Franco y Freda 2000 Sexo, género y cambio social

SEXO, GENERO Y CAMBIO SOCIAL

Marcela Franco y Rafael Freda

2000

Plan:

1 Prólogo

2 Introducción

3. La opresión de las mujeres

31. Reconocimiento de la opresión

3.2 Mantenimiento de la opresión

4. Causas de la opresión

5. Sistemas de opresión

5.1 El poder

5.2 La desigualdad

5.3 Los agentes del poder

6 La maternidad

7 Sexo y género

8.1 La indiferenciación

8.2 La diferenciación anatómica

8.3 La diferenciación genérica

8.4 La orientación sexual

8 Los caminos de la liberación

9.1 El feminismo

9.2 Las mujeres en la vida pública

 

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Prólogo

La desigualdad entre sexos es un hecho común a todo el mundo, con causas diversas e interactuantes.

La han atenuado la obtención de derechos (civiles, sociales, políticos) y la ruptura de la tradición de ideales genéricos, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX.

Esos ideales genéricos son personalidades ideales  para el varón y la mujer, que se fijan en arquetipos y se reproducen mediante educación: se basan en contenidos (saberes) originados en el siglo XIX, fijados en creencias, con una ética y una filosofía de los valores (axiología) que la sociedad reconocía como guías en la modelación de la personalidad.

En el siglo XXI, con la complejización de los saberes, se requieren nuevos modelos ideales, con un ethos mínimo formado por una conjunción de contenidos transversales, el paradigma de los derechos humanos y la perspectiva de género.

Los contenidos transversales articulan saberes de diversos ámbitos del conocimiento, quebrando la compartimentalización de los discursos.

Los derechos humanos se han erigido en marco de los demás derechos y garantías, con los que se construye ciudadanía plena. Ésta requiere empoderamiento del ciudadano (devolver al individuo la capacidad de influir en el contrato social), y está sustentada en normas legales: la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, art. 11, dice ”la Ciudad promueve la remoción de los obstáculos de cualquier orden que, limitando de hecho la igualdad y la libertad, impidan el pleno desarrollo de la persona y la efectiva participación en la vida política, económica o social de la comunidad”, y su artículo 12 enumera derechos (a la identidad, a la información y a la expresión, a la privacidad, intimidad y confidencialidad, a la libertad religiosa y de conciencia) que son parte de los Derechos Humanos en un marco de Derechos Civiles

La perspectiva de género alienta la reorganización de los saberes en una estructura de pensamiento[1] que diferencie género y sexo, señale la diferente construcción de la realidad para varones y mujeres y reconozca el desempoderamiento de la mujer para contrarrestarlo por acción positiva (discriminación positiva), consagrada en el  Capítulo Segundo de la Constitución Nacional, “Nuevos Derechos y Garantías”, artículo 37, 2do. párrafo.

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INTRODUCCIÓN

El gatopardismo

La perspectiva de género es una revolución en el pensamiento y la acción. Giovanni de Lampedusa plasmó en su novela “Il Gatopardo” (El Leopardo) el secreto para conservar el poder a pesar de cualquier revolución: cambiar algo para que todo siga igual.

Hay quienes en el año 2001 afirman la existencia de un universo femenino con la frase “es cosa del género femenino” en lugar de la tradicional “son cosas de mujeres”. Cambian la dicción y perpetúan la realidad previa: hombres y mujeres no compartimos el mismo universo.

Simbólicamente, hay un universo de hombres y otro de mujeres. Las leyes del universo masculino privilegian a sus habitantes. La desigualdad parece “natural” porque se la hace derivar de leyes universales.

Ambos sexos habitan el mismo universo físico. Para que habiten el mismo universo simbólico no debemos retirar del léxico el término “sexo” para reemplazarlo por “género”, sino desentrañar su interjuego.

Creacionismo y construccionismo

La teoría del género desordenó los saberes tradicionales. La resistencia que engendra se manifiesta en dos corrientes de pensamiento extremas y opuestas: una niega que exista el género diferenciado del sexo; otra niega que exista el sexo diferenciado del género. La primera atribuye las diferencias de hombre y mujer a la naturaleza únicamente; la segunda las atribuye sólo a la cultura y la sociedad. La primera sostiene que mujer y varón reciben sus atributos de sus instintos; la segunda, del ambiente y la historia.

La primera corriente, conservadora, es el creacionismo: sostiene que hombres y mujeres fuimos creados tales como somos. Toda cultura organiza su mundo, se da una cosmogonía, y otorga universalidad a sus creencias. En la actualidad hay cristianos fundamentalistas que buscan que las escuelas estadounidenses prohíban enseñar la teoría evolucionista o multievolucionista, y enseñen sólo la teoría creacionista del Génesis.

La segunda corriente, innovadora, es construccionismo sostiene que hombres y mujeres somos creaciones de la sociedad, y que no hay en nuestros modos de ser varones o mujeres nada innato o previo a lo adquirido por la interacción con la sociedad.

Ambas corrientes rebajan la importancia de que: nuestra especie se divida en varones y mujeres por dimorfismo sexual, sobre el que se erige la estructura genérica.

La risa

Todos los temas que atañen a la igualación de oportunidades de mujeres y varones provocan la tentación de la burla, el chiste, la sátira o la sorna. Es difícil adoptar una actitud seria ante ellos, y se crea una tensión entre maestro y alumnado que debe ser estudiada.

La risa no debe ser negada: es un hecho del aula ante estos temas. Puede facilitar el aprendizaje o dificultarlo. Cumple una función, positiva o negativa.

Los temas relacionados con sexo y género generan tensión síquica, porque amenazan la estabilidad del sistema de pensamiento dominante en cada uno de nosotros: nuestros saberes incuestionados pasan a ser blanco de duda, y bajo esa tensión no podemos pensar con claridad

El humor surge de nuestra necesidad de introducir algo inesperado y contrastante en la percepción: alivia la tensión síquica desviando la atención de los saberes cuestionados, cuya perturbación deja de comunicarse a nuestro pensamiento. La risa es una reacción ante algo desconocido o inesperado; suscita alivio síquico y a posteriori requiere un esfuerzo para reenfocar la atención en el problema examinado. Depende de nosotros que signifique un respiro al tropezar con algo perturbante, o que nos permita dar la espalda ante eso que nos perturba.

La risa puede ser un desahogo, o una banalización. Puede elevar de jerarquía nuestro esfuerzo para enfrentar una realidad inesperada, o trivializarla. esa realidad.

DIAGRAMA 1 DE POWER POINT

El humor puede ser una ayuda, o un instrumento de opresión.

En esta segunda función descalifica el tema que se está examinando. Los chistes racistas o sexistas, incluso los más inocentes, son discursos instituyentes (contienen los rasgos que instituyen poder), y deben ser neutralizados.

Tolerar la opresión

Necesitamos dulcificar al menos parte de la cultura que reproducimos. Aquellos y aquellas que sufrimos discriminación (de clase, de género, de raza) necesitamos utilizar los mensajes discriminatorios cambiándoles el valor. Por eso alguien puede decirle a otro cariñosamente “gallega” o “negrita”: los grupos discriminados entre sí utilizan constantemente en forma de burla, sátira o expresión cariñosa los epítetos que usualmente se les dirigen con sentido agresivo.

Esta tolerancia, a la que llamamos buen humor, es una operación defensiva: no se puede estar constantemente en conflicto con los mandatos de la sociedad.

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LA OPRESION DE LAS MUJERES

3. 1 Reconocimiento de la opresión

 

Las mujeres como grupo oprimido

Opresión y dominación son conceptos aplicado a civilizaciones o grupos étnicos que aplastan o subyugan a otros, como en la historia de América.  Deben ser aplicados a los grupos humanos, donde los varones han dominado a las mujeres bajo diferentes formas.

Las mujeres del mundo hacen el  66% del trabajo y poseen el 1% de los bienes: esta desigualdad demuestra dominación. El poder en sí mismo está en manos de pocos, pero muchos gozan de los beneficios de la dominación: los varones tienen el 99% de los bienes del mundo y el orden jerárquico los favorece aunque no sean responsables de él.

 

La segregación de sexos

Los sexos fueron segregados, separándolos físicamente en ámbitos e instituciones (escuelas, iglesias, hospitales, clubes, oficios), con características de acuerdo con la época.

La segregación se justificaba con discursos simbólicos, morales, ideológicos y religiosos, e imposibilitaba comparar individuos de ambos sexos: no se podía demostrar que los saberes que legitimaban la separación eran erróneos.

En el siglo XX la segregación se debilitó: las mujeres comenzaron a sentarse en ambas alas de los templos  y muchas escuelas (confesionales, laicas y profesionales) adoptaron la educación mixta.

Quedan instituciones y ámbitos donde la segregación subsiste: iglesia, fuerzas armadas, policía, clubes deportivos. Varias van paulatinamente integrando mujeres. Otras mantienen la exclusión.

Educación diferencial por sexos

La educación segregada es educación sexuada: los sexos se separan físicamente y a cada uno se le imparten contenidos, valores y modos de pensar y sentir distintos.

La educación sexuada es diferencial: puede tener lugar sin segregación física, en educación formal o informal, en la escuela, la casa, el barrio o los medios.

En la infancia, los juegos educan. Hace medio siglo, los varones jugaban  con bolitas y figuritas: esto los preparaba, acostumbrándolos insensiblemente a las leyes del rebote y los cálculos de resistencia del aire, para aprender física, dinámica, mecánica. En la adolescencia, jugaban al billar. Sus juegos los preparaban para ser técnicos, matemáticos e intelectuales.

La mujeres en cambio jugaban con muñecas: se preparaban para ser madres y amas de casa.

La educación segregada fue defendida por razones de tradición. El caso más notado fue el del Colegio Montserrat de Córdoba, que se mantuvo cerrado a las mujeres hasta el año 2000.

Estas instituciones segregadas defienden su prestigio como emblema de poder: el sistema de género educa en aceptar una estructura que da lugar subordinado a las mujeres.

Acceder a espacios reservados para varones es una conquista.

Solamente cuando hombres y mujeres reciban exactamente la misma educación (y tengan las mismas oportunidades de aplicarla) sabremos qué diferencias trajeron de nacimiento y cuáles no.

Igualdad de educación para mujeres y varones

Las mujeres eran presentadas como menos inteligentes que el varón; a cambio, se afirmaba que era más intuitivas y sensibles. Se presentaba una lista de rasgos diferenciales para cada sexo, lo que legitimaba la educación diferencial. Del varón se decía que era intelectual y poco emotivo; de la mujer, que era intuitiva y sensible.

Estos caracteres aparentemente positivos (mayor intuición, mayor sensibilidad) son una atribución discriminatoria. Son resultado de la educación diferencial por roles, que da a las niñas un lugar desvalorizado en la educación.

Los roles diferenciales se reproducen en la educación formal, estudiando el curriculum, los materiales didácticos, los libros de texto y también la curricula oculta en la práctica del aula, para determinar los contenidos y valores que se transmiten.

En Argentina fue pionera de este enfoque Catalina Weinerman, con El sexismo en los libros de texto.

La alfabetización masiva comenzó en el siglo XIX, y la alfabetización masiva de las mujeres en el siglo XX.

El analfabetismo

El analfabetismo y el analfabetismo funcional no afectan igualmente a mujeres y varones: los asistentes a los programas de altabetización suelen ser varones, porque son los que están en el mundo público.

En Argentina, donde la enseñanza normalista no hizo discriminación por género, son comunes las analfabetas funcionales (mujeres que han tenido una escolarización leve y que por no participar del mundo público pierden el conocimiento adquirido).

En los países del mundo árabe y en África la situación educacional de las mujeres es mucho peor.

Libros de texto y curriculum oculto

Los libros de texto tienen gran peso en la creación de representaciones e imaginario. Están cambiando enormemente (no dicen más “mamá amasa la masa”) pero enseñan un código de símbolos (ideología) sexista.

La escuela transmite el mundo masculino, y lo reproduce de mente en mente. En esa transmisión de valores juegan un papel importante las figuras jerarquizadas, en los libros de texto y en la vida práctica. La currícula oculta y la estructura del cuerpo docente enseña jerarquía al alumnado. La curricula oculta, presente en el aula a puertas cerradas, reproduce rasgos del mundo privado y público.

El “ser humano” ilustrado en el libro de biología es un varón.. En este momento hay en el mercado un solo libro de biología ilustrado con una mujer, y pertenece a dos autoras.

La realidad del aula ha cambiado: los chicos y chicas no son tan fácilmente analizables como los libros. La reproducción y construcción del conocimiento cambiará con la relación con cada maestro o maestra, y también cambia su conformación social y emotiva.

Está habiendo discusión institucional: la apertura institucional cambiará el panorama.

La educación física segregada

La educación física sigue siendo diferencial. En preescolar y los primeros años de escuela primaria niños y niñas hacen actividad física en conjunto, pero a partir de cuarto grado (hay variantes según las provincias y regiones) se los separa.

Esta atribución diferencial de roles influye en el esquema corporal. Está basada en la creencia de la debilidad física de las mujeres (cada vez más negada en la sociedad y los deportes) y en su falta de puntería (lo que es contradictorio con la educación femenina en que se enseña a las mujeres a bordar y tejer, todos trabajos de gran precisión).

En lo físico y motriz, se fomenta el desempeño diferencial de varones y mujeres, y cuando se llega a la pubertad, la segregación se acentúa.

Hay consideraciones que pertenecen a otros ámbitos de discusión: la educación física trae a colación el prejuicio del cuerpo y el uso que de él se hace, y no está bien visto que un varón dé clase a niñas. Este aspecto moral, que lleva a considerar quiénes deben ser los profesores, y qué relación adulto / adulta – niño / niña se permite, contribuye a que en las escuelas mixtas las clases de cultura física sean segregadas.

Debilidad femenina y fuerza masculina

Sobre todo en Occidente, la constitución física del varón tiene mayor masa muscular que la de las mujeres. Es un dato biológico influido por la cultura: como tal, es un dato del sistema sexo / género.

Como figura en Germinal de Emilio Zola, las mujeres trabajaban en las minas. Se dijo que eran más resistentes que los varones, como se había dicho que los chicos eran más aptos para la minería (al ser los socavones más chicos, llegaban más lejos). Estos estudios justifican la hiperexplotación: comparaban mujeres que recién ingresaban al trabajo con grupos de mineros con años de contaminación. Son trabajos insalubres para varones o mujeres.

El rasgo natural intrínseco de la mujer es que puede engendrar, parir y amamantar. Lo demás son datos culturales: según la medición que se use se obtendrán los resultados que se quieran.

Escuelas y órdenes de mujeres

Las escuelas de mujeres solas, incluso universidades de  prestigio, tienen larga tradición.

Algunas escuelas de mujeres dependen de comunidades de mujeres; sin embargo, la supervisión la hacen varones. La jerarquía escolar está ocupada por mujeres subordinadas a un orden jerárquico establecido entre varones:

El Vaticano es una monarquía con una organización jerarquizada. Las monjas y sus instituciones están en una pirámide de poder donde no ocupan lugares de decisión, y sus órdenes están dentro de un sistema masculino.

