SGCS Apunte 2 Marzo 2010. Profesor Rafael Freda
SEXO, GÉNERO Y CAMBIO SOCIAL
MUJERES Y DOCENCIA
En toda la docencia hay una hiperrepresentación de mujeres, y por tanto lo mismo ocurre en este curso. Tampoco hay una representación proporcional; el porcentaje de varones en el curso es sin duda inferior al de varones que hay en la docencia.
DIFERENCIA ENTRE SEXOS EN CUANTO A GÉNERO
Antes de entrar a otras consideraciones, retengamos este hecho: los varones sienten menos necesidad de aprender y reflexionar sobre género. Esto se debe probablemente a la convicción de los mismos varones de que no necesitan educación sexual; están convencidos de poseerla por experiencia de vida o haberla adquirido de otros varones. Tampoco no ven por qué debería ser necesaria la educación en género.
NATURALIZACIÓN
Otra causa de la falta de reflexión sobre género es que la mayoría de los varones y de las mujeres no nos cuestionamos lo que está en nuestras mentes como consecuencia de la división de la especie en sexos. Estas presunciones y creencias se han hecho tan naturales en nosotros como el hecho de que nuestros cuerpos existen y condicionan nuestra vida como hombres y mujeres.
A este proceso se lo llama naturalización: es una amnesia inducida que borra el recuerdo de que hubo un momento en que nuestras mentes carecían de muchos conocimientos, habilidades y actitudes aprendidas como derivación del hecho de que la especie se divide en hombres y mujeres.
GENERO E IGLESIA CATOLICA
El Vaticano vio con desconfianza el proceso por el cual a partir de mediados del siglo XX los conceptos de género y sexo se fueron separando como modo de construir diferentes comprensiones de la realidad, y en el siglo XXI reaccionó decididamente en contra el concepto de que el género es autónomo del sexo, con la aparición de la Carta a los Obispos de la Iglesia Católica sobre la Colaboración de Hombre y Mujer en la Iglesia y en el Mundo.
La Iglesia utiliza el razonamiento religioso para atacar la idea de que sobre la idea de género se pueda construir una teoría que explique parte de la realidad y de las relaciones entre varones y mujeres, y responsabiliza a esta teoría de parte de los males de la humanidad actual.
SEXISMO Y OPRESION DE LAS MUJERES
Sexismo es la creencia de que hay un sexo superior al otro.
Muy rara vez se ha sostenido que la mujer es el sexo superior; en general, se ha mantenido la creencia de que el varón es el sexo superior. En la Iglesia Católica, el hecho de que solamente los varones puedan ser sacerdotes expresa esa superioridad.
La creencia sexista de que el varón es superior a la mujer ha justificado la opresión de las mujeres, a las que por largo tiempo se les negó igualdad de trato y oportunidades. Incluso cuando se inician los primeros procesos de cambio social que van conduciendo hacia la igualdad, la opresión sigue existiendo bajo diversas formas.
Por tanto, hay que comenzar por reconocer que la opresión de la mujer existe y se mantiene. Luego podemos atribuirle causas, determinar en qué campos siguen existiendo desigualdades, y proponer abordajes para que el poder concentrado en los varones sea equiparado por el de las mujeres. De otro modo, la disparidad de poder seguirá generando opresión.
Estos temas deben reflexionarse dentro de la cotidianeidad, y servir para analizar la realidad, dentro y fuera del aula.
FEMINEIDAD Y MASCULINIDAD
Como hemos consignado en el Apunte 1, la MATERNIDAD es una característica natural, biológica y propia de la mujer, y tradicionalmente se le ha asignado un importante valor simbólico dentro del concepto de Femineidad.
Éste, a su vez, se define por oposición a la MASCULINIDAD. Masculinidad vs. Femineidad es uno de los criterios binarios fundamentales para interpretar la realidad de las relaciones entre los sexos.
Ambas categorías pueden mostrarse, según las diversas culturas y contextos, a través de diversos arquetipos: en la Argentina de 1940 las esculturas y grabados de Perlotti mostraban la maternidad arquetípica; en Francia, el filme Beau Travail muestra una masculinidad arquetípica en un contexto colonial francés.
