Peplau&Cochrane1998Una perspectiva relacional de la homosexualidad

En D. P. McWhirter, S. A. Sanders, & J. M. Reinisch (Eds.), Homosexualidad/Heterosexualidad: Conceptos de Orientación Sexual, páginas 321-349. Nueva York: Oxford UniversityPress, 1990.

Capítulo 19

Una perspectiva relacional de la Homosexualidad

Letitia Anne Peplau and Susan D. Cochran

La investigación sobre las relaciones interpersonales de las lesbianas y los varones gays presenta una dirección relativamente nueva en el estudio de la Homosexualidad. Solamente durante la década pasada han emergido estudios de relaciones homosexuales estrechas como una perspectiva científica reconocible de la homosexualidad (véanse las reseñas deBlumstein& Schwartz, 1983; Harry, 1983; Larson, 1982; McWhirter&Mattison, 1984; Peplau, 1982; Peplau& Amaro, 1982; Peplau& Gordon, 1983). En este capítulo, examinamos las relaciones estrechas de varones gays y lesbianas. Comenzamos diseñando temas importantes que surgen al usar una perspectiva de relación para estudiar las experiencias homosexuales. Después discutimos las metas de la investigación de relaciones. Concluidos con una reseña de los resultados empíricos recientes de parejas homosexuales de los Estados Unidos.

Tres Perspectivas de la Homosexualidad

La experiencia humana puede ser estudiada desde muchas perspectivas. Para entender un abordaje relacional, es útil contrastarlo con dos perspectivas más establecidas de la homosexualidad, abordajes que se concentra en el individuo o en la sociedad o cultura.

La mayor parte de la investigación sobre Homosexualidad ha tomado al individuocomo foco de su análisis. El trabajo pionero de Kinsey investigó la conductas sexuales delindividuo y usó la información biográfica para ubicar a la persona en un continuo que va desde la homosexualidad exclusiva a la heterosexualidad exclusiva. Otros abordajes individualistas incluyen estudios de las características de personalidad, bienestar sicológico e historias de vida de hombres gays y lesbianas (e.g., Morin, 1976). Un trabajo más reciente que explore la “identidad” homosexual individual (véaseCass, Capítulo 14 deeste volumen; De Cecco&Shively, 1984; Shively, Jones, & De Cecco, 1984) también representa un análisis centrado en la persona. Estas líneas de indagación tienen en común su foco en describir y/o explicarla conducta y experiencias subjetivas de los individuos. Lo que a menudo pasan por algo los abordajes individuales, sin embargo, es el grado en el que la homosexualidad también involucra experiencias interpersonales y conductas que se producen entre dos personas del mismo sexo.

Los análisis socioculturales, emprendidos típicamente por los antropólogos, los historiadores y los sociólogos, se concentran en la construcción social de patrones [societal patterning]de la homosexualidad. Los investigadores socioculturales buscan describir y explicar las reacciones sociales a la homosexualidad, las variaciones culturales y subculturales en la homosexualidad, las reglas sociales e instituciones que regulan la homosexualidad, y siguen en esta línea. Por ejemplo, el análisis histórico deBoswell (1980), que rastrea las actitudes sociales hacia la Homosexualidad a ´partir del comienzo de la era Cristiana hasta el siglo XIV, mostró que ha habido períodos de relativa tolerancia hacia los homosexuales, y cuestionó el papel de la cristiandad en el moldeado de la intolerancia hacia la homosexualidad. La etnografía de Herdt (1981, 1987) de los sambia proveyó una descripción detallada de la naturaleza y significado social de la Homosexualidad del varón ritualizada dentro de una tribu de Nueva Guinea. Más cerca de nosotros, el relato sociológico temprano de Warren(1974) del “mundo gay” describía rasgos tales de la comunidad gay como los bares gays, los estilos de socialización, los vocabularios e ideologías gays, y las estrategias para mantener el secreto. El trabajo de Wolf (1980) describió el desarrollo de una comunidad lésbica feminista en San Francisco a mediados de la década de 1970. Lo que estas investigaciones tienen en común es su preocupación con describir las instituciones sociales y las actitudes públicas concernientes a la homosexualidad.

En contraste, una perspectiva de relación toma como fenómeno de interés central las relaciones sexuales y románticas que se producen entre miembros de parejas del mismo sexo. Como lo advirtieron De CeccoyShively (1984), una perspectiva relacional cambia el foco de la indagación “desde los individuos aislados a sus asociones mutuas” (p. 1). Una perspectiva relacional busca describir las características de los emparejamientos homosexuales, dirigiéndose hacia temas tales como el grado de compromiso en las relaciones gays, el balance de poder entre los miembros de la pareja y la naturaleza de la expresión sexual en las parejas de largo plazo. Una perspectiva relacional también explora las metas y valores que los individuos tienen en cuanto a las relaciones y a sus experiencias subjetivas en las relaciones. Otra meta posterior de la investigación relacional es analizar las causas de las variaciones entre las parejas homosexuales y comprender los factores que conducen a las relaciones a cambiar con el tiempo.

Temas Conceptuales en el Estudio de las Relaciones Homosexuales

Una primera pregunta para quienes se interesan en relaciones gays y lésbicas es aparentemente obvia: “¿Qué es una relación homosexual?” Una respuesta a la pregunta la proveen los criterios específicos o definiciones operacionales que los investigadores empíricos usan cuando están reclutando la participación de miembros de parejas homosexuales. En la práctica, los investigadores generalmente han estudiado relaciones romántico/ sexuales de cierta duración entre miembros de parejas que se describen a sí mismos como gays, lesbianasu homosexuales. Por ejemplo, en su estudio de parejas de varones gays, McWhirteryMattison (1984) incluyeron como participantes solamente a parejas de varones que hubieran vivido juntos en la misma casa al menos por un año y que se consideraran que ellos eran una “pareja.” En unestudio de relaciones lésbicas, Mays (1986) identificó participantes elegibles pidiéndoles a las mujeres que indicaran si estaban en ese momento en una  “relación romántico / sexual seria y comprometida con una mujer.” En un estudio comparativo de relaciones lésbicas, heterosexuales y de varones gays, Duffy y Rusbult (1986) usaron un criterio más amplio que ´permitía a los participantes describir cualquier relación, pasada o presente, de cualquier duración y cualquier nivel de seriedad. Estos ejemplos dejan claro que la investigación actual abarca un agama de relaciones, y que algunos investigadores usan definiciones operacionales considerablemente más restrictivas que otros sobre las relaciones homosexuales.

Se ha prestado poca atención a los temas conceptuales más difíciles, involucrados en la definición de una relación homosexual. En un artículo muy lleno de comprensiones titulado “La Falacia de la Precisión Colocada en el Lugar Incorrecto,” Koertge (1984) usó ejemplos de la historia de la ciencia para argumentar que la investigación actual sobre homosexualidad puede beneficiarse con el uso de “conceptos en manojo” [“clusterconcepts”] y “conjuntos enmarañados”[“fuzzy sets].”Koertge argumentaba convincentemente que los esfuerzos para imponer definiciones únicas y rígidamente precisas en el trabajo sobre homosexualidad son prematuros. Estamos de acuerdo, y creemos útil considerar algunas de los temas difíciles involucrados en la conceptualización del significado de una “relación homosexual”—es decir, lo que queremos decir con “relación” y cuándo consideraremos que una relación es “homosexual.”

¿Qué es una Relación?

Creemos que es esencial conceptualizar las relaciones homosexuales sin usar la heterosexualidad como modelo o norma. Las presunciones sobre las relaciones basadas en los valores y las experiencias de los heterosexuales pueden no necesariamente aplicarse a las parejas gays y lésbicas. El grado en el que las relaciones reales gays y lésbicas se parecen a los casamientos heterosexuales es una pregunta abierta: y no debería ser una presunción implícita que guíe las hipótesis y prácticas de la investigación. En lugar de ello, argumentamos a favor de un concepto más amplio de las relaciones. Para estos propósitos, un punto de partida útil es el provisto por el libro Relaciones Estrechas [CloseRelationships]deKelley et al. (1983).

Kelley et al. presentaron un marco para entender la gama de relaciones humanas estrechas y definieron relaciones estrechas en los términos que pueden ser aplicados a las relaciones con amantes, amigos, familia, colegas y otros. La característica clave de cualquier relación es que las dos personas son interdependientes, que cada miembro de la pareja influye en el otro. Las relaciones pueden variar desde encuentros pasajeros entre desconocidos a relaciones duraderas entre miembros de la pareja cuyas vidas están profundamente entrelazadas. De interés central son lasrelaciones estrechas, las que son a la vez relativamente duraderas e importantes para los participantes. En términos técnicos, Kelley et al. definieron como relaciones estrechas a las que involucran cuatro ingredientes medulares.

1.                      Los miembros de la pareja interactúan o se afectan de otro modoel uno al otro frecuentemente. En la mayoría de los casos, las personas en relaciones estrechas se ven a menudo. Pero cuando los miembros de la pareja están separados, su influencia mutua puede continuar porque piensan el uno en el otro, toman acciones en nombre del otro, hacen planes para actividades conjuntas futuras, y así se sigue.

2.                      La influencia que los miembros de la pareja tienen el uno en el otro esfuertee intensa. Esto podría significar que los miembros de la pareja pueden crear Fuertes sentimientos positivos o negativos cada uno en el otro, que son altamente dependientes de la relación para satisfacer importantes necesidades sicológicas o materiales, que son capaces de cambiar los pensamientos y conductas el uno del otro de modos importantes, y así siguiendo.

3.           La influencia que los miembros de la pareja tienen el uno en el otro cubre un agama de actividades, dominios o tópicosdiversos. En una relación romántica estrecha, por ejemplo, los miembros de la pareja pueden hablar sobre muchos temas, pasar tiempo en diversos emprendimientos de holganza, intercambiar consejo y regalos, comunicarse tanto verbal como físicamente, crear un círculo de amigos mutuos, o dar comienzo al establecimiento de una casa conjunta.

