres o mujeres deseables, los hombres heterosexuales se excitan con las mujeres, y los hombres gays con los hombres.

Tales experimentos no muestran la misma clara división en las mujeres. Si las mujeres se describen a sí mismas como heterosexuales o lesbianas, “Su excitación sexual parece ser relativamente indiscriminada — se excitan tanto con las imágenes de varón como con las de mujer,” dijo el Dr. Bailey. “Ni siquiera estoy seguro de que las mujeres tengan orientación sexual. Pero tienen preferencias sexuales. Las mujeres son muy selectivas, y la mayoría elige tener sexo con hombres.”

El Dr. Bailey cree que los sistemas de orientación sexual y excitación sexual hacen que los hombres salgan a encontrar alguien con quien tener sexo, en tanto que las mujeres están más concentradas en aceptar o en rechazar a quienes las buscan para tener sexo.

Marc Breedlove, un neurocientíficos de la Universidad del Estado de Michigan, ve diferencias similares entre los sexos. “La mayoría de los varones son bastante tercos en sus ideas sobre qué sexo quieren perseguir, en tanto que las mujeres parecen más flexibles,” dijo.

La orientación sexual, al menos para los hombres, parece estar establecida antes del nacimiento. “Creo que la mayoría de los científicos que trabajan sobre estas cuestiones están convencidos de que los antecedentes de la orientación sexual en los varones están produciéndose tempranamente en la vida, probabelemente antes del nacimiento,” dijo el Dr. Breedlove, “en tanto que en el caso de las mujeres, algunas probablemente nacen para volverse gays, pero claramente algunas llegan allí bien tarde en la vida.”

La conducta sexual incluye mucho más que el sexo. Helen Fisher, una antropóloga de la Universidad de Rutgers, argumenta que hay tres sistemas cerebrales primordiales que han evolucionado para dirigir la conducta reproductiva. Uno es el impulse sexual que motiva a las personas a buscar parejas. Un segundo es un programa para atracción romántica que hace que la gente se fije en parejas específicas. El tercero es un mecanismo para apego de largo plazo que induce a las personas a permanecer juntas lo suficiente para completar sus deberes de progenitores.

El amor romántico, que en su intense estadio temprano “puede durar de 12 a 18 meses,” es un fenómeno humano universal, escribió la Dra. Fisher el año pasado en la revista Proceedings of the Royal Society, y probablemente es un rasgo preincorporado del cerebro. Los estudios cerebrales por imágenes muestran que un área particular del cerebro, un área asociada con el sistema de recompense, se active cuando los sujetos contemplan una foto de su persona amada.

La mejor evidencia de un proceso de apego de largo plazo en los mamíferos viene de estudios de ratones de la pradera, un pequeño roedor parecido a un ratón. Una hormona llamada vasopresina, que está active en el cerebro, conduce a algunos ratones de pradera a permanecer unidos en pareja por toda la vida. Las personas poseen la misma hormona, lo que sugiere que un mecanismo similar puede estar trabajando en humanos, aunque esto todavía no ha sido probado.

Los investigadores han dedicado considerable esfuerzo a comprender la homosexualidad en hombres y mujeres, tanto por su interés intrínseco como por la luz que podría arrojar sobre los canales más habituales del deseo. Los estudios de gemelos muestran que la homosexualidad, especialmente entre los hombres, es bastante heredable, lo que significa que hay un componente genético en ella. Pero como los hombres gays tienen alrededor de un quinto de los descendientes que tienen los hombres heterosexuales, cualquier gen que favorezca la homosexualidad debería desaparecer rápidamente de la población.

Tales genes podrían ser retenidos si los hombres gays fueran protectores  inusualmente efectivos de sus sobrinas y sobrinos, ayudando a que genes iguales a los suyos llegaran a las generaciones futuras. Pero los hombres gays no son tíos mejores que los heterosexuales, de acuerdo con un estudio del doctor Bailey. Así que eso deja la posibilidad de que ser gay sea un subproducto de un gen que persiste porque realza la fertilidad de otros miembros de la familia. Algunos estudios han descubierto que los hombres gays tienen más parientes que los hombres heterosexuales, particularmente por el lado de su madre.

Pero el Dr. Bailey cree que el efecto, si es real, debiera ser mucho más claro y evidente. “La homosexualidad del varón es evolucionariamente maladaptativa,” dijo, adviertiendo que la frase significa solamente que los genes que favorezcan la Homosexualidad no pueden ser favorecidos por la evolución si menos genes como éstos se transmiten a la siguiente generación.