(Ambas expresiones artísticas son temas posibles de Ensayo (=Trabajo Práctico) para aprobación del curso)
ROLES DE GÉNERO
Inventario de Roles de Género de Sandra Bem:
Sandra Bem es una importante investigadora y feminista, que en 1974 desarrolló el Inventario de Roles de Sexo de Bem (Bem Sex Role Inventory).
Esta enumeración de roles y funciones hecha por Sandra Bem son preguntas que definen la masculinidad o la femineidad, en razón de las diferencias registradas entre hombres y mujeres.
La masculinidad o femineidad resultantes dan puntajes de muy alto a muy bajo, lo que nos permite hablar de femineidad o masculinidad alta o intenta, mediana o baja.
ANDROGINIA
En la Introducción a la Educación Sexual nos expandimos sobre la masculinidad de las mujeres y la femineidad de los varones, marcando que las mujeres masculinas son una importante minoría dentro de la totalidad de las mujeres, pero que los varones afeminados son una minoría mucho más pequeña dentro de la totalidad de los varones; mujeres masculinas y varones afeminados son minorías asimétricas.
Esta existencia de rasgos de un sexo en el otro, y como consecuencia la aparición de hombres atípicos (femeninos) y mujeres atípicas (masculinas) no es sólo una apreciación subjetiva. Se hace un primer abordaje a través de la apariencia y los modales de la otra persona, pero se puede medir objetivamente mediante un instrumento sicométrico que en este caso es una escala de masculinidad y femineidad, basada en un cuestionario modelo.
Hay varios ejemplos, pero uno de los más antiguos y difundidos es el Inventario de Roles Genéricos de Sandra Bem. (Ver en Bibliografía)
El sentido histórico de la androginia propuesta como concepto por Sandra Bem probablemente ha estado errado, pero el concepto en sí sirvió para mostrar cómo la diversidad está presente también en el género, y que la mayor o menor masculinidad de una mujer no significan necesariamente orientación sexual (aunque la mayor o menor femineidad de un hombre sí puede ser buen predictor de su homosexualidad o bisexualidad futura).
SIMBOLOS ARQUETIPICOS: ROSA Y AZUL (CELESTE)
La idea de que la mujer es rosa y el varón celeste está decayendo, pero es una marcación simbólica de lo masculino y lo femenino que está intensamente presente en la cultura, incluso más allá de lo enseñado por la familia.
Los testimonios de los maestros y maestras de jardín de infantes, cuando no están influidos por una toma de partido previo, indican que niños y niñas siguen exigiendo celeste para unos y rosa para otros, y que buena parte de la educación de preprimaria consiste en el o la docente refunfuñando “bueno, pero no importa, es un color igual que el amarillo, son colores nada más”.
Un jefe de familia asistente a estos cursos cuenta que sus hijos le protestan por no comprar jabones con los colores adecuados, y que él resiste explicando “jabón es jabón”. Cfr. Con las dos propagandas de AXE y jabón de mujer o jabón de varón.
LOS BINOMIOS
Sexo y género son conceptos relacionados con los se relaciona con los binomios masculino / femenino, hombre / mujer, y sirven para entender las complejas relaciones que se entablan entre los dos sexos.
En varios contextos y usos sexo y género son sinónimos, y cuando lo son se prueba mostrando que son intercambiables: sexo femenino, género femenino. Rara vez hay una diferencia de matiz; en ese caso, son casi sinónimos.
Pero el uso técnico que les vamos a dar en este curso y que han ido cobrando a lo largo de la última mitad del siglo XX tiene importantes implicancias políticas.
EL GÉNERO SOCIOPOLÍTICO Y EL GÉNERO GRAMATICAL
El género, condenado por la Iglesia Católica y base de una teoría de interpretación de las relaciones humanas, tiene implicancias políticas. El género gramatical no las tiene: es un sistema de categorización de nombres mediante la clasificación en géneros demostrada por la concordancia con los adjetivos terminados en a o en o, y anunciada por artículos el o la, con sus correspondientes casos especiales.