4.           Las relaciones estrechas se caracterizan por una duraciónrelativamente larga.

En suma, las relaciones estrechas son asociaciones influyentes en la que los miembros de la pareja tienen un gran monto de impacto el uno en el otro.

Esta definición identifica las características medulares comunes a todas las relaciones estrechas. La definición está deliberadamente fraseada en términos muy generales que pueden abarcan una amplia gama de diferentes tipos de emparejamientos. Muchos otras posibles características de las relaciones (si los miembros de la pareja son varones o mujeres, si los miembros de la pareja se aman el uno al otro o si se sienten comprometidos, si la relación involucre conducta sexual, si los miembros de la pareja comparten igualmente el poder, si la influencia que los miembros de la pareja tienen el uno en el otro es “buena” o “mala,” si la relación está formalmente reconocida y es aprobada por la sociedad, y demás cosas similares) son todas ellas vistas como dimensiones a lo largo de las cuales las relaciones estrechas pueden variar significativamente.A decir verdad, la descripción e la variación y la diversidad entre relaciones estrechas es una importante meta de investigación.

¿Cuándo es Homosexual una Relación?

Más difícil que definir una relación es especificar cuándo una relación es “homosexual.” De todas las relaciones estrechas del mismo sexo entre amigos, parientes, compañeros de trabajo, conocidos u otros, ¿cuáles deben ser consideradas relaciones homosexuales? Los científicos sociales probablemente estarían de acuerdo en el prototipo o la descripción más típica de una relación homosexual en nuestra sociedad, es decir, una pareja en la que los miembros del mismo se construyen una vida juntos que incluye tanto amor como sexo. ¿Pero qué decir de los otros casos: dos mujeres que viven juntas como miembros amorosos de una pareja pero que no tienen sexo entre sí? ¿Universitarios compañeros de cuarto [Collegeroommates]que tienen un largo affairsexual pero que insisten en que ellos “no son gays” y que simplemente aman a esta pareja en especial? ¿Una pareja de largo plazo que continua viviendo junta, incluso después de que el interés sexual y el amor apasionado han desaparecido? Ejemplos como estos hacen surgir dilemas sobre conceptualizar las relaciones homosexuales. Intentado para definir las características medulares de una relaciónhomosexual estrecha.

SEXO Y AMOR

Un abordaje para definir las relaciones homosexuales se concentra en características específicas de las relaciones del mismo sexo, y lo más común es que sean la Sexualidad y el amor.En esta opinión, una relación estrecha del mismo sexo es homosexual si, o solamente si, los miembros de la pareja tienen sexo y / o experimentan amor.

Una idea ha sido que la sexualidades crucial para definir las relaciones homosexuales. Por ejemplo, De Cecco and Shively (1984) argumentaron en favor del valor de cambiar el discurso sobre la Homosexualidad dejando la “identidad sexual” para pasar a las “relaciones sexuales” (p. 14). Bullough (1984) se hizo eco de este punto, alentando “el intento de apartarnos de la igualización de la igualación de la homosexualidad con la identidad sexual” y pasar a “enfatizar la conducta sexual” (pp. 3, 5). Ciertamente en la mente del público es el hecho de que se produzca sexo entre miembros de una pareja del mismo sexo lo que más prestamente distingue a la homosexualidad de la heterosexualidad. Los participantes en relaciones del mismo sexo pueden ellos mismos usar el interés o la conducta sexual como evidencia de si una relación es una relación homosexual, y no una amistad platónica. Por ejemplo, cuando nosotros (Peplau, Cochrane, &Mays, 1986) les preguntamos a una gran muestra de lesbianas negras si estaban o no en una relación lésbica “seria y comprometida”, todas las que respondieron que sí indicaron que habían tenido sexo con su pareja. Esto no es necesariamente cierto referido a los heterosexuales, que pueden considerar que están saliendo con alguien [to be dating] o estar involucrados sin tener sexo. Al carecer de las instituciones sociales que definen y estructuran el cortejo y casamiento heterosexual en los Estados Unidos, los homosexuales pueden subrayar el hecho de que se produzca conducta sexual como una clave para rotular sus propias relaciones del mismo sexo.

Hacer foco en la sexualidad como la característica distintiva de las relaciones homosexuales implica varias dificultades, sin embargo. Una es el problema de definir la sexualidad y especificar si la sexualidad debe involucrar explícitamente actos genitales, o si puede ser construida más ampliamente para incluir otras formas de afecto físico y/o a la sexualidad “latente”. De Cecco y Shively (1984) reconocieron esta dificultad cuando escribieron que “sigue sin estar respondida la pregunta de qué distingue una relación sexual de una que no es sexual” (p. 2).

Además, el uso del sexo como criterio de definición parece, por omisión, pasar por alto otras facetas de una relación tales como el amor, la comunicación, el compromiso y las actividades compartidas que puede ser de igual o mayor importancia, sea para los miembros de la pareja o para los investigadores. El criterio de interacción sexual también parece excluir de consideración a los miembros de las parejas cuyo amor y compromiso no se expresan en actos sexuales, y deja incierto el estatus de las parejas cuya relación puede una vez haber sido sexual pero que continúa subsiguientemente sin actividad sexual. En un debate sobre lesbianas contemporáneas, Miller y Fowlkes (1980) directamente dejaron fuera de cuenta la utilidad del sexo como criterio de definición:

Para Masters y Johnson, como para Kinsey, el acto sexual es el problema. También es un problema para el resto de la investigación contemporánea sobre lesbianismo, pero aquí es un problema porque no es problema. En trabajos eruditos recientes [sobre lesbianas], hay un acuerdo sumamente difundido en que el acto sexual en sí mismo no es un área fructífera para el estudio, (p. 797)

Un hincapié similar lo hizo Faderman (1984) en sudiscusión de las feministas lésbicas contemporáneas:

Las mujeres que han llegado al lesbianismo a través del feminismo radical rechazan la idea de que lesbianasea una identidad sexual ….La actividad sexual es para ellas, en general, solamente un aspecto, y quizás un aspecto relativamente no importante, de su compromiso con un estilo de vida lésbico. . . . Las lesbianas feministas definen el lesbianismo en términos mucho más inclusivos: El sentido íntegro de sí misma de una lesbiana se centra en las mujeres. Si bien las energías sexuales no se descuentan, solas no crean a la feminista lesbiana, (pp. 86-87)

Tiene mucho sentido Incluir a la sexualidad como una característica clave en el”conjunto enmarañado”[“fuzzyset”]que define el prototipo de una relación homosexual en los Estados Unidos contemporáneos, pero parece poco sabio requerir que la interacción sexual sea un criterio en todos los casos.

Otro elemento clave en la definición de las relaciones homosexuales concierne a la cualidad emocional de unarelación y la experiencia de amor entre los miembros de la pareja. Por ejemplo, al discurrir sobre las relaciones de las mujeres en el siglo XIX,Faderman (1981) argumentó que el términolesbianadescribe una relaciónen las que las emociones y afectos más fuertes de dos mujeres se dirigen de la una a la otra.El contacto sexual puede ser una parte de la relación en un grado mayor o menor, o puede estar enteramente ausente.

Por preferencia las dos mujeres pasan la mayor parte de su tiempo juntas y comparten la una con la otra la mayoría de los aspectos de sus vidas. … [Creo que la mayoría] de las relaciones de amor de mujeres antes del siglo XX probablemente eran no genitales, (pp. 17-18)

Faderman también proveyó la interesante observación de que muchos de los casos “lésbicos” cases sobre los que discurrían Havelock Ellis, Sigmund Freud y otros sexólogos tempranos eran mujeres victorianas cuyas relaciones de amor del mismo sexo eran no genitales.

El dilema de si el amor o el sexo o ambos son requisitos para una relación homosexual no había sido resuelto. Nos parece que el género a veces juega una parte en cómo estas personas pensaban sobre el asunto.Parece más probable que los observadores tengan mayor probabilidad de subrayarla sexualidad al discurrir sobre las relaciones de los hombres y que se concentren en el amor al discurrir sobre las relaciones llésbicas. Esto puede, en alguna medida, reflejar el modo en que las lesbianas y los varones gays conceptualizan y hablan ellos mismos sobre sus sobre sus propias relaciones. También podemos especular que los investigadores varones y mujeres pueden diferir en la importancia relativaque asignen al amor y al sexo en su investigación académica sobre relaciones homosexuales. No estamos seguros de la precision de estas impresiones ni estamos seguros sobre sus posibles origenes de la socialización de rol de género y estereotipos, perocreemos que el tópico merece un examen más profundo.

Como investigadores relacionales, proponemos que ninguno de los dos, ni el sexo ni el amor, sean tomados como necesarios o como criterio definicional exclusive par alas relaciones homosexuales. Insistir en cualquiera de los dos angostaría innecesariamente la gama de investigación en relaciones homosexuales. Cualquier investigador en particular, por supuesto necesita usar definiciones operacionales específicas de las relaciones gays o lésbicas. Algunos pudendecider, como lo hemos decidido nosotras miasmas, (Peplau&Coch­ran, 1981; Peplau, Cochran, .Rook, &Padesky, 1978), estudiar las relaciones que los vivir juntos o estar en una relación “seria/comprometida”, puede ser igualmente razonable. Pensamos que los científicos deberían considerar la definición de que el sexo y el amor son elementos comunes y potencialmente importantes en los prototipos culturales de las relaciones homosexuales pero no necesariamente como los criterios mejores o los únicos para que los investigadores los usen al definir científicamente las relaciones homosexuales. En terminus prácticos, sugterimos que los investigadores usen ínicesgenerals de relaciones estrechas, tales como mediciones objetivas de duración de la relación o del haber vivido juntos, y mediciones subjetivas de las percepciones que los miembros de la relación tienen de que ellos mismos son una “pareja’ o que tienen una relación seria o importante. Las medidas como éstas no prejuzgan las motivaciones de los miembros de la pareja en of thepartnersorthecharacter and quality of en cuaenlasnto al carácter o cualidd de la relación. En lugar de ello, las medidas propuestas permiten y alientan a los investiadores a indagar en las variaciones que se producen naturalmente en el amor y la conducta sexual en las relaciones homosexuales. Además, los investigadores bien pueden mostrarse preparados para usar multiples indicadores de relación homosexual en lugar de ase en un criterio único, como el de vivir juntos.