Una clave algo más directa sobre el origen de la Homosexualidad es el efecto de orden de nacimiento fraterno. Dos investigadores canadienses, Ray Blanchard y Anthony F. Bogaert, han demostrado que tener hermanos mayors aumenta sustancialmente las posibilidades de que un varón llegue a ser gay. Las hermanas mayores no cuentes, ni tampoco importa que los hermanos estén en la casa mientras el chico es criado.

El descubrimiento sugiere que la homosexualidad del varón en estos casos es causada por algún suceso dentro del útero, tal como “una respuesta inmunitaria materna ante los sucesivos embarazos de varones,” como escribió el año pasado el Dr. Bogaert en Proceedings of the National Academy of Sciences. Los anticuerpos antimacho podrían quizás interferir con la masculinización usual del cerebro que se produce antes del nacimiento, aunque tales anticuerpos todavía no han sido detectados.

El efecto de orden de nacimiento fraterno es bastante sustancial. Alrededor del 15 por ciento de los varones gays pueden atribuir su Homosexualidad a él, basándose en la presunción de que del 1 al 4 por ciento son gays, y que cada hermano mayor adicional aumenta las probabilidades de la atracción del mismo sexo en un 33 por ciento.

El efecto da apoyo a la idea de que los niveles de testosterona en circulación antes del nacimiento son críticos para la determinación de la orientación sexual. Pero la testosterona en el feto no puede ser medida, y cuando son adultos los gays y los hombres gays tienen los mismos niveles de la hormona, con lo que no se obtiene ninguna clave sobre la exposición prenatal. Así que la hipótesis, aunque plausible, no ha sido probada.

Un avance significativo reciente en la comprensión de la base de la sexualidad y el deseo ha sido el descubrimiento de que los genes pueden tener un efecto directo sobre la diferenciación sexual del cerebro. Los investigadores han asumido por largo tiempo que las hormonas esteroides como la testosterona y el estrógeno hicieron todo el trabajo pesado en el moldeado de los cerebros de varón y de mujer. Pero Arthur Arnold de la Universidad de California, Los Ángeles, ha descubierto que las neuronas de macho y de hembra se comportan de modo algo diferente cuando se las guarda en envases de laboratorio. Y el año pasado Eric Vilain, también de  U.C.L.A., hizo el sorprendente descubrimiento de que el gen SRY está activo en ciertas células del cerebro, al menos en ratones. Su rol cerebral es bastante diferente de sus actividades relacionadas con la testosterona, y las neuronas de las mujeres presumiblemente desempeñan esa tarea por otros medios.

Y ocurre que un número inusualmente grande de genes relativos al cerebro están situados en el cromosoma X. La súbita aparición de los cromosomas X e Y en la función cerebral ha atrapado la atención de los biólogos evolucionarios. Como los hombres tienen solamente un cromosoma X, la selección natural puede rápidamente promover cualquier mutación ventajosa que surja en uno de los genes del X. Así que si esas tan selectivas mujeres hubieran estado buscando inteligencia, eso podría explicar por qué tantos genes relacionados con el cerebro terminaron en el cromosoma X.

“Es algo popular entre los académicos varones decir que las mujeres prefirieron a los hombres más inteligentes,” dijo el Dr. Arnold. “Tales genes serían rápidamente seleccionados en los varones porque las nuevas mutaciones beneficiosas se harían evidentes rápidamente.”

Varias consecuencias profundas se siguen del hecho de que los hombres tienen solamente una copia de los muchos genes del cromosoma X relacionados con el cerebro, y de que las mujeres tienen en cambio dos. Una es que muchas enfermedades neurológicas son más comunes en hombres porque es improbable que las mujeres sufran mutaciones en ambas copias de un gen.

Otra es que los hombres, como grupo, “tendrían fenotipos cerebrales más variables,” escribe el Dr. Arnold, porque la segunda copia de cada gen en las mujeres opaca los efectos de las mutaciones que surgen en la otra.

La mayor variación del varón significa que aunque el CI promedio es idéntico en hombres y mujeres, hay menos hombres promedio y más hombrees en ambos extremos. El cuidado de las mujeres al seleccionar parejas, combinado con la rápida selección hecha posible por la falta de copias de respaldo de los genes relacionados con X en los hombres, puede haber impulsado la divergencia entre los cerebros de varón y de mujer. Los mismos factores podrían explicar, según creen algunos investigadores, por qué el cerebro humano se ha triplicado en volumen apenas en los últimos  dos y medio millones de años.

¿Quién puede dudarlo? Es en verdad el deseo lo que hace girar el mundo.

