Socarides 1992 Politica Sexual y Logica científica: el tema de la homosexualidad

Política Sexual y Lógica Científica:
El tema de la Homosexualidad

Charles W. Socarides

 

The Journal of Psychohistory, 19(3), Winter 1992

Una porción significativa de la Sociedad de hoy adhiere a la creencia de que la homosexualidad es una forma norma de conducta sexual diferente de pero igual a la de la heterosexualidad. Muchos líderes religiosos, funcionarios públicos, educadores, agencies sociales y de salud mental, incluyendo las del más alto nivel de gobierno, departamentos de siquiatría, sicología y clínicas de salud mental han sido dominadas por un difundido igualitarismo sexual, por acusaciones de ser “antidemocráticas” o “prejuiciadas” si no aceptan  ciertas aseveraciones científicas que se les imponen, como si estuvieran privadas de toda capacidad intelectual para juzgar y razonar. Es mi alegato en este escrito que esta amenaza de cambio revolucionario en nuestra mores y costumbres sexual ha sido introducida por un acto singular de consecuencia considerable: el borrado de la homosexualidad de la categoría de aberración, hecho por la Asociación Siquiátrica Norteamericana (Diciembre de 1973). Todavía más, es una desdichada consecuencia de nuestra falta de consideración por el conocimiento sicoanalítico de la conducta sexual humana.

En lo que sigue, presentaré una narración detallada de las fuerzas sociales y políticas tanto de adentro como de afuera de nuestra organización que fueron responsables por este acto, y examinaré críticamente las rezones espurias y seudocientíficas presentadas para el retiro de un diagnóstico del Manual de Diagnóstico y Estadísticas (Diagnostic and Statistical Manual, DSM).

Este acto fue ingenuamente percibido por muchos siquiatras como la “simple” eliminación de un diagnóstico científico para corregir injusticias. En realidad, creó injusticias para el homosexual porque desmintió la verdad, que evitaba .que el homosexual buscaba y recibiera ayuda sicoanalítica. En el nivel social, grupal y comunal, probó ser la fase de apertura de una radicalización sexual de dos fases, donde la segunda fase es la elevación de la homosexualidad al nivel de un estilo de vida alternativo, una institución sicosocial aceptable junto con la heterosexualidad como la norma de conducta prevaleciente.

FACTORES POLITICOS QUE LLEVARON AL CAMBIO DE DIAGNOSTICO

En 1963, una creciente preocupación de la prensa y de la profesión médica impulsó a la Academia de Medicina de Nueva York a confiar a su Comité de Salud Pública el estudio del tema de la homosexualidad. Mientras el Comité en su informe (1964) sacó como conclusión que “la homosexualidad es en verdad una enfermedad, el homosexual es un individuo emocionalmente perturbado que no ha adquirido la capacidad normal de desarrollar relaciones heterosexuales satisfactorias,” hizo sonar una alerta: advirtió que “algunos homosexuales han ido más allá del plano de la defensividad y ahora argumentan que la desviación [deviancy: desviancia] es un ‘modo de vida deseable, noble, preferible.'” Voceros de los grupos homosexuales argumentaron que la homosexualidad no era una aberración; que los así orientados eran meramente un tipo diferente de personas que vivían un modo de vida aceptable y que, para poner un solo ejemplo, sostenían que era la respuesta perfecta al problema de la explosión demográfica (!). Era claro que se estaba formando una tendencia perturbadora, con los homosexuales agrupándose, no para pedir ayuda de la siquiatría y la profesión médica y reconocimiento público de su condición (junto con los individuos que tienen cualquier forma de neurosis o desorden emocional) o simplemente protestar contra las injusticias legales, sino para proclamar su “normalidad” y atacar toda oposición a esta idea. Los que adoptaron esta opinión en el pasado fueron una minoría de homosexuales muy pequeña pero vocinglera, comparados con el gran número de homosexuales que deseaban más ayuda,  no menos, o que permanecían en silencio. A mi entender, así como el alcoholismo y la drogadicción han terminado por ser reconocidas como enfermedades en las varias décadas pasadas, del mismo modo la desviación sexual [deviation] sexual más y más iba a ser entendida cada vez más como un desorden emocional y, de modo similar a los otros desórdenes mentales, no iba a ser penalizada cuando se practicara entre adultos consintientes. Ser liberados de las leyes persecutorias, así como la concesión [granting] de derechos civiles plenos constituía una parte integral de este abordaje para los individuos homosexuales.

Cuando yo era un analista joven, alentado por la respuesta terapéutica de mis pacientes homosexuales ante la libertad que encontraban al ser aliviados del yugo de su homosexualidad, decidí que había llegado el momento de actuar directamente por el bien del homosexual y de cualquier otro que sufriese de un desorden mental, con la idea de conseguir que la ayuda estuviese disponible para cualquiera que la pidiese. Escribí a Stanley F. Yolles, M.D., en ese entonces Director de los Institutos Nacionales de Salud Mental [NIH: National Institutes of Mental Health], pidiéndole una entrevista para hablar sobre algunas sugerencias para montar un programa nacional de prevención y tratamiento de la homosexualidad y otros desórdenes sexuales. Escribí, “De la gama completa de desórdenes sexuales, la homosexualidad es la más malentendida. La homosexualidad no solamente causa sufrimiento al individuo sigue que es enemiga de la preservación de la unidad familiar. Los conflictos sicológicos que conducen al desarrollo de la homosexualidad, la angustia del homosexual mismo y el daño a su familia y a sus asociados cercanos produce consecuencias trágicas. Debería ser la tarea de la siquiatría sicoanalíticamente informada y de la medicina moderna despejar el misterio que rodea a la homosexualidad y disolver el miedo que acecha a todo intento de discusión sin trabas. La homosexualidad”, predije,” podría muy bien ser aliviada en varias instancias mediante abordajes nuevos en la terapia. Se podría entonces ofrecer a muchos que a menudo desesperados han bajado los brazos la esperanza muy real de que es muy posible un pronóstico favorable en la mayoría de los casos, cuando los homosexuales buscan ayuda voluntariamente, La alentadora respuesta de Yolles  fue que yo me reuniera con miembros de su equipo, con la posibilidad de implementar un programa así, pero los representantes del servicio mental central de nuestra nación (Instituto Nacional de Salud mental: NIMH) lo descartaron sin más en un encuentro en Washington, D.C. (3 de febrero de 1965). Sin embargo, continué escribiendo y publicando mis descubrimientos (1968, 1978) y fui invitado en 1967 por mis colegas a dirigir un discurso a la rama de Siquiatría del Adulto del NIMH, versando sobre el problema y tratamiento de la homosexualidad. Poco tiempo después, el NIMH nombró un Grupo de Trabajo [Task Force] en homosexualidad. En octubre de 1969 este Grupo de Trabajo presentó su informe final, en el que reconoce por lo menos en parte la validez de mi propuesta anterior, al recomendar “la coordinación de actividades del NIMH en el área amplia de la conducta sexual, para el establecimiento de un centro de estudio de la conducta sexual.”