IDENTIDAD HOMOSEXUAL

Otro problema en la conceptualización de las relaciones homosexuals se centra en las identidades personales y/o sociales de los miembros de la relación. La mayoría de los investigadores han in­cluidoen su concepción de una relación homosexual que los miembros deben definir ellos mismos como gay, lesbiana u homosexual. Así, por ejem­plo, Mays (1986) excluyó de su estudio de las relaciones lésbicas a las que estaban en ese momento en una “relación seria / comprometida” pero que se describían a sí mismas como bisexuales. McWhirter et al ( 1984) requerían que los participantes en su estudio de parejas se definiesen ellos mismos como “hombres gays.” El criterio de que una relación sea “homosexual” solamente si los participantes se definen a sí mismos como tales tiene claros méritos. Permite a los investigadores describir sus resultados con mayor precision y provee una visión más homogénea de las relaciones homosexuales. Al hacerlo así, probablemente obliga a estudiar parejas que se aproximan más estrechamente a las ideas contemporáneas de relaciones homosexuales.

También tiene desventajas, sin embargo. Para quienes arguyen que la investigación en sexualidad debería apartarse de hacer foco en la identidad sexual para considerar que la investigación relacional es una alternativa de la investigación de identidad (De Cecco & Shively, 1984), el uso de la autoconciencia homosexual ­para definer las relaciones homosexuales es problemático. Un consideración más profunda del uso de un criterio de identidad puede estar pesadamente sesgada por las creencias y valores culturales norteamericanos. En nuestra sociedad, los individuos experimentan considerable presión para definirse a sí mismos dentro de categorías tales como gays, l­esbianas, heterosexuales o bisexuales. Como lo advierte Bullough (1984), las necesidades personales de autoidentificación y el impacto del movimiento gay alientan a los individuos a adoptar autorrótulos específicos de gays, lesbianas o bisexuales. En otras épocas y lugares, sin embargo, las personas homosexuales no han estado invariablemente asociadas con una identidad sexual o social homosexual. De acuerdo con Bullough (1984), “la homosexualidad existía, pero si se la define de acuerdo con los requerimientos del momento actual, resulta difícil identificar a quien fueron homosexuales en el pasado”

En cuanto investigadores, creemos que se deben hacer preguntas importantes sobre los variados vínculos entre la identidad personal y las experiencias de relaciones sexuales con el mismo sexo. En una crítica de una obra tradicional hecha por De Cecco y Shively (1984), estos autores advirtieron que la identidad sexual ha sido “concebida como una esencia, alojada interiormente dentro del cuerpo, lo que determina si el individuo tiene solamente parejas sexuales mujeres o parejas sexuales varones o ambos” (p. 2). Desde una perspectiva como ésta, las relaciones son una expresión y una consecuencia de las identidades sexuales, y también otros patrones son posibles. Para algunos, la primera experiencia de una relación del mismo sexo puede ser un factor fundamental que causa que una persona cuestione su identidad personal y adopte una nueva identidad como gay o lesbiana. También en otros casos las relaciones del mismo sexo puede ser anteriores a la identidad sexual. Por ejemplo, Vicinus (1984) proveyó una descripción de las intensas amistades o “crushes” que se desarrollaban en las escuelas de internado para niñas a fines del siglo XIX y que aunque estas relaciones a menudo eran apasionadas, no eran homosexuales. Tanto Tripp (1975) como Hencken (1984) han descrito procesos por los cuales los individuos pueden involucrarse en conducta homosexual pero evitar la autodefinición de ser gays.  Para ellos las aventuras casuales del mismo sexo [casual same-sex liaisons] pueden ser definidas simplemente como “experiencias” o “simplemente algo físico,” o pueden ser disculpadas porque la persona estaba soltera en ese momento. Para relaciones de mayor involucramiento, onships, se puede subrayar la “Amistad especial [special friendship]” de modo que la relación puede ser considerada como sentimientos únicos en su género por una pareja, que no tiene implicaciones en el sexo. Estos breves ejemplos indican que los vínculos entre relaciones e identidad personal pueden ser más o menos que lo que frecuentemente se asume, y merecen una investigación más profunda.

IMPLICACIONES DE INVESTIGACIÓN

La mayoría de las relaciones homoexuales no han debatido estos temas conceptuales en profundidad. Operacionalmente, los investigadores han definido las relaciones homosexuales sobre la base del character de la relación (e.g., vivir juntos,  definir la relación como “homosexual”), y por autodefinición de los participantes como gays o lesbianas. A los investigadores les resulta imprescindible hacer estas elecciones al operar con relaciones homosexuales. Alentamos a los investigadores que usan plenamente estas elecciones que tomen en consideración el uso de generalizaciones a partir de la investigación sobre relaciones estrechas, y a que usen múltiples focos para identificar relaciones homosexuales.

Creemos que una comprensión abarcadora de las relaciones homosexuals requerirá ampliar la gama de la investigación empírica en varias direcciones. Los estudios actuales han provisto mucha información sobre las que podrían ser consideradas relaciones homosexuals “prototípicas” en la Norteamerica de hoy,  La investigación se ha enfocado en parejas que se definen a sí mismas como homosexuales u cuya relación involiucra sexo. La investigación fugura se beneficiará del studio de las relaciones a partir del prototipo cultural, tal como las relaciones entre miembros de la pareja que experimentan pasión o compromiso sin parejas del mismo ssexo que se definan a sí mismos como algo  distinto de lo sexual, o personas que se informan sexo secuencial o simultáneo con parejas del mismo sexo y del otro sexo. Por ejemplo, tabto Ross (1984) como Rogers (1984) han sugerido que el sexo físico de un miembro de la pareja no es la base central basis de la atracción en las relaciones homosexuales, y que explorar estos temas debe hacerse en estudios que deben incluir bisexuales. En general, necesitams reconocer la diversidad entre relaciones homosexuales.

También creemos que serìa esencial ensanchar las compilación para entender las relaciones homosexuales. Ha sido bastante común en los investigadores comparar una relación con el mismo sexo con otra relación con el otro sexo, preguntando por ejemplo sobre la sexualidad o el amor en las parejas homosexuales vs. parejas heterosexuales. Sería igualmente iluminador considerar las relaciones en el contexto de otra relación del mismo sexo o sobre diferencias en las relaciones con los amigos más íntimos del mismo sexo versus otros amigos del mismo sexo. La provocativa “Historia de la Heterosexualidad y de la Existencia lésbica” (1980), de Adrienne Rich, usó un continuo de

“edad, a través de la vida de cada mujer y a través de la experiencia identificada con la mujer; no simplemente el hecho de que ella hubiera tenido o conscientemente hubiera deseado contacto genital sexual con una mujer. Si expnadimos esta definición para abrazar muchas más formas de intensidad entre mujeres, incluso dentro de un grupo, e incluyendo t simply the fa rica vida interior, la vinculación contra la tiranía del varón, el hecho de dar y recibir apoyel hecho de dar y recibir apoyo político ítico y y prácctico . . .comenzamos a aprenciar la amplitudede la historia y la sicología de la mujer que han quedado olvidadas como consecuencia de definiciones limitadas, en su mayor parte clínicas, de lesbianismo (pp. 648-649)”

}

Este continuo podría ser también propuesto para la explicarión de la gama de relaciones de un hombre con otros hombres. La implicación de los comentarios de Rich es considerer un agama total de relaciones del mismo sexo y no limitar las investigaciones a las que cumplen con las “pruebas” [“tests”] sociales prevalecientes de homosexualidd

 

Las Metas de la Investigación Relacional

De este modo ha emergido un campo interdisciplinario de indagac ión sobre relaciones (véase Gilmour & Duck, 1986; Hinde, 1979; Kelley et al  ). Este campo reconoce la importancia central de las relaciones para el amor, desde los primeros apegos entre recién nacido y progenitor hast alas relaciones de amor adultas, y los cínculos con amigos, vecinos y parientes. Este abordaje se enfoca en las preguntas sobre la naturaleza de las relaciones mismas, reconociendo la importancia de los factores individuales y sociales que moldean las relaciones. Nuestra propia perspectiva relacional de la sexualidad está fuertemente inspirada en este Nuevo trabajo de la ciencia social sobre las relaciones. Hablando en terminus amplios, la investigación relacionales tiene tres ingredients.

Como en toda la ciencia, la descripción adecuada es esencial; en este caso, esto signific a describer la naturaleza y diversidad de las relaciones homosexuals estrechas. Al hacerlo así, buscamos identificar las dimensiones clave que caracterizan estas relaciones y describir la gama de variación que muestran esas dimensiones. La descripción de las relaciones homosexuals debe hacerse con estudios de patrones de interacción en parejas y estudios de percepciones y actitudes sobre la relación, su  “experi­encia” de relación. Así, podríamos preguntar: ¿Cual es el meollo emocional de las relaciones homosexuales? ¿Cuál es la gama y significado de las parejas gays y lesbianas? ¿Es verdaderamente común que los miembros de la pareja compartan igualmente la toma de decisiones? ¿Qué tipo de problemas tienen las parejas homosexuales? ¿Hay cambios típicos en las parejas homosexuales que van desarrollándose con el tiempo?