El Pas de Deux de la Sexualidad está escrito en los Genes

10 de abril del 2007
Por Nicholas Wade

Fuente original: http://www.nytimes.com

Cuando nos referimos al tema del deseo, la evolución deja poco espacio a la casualidad. Según lo van descubriendo los biólogos, la conducta sexual humana no es una performance de forma libre, sino que está guiada en cada movimiento por programas genéticos.

 

El deseo entre los sexos no es tema de elección. Según parece, los hombres heterosexuales tienen circuitos neurales que los empujan a buscar mujeres; los hombres gays tienen circuitos que los empujan a buscar otros hombres. Los cerebros de las mujeres pueden estar organizados para seleccionar hombres que parezcan tener probabilidad de proveer a ellas y a su progenie. El trato se sella con otros programas neurales que inducen una explosión de amor romántico, seguido por apego de largo plazo.

Tanta complicación, una danza tan complicada, y todo para lograr éxito en la simple escala que es lo único que le interesa a la evolución, la de criar la mayor cantidad de niños y niñas hasta la adultez. El deseo puede parecer el meollo de la conducta sexual humana, pero es simplemente el acto central en una larga obra teatral cuyo guión está escrito muy sustancialmente en los genes.

En el útero, el cuerpo de un feto en desarrollo es mujer por defol y se vuelve varón si el gen determinante de ser varón, que se conoce como SRY, está presente. Este gene dominante, la más soberbia y casi la única posesión del cromosoma Y, desvía a un costado el tejido reproductivo alejándolo de su destino ovárico y lo tuerce hacia volverse testículos. Las hormonas de los testículos, principalmente la testosterona, moldean el cuerpo en la forma de varón.

En la pubertad, los sistemas reproductivos son puestos a punto para actuar en el cerebro. Por más asombrosa máquina eléctrica que el cerebro pueda ser, también puede comportarse como una humilde glándula. En el hipotálamo, en la base central del cerebro, yace y un conjunto apretado [cluster] de alrededor de 2,000 neuronas que hacen arrancar la pubertad cuando secretan pulsos de hormonas liberadoras de gonadotropinas, lo que dispara una cascada de otras hormonas.

El gatillo que hace entrar en movimiento a estas neuronas todavía es desconocido, pero probabelemente el cerebro monitorea señales externas en cuando a si el cuerpo está listo para reproducirse y monitorea señales externas en cuanto a si las circunstancias son propicias para ceder al deseo.

Varios otros avances en la última década han subrayado el extravagante hecho de que el cerebro sea un órgano sexual con todas las de la ley en que los dos sexos tienen de él versiones profundamente diferentes. Éste es el trabajo característico de la testosterona, que masculiniza el cerebro tan completamente como lo hace con el resto del cuerpo.

Es una concepción errada creer que las diferencias entre los cerebros de hombres y mujeres son pequeñas o erráticas o que se encuentran solamente en unos pocos casos extremos. El Dr. Larry Cahill de la Universidad de California en Irvine escribió el año pasado en Reseñas de Neurociencia de Nature: Amplias regiones de la corteza, la capa exterior del cerebro que ejecuta Buena parte de su procesamiento de nivel superior, son más gruesas en las mujeres. El hipocampo, donde se forman las memorias iniciales, ocupa una fracción mayor del cerebro de la mujer.

Las técnicas para hacer imágenes del cerebro han comenzado a demostrar que los hombres y las mujeres usan sus cerebros de modos diferentes incluso cuando hacen lo mismo. En el caso de las amigdalas, una pareja de órganos que ayudan a dar prioridad a las memorias de acuerdo con su fuerza emocional, las mujeres usan la amigdala izquierda para este propósito, pero los hombres tienden a usar la derecha.

No es una sorpresa que las versiones varón y mujer del cerebro humano operen siguiendo patrones distinguibles, a pesar de la pesada influencia de la cultura. El cerebro del varón está orientado sexualmente hacia las mujeres como objeto de deseo. La evidencia más directa viene de un puñado de casos, algunos de los cuales fueron accidentes de circuncisión, en los que bebés varones perdieron sus penes y fueron criados como mujeres. A pesar de todas las acciones sociales posibles para inducirlos a lo opuesto, crecieron deseando tener como parejas a mujeres, no a hombres.

“Si no se puede hacer que un macho se sienta atraído por otros machos cortándole su pene, ¿qué fuerza podría tener cualquier efecto sicosocial?” dijo J. Michael Bailey, un experto en orientación sexual de la Universidad Northwestern.

Presumiblemente la masculinización del cerebro moldea algunos circuitos neurales que hacen deseables a las mujeres. Si esto es así, estos circuitos están tendidos de un modo distinto en los hombres gays. En experimentos en los que a los sujetos se les muestran fotografías de hombres o mujeres deseables, los hombres heterosexuales se excitan con las mujeres, y los hombres gays con los hombres.