De ningún modo este grupo de trabajo representaba la vanguardia del conocimiento en el tema de la homosexualidad. Solamente tres siquiatras eran participantes. Uno de ellos, el Dr. Judd Marmor, había por años abrazado la idea de que la homosexualidad era “normal.” La Presidenta [Chairperson] era la sicóloga Evelyn Hooker, Ph.D.,(1) que tenía esa convicción desde hacía largo tiempo. La facción Kinsey-Hopkins estaba representada por el Dr. Paul Gebhardt, Ph.D., director del Instituto del Sexo [Institute for Sex] en la Universidad de Indiana, y John Money, Ph.D., de Johns Hopkins, un proponente pionero de la cirugía transexual y de la aceptación de la homosexualidad como normal. El derecho estaba representado por el  Honorable David M. Bazelon, que en un momento, durante las deliberaciones del Grupo de Trabajo, renunció. Los sicoanalistas clínicos tales como Bieber, Hadden, Bychowski, Rado, Lorand, yo mismo y otros que habían trabajado por muchos años en terapias profundas con pacientes homosexuales fuimos marcadamente dejados fuera del comité. En una ocasión posterior me dijo  Gebhardt que esta acción fue decidida porque Bieber, yo y otros éramos considerados “profesionalmente prejuiciados” a causa de nuestro “abordaje freudiano.” El informe del NIMH sacaba como conclusión: “Algunos de las metas primordiales del servicio de estudio del comportamiento sexual del NIMH deberían ser desarrollar conocimiento, generar y diseminar información, suavizar el tabú y los mitos, proveer bases racionales para la intervención y proveer datos para que los tomadores de decisiones usen en sus esfuerzos de diseñar la política social.” El informe pedía la tolerancia y comprensión de parte de la sociedad de la condición homosexual y la gradual desaparición de las leyes persecutorias contra tales actividades entre adultos consintientes. Estas posiciones eran buenas y se habían decidido correctamente, pero donde el informe fracasaba abismalmente fue en que nunca sacó como conclusión que la homosexualidad exclusiva era una forma de enfermedad emocional, desarrollo sicosexual detenido, o una condición patológica de la clase que fuere, con lo que se prestaba apoyo tácito a los conceptos emergentes de deviancia [deviancy].

Entre tanto, grupos homosexuales políticos y militantes continuaron perturbando una cantidad de programas científicos, tanto en el nivel local como el nacional, donde se iba a discurrir sobre la sicopatológica de la homosexualidad, sus orígenes, sintomatología, curso y tratamiento, e.g., los encuentros nacionales de la Asociación Norteamericana de Siquiatría [American Psychiatric Association]; La Asociación de Medicina Sicoanalítica [ Association for Psychoanalytic Medicine] (Columbia University); el panel sobre “Homosexualidad: una controversia actual”, en la Academia de Medicina de Nueva York (27 de noviembre de 1973). Los siquiatras que se atrevían a hablar de sus hallazgos clínicos fueron “desacreditados” incluso en las páginas del diario oficial de nuestra propia organización, e.g., “Siquiatras Fulminan  Prejuicio Contra Homosexuales de Colegas” (Psychiatric News, 7 de Junio, 1972).(2) Algunos de estos ataques públicos fueron aumentados con cartas repletas de odio, ataques amenazadores en el teléfono, e incluso amenazas de acción terrorista contra los que continuaban hablando de sus hallazgos científicos. Marmor, utilizando la capacidad de distribución a toda la nación del boletín distribuido por el SIECUS(3) (Scientific Information and Education Council of the U.S.), una organización no gubernamental muy volcada a favor de los “nuevos conceptos liberales de sexualidad” incluyendo la homosexualidad, denunció un artículo del Journal of the American Medical Association titulado “Homosexualidad y Medicina (1970)”, de mi autoría, diciendo que era “un desdichado potpurrí de prejuicio y desinformación [que] surge … de obvios prejuicios personales.”

Como contramedida ante tales tácticas, que tendían a silenciar todo debate científico, propuso a la Rama del Distrito del Condado de Nueva York de la Asociación Siquiátrica Norteamericana que estableciera un grupo de trabajo con calidad de comité oficial de la organización, para arrojar luz sobre la naturaleza, significación y contenido de la homosexualidad ante la siquiatría y un público cada vez más asombrado. Thus the first all-psychiatric task force on homosexuality was born. It was and has been the only such medically oriented body in the country. After two years of deliberations and sixteen meetings the task force, composed of a dozen experts affiliated with the major medical centers of New York City, attempted to submit its report on homosexuality to the Executive Council of the New York City District Branch, a report which unanimously documented the fact that exclusive homosexuality was a disorder of psychosexual development and simultaneously asked for civil rights for those suffering from the disorder. El informe resultó “no aceptable” para los nuevos miembros (4) (y algunos viejos) del Comité Ejecutivo. Otros asuntos tomaron su lugar en la reunion del Comité Ejecutivo y aunque se aceptaron declaraciones generales, en cuanto a su contenido no se lo aceptó en las minutas del encujentro. Se estaba entendiendo muy claramente el mensaje: el único informe acceptable hubiera sido uno que no solamente estuviera en favor de los derechos civiles sino que declarara que la homosexualidad no era un desorden sicosexual. Después este comité se disolvió. Sus miembros,  determined that the report see the light of day, eventually published it as a “study group” report in the late Spring of 1974 (New York City District Branch APA Task Force Report).

A mediados de 1973, el vicepresidente de la APA, Judd Marmor, y el presidente de la APA, John Spiegel, y otros siquiatras se econtraron con la Gay Activist Alliance, the Mattachine Society and its female ancillary, the Daughters of Bilities, and the Nomenclature Committee of the American Psychiatric Association at Columbia University, New York City, to discuss the deletion of “homosexuality” from the diagnostic nomenclature (New York Times, Spring 1973).

En noviembre de 1973, un periodista de Newsweek me preguntó si me interesaba decir algo sobre la próxima celebración y cocktail party que tendría lugar en la sede central de la APA en Washington, D.C. en diciembre, conmemorando “la más grande de las victorias gays”, la “limpieza [purging]” de la homosexualidad para sacarla del dominio de la siquiatría. El dr. Robert L. Spitzer, siquiatría del Colegio de Médicos y Cirujanos de la Universidad de Columbia, y secretario del Comité de la APA en Nomenclatura y Estadísticas, había sido elegido presidente del Grupo de Trabajo de Nomenclatura en Homosexualidad, lo que evidentemente lo separaba del Comité de Nomenclatura y Estadísticas propiamente dicho. El Dr. Henry Brill, un siquiatría respetado y digno que corporizab a las mejores tradiciones del sistema de hospitals estatales, había sido apartado en relación con este tema de la posición de autoridad, quien en la medida de mi conocimiento nunca previamente había publicado un solo artículo sobre homosexualidad o las desviaciones sexuales, había compuesto un informe de posición sobre el significado y contenido de la homosexualidad. It was upon his rationale that the Nomenclature Committee (or the task force part of it) had proceeded. His new definition was sent to the Council on Research and Development. The head of the group, in a telephone call I made to him soon thereafter, stated: “After all, homosexuals must be protected and this might be the best way to do it.” I argued that we were all for protecting the homosexual against persecution, but this was a different matter.