Análisis causal. Una segunda meta es explicar la variación en las relaciones homosexuals analizando factores tales como los valores y las normas sociales que influyen en las parejas homosexuales. La mayoría de los análisis muy a menudo prefuntan cómo los factores individuales y sociales las afectan. Las preguntas causales pueden incluir las siguientes: ¿Por qué algunas relaciones son felices y satisfactorias, en tanto que otras son miserables y plagadas de tristeza? ¿Por qué algunas parejas de asociados están caracterizadas por la toma de decisiones compartida, en relaciones felices y satisfactorias, en tanto que otras son desdichadas y tienen un tomador de decisions claramente marcado? ¿Qué efectos tienen las diferencias de edad o ingresos en las parejas de varones? ¿Qué impacto tiene el movimiento de derechos gays en la naturaleza de las relaciones homosexuales? También resultan de interés los efectos que las relaciones homosexuales tienen sobre los indidivuos. Por ejemplo, ¿cómo afecta la experiencia de estar en una relación larga el sentido que tiene un individuo de su identidad personal y su bienestar siucológiico? ¿Qué efecto tienen las amistades románticas de las mujeres en el movimiento feminista o en el desarrollo de paridad en las profesiones de varón?

Construcción de teorías. Una tercera meta de la investigación relacional es la evaluación de las teorías sobre relaciones. Un abordate dap or sentada la aplicabilidad de las teorías generals a las relaciones homosexuals. ¿Pueden los principios de la teoría del intercambio social predecir la construcción de relaciones homosexuales? ¿Los modelos existentes de compromiso en relaciones ayudan a enender la longevidad de algunas relaciones gays y lésbicas? Otro abordaje teórico ha sido desarrollar nuevos modelos par alas relaciones gays o lésbicas. El modelo de estadios de desarrollo de relaciones gays fue propuesto por McWhirter y Mattison (1984)

Estudios de Relaciones de Varones Gays y Lesbianas en los Estados Unidos

En esta secciòn reseñamos investigaciòn conducida en los Estados Unidos sobre relaciones homosexuales. Nuestra meta es hacer resaltar los rasgos fundamentales e identificar nuevas direcciones de investigaciòn. Las limitaciones de espacio impiden hacer una reseña absolutamente abarcadora. La manayoría de los studios disponibles se refieren a individuos muy jóvenes,urbanos, primordialmente anglosajones. Aunque algunos han involucrado muestras suficientemente grandes, ninguno ha sido totalmente completo y representativo sea de lesbianas o de hombres gays.

La mayoría de las lesbianas y los hombres gays quieren tener relaciones duraderas estrec has Bell y Weinberg (1978)preguntaron a los homosexuals si para ellos era importante, y en qué grado, tener “un convenio permanente para vivir con una pareja homosexual” (p. 322). En su muestra, el 24% de las lesbianas y el 14% de los gays indicaron que era  “la cosa más importante de la vida;” 30 y 28% de los varones gays dijeron que era “muy importante.” Menos del 13% de las lesbianas y del 19% de los hombres gays indicaron que una relación permanente de vivir juntos  “no era importante de ningún modo’  y algunos de estos individuos pueden haber preferido una relación estrecha en la que los miembros de la pareja vivan separados.

Varios studios han investigado hasta qué grado las lesbianas y los hombres gays están en realidad involucrados en relacione es estrechas. En una encuesta de varones gays, entre el 40% y el 60% de los hombres indagadaso estaban en el momento involucrados en una relación estable (e.g., Bell & Weinberg, 1978; Harry, 1983; Jay & Young, 1977; Peplau & Cochran, 1981). Harry (1983) argumentaba que estas cifras podían subrepresentar la frecuencia real de las relaciones duraderas porque los hombres en relaciones de largo plazo tienden a ser algo mayors y tienen menos probabilidad de ir a los bares, y estos dos factores harían que estos hombres tuvieran menos probabilidad de ser incluidos en los estudios en curso. En estudios de lesbianas, entre el 45% y el 80% de las mujeres encuestadas estaban en el momento en una relación estable (Bell & Weinberg, 1978; Jay & Young, 1977; Peplau et al., 1978; Raphael & Robin­son, 1980). En la mayoría de los studios la proporción de lesbianas en relaciones duraderas estaba cerca del 75%.

Harry (1983, p. 225) estimaba que aproximadamente la mitad de todas las parejas gays de varones vivían juntas, comparadndo con tres curators aproximadamente de las parejas lésbica. Actualmente sabemos pocos sobre los factores que hacen que algunas parejas homosexuales vivan juntas y otras vivan separadas. Las causas posibles podrían incluir esfuerzos para mantener el secreto sobre ser gays, un rechazio del modelo de “casamiento” en el que los amantes deben vivir juntos, o ser reacios a juntar las finanzas en un solo pozo., o los requerimientos del trabajo de los miembros de la pareja y razones similares. Desde un punto de vista metodológico, los investigadores que utilizan el vivir junto como criterio para la selección de parejas homosexuals tendrán una muestra significativamente más restringida que los que usan otros criterios para determiner pareja, aunque no sabemos qué diferencias específicas crea una elección ee este tipo.

Estas estimaciones pueden no ser completamente representativaas de todas las lesbianas y los hombres gays de los Estados Unidos. Sugieren, sin embargo, que una gran proporción de homosexuals tienen una relación estrecha, y que una proporción superior de lesbianas comparadas con hombres gays pueden estar en relaciones estables. Todavía no tenemos Buena información sobre cómo factores tales como edad, etnicidad, o clase social influyen en la probabilidad de que los hombres gays y las lesbianas formen relaciones íntimas. Debería también subrayarse que aquellas lesbianas y hombres gays que no están en el momento del studio en una relación íntima son un grupo diverso. Incluyen personas que han terminado recientemente una relación est5recha a trav+es de una rupture o la mujer, personas que están deseosas de comenzar nuevas relaciones, y otras que por el momento no desean relaciones comprometidas.

La Calidad de las Relaciones Gays y Lésbicas: Satisfacción yAmor

Varios estudios han examinado la satisfacción en las relaciones de lesbianas y varones gays (e.g., Duffy &Rusbult, 1986; Jones & Bates, 1978; Kurdek&Schmitt, 1986a, 1986b; Peplau, Padesky, & Hamilton, 1982; Peplau et al., 1986). En general, la investigación ha encontrado que la mayoría de los hombres gays y las lesbianas perciben sus relaciones estrechas como satisfactorias y que los niveles de amor y satisfacción son similares para las parejas homosexuales y heterosexuales que están emparejadas en edad y otras características relevantes.

Estudios comparativos.E un studio temprano, Ramsey, Latham y Lindquist (1978) compararon muestras de 26 lesbianas, 27varones gays y 25 hparejas heterosexuales de California del Sur en la Escala Locke-Wallacede medición de ajuste “marital”. Todas las parejas tuvieron puntajes en la gama de “bien ajustadas”, y las ihomosexuales fueron indistinguibles de las heterosexuales, Dailey (1979) usó diversas mediciones estandarizadas para comparar 26 parejas ehterosexuales, 5 parejas lesbianas y 5 parejas de hombres gays que vivían en Kansas. En general, todas las parejas parecían ser “exitosas” y no se encontraron diferencias grupales significativas para satisfacción, expresión satisfacción o cohesión. Una diferencia pequeña pero estadísticamente significativa se encontró en una medició de “consenso” de pareja, con las parejas homosexuals recibiendo puntajes más bajos que las heterosexuales. Cardell, Finn y Marecek (1981) compararon miembros de parejas en diez parejas heterosexuales, 10 lesbianas y 5 de varones gays en Pennsylvania con una medición estadarizada de ajuste de pareja y no encontraron diferencias de grupo. Más recientemente, Kurdek y Schmitt (1986a) comparron muestras algo más grandes de parejas lésbicas, de varones gays y de heterosexuales que cohabitaban y estaban casadas. No encontraron diferencias significativas entre los grupos en cuanto a las mediciones de amor o satisfacción relacional, con la excepción de que los cohabitantes heterosexuales puntuaban más bajo que los otros tres grupos.

En una investigación en la UCLA [Universidad de Californa en Los Ángeles] (Peplau& Cochran, 1980), seleccionamos parejas emparejadas comparables [matched] de 50 lesbianas, 50 varones gays, 50 mujeres heterosexuales y 50 hombres  heterosexuales, todos involucrados en “relaciones romántico/sexuales.”  Los participantes encajaban unos con otros por edad, educación etnicidad y duración de la relación. Entre esta muestra de adultos j´povenes alrededor del 60% dijeron que estaban “enamorados [in love]” de su pareja; la mayoría de los restantes indicaros que estaban “inseguros.” En una escala de amor estandarizada, las lesbianas y los gays en general informaban amor intenso por sus parejas, indicando fuertes sentimientos de apego, cariño y cuidado [caring] e intimidad. También puntuaban alto en una escala de gusto, que reflejaba sentimientos de respeto y afecto hacia sus parejas. En otras mediciones, las lesbianas y los hombres gays evaluaron sus relaciones del momento como altamente satisfactorias y muy estrechas. No encontramos diferencias significativas entre lesbianas, hombres gays y heterosexuales en ninguna de estas mediciones.

En la investigación de UCLA, también pedimos a las lesbianas, los varones gays y los heterosexuales que describieran en sus propias palabras las “mejores cosas” y las “peores cosas” de sus relaciones. Las respuestas incluyeron comentarion tales como éstos: “Lo major es tener a alquien con quien estar cuando te despiertas” o “Nos gustamos. Parece q los dos estamos consiguiendo lo que queremos y necesitamos. Tenemos un sexo maravilloso juntos.” Las peores cosas incluían, “Mi pareja es demasiado dependiente emocionalmente” o “¡Su tía vive con nosotros!” Los análisis sistemáticos de contenido (Cochran, 1978) no encontraron diferencias significativas en las respuestas de lesbianas, hombres gays y heterosexuales, todos los cuales informaron un agama similar de alegrías y problemas. Para indagar por diferencias más sutiles entre los grupos que pueden no haber sido capturadas por el esquema de codificiación, las afirmaciones de las “mejores cosas” y las “peores cosas” fueron impresas en tarjetas en un formato estándar, habiendo retirado la información sobre genéro y y orientación sexual. Se les pidió a paneles de jueces estudiantes que clasificaran las cartas, separando los hombres y las mujeres o separando heterosexuales de homosexuals. Los jueces no pudieron identificar correctamente las respuestas de lesbianas, hombres gays o mujeres y hombres heterosexuales. (A decir verdad, los jueces pueden haber sido mal conducidos por sus propias preconcepciones; tendieron, por ejemplo, a asumir incorrectamente que las afirmacioens que involucraban cellos tenían más probabilidad de ser hechas por homosexuales que por heterosexuales.)