Tales experimentos no muestran la misma clara división en las mujeres. Si las mujeres se describen a sí mismas como heterosexuales o lesbianas, “Su excitación sexual parece ser relativamente indiscriminada — se excitan tanto con las imágenes de varón como con las de mujer,” dijo el Dr. Bailey. “Ni siquiera estoy seguro de que las mujeres tengan orientación sexual. Pero tienen preferencias sexuales. Las mujeres son muy selectivas, y la mayoría elige tener sexo con hombres.”

El Dr. Bailey cree que los sistemas de orientación sexual y excitación sexual hacen que los hombres salgan a encontrar alguien con quien tener sexo, en tanto que las mujeres están más concentradas en aceptar o en rechazar a quienes las buscan para tener sexo.

Marc Breedlove, un neurocientíficos de la Universidad del Estado de Michigan, ve diferencias similares entre los sexos. “La mayoría de los varones son bastante tercos en sus ideas sobre qué sexo quieren perseguir, en tanto que las mujeres parecen más flexibles,” dijo.

La orientación sexual, al menos para los hombres, parece estar establecida antes del nacimiento. “Creo que la mayoría de los científicos que trabajan sobre estas cuestiones están convencidos de que los antecedentes de la orientación sexual en los varones están produciéndose tempranamente en la vida, probabelemente antes del nacimiento,” dijo el Dr. Breedlove, “en tanto que en el caso de las mujeres, algunas probablemente nacen para volverse gays, pero claramente algunas llegan allí bien tarde en la vida.”

La conducta sexual incluye mucho más que el sexo. Helen Fisher, una antropóloga de la Universidad de Rutgers, argumenta que hay tres sistemas cerebrales primordiales que han evolucionado para dirigir la conducta reproductiva. Uno es el impulse sexual que motiva a las personas a buscar parejas. Un segundo es un programa para atracción romántica que hace que la gente se fije en parejas específicas. El tercero es un mecanismo para apego de largo plazo que induce a las personas a permanecer juntas lo suficiente para completar sus deberes de progenitores.

El amor romántico, que en su intense estadio temprano “puede durar de 12 a 18 meses,” es un fenómeno humano universal, escribió la Dra. Fisher el año pasado en la revista Proceedings of the Royal Society, y probablemente es un rasgo preincorporado del cerebro. Los estudios cerebrales por imágenes muestran que un área particular del cerebro, un área asociada con el sistema de recompense, se active cuando los sujetos contemplan una foto de su persona amada.

La mejor evidencia de un proceso de apego de largo plazo en los mamíferos viene de estudios de ratones de la pradera, un pequeño roedor parecido a un ratón. Una hormona llamada vasopresina, que está active en el cerebro, conduce a algunos ratones de pradera a permanecer unidos en pareja por toda la vida. Las personas poseen la misma hormona, lo que sugiere que un mecanismo similar puede estar trabajando en humanos, aunque esto todavía no ha sido probado.

Los investigadores han dedicado considerable esfuerzo a comprender la homosexualidad en hombres y mujeres, tanto por su interés intrínseco como por la luz que podría arrojar sobre los canales más habituales del deseo. Los estudios de gemelos muestran que la homosexualidad, especialmente entre los hombres, es bastante heredable, lo que significa que hay un componente genético en ella. Pero como los hombres gays tienen alrededor de un quinto de los descendientes que tienen los hombres heterosexuales, cualquier gen que favorezca la homosexualidad debería desaparecer rápidamente de la población.

Tales genes podrían ser retenidos si los hombres gays fueran protectores  inusualmente efectivos de sus sobrinas y sobrinos, ayudando a que genes iguales a los suyos llegaran a las generaciones futuras. Pero los hombres gays no son tíos mejores que los heterosexuales, de acuerdo con un estudio del doctor Bailey. Así que eso deja la posibilidad de que ser gay sea un subproducto de un gen que persiste porque realza la fertilidad de otros miembros de la familia. Algunos estudios han descubierto que los hombres gays tienen más parientes que los hombres heterosexuales, particularmente por el lado de su madre.

Pero el Dr. Bailey cree que el efecto, si es real, debiera ser mucho más claro y evidente. “La homosexualidad del varón es evolucionariamente maladaptativa,” dijo, adviertiendo que la frase significa solamente que los genes que favorezcan la Homosexualidad no pueden ser favorecidos por la evolución si menos genes como éstos se transmiten a la siguiente generación.