¿Deberíamos dejar de lado nuestros hallazgos cientíricos por rezones sociales y políticas? Inmediatamente me vinieron a la mente la insistencia de Joseph Stalin en ocupar el lugar de los conceptos de la herencia mendeliana con conceptos lamarckianos y las serias consecuencias que tuvo para la ciencia de la genética. Nosotros, los sicoanalistas clínicos, desde hace tiempo estamos y continuamos estando en la vanguardia de proteger a nuestros pacientes homosexuales contra aseveraciones de degeneración y leyes injustas. Después de todo, fue Freud quien primero admitió a homosexuales y a otros que eran sexualmente desviados [sexually deviant] en el consultorio en calidad de pacientes respetados y valiosos, a la par de aquellos que sufrían de desórdenes emocionales de todo tipo. El sicoanálisis había comenzado a entender la condición homosexual: ¿debía el homosexual ser “enterrado” afirmando que la suya era una “no-condición?” Una tal acción constituiría un repudio de todo lo que hemos aprendido sobre la desviación sexual [sexual deviation].Dije que los homosexuales son individuos que por necesidad interna deben implicarse en prácticas homosexuales o, de otro modo, experimentan ansiedad. Esto era un desorden siquiátrico, resultaba claro. No nos llevó a ninguna parte.

Del Consejo de Investigación y Desarrollo el cambio propuesto en el Manual Diagnóstico y Estadístico pasó a la Asamblea, y de allí al Comjité de Referencia de la APA. En estos comités se hicieron, según se anunció más tarde, “cambios menores”  Estos “cambios menores” difícilmente pudieran ser menores, e.g. había que incluir “perturbación de orientación heterosexual” junto con la homosexualidad en calidad de “perturbación de la orientación sexual” para indicar a aquellas personas que se sentían “perturbadas” ante el conocimiento de que eran heterosexuales(!) (Minutas del Consejo de APA, 11/3/73). Se decidió unas pocas semanas más tarde que esto era poco prudente, y por lo tanto “heterosexualidad como desorden” fue borrada. Ola nueva posición favoreciendo el borramiento de la homosexualidad era obviamente insostenible clínicamente y científicamente falaz, incluso para un residente del primer año de siquiatría. No hubo explicación científica por esta borradura excepto la aseveración de que el homosexual no experimentaba  “sufrimiento”; debía considerarse que tenían un “desorden” aquellos a quienes les disgustaba ser homosexuales y “sufrían por ello” o “se quejaban”. Nosotros insistimos en que se respetara la tradición del debate cientírico abierto, así como en que la ética y moralidad profesionales requerían que se nos diera una audiencia sobre este tema.

Nuestro grupo de disidentes, que consistía en tres miembros de la APA de un comité de doce, recibieron una audiencia inmediatamente antes de la votación del Consejo de Trustees del 14 de diciembre de 1973. Resumí ante el Consejo las serias consecuencias (5) de este cambio durante una presentación de cinco minutos que se nos habían acordado, y afirmé que como resultado de esta posición: [1] Se produciría “lógicamente” una alteración de los conceptos teóricos de desarrollo sexual saludable versus desarrollo sexual anormal; [2] con toda probabilidad la educación sexual en nuestras escuelas incluiría el sexo educación sexual homosexual (esto ya se ha producido); [3] Despair would be created within the individual homosexual who wished help. The homosexual would forfeit his mammalian heritage, the chance to engage in the male-female design; [4]Homosexuals would not enter therapy or be dissuaded for long periods in doing so: tremendous resistances to therapy would result, injuring the patient’s progress; [5] Suicides among those with gender identity disorder might well increase.(6) ¿En dónde podían buscar ayuda los individuos si no podían dirigirse a la siquiatría? El homosexual individual que deseaba recibir ayuda, librarse de su condición, estaría condenado por pronundciamientos del Consejo de Trustees, su familia y sus amigos se desesperarían. [6] confundiría a otras disciplinas médicas, tales como la pedriatría, a la que las familias y los jóvenes se volcaban en busca de consejo,, para no hablar del resto de la profesión médica; [7] Los homosexuales ya estaban dando conferencias sobre el valor de la homosexualidad como estilo de vida alternative en algunas de nuestras escuelas públicas y en nuestras universidades; [8] los residentes siquiátricos se mostrarían reacios a entrar en un área de la investigación siquiátrica donde solamente recibirían ataques, menosprecio y denigración. De este modo se produciría una disminución tanto en nuestro conocimiento como en la investigación siquiátrica de esta condición. Pedimos con mucha intensidad que se pospusiera la votación del Consejo de Trustees.

El Consejo de Fiduciarios [The Board of Trustees] votó de modo prácticamente unánime contra nosotros, con dos abstenciones. Es interesante advertir que solamente dos tercios del Consejo de Trustees estaban presentes, apenas lo suficiente para constituir el quorum de esta importante decisión. ¿Acaso algunos miembros simplemente estaban evitando una confontación con la opinión de la mayoría, ya decidida y adamantina en su convicción? De otro modo, ¿cómo podría explicarse su ausencia en un tema tan crítico?

Unas pocas semanas más tarde, la “explicación racional” del ‘borramiento de la homosexualidad como desorden siquiátrico se presentó a la comunidad médica. La “explicación racional” de este cambio pudo encontrarse en dos item: El primero fue un escrito de posición official presentado por Robert F. Spitzer, Presidente, Grupo de Trabajo en Nomenclatura sobre Homosexualidad [Chairman, Nomenclature Task Force on Homosexuality,] al Consejo antes de su decisi{on (Spitzer, R.L. [1974], “The Homosexual Decision-A Background Paper,” Psychiatric News, pp 11-12). De acuerdo con Psychiatric News, fue “esencialmente por el razonamiento de la presentación del  Dr. Spitzer que el Consejo tomó su decisión” (p. 11). Este escrito en esencia repetía la aseveración anterior de Kinsey de que la homosexualidad exclusive era una parte normal de la condición humana en un extreme de la  “escala homosexual – heterosexual” de Kinsey. (7) No cumplía con los requerimientos para ser un desorden siquiátrico porque “ni causa regularmente malestar subjetivo o [estáj regularmente asociada con alguna incapacitación generalizada de la efectividad o funcionamiento social” (Spitzer). El segundo item consistía en conclusiones provistas por los Drs. Marcel T. Saghir  Eli Robins en su libro Homosexualidad del Varón y la Mujer [Male and Female Homosexuality] (1973). La evidencia “científica” de Saghir y Robins no empleaba ninguna metdología sicoanalítica, sino que era una reseña descriptive de la que se derivaba la conclusion de que la homosexualidad era una condición normal de una larga entrevista estructurada con homosexuales (reclutados a través de organizaciones homófilas) y “controles heterosexuales no casados” (solicitados por correo y a los que se les pagaba la entrevista) y concidía con el escrito de posición anterior.

La expresión “perturbación de la orientación sexual (homosexualidad)” ahora debía tomar el lugar de “homosexualidad”. Se la definía como sigue:

Ésta es para individuos cuyos intereses sexuales están primordialmente dirigidos a personas de su mismo sexo y que no están perturbados por su orientación sexual, ni en conflicto con ella, ni tampoco desean cambiarla. Esta categoría de diagnóstico se distingue de la homosexualidad, que por sí misma no constituye un desorden siquiátrico. La homosexualidad per se es una forma de conducta sexual, y junto con otras formas de conducta sexual que no son en sí mismas desórdenes siquiátricos, no figuran listadas en esta nomenclatura ” (Manual Diagnóstico y Estadístico de Desórdenes Mentales, Julio de 1974).

Esta categoría de diagnóstico sufrió varias metamorfosis en varias ediciones del  DSM III, incluyendo el establecimiento de una categoría separada de “homosexualidad egodistónica” (para los que se sentían “desdichados” por ser homosexuales) hasta la eliminación final de la palabra “homosexual” del DSM III Revised 1987 en calidad de categoría científica (APA Diagnostic Criteria DSM ‘Ii; American Psychiatric Association, Washington, D.C.)