Correlatos de satisfacción. ¿Qué parejas son las más felices? La teoría del intercambio social predice que la satisfaccion es alta cuando una persona percibe que uan relación prove muchos recompempensas e implica costos relativamente bajos. Duffy y Rusbult (1986) pusieron a prueba estas predicciones entre heterosexuales, lesbianas y varones gay, Encontraron que en todos los grupos la mayor satisfacción estaba significativamente asociada con la experiencia de recompensas relativamente más personales y costos personales menores. Kurdek y Schmitt (1986a) pro­veyeron resultados similares. En un studio de relaciones lésbicas, Peplau et al. (1982) apoyo para otra predicción de la teoría del intercambio, que la satisfacción es más alta cuando los miembros de la pareja están igualmente involucrado en (comprometidos con) la relación.

Muchas lesbianas y hombres gays contemporaneous luchan por igualdad de poder y toma de decisions compartida en sus relaciones. Tres estudios han encontrado que la satisfacción es superior cuando las lesbianas y los hombres gays perciben su relación del momento como igualitaria (Harry, 1984; Kurdek & Schmitt, 1986a; Peplau et al., 1982).

De algunos factores plausibles no se ha demostrado que predigan satisfacción en la relación. Las características individuales de los miembros de la pareja tales como su edad, educación o ingreso no han sido asociadas con satisfacción (Kurdek & Schmitt, 1986a; Peplau et al., 1982). Por ejemplo, un studio de 295 lesbianas negras (Peplau et al., 1986) descubriò que la satisfacciòn en la relaciòn no estaba relacionada con vivir juntas versus vivir separadas, ni con edad, educación, ingreso, religión, o si la pareja de la respondiente era negra versus no negra. Harry (1984) tambièn descubriò que para los varones gays vivir juntos no estaba relacionado con la satisfacciòn.

Finalmente, unos pocos estudios han examinado el impacto de la similaridad o la complementaciòn encajamiento matching entre los miembros de la pareja en cuanto a satisfacciòn. Harry (1984) encontrò que la satisfacciòn era màs baja cuando los ingresos de los hombres gays eran diferentes, pero la satisfacciòn no estaba relacionada con las diferencias de edad. Kurdek y Schmitt (1987) descub rieron que las diferencias en la edad, ingreso o educaciòn de los miembros de la pareja no tenìan efectos en la satisfacciòn en parejas l+esbicas o de varones gays. Peplau et al. (1982) discubrieron que el grado de similaridad entre parejas en edad, religiòn o estatus laboral no estaba vinculado con la satisfacciòn. Sin embargo, al interpretar estos resultados es importante notar un tema metodològico: en la mayorìa de la investigaciòn hecha hasta la fecha generalmente ha habido poca variaciòn en los puntajes de satisfacciòn (la mayorìa de las personas encuestadas tendìan a estar contentas); ni tampoco ha habido mucha variación en los niveles de complementariedad [matching] (la mayoría de las parejas tienden a ser al menos algo complementarias [somewhat matched]). Esto hace difícil poner a prueba la hipótesis de la complementariedad [the matching hypothesis]. También es probable que tener actitudes y valores similares sea más importante para la felicidad de la relación que la complementariedad en características demográficas (véase Kurdek& Schmitt, 1987; Peplau et al., 1982).

Compromiso y la Duración de las Relaciones

El amor no es garantía de que una relación durará. Para los homosexuales, como para los heterosexuales, las relaciones comenzadas con esperanza y cariño pueden derrumbarse y se derrumban. El amor y el compromiso no necesariamente van de la mano (véase Kelley, 1983). Poco trabajo empírico está disponible actualmente sobre compromise y permanenc ia en relaciones homosexuales (véase Blumstein & Schwartz, 1983; Duffy &Rusbult, 1986; Lewis, Kozac, Milardo, &Grosnick, 1980). El compromiso se refiere a aquellas fuerzas que causan que una relación perdure a lo largo del tiempo. El compromiso es afectado por dos factores separados (Levinger, 1979). El primero concierne a la fuerza de las atracciones positivas, incluyendo el amor, que hace atrayente a una pareja en particular y una relación en particular. Los datos actuales sugieren que los homosexuales no difieren de los heterosexuales en el amor y la satisfacción que experimentan en las relaciones estables. Pero siempre existe la posibilidad de que las atracciones puedan desvanecerse y que la gente pueda “dejar de quererse” [“fall out of love.”] Esta disminución en atracción puede alentar la finalización de una relación.

Un Segundo conjunto de factores que afectan la permanencia de las relaciones consiste en barreras que hace costoso terminar con una relación, tanto en términos sicológicos como materiales. La falta de parejas alternativas, la percepción de haber invertido muchísimo en una relación, la conciencia de los costos personales de abandonar una relación; éstos y otros factores no positivos son causa de que las relaciones permanezcan. Para los heterosexuales, el casamiento generalmente crea muchas barreras para la disolución, incluyendo los costos del divorcio, la dependencia financiera que un cónyuge tenga de su pareja, inversiones conjuntas en propiedades, la presencia de hijos e hijas, y demás. Tales factores pueden alentar a las parejas casadas a “trabajar” en mejorar una relación declinante en lugar de darle fin. En casos extremos, estas barreras pueden también pantener a los miembros de la pareja atradados en una relación “hueca” [como huevo vacio = “empty-shell” relationship.] Los investigadores han especulado que gays y loesbianas pueden experimentar menos barreras ante dar por terminadas las relaciones que los heterosexuales (e.g., Duffy &Rusbult, 1986; Peplau& Gordon, 1983). Si esto es verdad, las lesbianas y jlos gays tendrán menos probabilidad de quedar atrapados en relaciones desesperazadamente infelices. Pero también pueden estar nmenos motivados para rescatar relaciones en deteriorio que pueden merecer ser salbadas.

En una comparación empirica de relaciones lesbicas, gays, y heterosexuales Duffy and Rusbult (1986) encontraron que para todos los tipos de relaciones los niveles más altos de compromise percibido estaban significativamente cinvulados con sentir mayor satisfacción personal, haber hecho inversiones mayores en la relación, y sentirse menos confiado en encontrar una pareja alternativa. También encontraron que sin tener en cuenta la orientación sexual, las mujeres informaron haber hecho mayors inversions y sentir mayor compromise que los hombres. Kurdek y Schmitt (1986a) compararon las atracciones, las barreras contra el partir y las alternativas disponibles de parejas en relacions gays, lésbicas y de heterosexuales casados. No encontraron difedrencias en atracciones. Pero las parejas casadas percivían más barreras que los gays o las lesbianas, y tanto las lesbianas como los individuos casados percibían menos parejas alternativas disponibles que lo que percibían los gays.

Datos sobre la longevidad de las relaciones son provistos por Blumstein y Schwartz (1983), quienes siguieron a una muestra grande de parejas lésbicas, de varones gays y de heterosexuales en cohabitación a lo largo de un período de 18 meses. En el momento del testeo original, las lesbianas, los varones y los heterosexuales estaban casi iguales en cuanto a sus expectativas personales de permanecer juntos, aunque tanto las lesbianas como los varones gays especulaban que los hombres gays generalmente tienen relaciones menos estables que las lesbianas. Duante el period de 18-meses, menos de una pareja de cinco rompió. Las rupturas eran raras entre parejas que habían estado juntas por más de 10 años (6% para lesbianas y 4% para hombres gays). Entre las parejas de plazos más breves, las lesbianas tenían la tasa más alta de ruptura (alrededor del 20%), y las parejas de gays a grandes rasgos el 16%, y las parejas de concubinato [cohabitors= cohabitantes] mostraban el 14% de rupturas. Aunque estas diferencias entre grupos son basante pequeñas, van en dirección contraria a la sugerencia de que las lesbianas tienen más probabilidad de tener parejas [partnerships] duraderas. Estos tres estudios proveen información interesante sobre compromise y permanencia en relaciones homosexuales, pero las conclusiones definitivas tendrán que esperar a quie haya investigación adicional.

Sexualidad

Los investigadores de la relación consideran a la Sexualidad como una faceta de la experiencia en parejas. En el dominio de la sexualidad, las diferencias entre hombres y mujeres pueden al menos ser tan importantes c omo las diferencias entre homosexuales y heterosexuales.

FRECUENCIA SEXUAL Y SATISFACCIÓN

La investigación ha investigado tanto la frecuencia de la actividadsexual en las parejas homosexuals como las evaluaciones que hacen los miembros de las parejas de su satisfacción sexual. En su estudio de gran escala Parejas Norteamericanas [American Couples], Blumstein y Schwartz (1983) han provisto la única investigaci+ón comparativa detallada del sexo en las parejas lésbicas, gays, de concubinos heterosexuales y de parejas héteros casadas. Llegaron a varias conclusiones que parecen en general consistentes con otros estudio de sexualidad en relaciones homosexuales (e.g., Jay & Young, 1977; Lewis et al., 1980; McWhirter&Mattison, 1984; Peplau& Cochran, 1981; Peplau et ai., 1986; Peplau et al., 1978). Primero, en todas las parejas, la frecuencia media de sexo es alrededor de una a tres veces por semana. Pero hay una enomre variación entre las parejas en la frecuencia promedio de sexo genital, yendo desde parejas que tienen sexo menos de una vez por mes a parejas que tienen sexo dciariamente. Sabemos poco sobre los factores que crean estos patrones tan diferentes. Parec e que la frecuencia del sexo declina cuanto más tiempo permanence junta la pareja, y, hasta cierto grado, también declina con la edad (Blumstein & Schwartz, 1983; McWhirter&Mattison, 1984).