Una clave algo más directa sobre el origen de la Homosexualidad es el efecto de orden de nacimiento fraterno. Dos investigadores canadienses, Ray Blanchard y Anthony F. Bogaert, han demostrado que tener hermanos mayors aumenta sustancialmente las posibilidades de que un varón llegue a ser gay. Las hermanas mayores no cuentes, ni tampoco importa que los hermanos estén en la casa mientras el chico es criado.

El descubrimiento sugiere que la homosexualidad del varón en estos casos es causada por algún suceso dentro del útero, tal como “una respuesta inmunitaria materna ante los sucesivos embarazos de varones,” como escribió el año pasado el Dr. Bogaert en Proceedings of the National Academy of Sciences. Los anticuerpos antimacho podrían quizás interferir con la masculinización usual del cerebro que se produce antes del nacimiento, aunque tales anticuerpos todavía no han sido detectados.

El efecto de orden de nacimiento fraterno es bastante sustancial. Alrededor del 15 por ciento de los varones gays pueden atribuir su Homosexualidad a él, basándose en la presunción de que del 1 al 4 por ciento son gays, y que cada hermano mayor adicional aumenta las probabilidades de la atracción del mismo sexo en un 33 por ciento.

El efecto da apoyo a la idea de que los niveles de testosterona en circulación antes del nacimiento son críticos para la determinación de la orientación sexual. Pero la testosterona en el feto no puede ser medida, y cuando son adultos los gays y los hombres gays tienen los mismos niveles de la hormona, con lo que no se obtiene ninguna clave sobre la exposición prenatal. Así que la hipótesis, aunque plausible, no ha sido probada.

Un avance significativo reciente en la comprensión de la base de la sexualidad y el deseo ha sido el descubrimiento de que los genes pueden tener un efecto directo sobre la diferenciación sexual del cerebro. Los investigadores han asumido por largo tiempo que las hormonas esteroides como la testosterona y el estrógeno hicieron todo el trabajo pesado en el moldeado de los cerebros de varón y de mujer. Pero Arthur Arnold de la Universidad de California, Los Ángeles, ha descubierto que las neuronas de macho y de hembra se comportan de modo algo diferente cuando se las guarda en envases de laboratorio. Y el año pasado Eric Vilain, también de  U.C.L.A., hizo el sorprendente descubrimiento de que el gen SRY está activo en ciertas células del cerebro, al menos en ratones. Su rol cerebral es bastante diferente de sus actividades relacionadas con la testosterona, y las neuronas de las mujeres presumiblemente desempeñan esa tarea por otros medios.

Y ocurre que un número inusualmente grande de genes relativos al cerebro están situados en el cromosoma X. La súbita aparición de los cromosomas X e Y en la función cerebral ha atrapado la atención de los biólogos evolucionarios. Como los hombres tienen solamente un cromosoma X, la selección natural puede rápidamente promover cualquier mutación ventajosa que surja en uno de los genes del X. Así que si esas tan selectivas mujeres hubieran estado buscando inteligencia, eso podría explicar por qué tantos genes relacionados con el cerebro terminaron en el cromosoma X.

“Es algo popular entre los académicos varones decir que las mujeres prefirieron a los hombres más inteligentes,” dijo el Dr. Arnold. “Tales genes serían rápidamente seleccionados en los varones porque las nuevas mutaciones beneficiosas se harían evidentes rápidamente.”

Varias consecuencias profundas se siguen del hecho de que los hombres tienen solamente una copia de los muchos genes del cromosoma X relacionados con el cerebro, y de que las mujeres tienen en cambio dos. Una es que muchas enfermedades neurológicas son más comunes en hombres porque es improbable que las mujeres sufran mutaciones en ambas copias de un gen.

Otra es que los hombres, como grupo, “tendrían fenotipos cerebrales más variables,” escribe el Dr. Arnold, porque la segunda copia de cada gen en las mujeres opaca los efectos de las mutaciones que surgen en la otra.

La mayor variación del varón significa que aunque el CI promedio es idéntico en hombres y mujeres, hay menos hombres promedio y más hombrees en ambos extremos. El cuidado de las mujeres al seleccionar parejas, combinado con la rápida selección hecha posible por la falta de copias de respaldo de los genes relacionados con X en los hombres, puede haber impulsado la divergencia entre los cerebros de varón y de mujer. Los mismos factores podrían explicar, según creen algunos investigadores, por qué el cerebro humano se ha triplicado en volumen apenas en los últimos  dos y medio millones de años.

¿Quién puede dudarlo? Es en verdad el deseo lo que hace girar el mundo.