El género gramatical no implica sexo. No tiene sentido real. No corresponde a características femeninas o femeninas, ni neutras. (Cfr. Artículo de Marta Lamas en Bibliografía). Las cosas, que ontológicamente serían neutras, en castellano son o bien femeninas o masculinas. Esto, eso o aquello, que gramaticalmente son neutros como herencia remanente del latín originario del que deriva nuestro idioma, son intercambiables y reemplazables con las expresiones esta cosa, esa cosa, aquella cosa, que son gramaticalmente femeninas pero que ontológicamente denominan entes neutros.
ATRIBUCIONES GENÉRICAS (SEGÚN EL SEXO)
Efectuar atribuciones (adjetivaciones) a cada uno de los sexos es un uso difundido, que se ha transformado en un acervo cognosctivo tradicional que pasa de generación en generación.
No es un conocimiento positivo o exacto, y menos científico: sus enunciados no pretenden tener el nivel de persuasión de una aseveración como “La Tierra es el tercer planeta del Sistema Solar”. Pero son enunciados habituales y persuasivos, nacidos de una constatación de los hechos comparados con la propia experiencia y los conocimientos tradicionales adquiridos, y una generalización en el nivel de cada sexo donde se pierden las diferencias de minoría a favor de las afirmaciones de mayoría.
Si bien no son ámbitos idénticos, una de las formas de abordar el género es discurrir sobre las diferencias entre sexos. Decir las mujeres son tiernas y los varones son secos implica una diferencia de comportamiento en la expresión de la emoción, enm relación con la mayoría de cada sexo pero dejando a salvo los caracteres minoritarios e individuales.
La reacción social ante estas conductas es axiológica. Hasta hace poco ambos enunciados eran asociados con valores positivos, y por ende sus enunciados contrarios eran asociados con disvalores (valores negativos). Sin embargo, hoy en día en ciertas circunstancias no es desdoro la aparición de varones que lloran en cámara. Este deslizamiento en el sistema social de valores se expresa en la estructura lingüística: los periodistas relatan “se quebró”, por decir “se puso a llorar, no pudo seguir verbalizando lógicamente sobre lo sucedido”. La mera elección del verbo quebrarse para este nuevo uso indica la atribución de rigidez al enunciado contrario (los varones son secos), con lo cual se produce en ese enunciado un conflicto de valores: hay dos atribuciones axiológicas positivas a conductas contrarias.
La expresión lingüística evoluciona de acuerdo con las motivaciones del hablante, y el no ser sancionado sino autorizado y perdonado por expresar públicamente una emoción que le impide responder en un contexto donde se hubiera necesitado dar una respuesta es una motivación muy poderosa para no intentar conducirse de acuerdo con la norma de los varones, que solía responder a la máxima social “los hombres no lloran”. Esta frase, natural (“naturalizada”) hace cuarenta años, está dejando de ser usada como reproche ante un chico que se cae y se lastima.
En este aspecto, la norma de conducta está construida socialmente, ya que responde a un aprendizaje. Sin embargo, esto no significa ni que todas las normas estén construidas socialmente ni que todas los elementos constitutivos de la norma tengan igual origen
DIFERENCIAS COMPORTAMENTALES ENTRE SEXOS
En la década del sesenta y en mi propia familia ampliada convivían dos conceptos distintos de los roles genéricos. Mi madre había educado a sus hijos en lavar y secar los platos, pero en los almuerzos y cenas ampliados donde estaban presentes mis primos a mí ellos me susurraban que lo que mi madre me ordenaba hacer no era trabajo de hombres.
Por tanto, la rama paterna de mi familia, que no permitía que los hijos hiciesen trabajos domésticos, era más conservadora que mi propia familia nuclear, donde la esposa y madre mía era profesora de química, profesión y especialidad que eran y no eran cosas de mujeres en la época. Sí lo era la docencia, pero no la química.
Hoy, a comienzos del siglo XXI, hace ya un cuarto de siglo que ha dejado de ser desdoro para los hombres hacer trabajo doméstico. Esto no significa que los hijos varones como grupo se hayan hecho cargo de esa tarea en los hogares, pero al menos no hay detrimento a la masculinidad si alguien lava un plato, y el reproche de las mujeres a los hombres es “ni siquiera lava una taza”, lo que se ve más como un defecto de haraganería que como una virtud masculina.