El género es un factor importante en la frecuencia sexual. Hay alguna evidencia de que en todos los estadios de una relación, la frecuencia sexual promedio es m+ás baja entre las parejas lésbicas que entre las parejas de hombres gays, cohabitantes het3erosexuales o heterosexuales casados. Por ejemplo, Blumstein y Schwartz (1983, p. 196) informaron que entre parejas que han estado juntas menos de dos años, solamente el 33% de las lesbianas tenían sexo tres o más veces por semana, comparadas con el 45% de las parejas casadas, el 61% de cohabitantes, y el 67% de los hombres gays. En otras palabras, la proporc ión de parejas que tenían sesxo a menudo variada con la composición generic de las parejas. Las razones para este patron no son claras. Blumstein y Schwartz especularon sobre la possible importance de la socialización tradicional que reprime la expression sexual de las mujeres pero alien ta a los hombres a ser sexualmente actives, la posibilidad de que las mujeres pudean poner más énfasis en actividades no genitals tales como abrazarse y acurrucuarse una contra la otra, o posibles problemas que las lesbianas puedan tener con iniciar el sexo.

Blumstein y Schwartz también informaron un interesante patron de frecuencia sexual de los hombres gays. Para los primeros varios años de una relación, los hombres gays tenían sexo con su pareja primaria más a menudo que los heterosexuales, pero después en las parejas de varones gays mostraban un patrón reverso de frecuencia sexual más baja que los heterosexuales. En muchas parejas gays, el sexo con los hombres fuera de la relación compensaba la frecuencia declinante del sexo con la pareja primaria, al menos para las relaciones estudiadas antes de la crisis del SIDA.

En general, las lesbianas y los varones gays informan altos niveles de satisfacción sexual con sus parejas (e.g., Peplau& Cochran 1981; Peplau et al., 1986; Peplau et al., 1978). Por ejemplo, Blumstein y Schwartz encontraron que en trazos gruesos el 70% de las lesbianas, los varones gays y los heterosexuales estaban satisfechos con la calidad de su vida sexual. Para todos los grupos, la satisfacción era más alta en las parejas que tenían sexo más frecuentemente y que informaban que la iniciación del sexo era igual en su relación. En el studio de McWhirter y Mattison’s (1984, pp. 278-279) de parejas de varones gays, el 83% informaron haber tenido una vida sexual satisfactoria, el 7% dijo que era muy satisfactoria, y solamente el 10% informó insatisfacción. La mayoría de los hombres (91%) dijo que el nivel de satisfacción sexual con su pareja había mejorado desde el comienzo de su relación. Al mismo tiempo, había una conciencia creciente de que las parejas gays y lesbianas no son immunes a las dificultades sexuales (e.g., McWhirter&Mattison, 1980; Toder, 1978).

EXCLUSIVIDAD SEXUAL

Pocos temas de la relación son tan controversiales entre los norteamericanos como decider si una pareja debe ser sexualmente exclusive o sexualmente abierta. En este siglo hemos visto un deslizamiento continuo hacia actitudes más permisivas en cuanto al sexo fuera de una relación primaria. Sin embargo, muy recientemente la creciente conciente de los peligros del SIDA y otras enfermedades sexualmente transmitidas puede una vez más estar cambiando las actitudes sobre la conducta sexual. Hasta este momento, la mayoría de los studios publicados sobre exclusividad sexual en relaciones gays y lésbicas predan la crisis de SIDA y por tanto no reflejan todavía los posibles cambios recientes en actitudes y /o conducta.

Una cantidad de studios han investigado la exclusividad sexual en relaciones homosexuals, particularmente entre hombres gays (e.g., Bell & Weinberg, 1978; Blasband & Peplau, 1985; Blumstein & Schwartz, 1983; Harry, 1984; Harry &DeVall, 1978; Harry & Lovely, 1979; Kurdek& Schmitt, 1986; Peplau& Cochran, 1982; Peplau et al., 1978; McWhirter&Mattison, 1984). En gen­eral, los homosexuales (especialmente los hombres gays) parecen tener actitudes más permisivas sobre fidelidad sexual que los heterosexuales (Peplau& Cochran, 1980). Blumstein y Schwartz (1983, p. 272) informaron que para hombres en parejas, el 75% de los maridos y el 62% de los cohabitantes heterosexuales creen que la monogamia es importante, comparados con solamente el 35% de los hombres gays. Para mujeres, el 84% de las esposas, el 70% de las cohabitantes heterosexuales, y el 71% de las lesbianas creen que la monogamia es importante. Para todos los grupos excepto para los hombres gays, una mayoría respalda las virtudes de la fidelidad sexual; entre los hombres gays, la exclusividad sexual es la idea de minoría.

Blumstein y Schwartz (1983, p. 274) proveyeron datos comparatives sobre el grado en que se da en la realidad la “no monogamia” en las parejas. La probabilidad de que un miembro de la pareja haya sido alguna vez no monógamo aumenta con el tiempo. Para las lesbianas, la no monogamia era poco común en los dos primeros años de una relación (15%), com lo era par alas esposas heterosexuales (13%) y los maridos (15%). Sin embargo, para los hombres gays el 66% de los encuestados informaban no monogamia durante los primeros dos años de su relación. Entre las parejas que llevaban juntas más de 10 años, el 22% de las esposas, el 30% de los maridos, el 43% de las lesbianas, y el 94% de lo varones gays informaban al menos una instancia de no monogamia. McWhirter y Mattison (1984) descubrieron un patron similar par alas parejas de varones gays en su estudio; todos los hombres en relaciones que duran más de cinco años informaros por lo menos una instancia de no monogamia. Hubo mucha discussion sobre las posibles razones de la alta incidcencia de la apertura sexual en las relaciones de los hombres gays (e.g., Blumstein & Schwartz, 1983; McWhirter&Mattison, 1984; Silverstein, 1981). Los factores sugeridos incluyen la socializac ión en roles sexuales que pueden enseñar a los hombres a valorar la variedad sexual, una tendencia para que los hombres separen la Sexualidad del compromise emocional, normas de la comunidad de varones gays que alientan la aperture sexual, y la disponibilidad de muchas oportunidades para el sexo casual.

Algunos studios han tratado de ver más de cerca la exclusividad sexual en las relaciones de varones gays (Blasband & Peplau, 1985; Blumstein & Schwartz, 1983; Harry, 1984; Kurdek & Schmitt, 1986b; McWhirter & Mattison, 1984).

La investigación ha indagado en los modos en que las parejas negocian la exclusividad sexual, estudiando por ejemplo el grado en el que las parejas mantienen secreto su conducta y el grando en el que las parejas desarrollan acuerdos sobre circ unstancias en las que la aperture sexual es mutuamente acceptable. Otra investigación ha examinado los vínculos entre la aperture sexual y la satisfacción dentro de la relación, encontrando que la no monogamia no es necesariamente un signo de problemas o insatisfacción en la relación primaria. Lo que parece más importante es que los miembros de una relación alcancen algún grado de acuerdo sobre este tema.

No sabemos todavía qué impacto tendra la crisis de SIDA en la Sexualidad de las parejas de varones gays. Un estudio de McKusick et al. (1985) siguió un grupo de varones gays de 1982 a 1984 e inform una disminución general en la cantidad de encuentros que los hombres gays tenían con parejas nuevas y un descenso en la frecuencia de conductas sexuales de alto riesgo. Los hombres que tenían una relación primaria tenían mayor probabilidad que los varones solteros de reducer los encuentros con parejas nuevas. McKusick et al. también descubrieron una reducción estadísticamente signiticativa en la frecuencia del sexo con la pareja primaria (de 10.8 veces por mes en 1982 a 8.5 veces por mes en 1984), que según especularon podía reflejar una inhibición general de la actividad sexual. Una comprensión más clara del impacto del SIDA en las parejas de varones gays debe esperar que se hagan más investigaciones.

Poder

El poder se refiere a la capacidad de una persona para alcanzar sus propios fines influyendo en otra persona (Huston, 1983, p. 170). La gente ponderosa puede usar influencia interpersonal para “salirse con la suya.” La investigación en relaciones homosexuals ha indagado tanto en el balance de poder (estructura de dominación) en relaciones y las tácticas de influencia específicas que los miemb ros de la pareja usan el uno con el otro.

EL BALANCE DE PODER

En general, parece que la mayoría de las lesbianas y los hombres gays valoran la igualdad de poder como una meta par alas relacioones. Por ejemplo, en un estudio que compara los valores de relación de muestras emparejadas de lesbianas, gays y heterosexuales más jóvenes, Peplau y Cochran (1980) encontraron que todos los grupos valoraban “tener una relación igualitaria (de igual poder)” como muy importante, aunque las mujeres, tanto las lesbianas como las heterosexuales, le dieron incluso más importancia que los hombres. En otra pregunta que indagaba en cuál debería ser el balance ideal de poder en su relación del momento, el 92% de los hombres gays y el 97% de las lesbianas dijeron que debería ser “exactamente igual.” Pero aunque la mayoría de los participantes querían relaciones de pareja de igual poder de los miemb ros, no todos los que estaban en ese momento en una relación dijeron que su relació estaba de acuerdo con su estándar. Solamente el 59% de las lesbianas, el 38% de los hombres gays, el 48% de las mujeres heterosexuales y el 40% de los hombres heterosexuales informaron que su relación era “exactamente de iguales.” ¿Qué factores vuelcan el balance de poder en favor de un miembro de la pareja?