El Pas de Deux de la Sexualidad está escrito en los Genes

10 de abril del 2007
Por Nicholas Wade

Fuente original: http://www.nytimes.com

Cuando nos referimos al tema del deseo, la evolución deja poco espacio a la casualidad. Según lo van descubriendo los biólogos, la conducta sexual humana no es una performance de forma libre, sino que está guiada en cada movimiento por programas genéticos.

 

El deseo entre los sexos no es tema de elección. Según parece, los hombres heterosexuales tienen circuitos neurales que los empujan a buscar mujeres; los hombres gays tienen circuitos que los empujan a buscar otros hombres. Los cerebros de las mujeres pueden estar organizados para seleccionar hombres que parezcan tener probabilidad de proveer a ellas y a su progenie. El trato se sella con otros programas neurales que inducen una explosión de amor romántico, seguido por apego de largo plazo.

Tanta complicación, una danza tan complicada, y todo para lograr éxito en la simple escala que es lo único que le interesa a la evolución, la de criar la mayor cantidad de niños y niñas hasta la adultez. El deseo puede parecer el meollo de la conducta sexual humana, pero es simplemente el acto central en una larga obra teatral cuyo guión está escrito muy sustancialmente en los genes.

En el útero, el cuerpo de un feto en desarrollo es mujer por defol y se vuelve varón si el gen determinante de ser varón, que se conoce como SRY, está presente. Este gene dominante, la más soberbia y casi la única posesión del cromosoma Y, desvía a un costado el tejido reproductivo alejándolo de su destino ovárico y lo tuerce hacia volverse testículos. Las hormonas de los testículos, principalmente la testosterona, moldean el cuerpo en la forma de varón.

En la pubertad, los sistemas reproductivos son puestos a punto para actuar en el cerebro. Por más asombrosa máquina eléctrica que el cerebro pueda ser, también puede comportarse como una humilde glándula. En el hipotálamo, en la base central del cerebro, yace y un conjunto apretado [cluster] de alrededor de 2,000 neuronas que hacen arrancar la pubertad cuando secretan pulsos de hormonas liberadoras de gonadotropinas, lo que dispara una cascada de otras hormonas.

El gatillo que hace entrar en movimiento a estas neuronas todavía es desconocido, pero probabelemente el cerebro monitorea señales externas en cuando a si el cuerpo está listo para reproducirse y monitorea señales externas en cuanto a si las circunstancias son propicias para ceder al deseo.

Varios otros avances en la última década han subrayado el extravagante hecho de que el cerebro sea un órgano sexual con todas las de la ley en que los dos sexos tienen de él versiones profundamente diferentes. Éste es el trabajo característico de la testosterona, que masculiniza el cerebro tan completamente como lo hace con el resto del cuerpo.

Es una concepción errada creer que las diferencias entre los cerebros de hombres y mujeres son pequeñas o erráticas o que se encuentran solamente en unos pocos casos extremos. El Dr. Larry Cahill de la Universidad de California en Irvine escribió el año pasado en Reseñas de Neurociencia de Nature: Amplias regiones de la corteza, la capa exterior del cerebro que ejecuta Buena parte de su procesamiento de nivel superior, son más gruesas en las mujeres. El hipocampo, donde se forman las memorias iniciales, ocupa una fracción mayor del cerebro de la mujer.

Las técnicas para hacer imágenes del cerebro han comenzado a demostrar que los hombres y las mujeres usan sus cerebros de modos diferentes incluso cuando hacen lo mismo. En el caso de las amigdalas, una pareja de órganos que ayudan a dar prioridad a las memorias de acuerdo con su fuerza emocional, las mujeres usan la amigdala izquierda para este propósito, pero los hombres tienden a usar la derecha.

No es una sorpresa que las versiones varón y mujer del cerebro humano operen siguiendo patrones distinguibles, a pesar de la pesada influencia de la cultura. El cerebro del varón está orientado sexualmente hacia las mujeres como objeto de deseo. La evidencia más directa viene de un puñado de casos, algunos de los cuales fueron accidentes de circuncisión, en los que bebés varones perdieron sus penes y fueron criados como mujeres. A pesar de todas las acciones sociales posibles para inducirlos a lo opuesto, crecieron deseando tener como parejas a mujeres, no a hombres.

“Si no se puede hacer que un macho se sienta atraído por otros machos cortándole su pene, ¿qué fuerza podría tener cualquier efecto sicosocial?” dijo J. Michael Bailey, un experto en orientación sexual de la Universidad Northwestern.