El cuerpo y la obscenidad
La segregación de sexos (que aún se hace en las escuelas mixtas para determinados temas) tiene su origen en asimilar el cuerpo femenino con el pecado y asociarlo con la desnudez.
Es obscenidad o pornografía exponer el cuerpo desnudo con fines eróticos: estos conceptos morales son relativos a la clase, la raza y el género. Una mujer negra desnuda puede ser ilustración de una revista científica; una mujer blanca quedaría asociada a la pornografía.
El desnudo pornográfico de mujer está socialmente difundido porque la vuelve objeto. Está apareciendo una tendencia exponer el cuerpo desnudo del varón.

El desnudo artístico tiene representaciones asociadas con lo estético.

La educación mixta

En Argentina la escuela estuvo segregada por sexos pero no hubo currículum diferencial. En comparación con otros, es un sistema educativo progresista: su modelo era el normalismo francés, y en él niñas y niños eran atendidos como sujetos iguales.

La ley 1420 piensa en un alumnado sin discriminación de sexo, pero aunque no haya objetivos diferenciales para cada sexo, no garantizó que la educación fuera igual para niños y niñas.

Tampoco la educación mixta pudo garantizarlo, porque los maestros estamos educados en el sistema genérico, y tenemos expectativas distintas para cada sexo. En la práctica del aula es común decir  “una nena no puede tal cosa”, “un nene no puede tal cosa”. El curriculum oculto reproduce valores no consignados en el currículum formal, sobre todo con alumnado adolescente.

La ley 175 de la Ciudad de Buenos Aires obliga a los y las docentes a ser agentes activos de la perspectiva de género; enseñamos que hombres y mujeres deben tener los mismos derechos y obligaciones. En la docencia son evidentes las desventajas a que se enfrentan las mujeres: cuanto más alto sea el cargo más probabilidades hay de que la persona que lo ocupa sea un varón. La inequidad genérica no se refleja en la estadística de cargos directivos sino en la jerarquía: el nivel inicial tiene directivas mujeres, el nivel primario tiene mayoría de mujeres, en secundaria los varones aumentan, y al llegar a inspectores y secretarios de educación el varón es dominante.

Enseñamos un pensamiento que no ejercemos; lo incluimos en nuestro discurso sin que provoque cambios sustanciales en nuestras vidas. Este libro busca dar elementos de teoría del género, y evitar que cambiemos el lenguaje para que todo siga igual.

Invisibilización de la desigualdad

Las diferencias entre mujeres y varones son desigualdades de trato social, poder político y económico y nivel cultural, que privilegian a los varones. Las mujeres o bien son oprimidas, o bien no se las reconoce como personas, o bien padecen alguna combinación de las dos cosas.

Es común que los datos que muestran opresión o no reconocimiento sean pasados por alto. Se los niega o se los ignora. Hay quienes muestran fastidio al enterarse. Las desigualdades entre varones y mujeres no suelen estar presentes en la conciencia, y cuando se las pone en evidencia hay un impulso a rechazarlas. Este fenómeno se llama invisibilización.

Disparidades entre varones y mujeres.

No se trata de disparidades entre individuos:una mujer puede ser más rica que un varón, ganar mucho más y trabajar menos. La disparidad es grupal: al incluir los individuos en el sexo al que pertenecen, los promedios atemperan las variaciones y la disparidad genérica se hace innegable.

Las mujeres son poco más de la mitad de la población del mundo.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estableció en su informe de 1995 que las mujeres realizan dos tercios de todo el trabajo del mundo.

De todas las ganancias, el 5% está en manos de mujeres.

De todos los bienes, el 1% pertenece a mujeres.

Estas cifras dan un promedio mundial de países con situaciones de disparidad distintas.

En Argentina,  las mujeres hacen casi el 70% del trabajo, poseen un 20% de las ganancias y casi un 40% de los bienes. No está entre los países más injustos del mundo en igualdad de varones y mujeres, sino avanzado en relación con unos y atrasado en comparación con otros.

En cuanto a trabajo realizado, la mujer en Argentina está igual o peor que el promedio mundial.

En cuanto a los bienes, cuya propiedad está garantizada por derechos civiles, en Argentina no están demasiado lejos de poseer la mitad del total.  En parte del mundo las mujeres no tienen derecho a poseer bienes.

En ganancias, con las que se amasan los capitales y se construyen las fortunas, Argentina está por delante de muchos países asiáticos y africanos, pero muy lejos de la igualdad: la riqueza la controlan los varones.

En salario hay, en cifras mundiales, entre un 40 y un 50% de diferencia entre el promedio pagado a las mujeres y el pagado a los varones. El principio sindical “a igual trabajo, igual salario” no se aplica a las mujeres.

Hay países donde los salarios del varón duplican los de la mujer. En los países avanzados están equiparados; en Argentina en algunas profesiones, como la docencia, y en otras no.

La invisibilización y los derechos

La palabra invisibilidad señala algo que existe sin ser percibido. La mujer, considerada objeto, fue invisibilizada por milenios. Su invisibilidad influyó en la privación de derechos, desde los relacionados con cuestiones íntimas como el goce y la diversión, a derechos como la actividad cultural y las cuestiones reproductivas, relacionadas con lo íntimo, pero reguladas por legislación y políticas de Estado.

Los derechos son construcciones históricas, que están en gran parte inscritas en el lenguaje; por eso algunos son difíciles de reconocer, debido al efecto invisibilizador de las políticas del sistema. Se obtienen luchando contra el poder discursivo de la sociedad, como parte de la dialéctica de ser dominado y dominante.

Los derechos laborales son antecedentes de los derechos humanos, de los derechos sociales,  los civiles; todos son construcciones históricas, a los que hemos llegado a través de luchas; el sistema tiende a vulnerarlos, y es necesario tomar una actitud critica para defenderlos, entenderlos como conquistas y responsabilizarnos de mantenerlos y profundizarlos.

Discursos hegemónico y contrahegemónicos

El androcentrismo es hoy hegemónico: el varón tiene el poder, ha dominado el mundo, es centro y medida de todas las y los cosas.

Este centrismo implica un grado de discriminación que no sería tolerado por otro grupo humano; descalifica al grupo más grande como ningún otro centrismo lo hace.

Es pensamiento mágico, porque otorga al varón cualidades que no tiene en la realidad; pero nuestro pensamiento se ha formado con este discurso.

Son discursos contrahegemónicos todos los que discutan todo o parte de esa afirmación; siempre los hubo, incluso en en épocas dominadas por el  androcentrismo.  Ahora gana terreno un discurso contrahegemónico con mayor presencia de la mujer.

A lo largo de la historia hubo episodios contrahegemónicos. Desde la Revolución Francesa, madre de todas las revoluciones que aún hoy tienen vigencia, los cuestionamientos se hicieron sistemáticos y se perfilaron como postura contrahegemónica, en la que se elaboran cuerpos teóricos científicos con discursos críticos del androcentrismo.

 

Sistema de género

Atribuir roles (que constituyen poder por sus jerarquía; hay roles más valiosos que otros) de acuerdo con el sexo es el sistema de género. Es una realidad cultural no derivada de diferencias anatómicas; son formas de actuar, saberes, discursos y prácticas sociales que hemos aprendido y que enseñamos a los jóvenes. Es un universo que reproducimos, avalado por el saber androcéntrico, en la familia, el barrio, los medios y el aula, por curriculum oculto: se enseña cómo ser niño y cómo ser niña.

La teoría de género cuestiona la división de roles naturalizada. Esos roles son ideas sustentadas en mitos, en legislación, en conceptos económicos y comportamientos subjetivos que llevamos adelante día tras día.

Fundamentos del sistema de género

Varios centrismos articulados sustentan el sistema de género.

El egocentrismo es la pulsión más primaria y básica: el centro y medida del mundo es el individuo. Es el estado del bebé y el niño: considera al mundo a partir de lo que le pasa, y piensa con sus propias pautas, parámetros y prejuicios. Su elaboración, pasada la niñez, es base de otros centrismos.

El androcentrismo es una cosmovisión en la cual el varón es el centro de vida y juez de todas las cosas.

El etnocentrismo instituye a un grupo humano como centro y medida. Muchas culturas tienen un componente etnocéntrico, y explican su génesis en un origen donde fueron centro y grupo originario del mundo.

El patriarcado

Episódicamente los grupos humanos se manifestaron e interactuaron de manera horizontal; pero en toda la historia evolucionaron a una  jerarquización del ejercicio de poder, bajo diferentes racionalizaciones: algunos dieron preeminencia a la fuerza física; otros se centraron en el conocimiento y el saber; otros grupos combinaron ambos aspectos en su jerarquía de poder. La jerarquización tiene ejes de poder que varían en la misma sociedad en distintas épocas.

La teoría del patriarcado mantiene que el sistema jerárquico se estableció entre varones, relegando a la mujer y colocando al varón en un lugar superior. No hubo matriarcados: sociedades con orden jerárquico establecido por mujeres.

Entre los sesenta y setenta la antropología  pensó haber encontrado en los  yanomanis, que siguen viviendo en Venezuela y Brasil (una sociedad  cuyas mujeres tienen derechos de que carecen en otras sociedades) una sociedad cuyo orden jerárquico se establecía entre mujeres. Resultó ser un orden jerárquico de varones distinto al que la mirada etnocéntrica europeizante estaba acostumbrada.

3. 2 MANTENIMIENTO DE LA OPRESION

El sistema de género forma parte de un conjunto de sistemas opresores: se interrelaciona con los sistemas de raza y clases.

Su perduración se garantiza por la aceptación, asegurada por el discurso hegemónico, que se presenta como modo de pensamiento único, sostenido por igual por varones y mujeres. Aunque nuestra conciencia no quiera la desigualdad, obedecemos su discurso en lo cotidiano: la madre le dice a la nena (no al nene) que ponga la mesa, o el maestro indica que llorar no es de varones.

Inhabilitar el mecanismo de perpetuación requiere una primera etapa de sensibilización, y después una segunda etapa de complejización.

 

Factores de reproducción del discurso hegemónico

Ciertas conductas, una vez fijadas, son autorreproductivas: son comportamientos reacios al cambio, de repetición  inconsciente. La reproducción de modelos ligados al poder, incluso contra la propia voluntad, es permanente.

El lenguaje

El lenguaje transmite un sistema de valores que sirve al sistema de poder. Sus modelos son claros en varones y ambiguos para mujeres. El lenguaje y  la práctica cotidiana nos enseñan a pensar el mundo, que nos da elementos para que lo pensemos, es un mundo masculino. En gramática la niña es niña hasta que aparece un niño: con que haya un solo varón en un grupo de niñas, la regla ordena usar el masculino para el conjunto.

La familia

La familia suele educar en el orden androcéntrico, porque padres y madres no conocen otro discurso que el hegemónico. No se puede dar una educación diferente sin un discurso contrahegemónico, y es el Estado quien regula constitución de la familia: una pareja con derechos, aunque en la actualidad ya no rige el único. (Eva Giberti habla de lo familia).

La educación

La educación transmite un saber único presentado como verdad ùnica. Encargadas de la educación son mujeres educadas por varones.

Quien se sienta diferente se mantendrá en silencio para que nadie sepa que es: ser distinto es ser inferior o ser distinto o ser desigual.

 

El universo masculino

El universo masculino es una abstracción que hace que pensemos la realidad, compuesta de varones y mujeres, como un ámbito de varones exclusivamente. Esto se refleja en nuestros hábitos lingüísticos y de pensamiento.

A principios del siglo XX muchos países impusieron el voto universal, secreto y obligatorio.  En esta locución, repetida casi mecánicamente, “universal” no significa “todas las personas”: solamente los varones. Llamarlo  “voto universal” refuerza el androcentrismo: consolida la idea de que el único universo donde habita el sujeto de derecho es masculino. En el universo masculino el único individuo pensado como sujeto de derecho es varón.

En Argentina la Ley  Sáenz Peña impuso en 1912 el voto universal, secreto y obligatorio. No prohibió votar a las mujeres: no pensó en ellas. Reiterar que fue “voto universal” invisibiliza a la vez la exclusión de las mujeres y a los y las sufragistas, mujeres y varones que luchaban por el voto de la mujer.

El arquetipo viril

El arquetipo viril es ideal de varón socialmente determinado: poderoso, dominante, blanco y adulto. No pertenece a una clase social subordinada. No es campesino. Es una abstracción sostenida en saberes cuyos contenidos provienen del androcentrismo, del etnocentrismo, del racismo y la clase social.

Cuestionar los saberes en que se sustenta es discutir quién es protagonista de la historia.Los Otros (distintos al arquetipo) no deben ser protagonistas.

La reacción emocional contra la idea de que San Martín pudiera ser hijo de una india se genera en la violación del arquetipo.

El varón que encarna el arquetipo expresa su poder mediante fuerza, saber o religión dentro de estructuras jerárquicas que combinan los tres factores de modos descritos por la antropología.

Discriminación etaria

El arquetipo viril es adulto. La discriminación de grupos de edades (etaria) se suma al sexo, clase y raza. Los grupos etarios establecen entre sí identidades con jerarquías determinantes de poder.

El caso más flagrante es la infancia. Los niños no son considerados sujetos de derecho, se los muestra como protegidos, porque las sociedades emiten sobre la infancia un discurso sublimado sobre la infancia, divorciado de la realidad.

En Argentina esta cuestión se visibilizó hace pocos años, cuando se firmó la Convención de Derechos del Niño.

Homoglosia y heteroglosia

La existencia de un discurso único sobre los hechos es homoglosia. Ese discurso se asume como verdad indiscutida y dogma.

Homoglosia es un término técnico proveniente de las palabras griegas “omós”, igual, y “glossa”, lenguaje o explicación.

El paradigma de los derechos humanos es una construcción histórica que incluye la igualdad, que no significa desconocer la diferencia entre individuos. Reconocemos que cada individuo tiene facultades y saberes diferentes, y que los asuntos sociales están marcados por esas diferencias.

Nuestras diferencias deberían contribuir a la heteroglosia: una multiplicidad de discursos que expresen diferentes experiencias. En cambio las diferencias, en lugar de ser aportes que dan multiplicidad al acervo común, a la construcción histórica de todos, se convierten en desigualdades: el  diferente se vuelve desigual, y por tanto inferior. Cuando la sociedad interpreta la diferencia como desigualdad, el individuo intentará ocultar o suprimir la diferencia para no ser inferiorizado. Se impondrá la homoglosia: todos ostentaremos un mismo sistema de signos, símbolos y axiología. Como todos tienen el mismo discurso, ese lenguaje es considerado “natural”.

La heteroglosia reconoce y valora las diferentes voces para evitar que la diferencia se convierta en origen de desigualdad.

 

Heterodesignación y discriminación

Los seres humanos nos reconocemos a nosotros mismos (construimos nuestra designación) a través de designaciones ajenas: las mujeres somos definidas por los varones; el conjunto de los varones es definido por una tradición previa. La mujer fue educada para que su autoestima se construya a partir de la aprobación del marido,

La heteroglosia cuestiona al etnocentrismo y el androcentrismo, y puede conducir a una visión donde no seamos más héterodesignados, y conducirnos al empoderamiento. El camino de la autodesignación desandará el de la heterodesignación.