A reversal of the decision by the Board of Trustees requeriría dosciengtos miembros que pidieran un referendum. Era para este propósito que se estaba solicitando un referendum. Afortunadamente, la American Psychoanalytic Association was holding its midwinter meeting in New York City at the time and two hundred and forty-three signatures from psychoanalytic practitioners (members and fellows of the APA who were familiar with the clinical problems of the homosexual) petitioned for a reversal of the Board of Trustees vote. It was a credit to psychiatrists in general that in the voting of the general membership (April, 1974) that was to follow on this issue (voting marred by hidden lobbying by homosexual activists)(8) held months later, forty percent of the psychiatrists who voted (10,000) took issue with the Board of Trustees’ action, asserting that there were no legitimate scientific reasons for the APA’s change in fundamental psychiatric theory. It is fallacious to conclude from this vote that the ma-jority of psychiatrists in the United States were in favor of the action, for only 25% of those eligible to vote out of more than 25,000 psychiatrists sent in their ballots. Despite this fact, the decision stood.(9)

Al declarer que una condición era una “no-condición,” un grupo de terapeutas la había borrado de nuestra lista de desórdenes sicosexuales serios. Esta acción fue tanto más notable cuando se considera que implicaba el dejar de lado y descartar, de modo súbito y perentorio, no solamente cientos de escritos de investigación e informes siquiátricos y sicoanalíticos, sino también de una cantidad de otros estudios serios hechos por grupos de siquiatras, sicólogos y educadores a lo largo de los pasados setenta años: por ejemplo el Informe del Comité de Cooperación con Agencias Gubernamentales (Federales) del Grupo para el Progreso de la Siquiatría (1955); el Informe de la Academia de Medicina de Nueva York (1964); el Informe del Grupo de Trabajo de la Rama de la APA del Distrito del Condado de Nueva York, realizado en 1970-72 (Socarides, et. al., 1973).

Para el sicoanalista, esto era locura siquiátrica. Los sicoanalistas comprenden el significado de un acto particular de conducta humana buceando en el estado motivacional del que emerge. Obviamente estos tomadores de decisions no habían considerado a los individuos de esta manera. Cuando individuos con conducta similar son investigados analíticamente, llegamos entonces a conclusiones objetivas en cuanto al significado y las repercusiones [meaning and significance] de un fenómeno particular bajo examen. Así se alcanza la comprensión [insight]. To form conclusions as to the specific individual meaning of an event simply because of its frequency of occurrence (the number of homosexuals was often alluded to as indicating that it was normal)(11) is to the psychoanalyst scientific idiocy only in the consultation room, using the technique of introspective reporting and free association, protected by all the laws of medicine, psychology, and psychiatry, will an individual reveal the hidden (even from himself) meaning and reasons behind his act. El significado de un acto particular o de un framento de comportamiento solmanete puede ser decidido sobre la base del contexto motivacional del que surge.

El concepto de “desventaja” fue introducido como razón para declarer a la homosexualidad un “no-desorden” por el Comité de Nomenclatura dos años después del borrado (1976). La opinion de que el homosexual del tipo obligatorio no está “en ninguna desventaja social” es una negación de las realidades que nos rodena cuando se considera que una sociedad gobierna las conductas de sus miembros del nacimiento a la muerte a través de sus leyes, costumbres y otras instituciones. Un ser humano con respuestas que constituyen su herencia de mamífero (producto de la evolución). Después es introducido en una red de instituciones sociales, producto de la tradición acumulativa que constituye su herencia cultural. Estas dos herencias, la mamífera y la cultural, conducen al hombre a su patrón sexual: la heterosexualidad. La heterosexualidad tiene una utilidad biológica y social. Crea la unidad familiar y permite que hombres y mujeres vivan juntos en condiciones donde es probable que haya la menor cantidad de miedo, rabia y odio. Más todavía, regula esta relación a través de series de leyes, penalidades y premios.

Una prueba adicional de la politización de la siquiatría norteamericana iba a ser provista más tarde por una fuente inesperada: un libro de Ronald Bayer, una persona del Instituto Hastings de Nueva York. Afirmó que Spitzer was “sympathetic to the viewpoint of the gay liberation group” (pp.130-131) and Brill was suffering from “indecision and discomfort with Spitzer’s aggressive assumption of leadership on this issue.” Even more important was the revelation (never previously acknowledged) that the Council on Research and Development of the APA did not officially investigate or study the issue thoroughly before it gave formal approval to the deletion of homosexuality from the DSM II.

La propuesta de Spitzer (del borrado9 fue primero sometida al consejo de Monroe, compuesto de cinco siquiatras de experiencia que tenían la responsabilidad de proveer a la APA de consejo en asuntos de política y de información sobre temas del momento en investigación siquiátrica. Aunque oficialmente venía del Comiteé de Nomenclatura, de hecho nunca había sido aprobada formalmente por sus miembros y así presentaba el esfuerzo del propio Spitzer de dar solución a lo que muchos líderes de la APA consideraba “una papa caliente” (Bayer, pp.130-131, subrayado mío).

Bayer laid bare developments that took place in December 1973. He states that the Board of Trustees “satisfied the formal requirements of providing a fair hearing [and proceeded] to render its verdict,” but he omitted the fact that the requests for such a hearing had to be aggressively pursued (there was no invitation” to appear and permission to address the Board of Trustees was granted most reluctantly by its chairman, Dr. John Spiegel). Furthermore, this “fair hearing” consisted of a five-minute allowance for each person testifying, including Drs. Irving Bieber (Clinical Professor of Psychiatry, New York Medical College), John McDevitt (Associate Clinical Professor of Psychiatry, University of Cincinnati), Armand Nicholi of the Harvard Medical School Student Health Service-and myself. The time limit was strictly adhered to and no time was allowed from discussion. The suggestion by the Ad Hoc Committee Against the Deletion of Homosexuality (the “psychiatric dissidents”), headed by myself, that a pro-civil rights statement be made but that the question of scientific merits of the diagnosis(12) be left for further study and reflection, was peremptorily dismissed. Our proposal was unacceptable. For the next 18 years, the APA decision was to serve as a Trojan horse, opening the gates to widespread psychological and social change in sexual customs and mores. The decision was to be used on numerous occasions for numerous purposes with the goal of normalizing homosexuality and elevating it to an esteemed status.

Para algunos siquiatras norteamericanos esta acción siguió siendo un escalofriante recordatorio de que si no se pelea por los principios científicos éstos pueden perderse: un alerta desilusionador de que a menos que no hagamos excepciones a la ciencia, estamos sujetos a las trampas del faccionalismo político y a la propagación de no verdades a un público que no sospecha y que no está informado, al resto de la profesión médica y a las ciencias del comportamiento.