Estos procesos merced a los cuales el sujeto percipiente, tanto hombres como mujeres, atribuyen valores a las conductas y las transforman en virtudes o defectos se llama “de construcción social”, ya que ha sido adquirido y proviene de la educación. No existía previamente en la mente, y la mayor o menor convicción con que se desempeñen esas conductas dependen de la ideología de género que cada sujeto sostenga consciente o inconscientemente.
DIFERENCIAS BIOLÓGICAS Y GENÉRICAS ENTRE SEXOS
En sentido técnico, las diferencias biológicas son “diferencias sexuales”, en tanto que las diferencias comportamentales, si bien en muchísimos textos y contextos se llaman también “diferencias sexuales” aprovechando la sinonimia a que hicimos referencia anteriormente, preferiblemente serán designadas “diferencias genéricas” en este curso, para mostrar su origen de aprendizaje y sus consecuencias de consumo y reposición de energías. Están directamente ligadas con el mundo del trabajo, ya que en general el ámbito público es el perteneciente al trabajo, y el hogar es el lugar del descanso y la recomposición de energías; dicho de otra manera, la actividad laboral del mundo externo es consumidora de energías, que los varones reponen en el hogar, en tanto que el hogar es también consumidor de energías para las mujeres, que si tienen trabajo fuera del hogar se encuentran con menos tiempo de descanso y reposición de energías.
Las diferencias biológicas y anatómicas entre los hombres y las mujeres, en cambio, son innegables y responden a una realidad percibida por promedios. Si bien hay un amplio margen para las diferencias individuales y una amplia superposición entre las dos curvas de campana con que se grafican las diferencias entre grupos, en general es correcto afirmar que el cuerpo de los hombres es más grande y que el de las mujeres es más chico; hay diferencias de desarrollo que pueden corresponder a diferencias lingüísticas, como en los senos y las tetillas, que son idénticos en ambos sexos en la infancia y se diferencian después de la pubertad, y otras que no tienen nombre específico pero que se advierten, como la diferencia de crecimiento y alargamiento de los huesos en hombres y mujeres.
LAS HORMONAS
Las hormonas son productos químicos producidos por las glándulas, que se unen a los receptores de las membranas celulares e influyen en la expresión de los genes. Todas las hormonas, en un sentido u otro, favorecen o inhiben la acción de las células a las que se adhieren y en las que ingresan-
Las hormonas no tienen sexo. Se habla de “hormonas sexuales”, pero es una tradición linguística engañosa, nacida de que la historia de la medicina creyó que había una hormona carácterística del varón y otra característica de la mujer.. La testosterona se produce en las glándulas adrenales y en los testículos; como las mujeres tienen solamente glándulas adrenales, en sus cuerpos hay diez veces menos testosterona que en el de los varones.
Varones y mujeres producen estrógenos; pero el efecto de los estrógenos en las mujeres es claro, porque al haber poca testosterona es la hormona dominante. En cambio, el efecto de los estrógenos en los varones está enmascarado por la gran cantidad de testosterona producida por los testículos.
Las hormonas determinan muchas variaciones en la expresión de los genes, por lo que determinan el crecimiento (o la inhibición de crecimiento) de muchas partes del cuerpo. Por eso las mujeres, después que se liberan en el torrente sanguíneo las hormonas de la pubertad, desarrollan senos grandes, carnosos y cargados de grasa, en tanto que en la infancia las tetillas de mujeres y varones no se diferencian. Los varones, por su cuenta, como en la pubertad también producen grandes cantidades de hormonas de crecimiento, y las inhiben más tardíamente que las mujeres; por eso desarrollan huesos más largos y fuertes.
Es común en los libros hablar de hormonas femeninas y masculinas, pero en este curso reservaremos esos adjetivos para los hechos culturales, comportamentales y de aspecto y modales; por lo tanto, hablaremos de hormonas de varón para referirnos a la testosterona y hormonas de mujer para referirnos a los estrógenos y a las progesteronas, que se producen en relación con la maternidad.