El etnocentrismo, el androcentrismo y los discursos clasistas heterodesignaron a otros grupos: construyeron un Otro antropológico, concebido como inferior, discriminado e indeterminado.

Estereotipos y discriminación

La homoglosia es fundamento de lo natural, que a su vez justifica la discriminación, convocando una visión estereotipada del mundo.

Hay signos (determinado tipo de peinado, llevar ciertos adornos o no llevarlos) que nos remiten a saberes: esto significa necesariamente tal cosa, esto significa necesariamente tal otra.

Estos estereotipos alcanzan su máximo en las afirmaciones formuladas como premisas silogísticas: todos los hombres son mortales, Sócrates es un hombre, por lo tanto Sócrates es mortal. Con estas frases (todos los … son…) se construye un discurso de sujetos universales con predicados universales; desaparece la duda. Su expresión en estereotipos es homoglosia, que genera una visión discriminatoria y autoritaria: impone una voz como única medida valiosa contra la cual comparar el mundo para medirlo y valorarlo.

La homoglosia cuenta con un bagaje de estereotipos: construcciones ideales que muestran formas abstractas de ser hombre o ser mujer, agradables o desagradables, valiosos o disvaliosos. Esos estereotipos ayudan a discriminar, estableciendo jerarquías entre sí.

La heteroglosia amenaza la existencia misma de la discriminación.

Cultura y lenguaje

Lenguaje y sociedad están vinculados, como lenguaje (rasgo de la especie humana) e ideología (emergente de la sociedad). No sabemos si el lenguje determina a la sociedad, o a la inversa; es probable que sea mutuo.

Hay dos corrientes dentro de la lingüística: una dice que la ideología marca el lenguaje, y otra que el lenguaje marca el pensamiento. Para unos, hablamos reflejando nuestros pensamientos; para otros, nuestro pensamiento refleja las pautas del lenguaje, que son sociales y construyen la realidad.

Decidir si el lenguaje pesa más sobre las ideologías o las ideologías sobre el lenguaje no es nuestra misión. Sabemos que es un proceso complejo, y que los discursos culturales que construimos marcando nuestra manera de pensar y codifican como “natural” lo cultural.

Mediante procesos sociales, los paradigmas (sistemas de pensamiento)  construyen modos de pensar que integran el lenguaje. La ideología circula por él, con la estructura del medio de comunicación: emisor, receptor, mensaje y código. Esos códigos son una manera comprender el mundo, y podemos tenerlos porque existe una cierta comprensión del mundo.

“Pérez tenía un solo hermano; el hermano de Pérez murió; el hermano muerto de Pérez nunca tuvo un hermano. ¿Cómo es posible?” La adivinanza cuesta hasta que comprendemos: Pérez es mujer. Como se formuló con apellidos, que aluden a varones, nuestro pensamiento insensiblemente se ubicó en un universo masculino.

La igualdad no se logra acostumbrándose a decir las y los docentes, pero que advertimos la desigualdad, no acordamos con ella y deseamos reconocer a las mujeres. Indica que la realidad busca romper con los centrismos.Cambiar el lenguaje no indica un cambio real, pero el esfuerzo de vigilarlo hace advertir diferencias que se pueden elaborar como conocimiento.

La retórica hace sublime la opresión

El antropólogo Christoph Gertz afirma que todo poder político requiere discursos poéticos (retórica) que hagan sublime el poder. Esta retórica convierte lo obligatorio en sublime y la desigualdad en algo deseable. Sin esta retórica, ningún poder podría perdurar.

La desigualdad se convierte en un deseo: la maternidad es sublime; ser víctimas de injusticia pasa a ser motivo de orgullo y sentimiento de superioridad. La desigualdad puede ser conmovedora. Esta retórica asegura la persistencia de la dominación, con un aparato educativo (símbolos, normativa legal, sistemas económicos y políticos) que llega hasta la identidad.

Esta retórica instaura ventajas de la desventaja, que transforman lo obligatorio en deseable. En situación de peligro, donde se necesita proteger, el lema es “mujeres y niños primero”. En situaciones cotidianas, “el caballero cede el paso a la dama”. La inferioridad permanece, pero la cortesía, la protección y el lenguaje la presentan como deseable. Es un discurso tan potente que incluso mujeres con independencia económica desean la situación de subordinación.

Hasta la sexualidad se vive como obligación: como quienes no son heterosexuales son lo Otro, la heterosexualidad es vivida como parte de los deseos. Lo son para la mayoría, pero muchas mujeres lesbianas se casan y tienen hijos porque creyeron la heterosexualidad parte de su deseo, y había sido asumida como obligación.

El apellido

En la denominación hay desigualdad. Está relacionada con los derechos de la mujer, porque lingüísticamente, la mujer desaparece cuando entra un varón en su mundo, que pasa a ser masculino. Al casarse, es usual que la mujer pase a llamarse “señora de…”, o agregue a su apellido el del marido, quien no lleva el apellido de ellas. La retórica que embellece la opresión traduce “señora de…” como “dueña de…”; pero la palabra “señora” ha perdido el significado de “dueña”, y la expresión “de” indica como poseedor al varón.

En EEUU el hijo o hija de pareja casada puede elegir entre el apellido del padre o la madre; en Argentina es obligatorio llevar el del padre, a no ser que interpongamos un difícil trámite judicial.. En algunos casos, se permite seguir la costumbre de otros países donde la tradición es llevar ambos apellidos, con el de la madre en segundo lugar.

Hay normas, legales o consuetudinarias, que avalan estos usos. En Ciudad de Buenos Aires es más fácil que una mujer use su apellido de soltera; en provincias las mujeres al casarse pasan a ser “señora de…”, y si desea usar su propio apellido muchos no lo aceptarán y la identificarán como “señora de…”

El uso y la ley se refuerzan uno al otro. En varias jurisdicciones en los recibos de sueldo de la mujer casada figura el apellido del marido.

En el 2000 la Provincia de Buenos Aires pidió en su Concurso de Ingreso a la Docencia poner el apellido del padre si se era soltera, y si era casada el del marido. padre, y si es casada el del marido.

Los documentos

En las sociedades donde más se enfatizaba el orden jerárquico o más totalitario era el estado los documentos consignaban rasgos identificatorios (color de pelo, de piel, de ojos, estatura, rasgos distintivos) que se fueron eliminando.

Al sexo se le confirió un estatus particular, reforzado por el aparato simbólico: las Policías emitía Cédulas de Identidad rosas o celestes; los documentos de votación eran diferenciales (Libreta de Enrolamiento para el varón, Libreta Cívica para la mujer)..Excepto en Tierra del Fuego, las mesas de votación para hombres y mujeres están segregadas.

La ley argentina obliga a que el sexo integre la identidad.El actual DNI, igual para todos, consigna “varón” o “mujer”. Esta clasificación innecesaria provocó en nuestro país juicios largos y denigratorios, como el de Mariela Muñoz o el de Erica Prunello, la transexual que debió hacerse abogada para defender su causa.

El Reino de Holanda considera inútil consignar sexo en los documentos de identidad. Como integra la Unión Europea, solicitó un documento europeo único donde no figurase el sexo.

La denominación

La denominación construye una manera de ver y pensar el mundo: las mujeres aprenden que pertenecen a un mundo masculino, el del padre, y que su propio mundo se transformará en masculino cuando en él entre un varón.

En la administración, los formularios están dirigidos a recipientes masculinos, porque el universo mental que la creó es masculino. Es inadecuado a la comunidad docente, pero se sostiene porque las mujeres reproducen el esquema en que han sido criadas: las comunicaciones escolares se encabezan en masculino, aunque sean las madres quienes se ocupan del educando.

La identificación sexual en la nominación puede ser necesaria en un censo o una Planta Orgánica Funcional (POF); pero que haya un Día de la Secretaria enseña que es un oficio de mujeres, y que haya un Día del Niño muestra que cuando se incluyen varones las niñas se invisibilizan.

Cambio social e ideología
La tecnología de la máquina de coser, la radio y la grabación cambiaron casi inadvertidamente la cultura y sociedad; el paradigma de los derechos humanos está cambiando el pensamiento.

La teoría del género, a pesar de su origen lingüístico (el género fue primero un accidente gramatical), al estudiar mediante la historia la diferencia de oportunidades entre los sexos, influye en el cambio social. La ideología, al cambiar el pensamiento, tiene repercusiones políticas.

El proyecto de Contenidos Básicos Comunes (CBC) incluía el género. La Iglesia Católica pidió que se lo retirara, junto con las teorías evolucionistas (Lamarck y Darwin).

La Ciudad de Buenos Aires tiene una ley fundamental, Estatuto o Constitución, que manifiesta la voluntad soberana de sus habitantes y  consagra la perspectiva de género. La Ley 172 busca acercarla a la práctica.

El mito de la belleza

La belleza fue un atributo diferencial: de la mujer se decía que era hermosa; de un hombre, que era apuesto. Esto no es natural; depende del discurso social.

A mediados del siglo XX, las mujeres eran objeto de un intenso discurso que incitaba a modificar los cuerpos para aproximarse a un ideal de belleza, mediante cosmética, depilación y moda. A fines del siglo XX, el mito de la belleza incluye también a los varones: los medios han creado el ideal del cuerpo perfecto, sobre el que se erige una enorme industria.  El mito impone estereotipos de masculinidad o femineidad deseables y  discriminatorios. Cada época rediseña los estereotipos, y quien queda fuera de ellos padece desventaja social.

Se victimiza al cuerpo, al esforzarse en cambiarlo para que se acerque a los estereotipos, aunque tenga otras proclividades. Imponer delgadez a un grupo étnico de caderas anchas es violencia, y la exaltación de la delgadez lleva a la anorexia y la bulimia.

El mito de la belleza es una herramienta de la heterodesignación (otros dictaminan cómo debe ser la mujer).

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CAUSAS DE LA OPRESION

Orígenes de la disparidad

La desigualdad en diferentes épocas asumió formas distintas; podemos atribuir sus causas al orden inmutable de las cosas, o bucear en la historia.

La primera explicación es la teoría naturalista.  Basa el tratamiento diferencial de uno y otro sexo en sus características anatómicas: a la mujer se le atribuye un conjunto de características por ser capaz de parir y amamantar. Se basa su opresión por características intrínsecas, sea físicas (“las mujeres son más débiles”) o sicológicas (varias escuelas dan caracterizaciones diferenciadas de varones y de mujeres). Las mujeres son inferiores por naturaleza es un argumento tradicional, polémico a partir del siglo XVIII y del siglo XIX.

La otra explicación del origen de la desigualdad de los sexos es la teoría culturalista. Ser capaz de parir no explica por qué las organizaciones sociales hacen de la mujer un objeto y establecen una jerarquía que las relega a segundo plano; la biología está inmersa en una formación social y cultural más compleja que la función reproductora. El origen de la inequidad es el poder. Las diferencias constatadas no son naturales, sino son una construcción  social, cultural, simbólica y sicológica (constructo).

 

La reproducción como causa de sometimiento

Las comunidades salvajes del pasado sabían que existía un sexo reproductor. Esa capacidad hizo que se las tratase como objetos: eran codiciadas, capturadas, encerradas, traficadas.

No se reconocía vinculación de cópula y parto, ni entre plantar una semilla y que creciera una planta: cuando este pensamiento se formuló, hace 60.000 años, produjo la Revolución Neolítica. Hasta entonces, la respuesta a por qué nacían las criaturas la daba el pensamiento mágico.

Pensamiento mágico y pensamiento científico

El pensamiento mágico consiste en atribuir a cosas y seres facultades que no tienen en la realidad analizada racionalmente. La mente racional rechaza el pensamiento mágico con tal que se lo verbalice. Si no, permanece invisibilizado: actúa pero no se piensa en él. El pensamiento mágico, desde la superstición a la religión, sigue siendo una herramienta para comprender el mundo.

Quien al tropezar exclama “maldita baldosa” quiere expresar su disgusto pero inadvertidamente usa pensamiento irracional; la frase evoca la creencia de que las cosas tienen alma (animismo) y sugiere que la baldosa, animada por un espíritu maligno, se movió para causar el tropezón.

El pensamiento racional da base al pensamiento científico que, fundado en la razón, gana terreno al pensamiento mágico desde hace cinco siglos.

Desde el siglo XVIII se intensifica el saber positivo, y en el siglo XIX el pensamiento científico intenta reemplazar el pensamiento mágico y se enfrentó al creacionismo religioso y al pensamiento mítico, asentados en fe y creencia.

El conflicto de ciencia y religión tiene un hito en  la Revolución Francesa, que entronizó “la Diosa Razón”; al iniciarse el siglo XX Pío X atacó a los y las modernistas; a mediados del siglo Bergman, Premio Nobel de Física, dijo que solamente existía la ciencia y Jacques Maritain acusó al pensamiento científico de causar el desorden moral y los males de la humanidad.

Creacionismo y evolucionismo

La religión afirma que el ser humano y el universo fueron creados.

La ciencia afirma que ambos deben ser explicados mediante saberes positivos (comprobables).

La sucesión de las generaciones se había explicado en el Neolítico al vincular coito y embarazo; Charles Darwin en El Origen de las Especies respondió que el primer ser humano había aparecido como estadio superior de evolución de una especie antropoide.

Teilhard de Chardin posibilitó que incluso los fundamentalistas, que defienden la lectura literal del Génesis, puedan estudiar evolucionismo darwinista.  Afirma que la historia del ser humano, desde el Big Bang a la entropía final, pasando por la evolución hasta la hominización y aparición de la especie humana, está inscrita dentro de una historia mayor, que comienza con la creación y se dirige hacia la Salvación. La Historia de Salvación enmarca a la Historia Humana, dentro de la cual fluye el tiempo y se ejercita el libre albedrío. En esta teología el ser humano fue creado dotado de su pasado evolutivo.

La explicación positiva del origen del tiempo y la materia es el Big Bang.

De “la verdad científica” a las verdades cambiantes

Un discurso es una exposición de saberes y una modo de reflexionar y ordenar el mundo. El pensamiento científico busca la verdad, pero la verdad se confunde con lo percibido como verdad, que es cambiante.

En el siglo XIV fue verdad científica que la tierra giraba en torno del sol.

En el siglo XIX fue verdad científica que se podía identificar a los delincuentes por sus caracteres físicos (teoría lombrosiana).

La historia de la ciencia es una secuencia de cambios de pensamiento; la “verdad científica” está condicionada por formas de pensar más antiguas que los mecanismos racionales: el pensamiento mágico, la teleología y el animismo  subsisten en el pensamiento moderno.

Los discursos científicos están condicionados por los centrismos: pautas de pensamiento que, por procesos históricos, se han constituido en maneras de establecer verdades y normativas sobre lo que se debe y lo que no se debe. Son decisivos el etnocentrismo, en que una etnia se hace centro y medida del universo, y el androcentrismo, que pone al varón como centro.