Presumiblemente la masculinización del cerebro moldea algunos circuitos neurales que hacen deseables a las mujeres. Si esto es así, estos circuitos están tendidos de un modo distinto en los hombres gays. En experimentos en los que a los sujetos se les muestran fotografías de hombres o mujeres deseables, los hombres heterosexuales se excitan con las mujeres, y los hombres gays con los hombres.

Tales experimentos no muestran la misma clara división en las mujeres. Si las mujeres se describen a sí mismas como heterosexuales o lesbianas, “Su excitación sexual parece ser relativamente indiscriminada — se excitan tanto con las imágenes de varón como con las de mujer,” dijo el Dr. Bailey. “Ni siquiera estoy seguro de que las mujeres tengan orientación sexual. Pero tienen preferencias sexuales. Las mujeres son muy selectivas, y la mayoría elige tener sexo con hombres.”

El Dr. Bailey cree que los sistemas de orientación sexual y excitación sexual hacen que los hombres salgan a encontrar alguien con quien tener sexo, en tanto que las mujeres están más concentradas en aceptar o en rechazar a quienes las buscan para tener sexo.

Marc Breedlove, un neurocientíficos de la Universidad del Estado de Michigan, ve diferencias similares entre los sexos. “La mayoría de los varones son bastante tercos en sus ideas sobre qué sexo quieren perseguir, en tanto que las mujeres parecen más flexibles,” dijo.

La orientación sexual, al menos para los hombres, parece estar establecida antes del nacimiento. “Creo que la mayoría de los científicos que trabajan sobre estas cuestiones están convencidos de que los antecedentes de la orientación sexual en los varones están produciéndose tempranamente en la vida, probabelemente antes del nacimiento,” dijo el Dr. Breedlove, “en tanto que en el caso de las mujeres, algunas probablemente nacen para volverse gays, pero claramente algunas llegan allí bien tarde en la vida.”

La conducta sexual incluye mucho más que el sexo. Helen Fisher, una antropóloga de la Universidad de Rutgers, argumenta que hay tres sistemas cerebrales primordiales que han evolucionado para dirigir la conducta reproductiva. Uno es el impulse sexual que motiva a las personas a buscar parejas. Un segundo es un programa para atracción romántica que hace que la gente se fije en parejas específicas. El tercero es un mecanismo para apego de largo plazo que induce a las personas a permanecer juntas lo suficiente para completar sus deberes de progenitores.

El amor romántico, que en su intense estadio temprano “puede durar de 12 a 18 meses,” es un fenómeno humano universal, escribió la Dra. Fisher el año pasado en la revista Proceedings of the Royal Society, y probablemente es un rasgo preincorporado del cerebro. Los estudios cerebrales por imágenes muestran que un área particular del cerebro, un área asociada con el sistema de recompense, se active cuando los sujetos contemplan una foto de su persona amada.

La mejor evidencia de un proceso de apego de largo plazo en los mamíferos viene de estudios de ratones de la pradera, un pequeño roedor parecido a un ratón. Una hormona llamada vasopresina, que está active en el cerebro, conduce a algunos ratones de pradera a permanecer unidos en pareja por toda la vida. Las personas poseen la misma hormona, lo que sugiere que un mecanismo similar puede estar trabajando en humanos, aunque esto todavía no ha sido probado.

Los investigadores han dedicado considerable esfuerzo a comprender la homosexualidad en hombres y mujeres, tanto por su interés intrínseco como por la luz que podría arrojar sobre los canales más habituales del deseo. Los estudios de gemelos muestran que la homosexualidad, especialmente entre los hombres, es bastante heredable, lo que significa que hay un componente genético en ella. Pero como los hombres gays tienen alrededor de un quinto de los descendientes que tienen los hombres heterosexuales, cualquier gen que favorezca la homosexualidad debería desaparecer rápidamente de la población.

Tales genes podrían ser retenidos si los hombres gays fueran protectores  inusualmente efectivos de sus sobrinas y sobrinos, ayudando a que genes iguales a los suyos llegaran a las generaciones futuras. Pero los hombres gays no son tíos mejores que los heterosexuales, de acuerdo con un estudio del doctor Bailey. Así que eso deja la posibilidad de que ser gay sea un subproducto de un gen que persiste porque realza la fertilidad de otros miembros de la familia. Algunos estudios han descubierto que los hombres gays tienen más parientes que los hombres heterosexuales, particularmente por el lado de su madre.

Pero el Dr. Bailey cree que el efecto, si es real, debiera ser mucho más claro y evidente. “La homosexualidad del varón es evolucionariamente maladaptativa,” dijo, adviertiendo que la frase significa solamente que los genes que favorezcan la Homosexualidad no pueden ser favorecidos por la evolución si menos genes como éstos se transmiten a la siguiente generación.