INMUTABILIDAD DEL SEXO Y MUTABILIDAD DEL GÉNERO
En su origen y uso hasta hace muy poco tiempo sexo y género eran sinónimos, diferenciados por su etimología: sexo viene del latín sexus, género del griego genus.
Sexo es un participio del verbo secare, que significa cortar; género es un sustantivo que indica clase o tipo, y cuya primera acepción era raza, familia o tribu.
La especie humana se dividía (sexus) en dos, y cada una de sus partes era una genus (un grupo o categoría).
Al definir el género con predominio de sus caracteres sociohistóricos y al definir el sexo con predominio de sus caracteres anatómico biológicos, fenómeno que se desarrolla a fines del siglo XIX, se produce un cambio de visión fundamental: la oposición sexo vs. género se transforma en un nuevo instrumento intelectual con consecuencias políticas.
El género así concebido permite el cambio, porque en su génesis está la educación y el aprendizaje; si cambia la educación y las mamás dejan de repetir “los hombres no lloran”, o “dejá ese trapo que ése no es trabajo de hombre”, el aprendizaje se altera y abre una serie de posibilidades nuevas a la expresión de emociones en el varón y a su responsabilidad solidaria de compartir con su esposa el trabajo doméstico para impedir su agotamiento, con las consecuencias que éste puede tener sobre la perduración del casamiento.
Cuando los hombres se acostumbran a este nuevo aprendizaje y asumen como propias estas nuevas actitudes de expresividad y solidaridad, el sentido monolítico de identidad de cuerpo y conducta que en ese sexo ha prevalecido comienza a agrietarse cuando se adentra en la convicción de los individuos que la conducta es mutable a través del aprendizaje.
En esta nueva formulación intelectual binaria, el sexo se caracteriza por ser fijo. Lógicamente, sexo vs. género es una construcción intelectual, que implica un cierto grado de abstracción; en la realidad algunas diferencias que caracterizan al sexo y lo enfrentan al género son fijas, pero no son todas y algunas de ellas seguramente no son inmutables, porque existen la transexualidad y el travestismo, que en general ahora conforman un grupo denominado (aunque no a satisfacción de todos) “personas trans”
Las formas corporales características de cada sexo pueden modificarse a partir de las terapias hormonales y de los implantes de siliconas. Ciertamente estas técnicas, nacidas en la década del cincuenta, se han difundido ampliamente entre mujeres heterosexuales y en personas trans, pero el valor cosmético de este tipo de medicina ha hecho que un cierto grupo de hombres recurra también a estos implantes.
En lo que a nuestro tema respecta, la inmutabilidad del sexo aparentemente se tambalea cuando personas nacidas hombres giran su identidad hacia mujeres ayudándose con implantaciones de siliconas, con los que construyen senos y dan a las nalgas la característica redondez de la mujer.
Este hecho no cambia la formulación de la pregunta ¿puede cambiarse el sexo? Simplemente complejiza la respuesta. El sexo es un concepto complejo, donde entran diferentes niveles de análisis. Los niveles más cercanos a lo aparencial pueden cambiarse al punto de que un sujeto percipiente detecte una mujer, y no un varón (en general hay indicios del sexo originario y el cambio no es tan convincente) El transexual va más allá, y cambia quirúrgicamente la apariencia de los genitales que solamente puede ver una pareja sexual con la que se permita la desnudez..
A QUÉ SE LLAMA CAMBIO DE SEXO
Las diferencias de sexo son fijas, básicamente inmutables, y si hay cambios, nunca el cambio es total: es siempre, en mayor o menor grado, aparencial.
Cambiar el sexo es imposible, porque las reglas de la biología funcionan de modo distinto a las reglas de la sociedad, la cultura y las buenas maneras.
Hay en lo biológico un nivel aparencial, correspondiente a la piel y la anatomía externa; hay un nivel correspondiente a la anatomía interna, visible tan sólo por métodos quirúrgicos o por estudios médicos de imagen, que está apoyado sobre un nivel celular, ya invisible a los ojos. Este nivel a su vez se genera a partir del funcionamiento en el desarrollo de los cromosomas sexuales y autosómicos, que a su vez se apoyan en una biología molecular de cadenas de ADN donde la intervención linda con lo imposible.