El racismo, con su creencia en que existen seres humanos superiores e inferiores, buscó y encontró las bases científicas que necesitaba usando instrumentos de medición discriminatorios.

En el siglo XIX, los fenotipos mostraban que la raza negra estaba cercana a los monos; en el siglo XX, en EEUU se usaron para negros afroamericanos los tests de inteligencia diseñados para blancos; los negros daban resultados inferiores, porque la inteligencia depende de datos sociales y biológicos, desde la nutrición a la cultura.  En Buenos Aires hay chicos y chicas de otras culturas, cuyas maestras pueden impacientarse con sus ritmos de razonamiento. Debemos respetarlos, porque aplicar un test para porteños a un chico de la puna discrimina: las herramientas científicas pueden justificar la creencia previa.

El discurso científico puede usarse para naturalizar: afirmar creencias invariables, en contra de que la ciencia continuamente destruye sus propios discursos: los saberes cambian. Ya no se piensa que el útero vaga por el cuerpo de las mujeres, o que el embarazo está desvinculado del coito.

Sistema de género y naturalización

Las mujeres son inferiores por naturaleza es una aseveración basada en la tradición y la creencia, cristalizada en el pensamiento liberal. La teoría del género afirma que la opresión surge de una construcción cultural, social y política (sistema de género), que jerarquiza los sexos naturalizando las diferencias culturales.

Naturalizar es sacar conclusiones artificiales de elementos naturales en su origen, convirtiendo un preconcepto en eterno y universal. La opresión queda en apariencia basada en la diferencia biológica, y la teoría del género debe develar los mecanismos simbólicos, psicológicos, sociales y políticos de la naturalización.

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SISTEMAS DE OPRESION

5. 1 El poder.

Orden y desorden

Las organizaciones humanas forman sistemas.

Usemos un modelo mínimo, armado con cinco individuos componentes. Uno es el centro; los otros cuatro están ubicados en los vértices de un cuadrado. Marquemos con un círculo hasta dónde llega el poder de esta estructura: el círculo es el margen. Dentro de él, se está incluído; fuera, excluido.

El sistema puede ubicar nuevos individuos, más o menos cerca del centro o del margen. Marginales son quienes más lejos están del centro del poder; cuanto más lejos se esté del margen, menos posibilidades hay de ser excluido.

(VAN DIBUJOS DE POWER POINT)

Este sistema tiene cinco centros de poder jerarquizados: uno central y cuatro secundarios. Quien se ubica en esos centros integra el poder que incluye y excluye individuos, y da ubicación y pertenencia dentro del sistema.

Entre esos centros hay intercambio y vigilancia constante: el ejercicio del poder impone un equilibrio: si uno de los triángulos incluye un individuo más, los otros harán lo propio. Podrán acordar distribuirlos cerca del margen, excluirlos o incluirlos dándoles funciones.

Poder: género, clase y raza

Mujeres y varones somos diferentes por lo biología, por las determinaciones socioculturales y las prácticas y roles sociales que asumimos.

La opresión está determinada por la sociedad, que convierte a los varones en sujetos valorados si responden al arquetipo viril y descalifica a los demás.

El poder opresivo está determinado por género, clase y raza. Los tres aparecen en toda cultura, aunque al género se lo solía omitir del análisis científico. El siglo XX mostró que pertenecer a un género u otro establece estructuras de poder diferenciales tanto como la pertenencia a una clase social u otra.

Clasismo y racismo interactúan y se propagan mediante educación, relacionada con la circulación del poder.

La presunta inferioridad del Otro indiferenciado se sostiene en creencias interiorizadas. Los bolitas son percibidos como inferiores a los yoruguas por el origen social de la inmigración boliviana a diferencia de la uruguaya, y el origen social forma parte de la percepción argentina.

Dominación y relaciones de poder

El poder se establece y se ejerce como dominación, articulándose con los determinantes de relaciones de poder: raza, género y clase.

El género es un modo de aprender el poder, a través de símbolos, íconos e imágenes diferenciales.

Estos símbolos, imágenes e íconos sociales diferenciales cambian según sociedad y momento, y son parte contructiva del género .

También emite normativas, de religiosas a legales, presentes en toda nuestra vida y accionar, Son diferenciales: no hay una misma normativa legal y religiosa para mujeres y varones, ni una misma moral. La legislación postiiva debería ser igual, pero hay diferencias que se acentúan en la práctica jurídica.- Se implementan por mecanismos impartidos en instituciones como escuela y familia; y cuando ellas fracasan, cárceles y  manicomios.

También la economía constituye el poder. La economía clásica y las ciencias políticas enseñaron un mundo marcado genéricamente. Los sistemas económicos se apoyan sobre la reproducción doméstica pero la economía no la estudia; la economía requieren del trabajo doméstico pero no la ciencia económica no lo mide. La econometría del trabajo doméstico apenas tiene treinta años.

El género está constituido dentro de la política. La determinación genérica dice cómo ver la política y la economía. La institución que organiza esta gestión es el parentesco, elemento constitutivo del género. Las relaciones que se establecen entre las personas crean vínculos de parentesco marcados por el género.

La autoridad del padre, del pater familiae, aún en sociedades como en Roma, cuyos clanes familiares estaban establecidos por la línea matrilineal: quien ejercía el poder era el pater familias. Es un fuerte elemento constitutivo del género.

La identidad genérica es el último elemento del género: normativa, economía, política e identidad subjetiva, con la que nos apropiamos de los valores genéricos establecidos en símbolos, sistemas normativos, sistemas polítlcos económicos y parentales. En cuarto elemento hacemos nuestros los valores del género y el sistema jerárquico de poder se hace constitutivo de la identidad.

Revolución e innovación.

El orden es una estructura estable: cada integrante mantiene una determinada posición. La totalidad constituye un sistema, donde las posiciones pueden no ser equivalentes entre sí: una o varias ocupan el centro, y otras están más cerca de las márgenes.

Cuando las posiciones cambian hay desorden: la estructura se ha vuelto inestable. Es una transición; al estabilizarse se configura un nuevo orden, que puede a su vez volverse inestable. El desorden es discontinuo y permite el pasaje de un orden a otro.

Para integrar más elementos o satisfacer disconformes, el sistema cambia mediante reacomodamientos. Algunos excluidos pueden entrar.

Si los disconformes no se satisfacen y buscan reemplazarlo por un nuevo sistema, es revolución. Si buscan mejorarlo, es reformismo. Cuestionar el poder de un sistema establecido (un país o una prisión) puede adquirir forma de revolución o revuelta (como en las prisiones).

Las jerarquías entre los integrantes reflejan el poder de cada uno, de acuerdo con las visiones que ordenan, fijan y determinan el ejercicio del poder. Esa visiones configuran una ideología.

La expresión de la estructura del poder puede ser una homoglosia, como es habitual, que sigue las pautas establecidas por los centrismos.

El desorden no es necesariamente un disvalor, y puede ser un valor. La desestabilización del sistema a la larga implica reordenamiento; la secuencia de ordenamientos es el progreso histórico, provocado por individuos o grupos.

Tanto quien quiera mantener el orden dado como quien quiera cuestionarlo pueden usar el lema “divide y reinarás”, con la intención de que ningún sector pueda acumular poder suficiente para asegurar o conmover el sistema. Actualmente lo utilizan eficazmente quienes mantienen el sistema, ya que es seguro que casi todos se opondrían a que la gente muriese de hambre cuando existe alimento; pero hay fuerzas que operan sobre nosotros dejándonos en este atontamiento que intentamos atenuar razonando.

Las maneras en que se distribuyen los elementos de la realidad pueden concebirse como espacios de variación. El conjunto de variantes son espacios de libertad: toda disciplina ordena sus saberes, y cuantas menos variantes se permiten menor es la libertad creadora; mientras más se consoliden los saberes, los individuos presentan más marcas sociales. Éstas, cuando se las ve en perspectiva de género, cobran nuevo valor.

La globalización

La historia muestra que en el mundo suelen coexistir varios sistemas, que no se tocan por la vastedad del mundo. Cuando dos sistemas se encuentran se genera un conflicto que termina con la destrucción o absorción de un sistema y el predominio del otro. La globalización implica que en el mundo actual ningún sistema puede mantenerse aislado.

Fukuyama escribió El Fin de la Historia suponiendo que la secuencia de cambios había llegado a su fin: un único sistema había absorbido a toda la especie humana. Habría acomodamientos, reacomodamientos y equilibrios; pero la historia, como constante sucesión de órdenes y sistemas cambiados por desórdenes que ligaban unos con otros, había terminado.

El sistema sigue siendo inequitativo. Aparecieron elementos excluidos que no habían sido tomados en cuenta: los nacionalismos y la religión. El siglo XXI tiene guerras étnicas y guerras santas. Los reacomodamientos internos están provocando una nueva serie de transiciones mediante desórdenes, que permiten eslabonar nuevos órdenes. La historia continúa.

El racismo

El racismo es la creencia en que hay razas inferiores y otras superiores, y  fundamenta que un grupo humano (etnia) domine e inferiorice a otro. Raza es un término asociado a las características biológicas expresadas en el fenotipo.

El racismo es la discriminación por excelencia: una raza se considera a sí misma medida de las otras, a las que debe dominar. Implica muerte, material o simbólica por inferiorización, de toda raza que no sea la blanca.

En la conquista de América, los indígenas fueron calificados de salvajes sin alma. Su diferencia los inferiorizó y enalteció a los españoles.

A partir del siglo XIX, es parte constitutiva del Estado moderno: el enemigo

es el Otro racial. Su ideología establece la superioridad de los blancos sobre los otros; y se mantuvo por la fuerza y la ideología. Su poder económico y militar iba parejo con el poder discursivo.

Las minorías gobernaron a las mayorías en nombre de la superioridad racial: en Sudáfrica el apartheid garantizaba que la minoría blanca gobernara a la mayoría negra. Su final no significó la desaparición del racismo, cuyo enemigo es  es el Otro. Se teme al discurso contrahegemónico. Se lo concibe como Otredad indiferenciada.

Para Europa, el inmigrante sudamericano no es argentino, peruano, chileno o uruguayo: es sudaca. Dejar de reconocer las diferencias invisibiliza el racismo: en Buenos Aires nos llamamos crisol de razas.

Antropología eurocéntrica

La antropología del siglo XIX, cuyo saber se propuso como verdad universal, estudió las culturas y valores en función de los valores y la cultura de la civilización europea occidental, y describía grupos étnicos para construir jerarquias biológicas: hablaba de élites biológicas y grupos biológicamente superiores.

El etnocentrismo

La antropología moderna ya no estudia la raza, sino la etnia: un grupo cultural.con valores similares, que contienen un mismo pasado.

El etnocentrismo consiste en considerar que una etnia es el centro, y medida de todas las otras.

El sexismo

El sexismo  y el racismo son parte integrante del poder del Estado y funcionan con el mismo mecanismo. El Estado vigila e investiga por discursos y prácticas sociales que establecen poder. Establece instituciones totales: escuelas, cárceles o manicomios, donde ejerce poder sexista. Esta relación saberes / poder se expresa a través de todas nuestras actitudes, discursos y sistemas de valores.

Sexismo es el conjunto de creencias, saberes y prácticas sociales que hacen más fácil anular, efectiva o simbólicamente, a una mujer que a un varón. La vida de una mujer vale menos. Antes confinada al mundo privado, irrumpió hace poco en el mundo público, y tiene menos oportunidades.

El sexismo anula a la mujer por falta de representación política, por falta de derechos civiles, por cerrarle las carreras profesionales.gándole identidad jurídica o política. Hasta hace poco en Argentina un hombre para ser culpado de adulterio tenía que tener hogar con otra mujer; la mujer era adultera sólo por ser sospechada. La patria potestad pertenecía sólo al hombre, y los derechos sucesorios las mujeres los tuvieron en 1926; antes recibían el 2% de los bienes y el interés. Antes de 1947 no votaban. En el mercado de trabajo a trabajo igual la mujer ganaba menos. A principios de siglo, su recibo de sueldo debía ser firmado por su esposo, su padre o su hermano.

Se legitima con naturalizaciones: desde el siglo III se supone que las mujeres padecen debilidad natural, causada por sus humores.

Discursos contrahegemónicos

La educación formal puede generar un cambio, con tal de presentar discursos contrahegemónicos.

En Ciencias de la Educación la educación popular ha sido un discurso contrahegemónico: permite romper la estructura jerárquica del aula y pensar sin atender a quién es docente y quién es alumno o alumna. En Pedagogía del Oprimido Paulo Freyre propone simbólicamente “liquidar la tarima”: la posición superior del docente. Este simbolismo pertenece al siglo XIX y a pensamientos autoritarios: la Ciudad Universitaria de Buenos Aires, construida durante la dictadura de los setenta, tiene aulas con tarimas.

Cambiar la escuela es cuestionar su concepción de institución total defendida por una visión idealizada, aunque encierre despotismos de aula.     Las posibilidades contrahegemónicas están en cuestionar el persistente androcentrismo, y las demás valoraciones de los sujetos sociales, incluso los discursos científicos, ya que la ciencia es etnocéntrica: pone un grupo humano como centro y medida.

La “acusación” de feminismo

Un hecho habitual al que los amigos y compañeros varones someten a las mujeres es llamarlas “feministas” cuando reclaman igualdad de derechos.

El sistema de poder ha distorsionado el sentido de la palabra “feminismo” para que sea algo peyorativo o risible. Una reducción deformante es definir  “feminista” como “mujer que odia a los hombres”.

La feminista no odia a los hombres ni pretende superioridad ni menosprecia al otro sexo. La acusación de “feminismo” es una herramienta para impedir la demostración de la igualdad, cada vez más posible con el desarrollo social.

La defensas síquicas del sistema genérico

Las diferencias biológicas de varones y mujeres son prácticamente irrelevantes: la ciencia y la tecnología nos alejan del determinismo biológico.

Muchos varones, y no pocas mujeres, apelan a supuestas diferencias innatas para no profundizar o evitar conflictos; son defensas síquicas que surgen porque incomoda llevar los discursos más allá de lo que la mente admite. Cuando se conoce y se habita un universo, todo elemento que lo destructure es mal recibido al principio: la teoría del género conmueve el universo discursivo que sostiene las actuales identidades de ambos sexos. Genera temor de apartarse de la pauta general de la sociedad, perder la referencia con las prácticas sociales y la fracción de poder que se tenga, porque hasta reacomodar nuestro sistema los saberes, discursos y prácticas sociales píerden solidez.

Hoy en día, el genero es tema prioritario de investigación en Argentina:  los discursos establecidos censuran que se anule a la mujer negándole posibilidades expresivas, derechos políticos y sociales.

5.2 La desigualdad

La desigualdad por nacimiento

En los reinos la desigualdad por nacimiento se expresa en títulos nobiliarios; en las monarquías absolutas este sistema asegura la transición de un gobierno a otro, pero no su calidad. Las monarquías constitucionales burguesas se han aggiornado, pero tampoco pueden garantizar una sucesión capaz.