Una clave algo más directa sobre el origen de la Homosexualidad es el efecto de orden de nacimiento fraterno. Dos investigadores canadienses, Ray Blanchard y Anthony F. Bogaert, han demostrado que tener hermanos mayors aumenta sustancialmente las posibilidades de que un varón llegue a ser gay. Las hermanas mayores no cuentes, ni tampoco importa que los hermanos estén en la casa mientras el chico es criado.

El descubrimiento sugiere que la homosexualidad del varón en estos casos es causada por algún suceso dentro del útero, tal como “una respuesta inmunitaria materna ante los sucesivos embarazos de varones,” como escribió el año pasado el Dr. Bogaert en Proceedings of the National Academy of Sciences. Los anticuerpos antimacho podrían quizás interferir con la masculinización usual del cerebro que se produce antes del nacimiento, aunque tales anticuerpos todavía no han sido detectados.

El efecto de orden de nacimiento fraterno es bastante sustancial. Alrededor del 15 por ciento de los varones gays pueden atribuir su Homosexualidad a él, basándose en la presunción de que del 1 al 4 por ciento son gays, y que cada hermano mayor adicional aumenta las probabilidades de la atracción del mismo sexo en un 33 por ciento.

El efecto da apoyo a la idea de que los niveles de testosterona en circulación antes del nacimiento son críticos para la determinación de la orientación sexual. Pero la testosterona en el feto no puede ser medida, y cuando son adultos los gays y los hombres gays tienen los mismos niveles de la hormona, con lo que no se obtiene ninguna clave sobre la exposición prenatal. Así que la hipótesis, aunque plausible, no ha sido probada.

Un avance significativo reciente en la comprensión de la base de la sexualidad y el deseo ha sido el descubrimiento de que los genes pueden tener un efecto directo sobre la diferenciación sexual del cerebro. Los investigadores han asumido por largo tiempo que las hormonas esteroides como la testosterona y el estrógeno hicieron todo el trabajo pesado en el moldeado de los cerebros de varón y de mujer. Pero Arthur Arnold de la Universidad de California, Los Ángeles, ha descubierto que las neuronas de macho y de hembra se comportan de modo algo diferente cuando se las guarda en envases de laboratorio. Y el año pasado Eric Vilain, también de  U.C.L.A., hizo el sorprendente descubrimiento de que el gen SRY está activo en ciertas células del cerebro, al menos en ratones. Su rol cerebral es bastante diferente de sus actividades relacionadas con la testosterona, y las neuronas de las mujeres presumiblemente desempeñan esa tarea por otros medios.

Y ocurre que un número inusualmente grande de genes relativos al cerebro están situados en el cromosoma X. La súbita aparición de los cromosomas X e Y en la función cerebral ha atrapado la atención de los biólogos evolucionarios. Como los hombres tienen solamente un cromosoma X, la selección natural puede rápidamente promover cualquier mutación ventajosa que surja en uno de los genes del X. Así que si esas tan selectivas mujeres hubieran estado buscando inteligencia, eso podría explicar por qué tantos genes relacionados con el cerebro terminaron en el cromosoma X.

“Es algo popular entre los académicos varones decir que las mujeres prefirieron a los hombres más inteligentes,” dijo el Dr. Arnold. “Tales genes serían rápidamente seleccionados en los varones porque las nuevas mutaciones beneficiosas se harían evidentes rápidamente.”

Varias consecuencias profundas se siguen del hecho de que los hombres tienen solamente una copia de los muchos genes del cromosoma X relacionados con el cerebro, y de que las mujeres tienen en cambio dos. Una es que muchas enfermedades neurológicas son más comunes en hombres porque es improbable que las mujeres sufran mutaciones en ambas copias de un gen.

Otra es que los hombres, como grupo, “tendrían fenotipos cerebrales más variables,” escribe el Dr. Arnold, porque la segunda copia de cada gen en las mujeres opaca los efectos de las mutaciones que surgen en la otra.

La mayor variación del varón significa que aunque el CI promedio es idéntico en hombres y mujeres, hay menos hombres promedio y más hombrees en ambos extremos. El cuidado de las mujeres al seleccionar parejas, combinado con la rápida selección hecha posible por la falta de copias de respaldo de los genes relacionados con X en los hombres, puede haber impulsado la divergencia entre los cerebros de varón y de mujer. Los mismos factores podrían explicar, según creen algunos investigadores, por qué el cerebro humano se ha triplicado en volumen apenas en los últimos  dos y medio millones de años.

¿Quién puede dudarlo? Es en verdad el deseo lo que hace girar el mundo.