Social exchange theory predicts that a partner who has relatively greater personal resources (e.g., more money, education, or status) will have a power advantage in the relationship. Several studies have tested this hypothesis for gay male couples. Harry and DeVall (1978) studied 243 gay men from Detroit. About 60% said that decision making in their relationship was shared “half and half/’ 24% said they personally made more decisions, and 16% said the other partner made more decisions. Harry and DeVall tested the impact of money as a resource and found that the partner whose income was relatively greater had a power advantage. In a more recent study, Harry (1984) replicated this finding. More than 65% of men currently in a relationship said decision making was joint. Unequal power was significantly linked to differences in income and also to differences in age, with the power advantage going to men who were wealthier and older. This theme is echoed by Blumstein and Schwartz (1983), who concluded from their data that “in gay male couples, income is an extremely important force in determining which partner will be dominant” (p. 59).

For lesbians, the impact of personal resources on power is not well understood. Caldwell and Peplau (1984) found that differences in income and education were significantly related to power in a sample of 77 youn­ger lesbians from Los Angeles. In contrast, Reilly and Lynch (1986) found that differences in age, education, income, and assets were not related to the balance of power in 70 lesbian couples from the Northeast. Blumstein and Schwartz (1983) studied the effects of income on power, concluding that “Lesbians do not use income to establish dominance in their relation­ship. They use it to avoid having one woman dependent on the other” (p. 60). The reasons for these inconsistent findings are unknown. It could be that the concept of “resources” is somehow less relevant to lesbian cou­ples than to gay men and heterosexuals or that the material resources typically studied (e.g., money, education) are less significant in this group than are other perhaps less tangible resources (e.g., status in the lesbian community, social skills).

The “principle of least interest” is another prediction from social ex­change theory (Blau, 1964). This states that when one person is more dependent, involved, or “interested” in a relationship than the partner, the more dependent person will have less power. In studies of heterosexu­als (e.g., Peplau, 1984), such lopsided dependencies have been strongly associated with an imbalance of power. Only one study has tested this hypothesis among homosexuals. Caldwell and Peplau (1984) found sup­port for the principle of least interest among lesbians. Among the women who said the partners were equally involved, 72% also reported equal power. Among women who reported unequal involvement, 82% reported that the less involved partner had relatively more power. Caldwell and Peplau also found that women in equal-power relationships were more satisfied and anticipated fewer problems than did women in unequal relationships. Similarly, Blumstein and Schwartz (1983) reported that power imbalances were a factor in the breakup of lesbian and gay male relationships (although not for married couples.)

No se sabe virtualmente nada sobre cómo el balance de poder afecta la interacción cara a cara en parejas homosexuales. Una excepción fascinante viene de un studio de Kollock, Blumstein y Schwartz (1985). Ellos compararon los patrones conversacionales de las parejas lésbicas, de varones gays y de parejas heterosexuales. Fue de interés hasta qué punto los miembros de la pareja mostraban una dominación conversacional usando una cantidad desproporcionada de la cantidad de tiempo disponible “en el aire”, usando interrupciones para tomar el papel central de la discusión o haciendo preguntas. Los complicados resultados de estos investigadores no son fáciles de reseñar, pero unos pocos ejemplos servirán de ilustración. Tanto en parejas lésbicas como de varones gays, la cantidad de discurso y la cantidad de interrupciones estaban significativamente vinculadas con el poder—cuanto más poderosa era una persona más locuaz era y más interrumpía. Los resultados de hacer preguntas eran diferentes para las lesbianas y los hombres gays. En parejas de varones, los miembros más podersos de la pareja hacían sustancialmente más pregfuntas que los miembros menos poderosos, quizás usando preguntas como un modo de estructurar o controlar la conversación. Para las lesbianas, el poderno no tenía impacto en formular preguntas. Estudios como éste, que investigan la dinámica del poder en relaciones interpersonales, proveen una dirección importante para la investigación futura.

ESTRATEGIAS DE INFLUENCIA

Unos pocos studios han comenzado a ezaminar las estrategias o conductas esécíficas usadas por lesbianas y hombres gays par ainfluir en  sus parejas. In a study comparing self-reports of power strategies by lesbians, gay men, and heterosexuals, Falbo and Peplau (1980) found no overall differences between the strategies used by homosexuals and heterosexuals. Gender affected influence tactics only among heterosexuals: whereas heterosexual women were more likely to withdraw or express negative emotions, heterosexual men were more likely to use bargaining or reasoning. Among homosexuals, women and men did not differ significantly in the strategies used. Regardless of sexual orientation, people who perceived themselves as relatively more powerful in a relationship tended to use direct and mutual strategies, such as persuasion and bargaining (i.e., the strategies characteristic of heterosexual men.) Low-power partners tended to use more unilateral approaches, such as doing what they wanted without the partner.

In another study, Howard, Blumstein and Schwartz (1986) also com­pared influence tactics in the intimate relationships of homosexuals and heterosexuals. They found that in power-unequal couples, regardless of sexual orientation, the partner with less power tended to rely more on “supplication” and manipulation, both “weak” strategies. Those in posi­tions of strength were more likely to use bullying and autocratic tactics, both “strong” strategies. They also found that individuals with male part­ners (i.e., heterosexual women and homosexual men) were more likely to use manipulation and supplication. These two studies provide beginning insights into the impact of gender and sexual orientation on influence tactics, but more research is clearly warranted.

Roles In any close relationship, partners develop consistent patterns of interaction—characteristic ways of being together, specialization in terms of who does what in their relationship, shared hobbies and interests, special rituals and terms of endearment, agreements about goals for the relationship, and so on. The concept of social roles is typically used to describe and/or explain these relationship patterns (Peplau, 1983).

TOMA DE ROLES Y CONSTRUCCION DE ROLES

Los roles de la relación emergen o se desarrollan de dos modos (e.g., Turner, 1962). La toma de roels se refiere a los procesos por los cuales los miembros de la pareja adoptan las líneas guía culturales o sociales preexistentes a su relación, o se conforman a esas líneas guía. Para muchos tipos de relaciones, tales como el casamiento heterosexual o las relaciones entre maestro y alumno, existen líneas guía y modelos sociales convencionales bastante explícitos. En contraste, la construcción de roles se refiere a los procesos por los cuales los miembros de la pareja crean sus propias reglas, expectativas y metas idiosincráticas para su relación. Los miembros de la pareja pueden discutir activamente y pensar sobre su relación, trabajando hasta lograr acuerdos, y discurriendo sobre los puntos de diferencia. Pueden “caer en” patrones de costumbre o descubrir lo que parece “dar el major resultado” para ellos tomando como base sus valores, intereses y destrezas individuals. Las relaciones estrechas generalmente involucran una mezcla de* of both role taking and role making. Presumiblemente, cuando las líneas de guía preexistentes par alas relaciones son explícitas y detalladas, los miembros de la pareja están más restringidos en sus interacciones y tienen menos probabilidad de innovar. La naturaleza y extension de las líneas de guía culturales par alas relaciones homsoexuales varían tanto transculturalmente como históricamente. Algunas sociedades definen patrones institucionalizados de homosexualidad. Entre los Sambia de Nueva Guinea, por ejemplo, de todos los muchachos se espera que pasen parte de sus años adolescents en grupos puramente de varones que practican formas específicas de homosexualidad (Herdt, 1981, 1987). Se llevan a cabo elaboradas ceremonas para enseñarles a los muchachos jóvenes estas prácticas culturalmente prescritas. Las reglas sociales controlan la selección de parejas, la naturaleza de los actos sexuales y las circunstancias en las que se puede producer el ssexo. La definición de patrones [patterning] de estas relaciones homosexuales está bien definida como parte de la cultura de los varones sambios, aunque los individuos indudablemente varían en los específicos de cómo desempeñan los roles prescritos. Además se espera que después de este period de Homosexualidad adolescente los hombres adultos se casarán con mujeres y engendrarán hijos. En contraste, en la sociedad norteamericana contemporánea las relaciones gays “en gran medida carecen de apoyos institucionales y líneas de guías culturales” (Harry, 1977, p. 330). Como consecuencia, los miembros homosexuales de una pareja deben confiar más en procesos innovadores de construcción de roles que en la puesta en seguir los guiones culturalmente definidios para las relaciones homosexuales. Sin embargo, parece probable que aspectos de otros roles culturales como el casamiento o la Amistad sí influyan en los patrones de interacción de las parejas estables [partnerships] homosexuales.

MODELOS POSIBLES PARA LAS RELACIONES HOMOSEXUALES

Han sido descritos al menos tres patrones diferentes para las relaciones homosexuales de varones (e.g., Harry, 1982). Algunas relaciones de varones gays están estructuradas al menos en parte por los groles de género, con un miembro de la pareja que juga un rol más “masculino” y el otro un rol “femenino”. Aquí los roles heterosexuales para salir y casarse se usan como modelo par alas relaciones gays. Un segundo patron se basa en las diferencias de edad, tales como una relación entre un varón adulto y un hombre más joven. Este patron tiene cierta similaridad con otros roles estructurados pore dad, como los de maestro y estudiante o mentor y aprendiz. Un tercer patron está basado en las relaciones de pares, y los miembros de la pareja son similares en edad y subrayan el compartir y la igualdad en la relación. Este patron parece más similar a los roles culturales de la Amistad. En cada caso, los patrones hombresxuales incorporan elementos de otros roles socials convencionales de la sociedad.