Los movimientos cuestionadores de la desigualdad, opuestos al discurso dominante, han existido siempre: son sistemáticos desde el siglo  XIX. En  muchas sociedades todavía ser noble es un privilegio reconocido.

En las democracias el discurso de la desigualdad por nacimiento radica en el poder de las familias y plutocracias.

Desigualdad genérica

La educación da roles específicos para varones y mujeres, y los de más jerarquía corresponden a varones. Esta atribución social es antiquísima. Desde la Revolución Francesa se la cuestionó sistemáticamente.

El proceso que lleva a desconocer este orden, pensamiento y discurso hegemónicos se inicia con casos aislados de transgresión; sigue con nuevas perspectivas, y termina reelaborando el pensamiento.

En el siglo XVIII las revoluciones burguesas mostraron la desigualdad de clases y postularon valores de fraternidad, libertad e igualdad. Su perspectiva se complejizó al visibilizarse que estos valores se restringían a varones, privando a la mitad de la humanidad de beneficios de que goza la otra mitad.

Cultura e ideología.

La cultura y la ideología se articulan. La cultura provee ideología, la cual en sl siglo XXI subraya los derechos humanos.

Al aplicar perspectiva de género, la realidad muestra que ser varón o ser mujer es un factor importante, social y biológicamente. Nuestros cuerpos son el cimiento sobre el que se erige la construcción social, que marca nuestros datos biológicos con datos sociales: los géneros, masculino y femenino, muestran que la realidad social es sexuada. Ser varones o ser mujeres nos ubica en puntos distintos e inequitativos en la misma realidad social.

Esa inequidad se combate paso a paso, desde la dicción (decir  las y los) a la Ley de Cupos, que impone al menos un 30% de mujeres en cargos electivos.

5.3

Los agentes del poder

El biopoder
El biopoder, según Foucault, en el siglo XIX no se constituye por poder matar, como en la monarquía absoluta, sino por dejar vivir. El Estado moderno se reserva el monopolio legal de la muerte síquica o física, y vigila las áreas de la vida. Su metáfora es el panóptico de Bergman, plano del patio de una cárcel, con dominadores y dominados.
Discrimianción y dominación

Ser diferente significó ser desigual, y ser desigual se asimiló a ser inferior. Cuando llegan los europeos a América los autóctonos fueron inferiorizados por ser diferentes. Los bienintencionados que sostenían que tenían alma, como Bartolomé De Las Casas, eran etnocéntricos: consideraban su cultura europea y cristiana centro y medida de todas las culturas, y quisieron dar sus valores a los autóctonos. y se propusieron hacerlos iguales mediante la evangelización:

Dominador y dominado

La dominación engendra poder, que circula entre dominados y dominadores: quien es oprimido puede a su vez oprimir según raza, clase y género. El poder circula en el interior de los grupos dominados; entre los pobres, entre los aborígenes, entre las etnias, que se discriminan entre sí, con antagonismos tradicionales funcionales al poder.

Oposiciones como el interior y los porteños son trascendidas por la clase: en cada región del interior hay una élite que acuerda con la de Buenos Aires.

Los dominados integran el sistema de poder

La dominación es herramienta del poder: no tiende a la subyugación total (aniquilamiento) sino a ejercerse a través de sometidos.

Los conquistadores coloniales del Imperio Inca (que regía el orden social del Tahuantisuyo: Ecuador y Perú) captaron caciques para dominar a los indígenas que se usaron como mano de obra forzada en mitas, encomiendas y yanaconazgos. Los caciques andinos, controlando a los mitazgos y yanaconas,  conseguian privilegios; si bien eran indígenas dominados ejercían dominación sobre otros; así apuntalaban el poder español.

Los dominados  comparten y apuntalan el poder; dan razón de ser a la dominación y obtienen beneficios.

Las plantaciones, haciendas e ingenios del Caribe, EEUU y Brasil compraban esclavos africanos de etnias rivales, históricamente enfrentadas, para asegurar que no se aliaran, mientras el capataz mantenía el orden. Estos capataces eran negros que sufrían dominacion pero la apuntalaban regenteando otros esclavos; los compradores no hubieran podido hacerse cargo al principio por no conocer los idiomas ni la cultura, pero cuando las hubieron conocido eligieron no desembarazarse de las figuras de poder incluidas en el grupo oprimido, porque el mejor modo de  ejercer el poder es quebrar el grupo que se quiere dominar.

El sistema se refuerza cuando la dominación se vive como fuente de tranquilidad; el pensamiento del oprimido reproduce la opresión.

Los fugados

La dominación nunca es absoluta o ineluctable: siempre hay grietas del sistema: fisuras que permiten rebelarse o formar discurso contrahegemónico.

Brasil fue el último país en abolir la esclavitud en América. Los esclavos y esclavas fugados constituyeron en la selva los quilombos, primero como reinos y luego como república. Como desvalorización simbólica de la rebelión negra, la palabra quilombo pasó al español significando primero primero “lugar de prostitución” (se suponía que los negros no tenían pudor) y después “desorden” (se los consideraba incapaces de organización social).

Aún en situaciones de dominación extrema hay posibilidad de rebelión.

La transgresión

Nuestra personalidad está marcada por el pensamiento que  educa por igual a mujeres y varones: ncluye género, sexo, etnia, clase y edad.

Ese pensamiento sostiene el sistema; participar de él permite entender las condiciones existentes y determinar los cuestionamientos posibles. Son transgresores quienes desobedecen, conociéndolo, al pensamiento dominante; pero el acto de transgresión no cambia el sistema. En la Edad Media Abelardo y Eloísa rompieron todas las barreras, sin alterar los valores vigentes. En Brasil, los quilombos no significaron el fin de las plantaciones.

6. La maternidad

La maternidad

La mujer puede parir y amamantar al hijo. Es una función vital para las sociedades, que no pueden sobrevivir sin reproducción biológica.

Ese rol maternal es reconocido, y a la vez subvalorado objetivamente:  las mujeres se subordinan a los hombres, según la clase: una burguesa puede no subordinarse a un pobre. Dentro de la misma clase, el hombre tiene supremacía. La exaltación de la maternidad compensa la falta de poder.

El Yo de las mujeres se define por la maternidad; ser madre es condición para ser mujer. Su arquetipo (que consolida el binomio mujer / madre) es la mujer blanca, de clase media acomodada, dominada y mujer objeto.

Madres solas por decisión propia

Un fenómeno moderno son las madres solas por decisión propia: se han desentendido del mandato de unidad familiar, pero creen que una dimensión de su ser mujer es ser madre; mujeres de alto grado de independencia y recursos culturales y económicos cumplen el mandato atávico.

El binomio mujer / madre

El binomio mujer / madre construye un símbolo genérico, presentado con íconos: figuras representativas. Para la mujer esta figura es la madre; para el varón, en cambio, no es el padre. Los géneros no guardan simetría.

La violencia doméstica

Los grupos subyugados se autorreprimen entre sí: es un mecanismo que que reproduce, construye y fomenta el poder.

En el ámbito doméstico, la violencia está ligada al ejercicio del poder. Suele expresar sexismo: las victimas de violencia doméstica son masivamente niñas, niños y mujeres. Aunque no de es autorreproducción inexorable, hace más fácil que un chico golpeado se haga padre golpeador o que la mujer golpeada puede volverse golpeadora, primero de sus hijos, y luego de otros.

Un trabajador dominado puede ejercer su poder sobre  mujer e hijos. Se “desquita”, porque la relación de dominadores y dominados genera resentimientos. También en la clase alta la mujer es objeto de violencia (menos conocida porque no se atiende en hospitales públicos), porque el varón tiene una mujer bella como objeto de adorno, y no la ve como sujeto a través de sus realizaciones.

Los Estados modernos no necesariamente combaten esta violencia: en la  España del 2000 murieron cincuenta mujeres víctimas de violencia doméstica.

La realización como individuo mujer y como individuo varón

La realización como individuo se muestra en la mujer como maternidad; en el hombre, como una pluralidad de posibilidades.

Tener un hijo, plantar un árbol y  escribir un libro es mandato de varones: fecundar, legar y pensar.  Las mujeres reciben un solo mandato: ser madres. La realización del varón requiere tres logros. La mujer, uno.

Que las mujeres puedan ser madres no quiere decir que ser mujeres dependa de ser madres; la sociedad fuerza una maternidad obligatoria, disminuyendo el hecho de que se puede ser madre sin haber llevado al hijo en el vientre. El consenso social dice que la verdadera madre es quien pare.

El discurso médico sobre la maternidad

Ser madre es un deseo legítimo que la ciencia transforma en un imperativo tentador. La medicina científica tiene poder regulatorio de la vida cotidiana gracias al sanitarismo de principios del siglo XX. Su visión androcéntrica dispone el rol biológico deseable de uno y otro sexo. Describir como problema que una mujer no quede embarazada refuerza la obligatoriedad de ser madre biológica:

El instinto maternal

Transformar el deseo de ser madre en un instinto es una naturalización: la maternidad se deshistoriza y puede hacerse un valor idealizado y sublime. Ese presunto instinto maternal es descrito como compulsión a la maternidad, que equipara a las mujeres con las hembras de otras especies.

El infanticidio

Por instinto, las hembras animales matan a sus crías cuando consideran que están en peligro, que están enfermas o su vida no puede progresar, o que el progreso de esa vida le quitaría posibilidad a las otras crías. Esta tendencia en las las sociedades se justifica con discursos funcionales a los sistemas de población.

En la Edad Media el infanticidio era regulación de la natalidad: en las sociedades campesinas, durante las hambrunas, las mujeres que no podían evitar quedar embarazadas elegían matar al recién nacido, que igual moriría pronto, y reservar el alimento para el hijo ya crecido de cuatro o cinco años. Incluso en buenas circunstancias, la mortalidad infantil era muy alta.

El infanticidio no fue delito hasta el siglo XVIII.  Después de la Segunda Revolución Agrícola se terminaron las hambrunas, y la Revolución Industrial necesitaba manos (hand, en inglés, también se traduce peón u obrero no calificado). La infancia fue protegida, no como sujeto potencial de derecho, sino por ser energía potencial para la producción.

La medicalización de la maternidad

Desde el siglo XIX el infanticidio fue impropio de la especie humana. El encierro de las mujeres en el hogar reforzó su papel de cuidadoras, para aumentar las pocas posibilidades de que el niño o niña llegara a ser joven. Otro medio de bajar la mortalidad infantil fue medicalizar la maternidad: en el Norte, desde principios del siglo XX  dejó de estar en manos de idóneas (en Argentina, desde mediados de siglo). Al fin, la penicilina aseguró la supervivencia

Economía y humanitarismo

El proceso económico y productivo espolea la evolución del pensamiento humanitario: también la abolición de la esclavitud, que llevó a los EE.UU. a la Guerra de Secesión, tiene base económica. Los negros libres trabajarían en las industrias: al no tener dueño que les diera alimento, vestido y casa, los compraron en el mercado y ampliaron la demanda.

Algunos pensadores tuvieron razones puramente morales; pero el pensamiento económico que tiñó el proceso hizo que toda la  comunidad reflexionara sobre la violación de los derechos de las personas.

Maternidad y Estado

La maternidad no es solamente un hecho biológico; la pareja y el Estado tienen papeles importantes en ella.

A partir del siglo XIX el Estado laicizante toma el control de la sociedad, antes en manos de las iglesias. La demografía marca políticas: los estudios de población determinan necesidades y rumbos. Una función de los censos, que aparecen  en el siglo XIX, es que el Estado controle la sociedad con leyes que promuevan la natalidad o eugenésicas.

La fecundidad es un hecho biológico; la maternidad es un hecho social; la natalidad es una política de Estado, que busca fomentarla o reducirla, interviniendo en la vida íntima de la pareja y las personas.

Estos dispositivos para regular la natalidad muestran que la biología queda marcada por la sociedad: las prácticas culturales varían el índice de fecundidad.

En China, es el Estado quien decide el embarazo. Las mujeres son agentes del estado para controlar la natalidad. Como por la superpoblación se permite un solo hijo, y por razones culturales se prefiere un varón, es común matar o dar por muerta a la niña.
La adopción y la fertilización.

La mayoría de las mujeres, pero no todas, pueden quedar embarazadas. La adopción es la forma social de alcanzar la maternidad y paternidad, y está regulada por el Estado.

Si dos mujeres quisieran adoptar conjuntamente una criatura, el Estado lo impide. Es excepcional el lugar donde una pareja del mismo sexo puede hacerlo.

En el caso de que haya que fertilizar el óvulo con ayuda de procedimientos médicos, el Estado se hace presente.

La madre ante el Estado represor

En la historia reciente, las mujeres detenidas en clandestinidad fueron despojadas de sus hijos.  También el Estado democrático hace trato diferencial entre mujeres y varones que infringen la ley. En los penales de varones hay escuelas secundarias, incluso se ha implementado la universidad; en los de mujeres no hay siquiera secundaria (no es obligatoria). La mujer delincuente infringe la ley del Estado y la ley patriarcal.

Si un varón está preso, la mujer sostiene la unidad familiar. Si la mujer va presa, los hijos e hijas son judicializados y se entregan a familias sustitutas con sostén del Estado, no a familiares que puedan hacerse cargo y mantener sus relaciones cotidianas, escuela, casa y barrrio. A pesar de la idealización, la madre que no es propietaria y solvente tiene menos defensas.
La mujer objeto

Ser sujeto significa en la sociedad de hoy ser sujeto de derecho. La costumbre lingüística hace que mujer objeto signifique mujer sexualmente deseable. Esto trivializa el problema: mujer objeto es la que es tratada como cosa, (condición homóloga al ser objeto de los esclavos o siervos): cuando sufre atropellos el Estado rara vez interviene en su defensa o no considera necesario pedir su consentimiento, como cuando las esposas adquieren automáticamente la nacionalidad de su esposo; en España, hasta 1994 la mujer no tenía posibilidad de elegir si quería o no la nacionalidad del varón.

La paternidad

Los padres están variando: para el varón poder cuidar las criaturas fue una innovación profunda.

En los países capitalistas desarrollados se ha llegado a establecer estos roles en los contratos de matrimonio, y en Provincia de Buenos Aires los varones pueden pedir licencia por paternidad.

Si en una pareja de docentes la mujer está compitiendo para ascender y su compañero es un docente al frente de curso, es para bien de la pareja que sea él y no ella, quien tome la licencia para cuidar a la criatura.

7. SEXO Y GENERO

7. 1 Diferenciación genérica

Los individuos obtienen cuerpos de varón o cuerpo de mujer como consecuencia de la diferenciación sexual biológica, que produce la diferencia de macho y hembra (en términos zoológicos), a la que se le superpone la diferencia varón – mujer: es el sistema de género, históricamente construido, de rasgos simbólicos y sicológicos con repercusiones sociales, culturales y políticas.