El cambio real, profundo, de todos estos niveles, requiere eones, lapsos de tiempo inconcebibles para la mente humana.
La capacidad de cambio de la sociedad, comparada con la del cuerpo, es un relámpago. En menos de una generación se perdió el uso correcto de la b y la v. En menos de tres generaciones se perdió la capacidad de escribir en cursiva.
En lo individual, el cambio es distinto. El individuo decidido a cambiar su cuerpo en lo aparencial parte de limitar su vellosidad, luego altera las formas de su pecho y sus nalgas, simultáneamente se acostumbra a modales y vestimenta que le causan satisfacción y serenidad suficientes para justificar plenamente el esfuerzo de la transformación.
| Y, como grupo social, estamos subdivididos en subconjuntos que se parecen y se diferencian entre sí, y que albergan parecidos y diferencias dentro de sí mismos, y existe siempre un margen de variabilidad individual difícilmente mensurable. Las muestras estadísticas son la aproximación más grande que podemos tener a la verificación de la absoluta diversidad de la naturaleza, y a los parecidos y diferencias intergrupales e intragupales que forman la dinámica de esa diversidad.
Lo que se llama cambio de sexo es un cambio de cirugía cosmética algo más profundo que el cambio generado por hormonas, depilación, siliconas, vestimenta y modales, que altera la anatomía interna, priva de los órganos externos del varón y los reemplaza por una neovagina reconstruida con piel sensible, tomada del pene. El orgasmo de esta neovagina y del neoclítoris construido son, por supuesto, distintos del orgasmo de una persona nacida mujer, pero pueden ser muy satisfactorios, aunque los transexuales operados se los define como difíciles.
Se puede cambiar el sexo de un transexual de varón a mujer, pero no se pueden implantar ovarios, no se puede alterar la composición cromosómica y los circuitos neuronales cerebrales quedan intactos. Y es en estos donde está la esencia del ser varón o ser mujer, o de tener rasgos femeninos o rasgos masculinos.
CEREBRO DE HOMBRE Y CEREBRO DE MUJER
El cerebro es el órgano que nos permite analizar las situaciones y darles respuesta. Evalúa las posibilidades y peligros potenciales de cada situación y contexto, y de su mayor o menor acierto depende la vida del sujeto y el éxito o fracaso que el sujeto experimente al ir viviendo.
¿Son iguales los cerebros del hombre y la mujer, no en el sentido de su anatomía y tamaño, sino en su capacidad de analizar situaciones y darles respuesta? También tenemos que preguntarnos sobre el modo de procesamiento de la información que permite el análisis y conduce a la respuesta; porque máquinas muy distintas pueden, funcionando diferentemente, servir mismo fin y ser igual de eficaces, como por ejemplo lo hacen los relojes digitales en comparación con los relojes de cuerda.
Una analogía sumamente ilustrativa es la de la computación moderna. Los dispositivos tecnológicos que forman el hardware son comparables a la anatomía; la forma en que circula la energía por esos dispositivos es la fisiología; y el software, que son los diferentes sistemas con los que la computadora enfrenta los diferentes problemas a analizar y resolver, son las diversas redes neuronales que se van formando con el correr del tiempo y permiten el funcionamiento sistemático del cerebro. Las variaciones no afectan la capacidad de procesar datos. ¿Funcionamos entonces por lo que entra al cerebro mediante el aprendizaje?
Se puede imaginar que el cerebro es el mismo en un hombre y una mujer, e incluso que son computadoras vacías, donde la experiencia instala el sistema operativo.
Las diferencias de tamaño del cerebro del varón y de la mujer son poco trascendentes. Importa la correlación entre masa corporal y tamaño cerebral; un cuerpo de varón, que es mayor, tiene un cerebro más grande; pero el cuerpo de una mujer, que más pequeño, tiene un cerebro más pequeño. La proporción de cuerpo dedicado a cerebro es similar en ambos sexos.