Más allá del flaco servicio que se hace a los pacientes homosexuales y sus familias, la confusion en la mente del público y el retroceso de las fronteras de nuestros conocimiento, ¿cuál es el destino de la sociedad en toido esto? Abram Kardiner, sicoanalista, antes profesor de siquiatría en la Universidad de Columbia, premio Humanidades del The New York Times de 1966, advierte:

Hay una forma epidémica de homosxualidad, que es más que la incidencia usual, que generalmente se produce en crisis socials o en culturas en declinación, cuando la licencia y la permisividad sin límites embota el dolor de la ansiedad incesante, la hostilidad universal y la tendencia a la división [divisiveness]. De este modo, en los Betsileo de Madagascar la incidencia de homosexualidad se incrementó visiblemente en el momento en que la Sociedad estaba en estado de colapso. Dar apoyo a los pedidos de los homosexuales y considerar a la homosexualidad como variante normal de la actividal sexual es negar la significación social de la homosexualidad. Hacer esto es dar apoyo a los elementos divisivos de la comunidad. Por encima de todo milita en contra de la familia y destruya la función de esta última como el ultimo lugar de nuestra Sociedad en el que puede ser cultivada todavía la afectividad.

Los homosexuales no pueden hacer una sociedad, ni pueden mantener mucho tiempo la nuestra en funcionamiento. La homosexualidad opera en contra de los elementos cohesivos de la sociedad en el nombre de la libertad ficticia. Lleva al sexo opuesto en una dirección similar. Y ninguna sociedad puede durar mucho tiempo cuando los niños son descuidados o cuando los sexos guerrean uno contra el otro (Kardiner, comunicación personal al autor, 1973).

LA POSICIÓN SICOANALÍTICA

La compasión y preocupación del sicoanalista en lo que concierne a los conflictos externos que enfrenta el homosexual debido a la desaprobación social no deben, sin embargo, no permitirnos ver los conflictos internos, que se producen entre varias tendencias conscientes e inconscientes dentro del individuo, que son causales de este desorden. El homosexual varón o mujer, no importa cuál sea su nivel de adaptación y function en otras areas de la vida, está severamente discapacitado en el área más vital de todas: las relaciones interpersonales.

Una típica constelación familiar es aquella en la que hay una madre sicológicamente aplastante (en casos extremos) y un padre ausente o abdicante, que no assume en relación con su hijo el rol masculine adecuado para permitir que su hijo se identifique con él. En la homosexual mujere hay una incapacidad correspondiente de identificarse con lo que la muchacha considera como una madre malevolente y maliciosa y un padre que no respeta la feminidad de su hija. La homosexual mujer busca feminidad en el cuerpo y personalidad de su pareja mujer.

Pathology, organically and psychologically, may be defined as a failure to function, with concomitant pain and/or suffering. It is this failure, its significance and manifold consequences that are so obvious in obligatory homosexuality-a failure in functioning which, if carried to its extreme, would mean the death of the species. Beneath this obvious failure of function and the secondary external conflicts it may provoke, lie the agony, sorrow, tragedy, fear and guilt of a both conscious and un-conscious nature which pervades the homosexual’s life. Psychiatrists who treat such individuals in depth know this very well. Those who do not practice depth psychotherapy or psychoanalysis often do not observe or may tend to minimize the degree of suffering the homosexual en-dures-suffering induced by internal conflicts-inasmuch as the homosexuality also provides temporary relief from severe anxiety. Fur-thermore, obligatory homosexuality (in contrast to episodic, situational, or variational homosexual behavior, which is not considered a pathological condition per se) may cause such disruption in the equilibrium of the individual that all meaningful relations in life are damaged from the outset and are peculiarly susceptible to breakdown. Attitudes toward the opposite sex are often filled with distrust and fear as to render them incapable of any relationship at all, except on the most superficial and brittle basis. The obligatory homosexual is unable to function in the most meaningful relationship in life: the male-female sex-ual union and the affective state of love, tenderness and joy with a part-ner of the opposite sex.

El homosexual se involucra en una adaptación de compromiso,  “eligiendo” una pareja del mismo sexo para la gratificación sexual de modo de salvar de la ansiedad al yo. La capacidad del homosexual de neutralizar la ansiedad es el motivo de que el homosexual use este hecho como una racionalización para justificarse: esto es, que él o ella no está sufriendo para nada de un desorden emocional, especialmente si uno está convencido de que no existe modo de ayudar para cambiar su condición. A pesar de la aparición en cualquier momento dado de una performance de vida adecuada, el conflicto interno amenaza destruir este frágil ajuste.

Se han hecho avances de envergadura en conocimiento sicoanalítico, que llevan a la conclusion de que el conflicto de la fase edípica en ciertos pacientes homosexuales está siempre superpuesto a conflictos preedípicos nucleares más profundos y básicos. En ciertos casos de homosexualidad, es evidente que la patología de las relaciones de objeto contriuye más al desarrollo de la homosexualidad que las vicissitudes de los impulses: en otras palabras, que el conflicto central del homosexual es uno de relaciones de objeto, y no un conflicto estructural. Estas ideas se aplican a casos relativamente pronunciados, en los que el desarrollo perverso es claro y definido.

La combinación de estudios observacionales de infantes y de teorías de desarrollo en el material sicoanalñítico derivado del studio de adolescents homosexuales ayuda a explicar que la fijación del homosexual yace, con toda probabilidad, en las fases tardías del proceso de separación-individuación, lo que produce una perturbación en la identidad del yo así como en la identidad de género, persistencia de una identificación femenina primaria con la madre (en el caso de la homosexual mujer, una identificación con la madre percibida como malevolente y odiosa), ansiedad de separación, miedos de ser engullido (restaurando la unidad madre-hijo), y perturbación de las relaciones de objeto y las funciones del yo asociadas.

The homosexual has no choice as regards his or her sexual object. The condition is unconsciously determined, is differentiated from the behavior of a person who deliberately engages in same-sex sexual contact due to situational factors or a desire for variational experiences. As noted above, these constitute non-clinical forms of homosexual behavior. The nuclear core of true homosexuality is never a conscious choice, an act of will; but rather it is determined from the earliest period of childhood, in terms of origin, of course, not in practice. El medio familiar homosexogénico ha sido observado más arriba. No debe permitirse que la presencia de conflictos externos que complican las vidas de los homosexuales ofusque los datos clínicos válidos de los que estamos en posesión a través de estudios sicoanalíticos en profundidad, porque esto malinforma a los siquiatras, al lector general e, infortunadamente, a un público vulnerable.

En ultimo término, debe ser afirmado que es obvio para algunos sicoanalistas que los requerimientos para las definiciones de una concidión o desorden tomando como base la ansiedad consciente y el sufrimiento van en contra de todo lo que sabemos dinámicamente sobre los mecanismos implicados en esta seria perturbación. Por ejemplo, la actuación [enactment] de cualquier desviación sexual ayuda a mantener al individuo en equilibrio y neutraliza la ansiedad. Ha sido diseñada inconscientemente para este propósito. Por lo tanto, la presencia o ausencia de ansiedad no puede ser un criterio adecuado para usar cuando se determina si la condición es un desorden o no. Algunos de los homjosexuales más szeveramente pertu4bados no tienen ansiedad a causa de su constante puesta en escena [enactment] del acto homosexual. Yendo más allá, la propuesta de Spitzer, como se advirtió más arriba, no tomaba en consideración lo siguiente: [I] la presencia de una necesidad específica, deeseo, compulsion y otra formación de síntoma que pudiera circunscribir la patología de tal modo que un paciente pudiera aparecer como que está funcionando bien en todos los otros aspectos de su vida; [2] síntomas neuróticos plenamente desarrollados que pudieran enmascarar la enfermedad así como expresarla; y [3] el mecanismo de la desvicación sexual da como resultado la producción de un síntoma egosintónico; es decir, uno que allays y neutraliza la ansiedad.