Confusiones de género y sexo

El pensamiento hegemónico concebía al sexo como un binomio de dos entidades complementarias y monolíticas, de las que emanaban saberes sobre género, orientación, designación y percepción. Cuando el feminismo impuso el concepto de género, hubo resistencia moral y cultural a diferenciarlo del sexo

En 1995, CLARIN publicó un artículo titulado “¿Hay más de dos sexos?”, con este texto: “Desde que el mundo es mundo hay dos sexos, hombre y mujer, pero en estos tiempos las cosas tienen cada vez más matices: homosexuales de diversa inclinación, bisexuales con variadas preferencias, transexuales y otras suman más de doce categorías, sexualidades o como quiera llamárselas” .  El periodista (“desde que el mundo es mundo”) usa un argumento creacionista. Su  entrevistado (Armando, de 19 años) dice “Hay cuatro sexos, los hombres, las mujeres, los hombres que quieren ser mujeres y las mujeres que quieren ser hombres. Estos últimos cada vez son más.” El elemento combinado con la conformación anatómica es la autodesignación.

Los saberes enunciaban: “todos los varones son masculinos” / “todas las mujeres son femeninas”; “a todos los hombres les agradan eróticamente las mujeres” / “a todas las mujeres les agradan eróticamente los hombres”; “todos los varones desean ser como son” / “todas las mujeres desean ser como son”. Cuando la confianza en estos saberes cesa, se evidencia que lo llamado “sexo” era una construcción cultural, no una imposición de la naturaleza, y que no solamente contenía conformación anatómica, natural, sino género, cultural.

Deducir que todo lo masculino y lo femenino son constructos sociohistóricos es simplista. La realidad puede ser más compleja: los varones parecen tener más precisión en trabajos espaciales de profundidad, y las mujeres en trabajos bidimensionales. El debate actual está en si estas diferencias son consecuencia de la medición, o sobre su base orgánica real.

Natura y nurtura

Natura y Nurtura es una antigua diferenciación retomada por Coleridge en el siglo XIX. Es un sistema de pensamiento, proveniente de la filosofía, apto para organizar los datos de la realidad.

Una personalidad tiene muchos rasgos: algunos pertenecen a natura, otros a nurtura.

Natura es lo innato, nurtura lo adquirido. Natura es aquello con que se cuenta desde antes de estar en relación con el mundo y la sociedad. Nurtura es lo que se le provee al ser ya nacido: es nutricio (la raíz etimológica de nurtura y nutrición es la misma) en sentido real y metafórico: se agrega al ser y lo modifica. Es la cultura, la educación, la sociedad, la historia, y los efectos que producen en el ser.

Sexo innato y género adquirido

Por  hipersimplificación se afirmó que natura es sexo, y nurtura género: se nace mujer y se aprende a ser femenino; se nace varón y se aprende a ser masculino. El sexo se trae; el género se adquiere. Se nace siendo varón o mujer, en el sentido de macho o hembra; se aprende lo masculino y lo femenino, en forma de apariencia y conductas. Sexo es natura, género es nurtura.

Género como comportamiento y sexo como biología

Este abordaje necesita ser complejizado. El género es lo masculino o lo femenino percibido por  comportamiento o conducta, y el sexo es ser hembra o ser macho en tanto diferencia biológica y anatómica.

La diferencia genérica de masculino y femenino se expresa primero en la conducta. La diferencia sexual entre hembra y macho es biológica y anatómica. Como muchas costumbres derivan de educación, asumimos que toda costumbre es nurtura.

Lo genérico es adquirido, lo sexual es biológico. Al género se atribuye la adquisición de costumbres y comportamientos; al sexo se atribuye todo lo fisiológico, considerado natural o innato.

Estos reduccionismos no incluyen todos los datos de la realidad, ni resuelven todos los problemas, que van desde saber si debemos decir “el travesti” o “la travesti” hasta saber por qué las mujeres deben ser sumisas y los hombres rebeldes, o cómo interpretar el dato de que los varones tengan más precisión en espacio tridimensional que las mujeres, mejores en precisión en superficies planas.

Todas estas afirmaciones son grupales; las variaciones individuales son grandes, y permiten superposición de rasgos.

(MODELO DE POWER POINT)

Si un individuo posee una característica diferenciadora que no es la atribuida a su sexo, es por natura, por nurtura, o por la interacción de ambas.

Conductas innatas y adquiridas

El ser humano es evolutivamente mamífero. Tenemos una herencia común con los animales, aunque no está totalmente caracterizada. Es probable que la hominización haya permitido construir el sistema de género, pero nuestra constitución puede imponer algo en el comportamiento.

Los comportamientos propios del carácter en los animales no dependen del género; puede haber una hembra agresiva, o un macho pacífico. En los seres humanos, aunque hay hombres más pacíficos y hombres más agresivos, es mandato del sistema genérico que que antes o después el varón debe pelear, y mandato femenino que las mujeres no. Este mandato se ha debilitado, y siempre ha habido mujeres agresivas y mujeres pacíficas.

Otros comportamientos dependen de los sentimientos y del aprendizaje, tanto en animales como en seres humanos.

Hay ciertos comportamientos fisiológicos no adquiridos en los animales: la perra hembra se sienta y se abre de ancas, y el perro asienta su peso en una pata y levanta la otra. Es un saber genérico, ya que diferencia los sexos, pero no hay sociedad que les haya enseñado. Su origen es instintual, y específicamente neurológico: en los primeros meses rige el principio de Eva: cachorros machos y hembras al modo de la hembra, y al madurar su sistema nervioso el macho cambia su comportamiento: lo dimorfiza.

En los seres humanos estas conductas son adquiridas. Criamos niños y niñas enseñándoles a los varones a orinar de pie y a las niñas a sentarse, de modo que no manchen su ropa.

Sicólogos que van de Paolo Mantegazza (higienista italiano anterior a Freud) a Eva Giberti sostienen que la posibilidad de manipular el pene y dar dirección al orín hace nacer en el varón la idea de que su naturaleza es modificable, y por oposición que la de la mujer es inmodificable, generando la convicción de la diferencia de poder en ambos sexos.

Género es percepción, sexo es presuposición

En la percepción popular, el sexo es una expectativa del género.

En la vida cotidiana se asume que alguien es varón o mujer según como se viste o se porta: la apariencia y conducta son percibidas como femeninas o masculinas y presuponen el sexo anatómico.

Lo que la sociedad percibe como masculino resulta de un aprendizaje de comportamiento y actitudes: cómo camina, se mueve o se viste el individuo, qué hace o qué dice.Este género puede cambiarse con vestimenta, postizos y lenguaje gestual.

El travestismo actoral se basa en esta concepción del género: Dustin Hoffman es Tootsie, Robin Williams es la señora Doubtfire (Papá por Siempre) y, con menos eficacia, Julie Andrews finge ser varón en Víctor Victoria. En los tres filmes hay conflicto entre natura y nurtura.

La construcción del género por mímesis tiene límites establecidos por Natura. Robin Williams se transforma en una mujerona; no puede ser una mujer pequeña y frágil: usa máscara y postizos. Dustin Hoffman se transforma con gestos y maquillaje: compone (construye) una mujer masculina compatible con Natura (una de cada cinco mujeres tiene bigote).

Axiología del género

El lenguaje carga valores y connota segundos significados.

La axiología se vincula a la aprobación moral: un rasgo valioso es bueno, un rasgo disvalioso es malo. En Argentina calificar a un varón de “macho” es elogioso o cariñoso. Calificar a una mujer de hembra disminuye su respetabilidad.

En 1954 el libro Sobre la Sexualidad de la Hembra Humana, de Alfred Kinsey, fue repudiado por un sicoanalista por no decir que la mujer podía ser una lady (dama)”. Actualmente Female es axiológicamente neutro; los documentos consignan que una mujer es “female” y un varón “male” sin insulto ni elogio.

Los superlativos connotan axiología: un varón muy macho es muy valiente; una mujer muy hembra (un hembrón) despierta el deseo erótico de los varones.

La axiología lingüística no se aplica a los animales: un perro macho o hembra puede ser tímido o cobarde; el hombre macho no.

Innovación genérica

La historia se mueve por innovaciones que chocan con el poder y producen desorden. Para restaurarlo, el poder las absorbe o las suprime.

Las innovaciones culturales de lo cotidiano suelen pasar desapercibidas en lapsos breves: el cambio del mundo silencioso de 1950 al ruidoso del 2000 es evidente, pero la transición fue imperceptible.

La estructura genérica de femenino y masculino aparenta ser binaria cuando se la confunde con una estructura moral; acatar era bueno, transgredir era malo; el carácter de la persona se juzgaba por la carterita, el paraguas de colores o los zapatos. La estructura genérica en realidad es ternaria: un rasgo es visto como masculino, femenino o neutro.

La moda refleja un juego de innovaciones genéricas triunfantes y derrotadas. Decir “es una moda” equivale a decir “pasará”, sin advertir que muchas de ellas transformarán la estructura genérica.

A fines del siglo XIX y principios del XX, cuando nace el arrabal porteño, aparecen malevos de taco alto, barbijo y cuchillo. Al llevarlos presos la policía, les cortaban esos tacos en las comisarías (desde entonces bautizadas “taquería”) Esta innovación en la masculinidad machista fue suprimida por el poder: el taco alto quedó reservado como signo de género femenino.

El modo actual de usar los colores es hijo de innovaciones triunfantes. Hace medio siglo el hombre vestía blanco, gris y azul. Hubo una conmoción el día que salió un hombre con camisa rosa a la calle: se estaba desafiando la estructura moral, binaria, del género.  A principios del siglo XXI, usamos zapatos masculinos, femeninos o neutros. (“Neutro” significa aquí indistinto o unisex). Al usar las mujeres calzado antes reservado a los varones,  apareció un tipo neutral.

Cambiar el valor moral del género quita poder al sistema, quien confronta y gana a veces confronta y gana, como con los malevos de taco alto.

En la década del setenta hubo una innovación de masculinidad: los varones jóvenes usaron sandalias franciscanas, pero al fin la moda cedió y la sandalia por el momento se estabilizó como femenina. Otros rasgos se abandonaron, como el zapato de plataforma para los varones o el taco aguja para la mujer.

La vellosidad

Desde el punto de vista de la naturaleza, la mayoría de los varones son velludos, y una minoría es lampiña. La mayoría de las mujeres son lampiñas, y una minoría no: alrededor de un 20% tienen vello en el labio superior porque en su constitución genética la hormona que inhibe la respuesta a una hormona previa, que desarrolla la pilosidad, llegó retrasada o con menos potencia.

Este rasgo sexual secundario se erige en pilar de la apariencia genérica: Nurtura construye por educación un mandato social que da valor de masculinidad a lo piloso y valor de femineidad al ser lampiña. Muchas mujeres intentan aproximarse a ese ideal femenino mediante cosméticos, depiladores y recursos que provee la moda.

“Varón, dijo la partera; se afeitará con Legión Extranjera.” Este comercial de los años cincuenta descalificaba a los hombres lampiños y a las mujeres velludas por la oposición comercial de las productoras de hojas de afeitar, Gillette y Legión Extranjera.

Género por rasgo de carácter

El género puede ser definido por carácter.

Se atribuye a las mujeres un carácter reposado y sumiso, con predominio de la timidez y el miedo.

Se atribuye a los varones un carácter emprendedor y rebelde, con predominio de la audacia y la valentía.

“Chancleta”, palabra con que los padres designan a sus hijas mujeres, es un adjetivo gauchesco (está en el Martín Fierro), que significa  “tímido”. Hoy se aplica sólo a mujeres: connota que los varones son audaces y las mujeres no.

Estos rasgos pueden tener base innata, pero se atribuyen a la educación; la axiología atribuye mayor masculinidad al varón agresivo que al pacífico.

El adjetivo “maricón”, que hoy significa “cobarde”, es aumentativo del diminutivo “marica”, sinónimo de “Marita”, la pequeña María. Llevar nombre de mujer connota cobardía. “Maricón” significa “afeminado”: connota que la cobardía es propia de las mujeres, y que el varón se degrada teniendo algo de mujer.

Gama genérica y arquetipos genéricos

Los estereotipos son modelos socialmente admitidos de masculinidad y femineidad. Algunos son idealizados, otros desagradables: pueden tener íconos representativos, que cambian con las épocas. El ratón de biblioteca, el galán, el hombre recio son tan estereotípicos como el señor gordo sentado en la vereda. Los estereotipos femeninos son la vampiresa, la modelo, la matrona; en la mujer se admiten más matices genéricos que en los hombres. Hay mujeres muy masculinas y otras muy femeninas. Hay más mujeres masculinas que hombres femeninos. Puede ser resultado de la socialización, o tener base biológica.

Entre Schwarzennegger y Brad Pitt hay menos opciones que entre Claudia Schiffer y Whoppie Goldberg.

7.2 Evolución anatómica

El sexo es un sistema de reproducción más seguro que otros, usados por otras especies. La  reproducción por sexos separados enriquece la posibilidad de desarrollo de la especie humana. Es más seguro que otros sistemas reproductivos.

La bisexualidad evolutiva

La bisexualidad es una premisa del desarrollo embrionario: en nueve meses pasa de ser feto a ser bebe o beba.

La bisexualidad evolutiva del embrión hizo que muchos aseverasen “todos somos bisexuales”, en un malentendido de graves consecuencias.

En los primeros meses el desarrollo es único. A partir del tercer mes, si en el par 23 hay cromosomas idénticos, XX, el feto continúa su desarrollo y al avanzar el embarazo será mujer; si tiene cromosomas distintos, XY, se desvía para ser varón.

El principio de Eva
Es dogma religioso que primero fue el hombre, Adán, y después la mujer, Eva, creada de una costilla de Adán. En biología evolucionista, el varón no puede reclamar superioridad por haber nacido primero, ya que el embrión tiene una dirección evolutiva: quien va a ser mujer permanece en ella y perfecciona sus características; quien va a ser varón se desvía de la dirección originaria y modifica esos caracteres.

En un desplante, los biólogos llaman a este fenómeno “el principio de Eva”.

A veces alguien elogia a una diciendo que son tan inteligentes que merecerían ser hombres. La mujer podría responder bromeando: “Yo no soy un varón rudimentario: vos sos una mujer modificada”.

De no mediar una corriente hormonal de andrógenos, todos los embriones terminarían conformados como mujeres. Los embriones con genes XX en el cromosoma 23 son insensitivos al andrógeno; los embriones XY son sensitivos.

Si un embrión XY resulta ser insensitivo a esas hormonas (síndrome de insensibilidad a los andrógenos) sigue el desarrollo de los embriones XX y forma cuerpo de mujer aunque tenga genes XY en su cromosoma 23.

Diferenciación sexual

Durante los primeros dos meses de desarrollo, hombre y mujer no están diferenciados; la anatomía del feto es una sola. El embrión presenta un tubérculo genital, una protuberancia, bajo ella una hendidura y a los lados dos pliegues, con dos repliegues cutáneos los costados. Los embriones de quien será mujer y de quien será varón tienen la misma formación. Si se produjera un aborto en estos primeros meses, nada externo indicaría si el feto hubiera sido varón o mujer.