Los tres patrones identificados en los hombres también pueden tener paralelos en las relaciones lésbicas. Las descripciones de las experiencias lésbicas de la década del cincuenta del siglo XX (Martin &Lyon, 1972; Wolf, 1980) sugieren que la influencia de los modelos de rol heterosexuales era fuerte:

El Viejo mundo gay se dividía en “cachos” y “fem” [“butch” and “femme.”] . . . Las “cachos” eran recias, se presentaban a sí mismas como persontas tan masculinas como les era posible . . . y asumían el rol tradicional del varón de hacerse cargo de sus parejas, incluso de pelear por ellas si era necesario, atender sus necesidades financieras, y hacer los trabajos “de hombre” en la casa. Por contraste, las fems eran protegidas, tenían modales de dama [were protected, ladylike] …. Cocinaban, limpiaban la casa y cuidaban a su “cacho” [“butch”] (Wolf, 1980, p. 40)

Las diferencias de edad como base para las relaciones románticas de las mujeres son informadas por la autora Vicinus (1984) en su descripción de los “enamoramientos” [“crushes”] adolescentes experimentados por muchachas jóvenes que vivían en escuelas de internado a fines del siglo XIX y principios del XX. En este ejemplo, las muchachas desarrollaban apegos apasionados hacia una mujer mayor, generalmente una maestra. Finalmente, las relaciones modeladas sobre las relaciones de amistad o de pares se encuentran en la descripción de Faderman (1981) de los “casamientos bostonianos” de la última parte del siglo XIX. Éstas eran relaciones monógamas de largo plazo entre dos mujeres no casadas. Las mujeres típicamente eran financieramente independientes de los hombres, estaban involucradas en causas socials, y eran identificadas como feministas.

Estas tres formas de relaciones homosexuals , modeladas a grandes rasgos sobre los roles de marido y mujer, de mentor y estudiante y de los roles de amigos, pueden no agotar la gama de diversidad entre las relaciones gays y lésbicas. En sociedades industriales complejas como las nuestras, parece probable que todos éstos y quizás otros patrones de relación puedan existir.

INVESTIGACIÓN EN PAREJAS NORTEAMERICANAS

La investigación empirica sobre los patrones de rol en las relaciones homosexuals contemporáneas se ha enfocado primordialmente en la cuestión de hasta qué punto de cercanía las relaciones homosexuales se parecen a los emparejamientos heterosexuales. Los estereotipos sugieren que los roles “la cacho-la mujer” [“butch-femme”] están ampliamente difundidos. Tripp (1975) advierte que “cuando personas que no están familiarizadas con las relaciones homosexuals intentan imaginarse una, casi invariablemente recurren a un marco heterosexual de referencia, que hace surgir preguntas sobre cuál miembro de la pareja es ‘el hombre’ y cuál es ‘la mujer’ ” (p. 152). Se ha generado una buena cantidad de investigación en esta area (véanse reseñas de Harry, 1983; Peplau & Gordon, 1983). En general, la investigación sugiere que la mayoría de las lesbianas y los hombres gays hoy en día activamente rechazan los roles tradicionales de marido y mujer o femenino-masculino en cuanto modelo apto para relaciones duraderas. La mayoría de las lesbianas y hombres gays están en relaciones  “duales en cuanto a trabajo” , de modo que ninguno de los dos miembros de la pareja es el “proveedor de pan” exclusivo y cada miembro de la pareja tiene algún grado de independencia económica. Además, los examines de la division de last areas de la casa, la conducta sexual y la toma de decisions en las parejas homosexuals dewscubrió que los roles bien definidos y consisten tes de marido-mujer son poco comunes. En muchas relaciones, hay alguna especialización de actividades, y un miembro de la pareja hace más en algunos trabajos y menos en otros. Pero es raro que un miembro de la pareja ejecute la mayoría de las actividades “femeninas” y el otro ejecute la mayoría de las actividades “mascu­linas”. Esto es, un miembro de la pareja que generalmente hace la comidad no necesariamente también ejecuta las otras tareas femeninas como hacer las compras o limpiar. La especialización parece estar basada en factores más individualistas, tales como las habilidades o los intereses. Sin embargo, se ha descubierto que una pequeña minoría de lesbianas y hombres gays sí incorporan elementos de los roles de marido y esposa en sus relaciones. Esto puede afectar la divisón del trabajo, la estructura de dominación, las interacciones sexuales, el modo en que se visten los miembros de la pareja y otros aspectos de su relación. En algunos casos, estos patrones de rol parecían estar vinculados a situaciones temporarias, tales como el desempleo o enfermedad de uno de los miembros de la pareja. Para otras parejas, sin embargo, los roles masculino-feminino pueden proven un modelo para elegir. La evidencia sugiere que este patrón ha declinado en años recientes, al menos en parte como respuesta a los movimientos de liberación gay y al movimiento feminista. Solamente unos pocos análisis han expliícitamente atendido a las relaciones diferenciadas por la edad, notablemente entre hombres gays. Harry (1982, 1984) sugiere que el patron de diferencia etaria caracteriza solamente a una minoría de las parejas de varones gays. Cuando se produce, las diferencias reales en edad tienden a ser relativamente pequeñas, quizás de 5 a 10 years. Harry ha descubierto que estas parejas, el miembro mayor a menudo tiene mayor poder en la toma de decisiones. Quienes han reseñado la investigación en las parejas homosexuals de hoy han concluido que la mayoría de las relaciones desarrollan roles similares a la Amistad, y las expec tativas son de que la pareja tenga edades similares y los miembros sean iguales en poder, y que compartan las responsabilidades de un modo bastante igual.

Una importante dirección para la investigación en los roles relacionales es investigar el impacto sobre las relaciones de las subculturas gays y lésbicas y, más recientemente de los derechos gays y los movimientos feministas. Una ilustraciòn se encuentra en la descripciòn de Barnhart’s (1975) sobre “amigas y amantes en una comunidad contracultural lèsbica.” En los primeros años de la dècada de 1970, las lesbianas contraculturales que vivìan en Oregòn formaron pequeñas “comunidades” de alrededor de 30 mujeres que servìa como “grupo de parentesco” sicològico para los miembros. La comunidad desarrollò normas y expectativas bastante explìcitas sobre las relaciones amorosas y alentaba a los miembros a adecuarse a estos estàndares grupales. Por ejemplo, la lealtad a una pareja debìa ser secundaria en relaciòn con la lealtad a la comunidad. La apertura e igualdad sexuales eran consideradas importantes valores para las relaciones. Si una pareja se separaba, se esperaba de ellas que siguieran siendo amigas. Serìan ùtiles estudios que examinaran còmo otros elementos de la cultura homosexual afectan las relaciones.

En resumen, las relaciones homosexuales contempporàneas sigue una variedad de patrones o modelos. Las relaciones que se moldean sobre el cuño de la amistad parecen ser las màs comunes. Tanto entre lesbianas como entre varones gays, una minorìa cada vez menor de parejas pùeden incorporar elementos de los roles masculino-femenino tradicionales en sus relaciones. Para otros, las diferencias de edad pueden ser centrales para los patrones de rol. Se necesitan màs esfuerzos para describir los roles relacionlaes en las parejas lèsbicas y de varones gays. Por què, por ejemplo, algunos hombres se sienten atraìdos a parejas de màs edad y otros a sus pares? Por què algunos miembros de parejas prefieren compartir tareas y responsabilidades y otros prefieren desarrollar patrones de especializaciòn? Estaas y otras preguntas quedan para investigaciones futuras.

Pensamientos Finales

En los 40 años que han pasado desde que Kinsey y sus colegas publicaron su trabajo pionero sobre conducta homosexual, la investigaciòn sobre relaciones ha emergido como una perspectiva importante en el estudio de la homosexualidad. Nuestro conociomiento sobre las parejas gays y lèsbicas ha aumentado marcadamente en la ùltima dècada.

Preguntas para investigación

La invnestigación existente sobre Homosexualidad déjà muchos tópicos sin examiner. Por ejemplo, sabemos poco sobre el conflict en las parejas y los modos en que los miembros de las parejas se esuferzan para evitar y resolver sus diferencias. El proceso de “romper” y las consecuencias posteriors a la separación son también dignos de estudio. McWhirter y Mattison (1984) dieron un importante primer paso en su análisis de las tendencias de desarrollo en las parejas de varones gays. Pero se necesita hacer más trabajo para ent3ender el curso de desarrollo de las relaciones entre hombres gays y entre lesbianas. A menudo las relaciones íntimas están afectadas por vínculos a terceros; a niños, a padres y madres ancianos, hermanos y hermanas y otros. Por ejemplo, ¿cómo afecta a una relación lésbica la decision de tener un hijo? Hay una creciente conciencia de que las relaciones estrechas pueden proveer importantes tipos de apoyo social que nos ayudan a enfrentarnos a las grandes crisis y a arreglárnoslas con las molestias de la vida cotidiana. ¿Qué tipos de apoyo social tienen disponibles las lesbianas y los hobres gays, y qué tiepos de relaciones son las más improtantes? (Véanse Aura, 1985; Collins, D’Augelli, & Hart, 1985.) Finalm ente, ¿cómo son afectadas las relaciones homosexuals estrechas por los cambios socials e históricos? En particular, ¿cómo está afectando a las parejas homosexuals la actual crisis de SIDA?

Mètodos de Investigaciòn

Quienes estudian relaciones homosexuales pueden enfrentar un desafìo metodològico de envergadura. Sabemos que la descripciòn ajustada es una piedra base para la buena ciencia, y sin embargo tambièn sabemos que no somos capaces de obtener muestras verdaderamente representativas de parejas gays y lèsbicas. Como mínimo, este dilemma debería volvernos cautelosos en la generalización de resultados de studios aislados para abarcar a “todas” las parejas homosexuales. También deberían mantenernos críticamente alertas a la importancia de la replicación a través de muchos studios y debería alentarnos a describer las parejas que estudiamos con cuidado y precisión. Además, sin embargo, necesitamos incrementar la diversidad de nuestra base de información ampliando las muestras que investigamos. Serán especialmente valiosos estudios de relaciones homosexuales entre personas de grupos étnicos y raciales variados, desde trasfondos obreros hasta elites profesionales tapadas [closeted], y de áreas rurales. Nuestro conocimiento sobere adultos jóvenes debería ser suplementado con studios de relaciones entre adolescents jóvenes y adultos jóvenes. Los estudios “etnográficos” detallados que intentan proveer descripciones abarcadoras de relaciones en comunidades definidas o grupos específricos pueden ser extremadamente útiles.

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