The official position of the American Psychoanalytic Association is indicated by its definitions of homosexuality which appear in A Glossary of Psychoanalytic Terms and Concepts, edited by B.E. Moore, M.D. and B.D. Fine, M.D. This glossary, first published in 1968, underwent its third printing in 1983. It states:

En el homosexual varón hay, como regla, un apego desembozadamente fuerte con la madre hasta la fase edípica e incluyéndola, que no se resuelve por identificación con el padre sino en lugar de ello con una identificación parcial con la madre. La elección de objeto es narcisística en su tipo, i.e., la persona amada debe ser como el yo, y la excitación sexual se experimenta en relación con hombres, en lugar de mujeres. Debido a fuertes miedos de castración, el hombre homosexual no puede tolerar una pareja sexual sin el órgano del varón, tremendamente valorado. Otro motivo común para la elección del objeto homosexual es la evitación de rivalidad con padres y hermanos.

En la homosexualidad de la mujer (lesbianismo), la mujer retiene un fuerte apego preedípico con la madre, que se desplaza a la pareja homosexual. Como resultado de una resolución insatisfactoria de los conflictos edípicos, su identificación con la madre es incompleta y se mantiene aferrada a la madre como objeto de amor [p.48].

EPÍLOGO

En el material citado más arriba, I have described a movement within the American Psychiatric Association which through social/political activism has accomplished the first phase of a two-phase radicalization of a main pillar of psychosexual life: the erosion of heterosexuality as the single acceptable sexual pattern in our culture. The motive force for this movement was the wish to protect the homosexual against injustices and persecution which could to all intents and purposes have been removed by the demand for equal rights for the homosexual, a demand that could well have been fulfilled through humanitarian motivations so deeply embedded in our humanistic science. Instead, the false step of removing homosexuality from our Diagnostic and Statistical Manual was substituted. This amounted to a full approval of homosexuality and an encouragement to aberrancy by those who should have known better, both in the scientific sense and in the sense of the social consequences of such removal. (The relationships between social approval and homosexuality as a developmental disorder will be dealt with in a subsequent paper.) The devastating clinical fallout from this decision was to follow. Those who would wish to retain homosexuality as a valid diagnosis have been practically silenced by lectures, meetings, and publications, both originating within our association and from other sources. Political par-ties and religious leaders have been utilized to reinforce this silence. The press has been influenced as well as the media;(14) television and movies promote homosexuality as an alternative life style as well as censor movies which might show homosexuality as a disorder. Homosexual sex education has entered our schools and colleges-and pro-Gay activists, homosexual or otherwise, portray their way of life as “normal as apple pie” and intimidate others with different views. In essence, this move-ment within the American Psychiatric Association has accomplished what every other society, with rare exceptions, would have trembled to tamper with, a revision of a basic code and concept of life and biology: that men and women normally mate with the opposite sex and not with each other.

Las fuerzas que con rigor adamantine insiste en que la homosexualidad es un estilo de vida alternative no han sido detenidas por los llamados a la tradición, al autointerés iluminado o incluso por los descubrimientos del sicoanálisis.(15) Las amenazas sobre lo que le ocurriría a la sociedad no tienen mucho efecto: nadie se considera a sí mismo el guardián de la sociedad. El ciudadano promedio dice que no sabe bien cuáles son estos intereses social y, después de todo, ¿las decisiones personales sobre sexo no son un asunto privado? La respuesta a esta pregunta, contrariamente a la opinión popular, es  NO.

El sicoanálisis revela que la conducta sexual no es un conjunto arbitrario de reglas establecido por nadie sabe quién con propósitos que nadie entiende. Nuestros patrones sexuales son producto de nuestro pasado biológico, un resultado de la experiencia colectiva del hombre y de su larga marcha evolutiva, biológica y social. Hacen posible la coexistencia cooperativa de los seres humanos entre sí. En el nivel individual, crean un equilibrio entre las demandas del instinto sexual y las realidades externas que rodean a todos y cada uno de nosotros. No todas las culturas sobreviven; la mayoría no lo han logrado, y los antropólogos nos dicen que sin lugar a duda hay fallas severias en los códigos e instituciones sexuales que han jugado un papel significativo en la defunción de muchas culturas (Kardiner, A., 1939). Cuando masas de personas piensan similarmente sobre costumbres sexuales previas, su comportamiento colectivo, en el ultimo análisis, tendrán un impacto profundo en la totalidad de la sociedad.

Scientists, psychologists, psychiatrists, political leaders, public officials and others with vested interests today ransack literature for bits of fact and theory which can be pieced together into a pro-homosexual or bisexual concept of nature, man and society. Algunos de los individuos dicen que los homosexuales son saludables, que la sociedad está enferma y que la ciencia debería curar a la sociedad. Otros levantan temas científicos falsos o anticuados en su Guerra contra los valores tradicionales. Many of our values could use change, but polemical pseudoscience is not the way. No society has accepted adult preferential homosexuality. Nowhere is homosexuality or so-called bisexuality a desired end in itself. Nowhere do parents say: “It’s all the same to me if my child is heterosexual or homosexual.” Nowhere are homosexuals more than a small minority at the present time. Nowhere does homosex-uality per se place one in an enviable position (Karlen, A., 1971).

Algunos proponents prohomosexuales dentro de las ciencias del comportamiento afirman que la enfermedad mental es simplemente un producto de la definición social y que la conducta sexual considerada normal en una social puede ser desviante [desviada: deviant] en otra. El examen de los hechos muestra que esto no es verdad en relación con todas las enfermedades y todos los comportamientos. Algunos comportamientos son universalmente desviados, y todas las sociedades los consideran deletéreos. El incesto, la violación, la violencia sicopática (aparentemente inmotivada) son considerados tabú en todas las sociedades. Así también ocurre con la homosexualidad predominante o exclusiva o incluso con la bisexualidad.

The counter to such forces is the knowledge that heterosexuality has self-evident adaptive values: decades and even centuries of cultural change are not likely to undo thousands of years of evolutionary selection and programming. Man is not only a sexual animal but a care-bonding, group-bonding, and child-rearing animal. The male-female design is taught to the child from birth and culturally ingrained through the marital order. This design is anatomically determined, as it derives from cells which in the evolutionary scale underwent changes into organ systems and finally into individuals reciprocally adapted to each other. The male-female design is thus perpetually maintained and only over-whelming fear or man’s false pride and misdirected individual enterprise can disturb or divert it.

La explicación racional de Spitzer para borrar la homosexualidad de la lista se apoyó grandemtne en el trabajo de Alfred Kinsey y su creencia en la normalidad de la homosexualidad. Por esta razón hare comentarios en algún detalle.