En el tercer mes comienza la diferenciación: al terminar el proceso, el individuo será varón o mujer, y cada uno tendrá remanentes del otro.

El hermafrodita es mítico: es evolutivamente imposible. Solamente puede haber seudohermafroditas: mujeres o varones con defectos de nacimiento que evidencian fuertes remanentes del otro sexo.

Órganos internos y externos

Externamente somos unitípicos: en un inicio hay un solo conjunto de órganos, que se diferencian posteriormente en dos estructuras externas excluyentes, una propia del varón, la otra de la mujer.

Por dentro somos ambitípicos: el feto tiene en potencia ambos tipos, varón y mujer, porque incluye dos estructuras junto a la glándula sexual: la descrita por Kaspar Friedrich Wolff (1733-1794) y la descrita por Muller. A partir del tercer mes una de las dos se atrofia.

Feminización y masculinización del desarrollo

La diferenciación procede por órdenes hormonales binarias, positiva y negativa, relativas a los cromosomas del par 23. Todos los fetos reciben estos pares de órdenes hormonales.

En una equivalencia de lenguaje didáctico, cada primera orden de estos pares dice “desarrollar tal órgano”, y la segunda “quedan exceptuados de la orden anterior quienes tengan tengan XY ( o XX) en el par 23”.

Se llaman procesos masculinizadores los que terminan permitiendo el desarrollo de rasgos propios del sexo varón) y procesos feminizadores los que terminan permitiendo el desarrollo de rasgos propios del sexo mujer

Órganos externos

A partir del tercer mes, con variantes individuales, los órganos externos evolucionan dimórficamente.

En el final del desarrollo el varón tiene escroto y pene con prepucio, y la mujer labias mayores y clítoris con labias menores. Los varones tienen la uretra unida al pene, las mujeres separada.

Pene y clítoris

Pene y clítoris son resultados evolutivos del tubérculo genital, localizado sobre la abertura externa. En quien va a ser varón crece, agrega corpúsculos cavernosos, y termina siendo pene, con un extremo llamado glande cubierto por el prepucio. En quien va a ser mujer crece menos y termina en clítoris, como un glande no protegido.

Labias mayores y escroto

Al tercer mes, en los costados de la abertura crecen sendos pliegues cutáneos; en quienes van a ser varones crecen hasta soldarse, y el escroto adulto muestra la sutura de los tejidos que se unieron. En quienes van a ser mujeres crecen sin unirse.

La uretra

En el origen, la uretra estaba separada; en quienes van a ser varones se alarga y se une al tubérculo genital que será pene, recubriéndose de los pliegues que la envuelven como piel y prepucio, que protege el glande. En quienes van a ser mujeres la uretra queda separada y corta, y los pliegues crecen hasta ser labias menores.

Labias menores y prepucio

Los pliegues se hacen labias menores en la mujer y se unen en prepucio en el varón.

Recto y vagina

El recto de los varones proviene del recto del embrión; en quienes van a ser mujeres, una parte se desprende y forma la vagina. Como la mucosa del ano y la de la vagina tienen igual origen embriológico, se parecen en la baja  inervación.

Sensibilidad orgástica e inervaciones

La máxima sensibilidad orgástica en el hombre está en el glande, en la mujer en el clítoris. La sensación se expande de allí a regiones cercanas en cìrculos concentricos de menor intensidad.

Envían también estímulos las labias, de tejido similar al escroto, y zonas no genitales, como el ano.

Las zonas no genitales en varones y mujeres envían estímulos sexuales a la corteza cerebral. La impresión recibida es intensa en la novedad, pero con la experiencia y la edad los hombres, que cuando jóvenes podían eyacular en una fantasía o una caricia, no eyaculan.sin estimulación del glande.

Circuncisión y clitoridectomía

Parte de la humanidad (Africa y Asia) efectúa ablación del clítoris en las niñas. Se dan  causas morales, higiénicas o religiosas, como en la circuncisión del varón, pero a las mujeres se las priva de un órgano de placer, porque la inervación máxima está donde la dejó el lóbulo genital: en el equivalente de la punta del pene, que es el clítoris.

La sicología androcéntrica hace una clitoridectomía simbólica cuando afirma que el orgasmo de clítoris es infantil y el orgasmo vaginal adulto. Mujeres educadas androcéntricamente consolidaron esa creencia.

La frigidez

El 11% de las mujeres son frígidas (el varón frígido es casi desconocido), como defensa contra la acusación de perversión infantil.

El Informe Hite de 1975, realizado por correo y en condiciones de anonimato, prueba que la mayoría de las mujeres tienen orgasmo clitorídeo, una minoría orgasmo vaginal, generalmente en combinación con el clitorídeo, y que un alto porcentaje de mujeres no saben qué es un orgasmo.

El dimorfismo

Que un mismo órgano tenga dos formas según el sexo es dimorfismo: es un dato de natura que se transforma en dato sociocultural.

Hay órganos unimórficos: tienen una sola forma para los dos sexos. Los brazos, los ojos, la nariz, la estructura ósea, los ojos, el cabello.

Puede haber rasgos dimórficos de gran variabilidad individual: la mano no es dimórfica, pero sí su tamaño. El promedio de los varones tiene manos más grandes que las mujeres; pero en los dos círculos hay una superposición entre el conjunto varón y el conjunto mujer. En una zona de superposición ambas cosas son correctas porque el dimorfismo habla de grupo, no de individuos. Algunos órganos tienen gran diferenciación:

VAN DIAGRAMAS DE POWER POINT

La genética que hace que un individuo tenga manos grandes o pequeñas es sobrepasada por el mandato cultural, que instaura mediante el lenguaje un dimorfismo artificial: rotula “masculinas” a las manos grandes de una mujer y “femeninas” a las manos pequeñas de un hombre, aunque lo natural para ese homb7re determinado sea tener manos pequeñas y lo natural para esa mujer determinada sea tener manos grandes.

La cultura usa al lenguaje para naturalizar el sistema genérico. Cuando no existe dimorfismo natural, lo establece con postizos, adornos, gestos,  cosmética o vestimenta, sujetos a la moda. (Axiomas como todos los varones usan pelo corto y todas las mujeres usan pelo largo son puestos en duda por las innovaciones del sistema).

Los órganos contrasexuales

Cuando el dimorfismo es biológico, desarolla órganos contrasexuales: un mismo órgano desarrolla de modo disímil y específico en cada sexo a partir del  tercer mes; y al fin del desarrollo tenemos órganos contrasexuales funcionales (pene y clítoris) u órganos contrasexuales en los que uno es atrofia del otro (tetillas de varón y senos de mujer).

Los hombres poseían la estructura necesaria para el desarrollo de senos, y la atrofiaron, y las mujeres poseían la estructura necesaria para desarrollar próstatas, y la anularon.

Los restos del sexo opuesto

En todo ser humano hay diferencias de respuesta individual que no cambian la meta, pero sí producen leves efectos diferenciales individuales.

La difusión científica toma su imaginería de otros ámbitos. El siglo XIX  legó al siglo XX la metáfora del cuerpo humano como máquina de relojería; el siglo XX la sustituyó por la metáfora de la computadora. Nuestro cuerpo es hardware con  software genético. El desarrollo deriva de programas que “enganchan” de maneras imprevisibles: cada cuerpo es una computadora bioquímica, y con tal que funcione aceptablemente no interesa de qué modo ni a qué ritmo funcionen los programas.

Los últimos seis meses de gestación son de activa diferenciación sexual; si algún dimorfismo empezó en un individuo a destiempo en relación con la mayoría, el feto que será mujer habrá desarrollado algo de su estructura wolffiana, y el feto que será varón algo de su estructura mulleriana.

Las mamas y los ginecomásticos

Los senos de las  mujeres y sus pezones, potencialmente funcionales, tienen como órganos contrasexuales los pechos planos y las tetillas de los varones, no funcionales.

El seno se forma acumulando grasa en la estructura muscular del pecho; en los varones no suele producirse, pero su constitución genética se lo permitiría. Si la corriente hormonal que inhibe esa capacidad lo hizo en el momento y la proporción adecuadas y el cuerpo respondió con exactitud, el varón tiene pechos planos; pero en uno de cada tres varones eso no es así, y la ginecomastia es biológicamente natural, con glándulas mamarias atrofiadas..

En esos varones la orden “desarrollar senos después de la pubertad” fue seguida de la orden “quienes tienen XY en el cromosoma 23 desobedezcan la orden anterior” durante el desarrollo intrauterino; pero en quienes el proceso ya había comenzado antes de plegarse a la segunda orden se encontrarán con senos más abultados cuando su cuerpo se estabilice en la juventud.

En ellos son biológicamente naturales; pero como el mandato cultural es que el varón tenga pechos planos la cultura los percibirá distintos, los señalará como desiguales y probablemente inferiores, y lo mismo le ocurrirá a las mujeres con pechos planos en lugar de abundantes. Para no evidenciar su diferencia, los varones ginecomásticos van al cirujano, y las mujeres se hacen injertar siliconas.

DIAGRAMA DE POWER POINT

La silicona se requirió porque de los dos círculos concéntricos esta mujer estaba en la zona de intersección, y la cultura sólo acepta blanco o negro.

Las estrategias del disimulo

El estigma genera diversas estrategias de evitación. Después de la consolidación puberal el cuerpo del varón gana masa, y se evidencia lo ocurrido en el embrión: o bien los pechos permanecen como músculos, o desarrollan grasa.

El ginecomástico puede intentar una mastectomía, o usar los estereotipos para ocultar la diferencia. La obesidad puede defenderlo de las burlas por sus grandes pechos; también el atletismo, ya que el atleta desarrolla pectorales para volver masculinos sus senos: un adolescente ginecomástico puede acudir al gimnasio como defensa social.

Diferencia y enfermedad

Desarrollar senos se siente como enfermedad, porque el discurso médico dice “padece ginecomastia”, colocando al ginecomástico en el lugar del enfermo.

El lenguaje crea la enfemerdad: si la ideología no afirmara está mal que un varón tenga senos el ginecomástico habría podido vivir su diferencia sin dificultad.

No todos tenemos 46 cromosomas

El sexo está rodeado de creencias seudocientíficas no examinadas. Se dice “los varones son XY y las mujeres XX”, refiriéndose a los genes del vigésimo tercer par de cromosomas (estructuras que guardan los genes). Ya que hay 23 pares, se presume que todos los seres humanos tienen 46 cromosomas.

En uno de cada 100.000 casos, se tienen 45 o 47.

No se deja de pertenecer a la especie humana por una falla en la transcripción de la estructura cromosómica. El concepto de normalidad no es tan estrecho ni en sicología ni en biología. Si la variación es muy grande, la vida no es viable: el feto es abortado naturalmente o muere poco después del parto, o puede significar un daño irreparable (mogolismo o síndrome de Down). Si la variación es menor, el embrión sigue su pauta de desarrollo, pasa a feto y después a bebé, es parido, nace, crece y se educa, viable y normal, con 47 o 45 cromosomas y una esterilidad que no afecta ni su sexo ni su género.

Órganos internos

Tener apariencia similar no significa necesariamente tener órganos similares. Internamente, con la excepción de la glándula sexual, que es unitípica, cada embrión humano posee dos sistemas de genitales internos; en la diferenciación, el par XX o XY del cromosoma 23 determina cuál de las dos estructuras se desarrolla, y cuál se bloquea.

El embrión es ambitípico: V-M. A partir del tercer mes una de las dos posibilidades se atrofia: sus restos permanecen. No hay mujer que no tenga dentro de sí el resto atrofiado de los órganos internos del varon, y no existe varón que no tenga dentro de si el resto atrofiado de los organos internos de la mujer.

Ovarios y testículos

Junto a la vejiga en el embrión está la abertura externa, y en el segundo mes ya se percibe la glándula sexual: el órgano del que se origina el ovotestes, que desarrollará como ovarios en quienes van a ser mujeres, y testículos con epidídimo en quienes van a ser varones. Son órganos internos contrasexuales: cada uno es el correspondiente del otro en el sexo contrario.

El ovario permanece dentro del cuerpo; el testículo termina por salir.

Al nacer, el escroto está vacío. Después del nacimiento se tarda alrededor de un año en que los testículos bajen a la bolsa; si esto no se produce naturalmente, debe intervenir el médico.

Varones XX y mujeres XY

Hay varones XX y mujeres XY: son mujeres o varones estériles que han tenido una mutación. En este proceso de evolución más de una vez algo no funciona con exactitud. El sexo es una resultante de varios factores, y uno de ellas y los y los indicó varón mientras las y los y los otros indicaban mujer: el predominio de uno no niega la existencia del otro.

El sexo incluye hormonas y desarrollo: es un conjunto de factores variables a veces no totalmente armónicos; el sexo se define por apariencia externa. Ahora el estudio cromosómico está disponible por ser barato.

La anatomía externa indica “varón”, excepto que el escroto está vacío. Es un caso entre 100.000: los testículos nunca bajarán, porque el ovotestes o bien no desarrolló o desarrolló ovarios.

Estructura de Wolff

La estructura de Wolff, la del varón, crece y se alarga. Los testículos se unen al cuerpo por un tubo, el epidídimo, desarrollado a partir de la estructura wolffiana, que permite reunir el esperma y emitirlo; es el vas eferens, el vaso de salida, percibible al tacto. Una inflamación o estiramiento del epidídimo duele, y el calzoncillo evita que se mueva.

Estructura de Muller

Esta estructura genera el útero y las trompas. En quien va a ser varón se atrofian y pierden contextura. En quien va a ser mujer se desarrollan hasta la forma adulta, y contendrán un resto wolffiano atrofiado.

La próstata

La próstata tiene funciones auxiliares en la experiencia genital: segrega bajo excitación un líquido que permite neutralizar los restos ácidos del orín en la uretra. Cuando con la edad su función sexual decrece, puede hipertrofiarse, y su inestabilidad la hace fuente de cáncer.

Es sensible a la estimulación indirecta: un masaje la lleva a emitir su secreción y dar sensación de placer. Su sensibilidad deriva de la gran cantidad de inervaciones con la que emergió de la estructura de Wolff.

El punto G

En el desarrollo intrauterino se produce la orden “desarrollar la próstata”, seguida por  “quienes en el cromosoma 23 presenten XX deben desobedecer la orden anterior”. En quienes tienen XY, que serán varones, la segunda orden no surte efecto: pero por variaciones individuales, en un tercio de quienes serán mujeres la segunda orden se implementa cuando la estructura wolffiana ya había comenzado a desarrollar próstata: esa mujer tendrá “punto G” en su adultez.

Es una glándula preprostática que puede palparse en el primer tercio de la vagina, en el techo; la yema del dedo índice o medio tantea una lentejita rugosa y sensible, como la cáscara de una pequeña nuez. Si la vagina es de doce centìmetros, estarà a tres o cuatro centìmetros de la entrada.

La mujer que tiene glándula preprostática tiene un lugar de sensibilidad más que otras mujeres. Permite un punto de gran placer en la vagina, ya que la estrucfura de Wolff dota a la próstata de un alto número de inervaciones.

Las hormonas

La cultura androcéntrica impuso género a la endocrinología.