El Informe Kinsey de 1948 ha sido comparado en importancia por algunos con la visión radicalmente alterada de sí mismo que tuvo el hombre a partir del inicio que marcaron los descubrimientos de Darwin. Sus conclusiones son aceptadas incluso entre algunas personas bien intencionadas y educadas. El Informe Kinsey ha tenido en varios modos un impacto severo y prejudicial en nuestra mores sexuales, especialmente en lo que corresponde a la homosexualidad. Alfred Kinsey, Ph.D. en zoologia, hizo una valiosa encuesta estadística entre 1939 y 1948 de la conducta sexual de doce mil varones norteamericanos. Su cifras todavía son citadas ampliamente, ya que no hay otras de dimensión comparable que puedan contradecirlas. En general, no hay razón para disputer sus datos en cuanto a incidencia. El valor de la encuesta exhaustiva e informativa fue que enumeró las formas múltiples que toma una fuerza tan poderosa que no puede negársele expresión. La enorme curiosidad pública sobre las cifras de Kinsey cegó a las mayoría de las personas en relación con algunas de las interpretaciones ereróneas a las que algunas de las cifras daban origen, especialmente en el área de la homosexualidad. Las conclusiones e interpretaciones de Kinsey se han transformado en un estandarte bajo el cual se han congregado los liberacionistas gays y otros abogados defensores, que las citan como un evangelio sexual. Kinsey, sin embargo, se equivocó al intentar interpreter sus estadísticas, falla que fue perpetuada por sus seguidores. Kinsey sacó como conclusion que la homosxualidad está presente en un diez por ciento de todos los varones en una forma persistente (obligatoria) y en treinta y cinco por ciento de todos los varones en forma transitoria. Creyó que esto se debía al hecho de que la homosexualidad es una variante biológica. Kinsey inventó una escala basada en la incidencia revelada por sus propios estudios de homosexualidad-heterosexualidad, que representaba un continuo entre la conducta homosexual y la heterosexual. Para él esto connotaba que la homosexualidad exclusive era una parte normal de la condición humana, de la sexualidad normal, y que simplemente existía en una punta de la e “escala homosexual-heterosexual.” La heterosexualidad exclusiva estaba, como consecuencia lógica, en la otra punta aparentemente por la misma razón, porque era “algo biológicamente dado.” Las motivaciones conscientes e inconscientes en la causación y expression de la homosexualidad, sea del tipo exclusive (obligatorio) o not, eran completamente pasadas por alto.

Los estudios estadísticos del tipo que ofreció Kinsey ignaraban los conceptos de represión, mente inconsciente y motivación. Si bien proveían tasas de incidencia de ciertos fenómenos, lo hacían como si la conducta no tuviera conexión con la motivación. Since neither conscious nor unconscious motivation is even acknowledged, these studies arrive at a disastrous con-clusion that the resultant composite of sexual behavior is the norm of sexual behavior. The next step was to demand that the public, the law, medicine, religion, and other social institutions unquestioningly accept this proposition. Even intelligent laymen, gulled by the false interpretation of these statistics, were taken in and continue to be so.

En contraste con el método sicoanalítico de investigar la conducta (análisis motivacional), la única diferenciación que Kinsey y sus seguidores admitieron es una diferenciación cuantitativa. Por ejemploi, entre las diversas formas de homosexualidad, Kinsey se oponía a considerar homosexual a un hombre en el que el “equilikbrio heterosexual-homosexual” estuviera sólo levemente o temporariamente volcado hacia el lado homosexual. Siquiátricamente, esto es incorrecto, porque el abordaje cuantitativo no puede reemplazar al sicogenético.

A Edmund Bergler, un pionero sicoanalítico en la comprensión de la homosexualidad, le gustaba comparer este abordaje cuantitativo a la situación que existiría si alguien inventara la idea de subdividir los dolores de cabeza íntegramente de acuerdo con principios cuantitativos, graduándalos de uno a seis de acuerdo con la severidad.

Hablando médicamente, un dolor de cabeza es solamente un síntoma que indica una variedad de posibilidades: desde el tumor cerebral a la infección de senos nasales, de ataque de migraña a uremia, de neurosis a presión sanguínea alta, de epilepsia a furia suprimida. En lugar del punto de vista causal (lo que causa el dolor de cabeza), en este Nuevo orden solamente tendríamos grados variables cuantitativamente, de dolores de cabeza grandes, de tamaño mediano y pequeños (1969).

La vara de medir de Kinsey omite diferenciación de las condiciones subyacentes. Más todavía, como advierte Bergier, “en el puntaje de dolores de cabeza mencionado más arriba, en un momento específico un dolor de cabeza producido por un ataque de senos nasales podría ser más sever que uno producido por ciertols estadios de un tumor cerebral.” La “descarga” homosexual cubre una multitud de problemas genéticos completamente diferentes. Por esto es que se necesita una vara de medir causal, que nos permita diferenciar y aplicar terqapia a la confusión y a los tipos multifacéticos de relaciones humanas.

Desde el principio, cuando se conocieron olas cifras de Kinsey, pocos individuos (excepto Lionel Trilling en las artes literarias y algunos sicoanalistas eminentes, especialmente Bergler, Kubie, y Kardiner) se tomaron el trabajo de criticar los hallazgos de Kinsey. Todavía menos los trataron con ligereza, aunque H.L. Mencken en su volumen Christomathy se burló: “Todo lo que este documento sin humor prueba en realidad es: (a) que todos los hombres mienten cuando se les pregunta sobre sus aventuras en el amour y (b) que los pedagogos son criaturas singularmente ingenuas y crédulas.”

De acuerdo con el historiador social Paul Robinson (1976), la escala de puntaje heterosexual-homosexual de Kinsey fue una “manifestación patética de la ingeuidad filosófica de Kinsey . .. un artefacto insalvablemente mecánico, que buscaba promover un sistema de clasificación que tenía poca relación con la realidad” (pp.73-74). Fue un fraude científico de dimensiones propias de Gargantúa, promovido por Kinsey por razones que sólo él conocía. En terminus sicoanalíticos, fue una forma masiva de negación como defensa. Con notable clarividencia, el crítico literario y social Lionel Trilling predijo las terribles consecuencias de esta idea para la comunidad científica ya en 1948. Afirmó que en el futuro

Los que más explícitamente aseveran y desean practicar las virtudes democráticas [habrán tomado] como su presunción que todos los hechos sociales –con la excepción de la exclusion y las dificultades económicas- deben ser aceptados no meramente en el sentido científico sino también en el sentido social, es decir, que no debe emitirse ningún juicio sobre ellos, y que cualquier conclusión que se extraiga de ellos que perciba valores y consecuencias terminará siendo “antidemocrática” (Trilling, 1948).

Y así es hoy. Acusaciones de ser “antidemocráticos,” “crueles e inhumanos” (Marmor, 1973), “irresponsables, homofóbicos y prejuiciados” (Isay, 1986) son dirigidas a quienes cuestionan la normalidad de la homosexualidad. Estas acusaciones son después reforzadas por los medios, las películas y la prensa, y hacen callar al ciudadano ordinario que desaprueba estas practicas, así como a los miembros de la profesión siquiátrica de corazón débil, para evitar que se los masacre.

La capacidad de implicarse en experiencias sexuales variacionales [variational] y colocarlas en el lugar del patrón coital estándar (parejas sexuales coitales de varón y mujer) (Rado, 1949) es una consecuencia del desarrollo evolutivo del hombre. El desarrollo evolutivo es usado por proponente de la normalidaqd ee la homosexualidad para propósitos propios: se dirigen a Ford y Beach, etólogos prominentes, y saquean sus estudios para dar apoyo al concepto de que “una tendencia biológica para la inversión del comportamiento sexual [homosexualidad] es inherente en la mayoría, si no en todos, los mamíferos, incluyendo la especie humana” (Isay, 1983, p.238). Ford, sin embargo, no dice nada de esto. Afirma que la conducta de monta del mismo sexo no es una evidencia de patrones innatos que puedan ser generalizado a los humanos. Beach corrigió esta errónea interpretación en 1971: “No conozco ninguna instancia auténtica de un macho o una hembra en el mundo animal que prefiera una pareja homosexual, sip or homosexual se significan las relaciones sexuales completas, incluyendo el clímax. Es cuestionable que la monta en sí misma pueda ser llamada propiamente “sexual” (p.399).

Ford ha hecho descubrimientos asombrosos: descubrimientos que prueban lo opuesto. Se advirtió que por encima del nivel del chimpancé, solamente quedan tres mecanismos automáticos para la descarga orgástica: la erección, el impulso pélvico y la descarga orgiástica misma. Todo lo demás es comportamiento aprendido. El ser humano construye su patron sexual en virtud de su corteza cerebral en combinación con las experiencias de infancia tempranas. In man, due to the tremendous development of the cerebral cortex, motivation, both conscious and unconscious, plays the crucial role in the selection of individuals and/or objects that will produce sexual arousal and orgiastic release. Furthermore, not only is man’s cortex responsible for the development of heterosexual patterns and the associated social and cultural which support them, but it is the unique action of the cerebral cortex allows man to develop all the sexual deviations as partial attempted solutions to inner conflict as well as facilitating roundabout methods of sexual release in the face of insurmountable fears. Sexual. deviations are beyond the mental and motivational capacities of lower animals. Evolution has relieved us of pheromones, sexual and olfactory responses to sexual stimuli as a major factor in sexual arousal, but it has left in its wake the possibility of deviant practices as well as other complex neurotic behavior. These deviant practices then may become the bane of one’s existence when they become stereotyped and inflexible.

Charles W. Socarides, M.D. is Clinical Professor of Psychiatry, Albert Einstein College of Medicine/Montefiore Medical Center, New York City. Author of The Overt Homosexual (1968), Beyond Sexual Freedom (1975), Homosexuality (1978), and The Preoedipal Origin and Psychoanalytic Therapy of Sexual Perversions (1988). Life Fellow, American Psychiatric Association; Member, American Psychoanalytic Association, International Psychoanalytic Association.

1. Evelyn Hooker’s widely quoted studies of homosexual men (1957, 1958) had been widely used by pro-normalization proponents to buttress the argument that homosex-uals differ from heterosexuals only in that they are homosexuals. They are not other-wise pathological and the adjustment of many is in the normal range, perhaps even superior to that of heterosexuals. Hooker’s reports consisted of a detailed examination by clinical interviews and psychological tests of thirty male homosexuals and thirty heterosexual controls. They were not psychoanalytic interviews nor in-depth psychoanalytic studies. A careful review of her work by the Task Force on Homosexuality, New York County District Branch, American Psychiatric Association (1973) concluded that:
With regard to her major thesis, that there is no evidence to show that homosex-uals are maladjusted … her study shows nothing of the kind. It is too full of methodological errors (particularly the spurious “controls” and confused think-ing) to warrant any such conclusion … With regard to the “adjustment” of the homosexual, the study shows nothing, one way or the other. It was not adequately designed to do so (13 p. 471475; evaluation prepared by Ruben Fine, Ph.D., Clinical Professor of Psychology at Adelphi University, Supervisor of Psychology, Elmhurst Hospital; Vice President of the National Psychological Association for Psychoanalysis.)

2. Homosexual groups began lobbying the APA and its meetings in earnest in 1970, ac-cording to F. Charles Hite, reporter for the Psychiatric News (1/2/74, Vol.9, No.1.) Homosexual militants severely disrupted programs at the annual meeting in San Francisco in 1975.

3. La propaganda del SIECUS sobre la normalidad de la homosexualidad y el hecho de abogar por la educación sexual homosexual es una filosofía que prevalence en varios centros universitarios y escuelas médicas, y que domina varias sociedades para el studio del sexo, e.g., The Scientific Study of Sex, Eastern Region, University of Pennsylvania. Ha dominado el Programa del  Master’s Degree del Departamento de Educación en Salud de la Universidad de Nueva York, Programa de Sexualidad Humana, hasta el punto en que se les pedía a los alumnos heterosexuales que se involucraran en “experimentación homosexual” y los alumnos son “adoctrinados con teorías de orientación sexual que son propaganda y no ciencia” (comunicación personal, E.W. Eichel, M.A.; Educación sexual, carta al decano de la Universidad de Nueva York, Programa de Educación en Salud, 1986, citada con permiso).

4. Dr. B. Diamond, President, New York District Branch l970~l97l, who had formally authorized the task force, died in mid-1971. This was a great loss to all of us nation- wide.

5. Similar arguments with different emphases were made by Drs. I. flieber and J. McDevitt.

6. Over one-third of Harvard-Radcliffe student suicide attempts (25 out of 65, or 375) between 1965 and 1967 were made by individuals severely disturbed by homosexual conflicts (reported in a survey by the National Institutes of Mental Health, 1974) (Bunney, Melitta, Roach). More recently, The New York Times reports that “young American men from 15-24 years old are killing themselves at a rate 50% higher than at the beginning or the previous decade according to a new Federal study” (New York Times, 2/22/87). While the increasing use of drugs may play a role, disturbances in gender defined self identity, in my clinical opinion, are of crucial importance.

7. See Appendix A for a critical evaluation of Kinsey’s material and conclusions.

8. The details of this lobbying effort are to be found in my paper “The Sexual Unreason” (1974, pp.180-183).

9. In late 1977, ten thousand psychiatrists, members of the American Medical Associa- tion were polled on this issue. Of twenty five hundred replies received, approximately sixty eight percent answered the question “Is homosexuality usually a pathological adaptation (as opposed to a normal variation)?” in the affirmative. This strongly sug-gested to the interpreter, Dr. Harold I. Lief, Professor of Psychiatry at the University of Pennsylvania, an authority on sexual problems and leading sex educator, that the “previous APA vote was influenced by political and social considerations [emphasis added] and that the vote was [misperceived as a step toward the denial of rights to homosexuals” (Lief, 1977, p. 110).

10. An exhaustive bibliography of these contributions can be found in my book, Homosexuality (1978).

11. The significant incidence of homosexuality (8-10% of the population) may well be due to the necessity for all human beings to undergo the separation-individuation phase of early childhood (Mahler, 1967), which is decisive for gender identification. A substan-tial proportion of children fail to successfully complete this developmental process and, therefore, are unable to form a healthy sexual identity in accordance with their anatomical and biological capacities. This is the core of the disorder.

12. Dr. Nicholi no pudo aparecer debido a enfermedad en su familia.

13. Un argumento alternative a que la homosexualidad es simplemente un estilo de vida alternativo fue que era simplemente una “variante biológica.” Este argumento es debatido en el Apéndice B.

14. The destructive effects of the mass media in this regard requires special study beyond the purpose of this paper. Such a study, however, begins with understanding the mechanism through which mass media exerts its effort. The mass media satisfy a pressing need for expression, keeps people from feeling painfully alone, and distracts individuals from their own problems. Its content arises from the prevailing social cur-rents and its aim is to relieve tension. Needs are constantly stimulated and wishes en-couraged in every way. Although we do not do something sexual or aggressive, we get a kick out of watching others do the forbidden. The knowledge that life and emotion may be thereby devalued makes no difference. There is an implied permission to do the same thing.

15. At the present time (1986-1987) pro-gay activists groups, even within the American Psychoanalytic Association, are asserting that Freudian analysts who treat homosex-uals for their disorder are “homophobic” and have been “prejudiced” by our culture.

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