El lenguaje habla de hormonas masculinas y hormonas femeninas, denotando testosterona y estrógeno: son dos estadios distintos del colesterol. Cada ser humano es capaz de sintetizar ambas; en determinadas edades, los varones tienen mayor cantidad de colesterol transformado en testosterona que estrógeno, que también poseen, y las mujeres mayor cantidad de colesterol transformado en estrógenos que testosteronas, que también poseen.

Cuando se dice “los hombres tienen hormonas masculinas, y las mujeres hormonas femeninas.”, se trasunta, por pensamiento mágico, que esas hormonas son las que otorgan rasgos de femineidad o masculinidad. Esto es falso. Con los  años, ambas hormonas desaparecen de varones y mujeres sin modificar ni  cuerpo ni carácter, ni rasgos genéricos, impulso sexual u orientación.

El período crítico

Natura y nurtura, concebidas en secuencia, son categorías insuficientes para explicar la realidad. Concebidas como ejes que se superponen configuran un sistema ternario natura / período crítico / nurtura  que supera la dicotomía. Ese período crítico cubre la infancia y parte de la adolescencia, cuando la cultura nos ordena còmo armar el cuerpo y el cuerpo ordena la cultura.

En ese período natura será receptiva a los estímulos de nurtura, y los rasgos que se establezcan en consecuencia serán permanentes.

La acción de natura en la diferenciación sexual, en los nueve meses de gestación, se hace muy notable en los últimos seis.

Interjuego de natura y nurtura

Natura actúa antes y después del parto. La intensidad de su influjo decrece a través de infancia, pubertad, adolescencia y juventud; cada vez más imperceptiblemente, sigue actuando.

Nurtura influye desde antes del parto, y su influjo aumenta después del nacimiento y a medida que se crece.

Ambas se superponen e interactúan quizás toda la vida, pero hay un momento crítico en que su interjuego marca al individuo. El bebé en el vientre materno recibe estímulos culturales: ya parido, obedece a su código genético. Gran parte del crecimiento y de la diferenciación sexual dependen del hipotálamo, que concentra centros visuales y sexuales.

El dimorfismo y la bisexualidad evolutiva alteran el concepto natura / nurtura: el funcionamiento intrauterino se conoció en detalle en los últimos 50 años, a medida que se desarrollaron las técnicas secuenciales, los análisis endocrinos y se acumularon conocimientos contrarios a 5000 años de creencias. Las visiones que cada sexo tenga del otro se alterarán.

Diferenciación genérica y sexual

Natura y nurtura son reales; el género es en gran parte nurtura; pero natura y nurtura se superponen en un período crítico.

En las especies animales, la diferenciación genérica y la sexual son casi idénticas. Hay especies poco diferenciadas: expertos canaricultores tienen dificultad para diferenciar un canario de una canaria.

Por cultura el Martín Fierro dice “de los pájaros cantores / sólo el macho es el que canta”. Hay canarias que cantan, y como su diferenciación genérica aparencial es mínima sabemos que son hembras al ver su huevo. Hernández, con visión androcéntrica, reservaba los poderes de creación al varón.

Hay especies poco diferenciadas, otras mucho.

En el ser humano, la diferenciación sexual está completa cuando la naturaleza se detiene (algo después de la pubertad) y la socialización, Nurtura, que ya está influyendo en el sexto, séptimo, octavo y noveno mes, aún continúa.

Las variantes se deben a esa interacción.

La pubertad

Un cambio biológico somático lleva millones de años; los cambios sicosomáticos son más rápidos. El desarrollo puberal es ahora tres o cuatro años más precoz que hace treinta años; en menos de medio siglo la edad promedio de pubertad cambió.La cultura (nurtura) forzó a hombres y mujeres a adelantar su pubertad y acortar la infancia: el hipotálamo, parte del cerebro profundo o reptílico, es sensible a estímulos corticales. El desarrollo puberal tiene variaciones individuales (un individuo lo tiene a los ocho años, otro a los catorce) y variaciones socialmente inducidas.

La teoría del cerebro triúnico dice que hay tres niveles cerebrales: límbico, reptílico y cortical, que incluyen una recapitulación de la evolución cerebral.

El hipotálamo y la glándula pineal reciben estímulos corticales suscitados por presión social. La cultura estimula alargar o acortar la infancia.

Hace tres generaciones, el baile de los quince marcaba la primera menstruación de la mujer; para el varón, los pantalones largos, que ocultaban las piernas velludas, eran índice de desarrollo, como la barba. Otras épocas estimularon largas infancias.

En Los Tres Mosqueteros Dartagnan es descrito como un niño, porque aún es imberbe. En la Francia del siglo XVIII no extrañaba que en una historia ubicada en el siglo XVII un muchacho fuera imberbe, sin vello, a los dieciocho años; la pubertad aparecía entre las y los y los 16 y 19 años.

7. 4

La orientación sexual

Los componentes de la sexualidad

Lo que llamamos “sexualidad” es una entidad múltiple donde al menos se distinguen tres componentes: sexo, género, y orientación.

El sexo hace de nosotros varones y mujeres, en el sentido biológico de machos y hembras.

El género hace de nosotros varones y mujeres, masculinos o femeninos en sentido cultural.

La axiología da valoración a la realidad, cambiando el significado biológico y cultural del sexo y el género.

Macho es una palabra axiológicamente cargada: en general se entiende como elogio y solamente asociada al machismo puede ser defecto.

Hembra indica axiológicamente una mujer deseable, de atracción erótica animal, y poco respetable.

Si un varón es muy macho, es algo bueno, ser machista es malo.  Si una mujer es hembra es deseable, pero no es una dama, y su estereotipo de femineidad se aproxima a lo animal.

Varón y mujer es un binomio intermedio entre el nivel zoológico y el nivel genérico, entre la hembra femenina y el macho masculino: su dicotomía no es ni insultante ni valorativa.

DIAGRAMA DE POWER POINT

En el sexo hay dicotomía; en el género hay continuo, de un extremo masculino a un extremo femenino. El sexo hace de nosotros varones y mujeres en sentido zoológico: machos y hembras, divididos dicotómicamente.

En el nivel cultural el género presenta intensidades: “es muy mujer” significa “es muy femenina”,  “es muy macho” puede significar “es muy valiente”, y a veces “es muy masculino”.

La orientación sexual como expectativa

La orientación es heterosexual u homosexual; la bisexualidad es la mezcla en grados diversos de ambas atracciones.

El travestismo es un hecho cultural: se adopta un género aparencial distinto del sexo anatómico. La transexualidad intenta adaptar quirúrgicamente el sexo al género aparencial.

Así como es costumbre social confundir género y sexo (el documento de identidad dice “sexo: masculino o femenino”, no varón o mujer.) La indiferenciación de sexo y género confunde una dicotomía, el sexo, con un continuo, el género, y transforma la orientación sexual en una expectativa: por tanto, no se la hace depender del individuo sino de la percepción de los demás. Esto hace suponer erróneamente que la orientación es también un aprendizaje.

En la película ¿Es o No es? se muestra el aprendizaje de masculinidad y de estereotipos. El personaje recibe órdenes de una cinta grabada de como moverse, escupir o manipular sus genitales, y debe hacerlo como un obrero, un egresado de Harvard, un homosexual afeminado o un gay masculino.

8

LOS CAMINOS DE LA LIBERACION

La solidaridad entre mujeres

Las mujeres no hacen alianza entre sí por el hecho de ser mujeres. La famosa comedia griega Lisistrata o La Guerra de las Mujeres, la escribió un varón, Aristófanes: según su trama, las mujeres se conjuran para poner fin a la guerra negándoles sexo a los hombres. Es una visión androcéntrica y sexista: supone que el poder de las mujeres es su atracción erótica o genital.

La solidaridad entre mujeres por el mero hecho de serlo no puede darse porque el rasgo que tienen todas en común, poder parir, no es garantía de comunicación. Las restantes diferencias separan: una aborigen no piensa igual que una burguesa, una poderosa burguesa no piensa igual que una noble. Una docente secundaria argentina es más afín a un universitario adulto que a una joven campesina islámica.

Reproducción del sexismo

El discurso androcéntrico también tiene defensoras mujeres: está presente en todos y todas las personas incluidas en este este sistema de valores. Reproducir esos valores no debe vivirse como culpa.

En la práctica social que se vive necesariamente habrá grietas: los sistemas no son monolíticos ni todopoderosos; presentan contradicciones en símbolos o en normas. Esas grietas se ensanchan en las crisis, y puede ser un camino hacia el fin de la dominación genérica.

El final de la dominación genérica

Terminar con la dominación genérica no es propulsar el dominio de las mujeres ni quitarle el poder a los varones: es cuestionar el poder opresivo.

Las revoluciones del siglo XX se concibieron para romper la explotación de clase sin pensar en la opresión de género. En Europa Occidental las mujeres lograron avances, pero en Europa Oriental el estalinismo reprimió a las que reclamaban.

Las actuales comandantas zapatistas muestran una nueva faceta: su discurso no sólo parece progresista a ojos extranjeros, sino que responde a presión de las mujeres, ya que Méjico es una sociedad sexista donde el varón suele considerar objeto a la mujer.

La liberación sexual

Las anarquistas de fines del siglo XIX soñaban con que las mujeres decidieran sobre sus cuerpos: esto fue posible con píldora anticonceptiva.

Los años sesenta pensaron que la libertad sexual era un camino hacia la liberación genérica. Primero el movimiento beatnik y después el hippismo, movimiento de paz, amor e individualismo burgués, conmovieron la sociedad: la píldora permitía gozar de sexualidad libre (eufemísticamente amor libre) sin quedar embarazadas.

Las mujeres que crecieron en esa libertad sexual fueron distintas a la generación anterior. La píldora anticonceptiva integró un movimiento cultural (en la Argentina centrado en torno del Instituto Di Tella) en contra de la opresión.

El trabajo doméstico

La economía es androcéntrica. De David Ricardo a Adam Smith y Karl Marx el trabajo de la mujer ha sido invisibilizado reservando esa palabra para el trabajo asalariado de mercado.

La mujer siempre ha trabajado dentro y fuera de la casa: en las formaciones económicas previas a la Revolución Industrial la unidad doméstica es reproductora ideológica y productora (antes de la industrialización podía incluir un taller) de bienes y servicios: curas, hilados,  hotelería: como unidad de producción, vendía lo producido en el mercado.

El industrialismo interrumpe este sistema: lo que se vende en el mercado pasa a ser la fuerza de trabajo (trabajo asalariado de mercado) que puede ofrecerse porque la unidad doméstica la reproduce: cada día la esfera doméstica  alimentó, descansó y vistió (trabajo doméstico) a quienes salían al mercado. Usó masivamente mujeres como mano de obra.

El mercado de trabajo asalariado requiere 40 horas semanales; el trabajo doméstico no asalariado, según el Banco Mundial, requiere 90 hs semanales (limpiar, preparar alimentos y vestimenta, controlar y planificar). Es un promedio mundial: en Buenos Aires obtener agua insume diez segundos; en el Gran La Plata, minutos, porque hay que bombear; en una villa miseria horas, por hacer la cola de la canilla. En África buscar leña y agua puede llevar el día entero.

Las mujeres lograron derechos civiles, derechos políticos y amor libre, y la sociedad opresora no cambió: el sistema genérico sirve al sistema político económico y es modular al sistema de explotación. Se apoya sobre el trabajo doméstico; lo necesita y lo invisibiliza.

El 8 de marzo fue al principio Día Internacional de la Mujer Trabajadora: se celebró desde 1905, cuando en la Rusia Prerrevolucionaria las mujeres salieron a la calle a protestar. La jornada de ocho horas fue en Estados Unidos. Se recuerda a las obreras muertas en la Cotton, en EEUU (fecha).

Econometría del trabajo doméstico
Cada diez años se organiza la Conferencia Internacional de la Mujer. En 1975 fue en Méjico; en 1985, en Nairobi; en 1995, en Pekín (su nombre español tradicional) o Beijing (la nueva trasliteración). A estas reuniones acuden gobiernos (que organizan, asumen compromisos y hacen un seguimiento) y Organismos No Gubernamentales (ONG´s).

En esta última se asumieron dos compromisos;  hacer efectivas las convenciones contra la discriminación de las mujeres y cuantificar los efectos del trabajo no asalariado de las mujeres

En el 2000 se celebró en Nueva York la conferencia “Beijing más Cinco”, para monitorear el avance en los compromisos asumidos. Argentina no mostró ningún avance compromiso de profundizar las convenciones, a pesar de que en 1994 los pactos internacionales habían entrado en la Constitución Nacional, lo que hubiera facilitado esa tarea, ni tampoco en la medición del trabajo doméstico.

La normativa antisexista

Las sociedades suelen estar más avanzadas que sus leyes: en Argentina antes de la Ley de Divorcio las personas formaban parejas de hecho y se divorciaban en otros países.

La legislación argentina no es sexista, pero rige un doble discurso: la normativa es progresista y la sociedad dificulta su puesta en práctica. La ley 175 no tiene realización efectiva. Una violada puede denunciar el hecho en una comisaría, pero la actitud policial lo dificulta; el varón tiene obligación legal de no desentenderse del alimento de los hijos, pero si lo hace el sistema judicial hace pasar un calvario a la reclamante.

El empoderamiento

Para ejercer derechos, hay que saber que se los tiene. Empoderar es una dinámica: ejercitar la ciudadanía plena y retomar el poder reescribiendo el contrato social para que acepte la diversidad o diferencia de etnia y género.

La diversidad

La diversidad es la riqueza de una comunidad. La diferencia debe dar como resultado igualdad diversa, no uniformidad.

Este concepto se vincula con el ejercicio del poder, con la discusión de sus términos y con el modo de apoderarnos de nuestra potencialidad de operar en sociedad. Considerar los sujetos sociales que queremos ser en términos de etnia y género indica que vamos a respetar la diversidad y tender a la igualdad en diversidad.

Los derechos civiles remiten a la Revolución Francesa y están marcados por el género. Los derechos humanos (todos somos iguales de humanos) deben ser reinterpretados en perspectiva de género.

8.1 Las mujeres en la vida pública

Las sociedades han tenido actitudes cambiantes hacia la mujer como dirigente política; en general se la excluyó.

 

Las reinas

La función de la reina era dar herederos varones al trono para asegurar la sucesión del reino. La ley sálica impedía que las mujeres heredasen el trono.

El Principado de Mónaco mantiene su autonomía de Francia mientras haya un heredero varón. Para que la actriz Grace Kelly pudiese casarse con el príncipe Rainiero tuvo que someterse a estudios de fertilidad.

Hubo guerras sucesorias cuando el rey sólo había tenido hijas mujeres. Los reyes desechaban a sus mujeres por estériles o por no darles herederos varones:

En el siglo XX la genética descubrió que el sexo es determinado por el aporte genético del varón: pero por siglos los pueblos habían vinculado la desgracia de las guerras de sucesión  con un defecto de su reina.

En varios países la ley sálica se abolió o no se instauró para evitar crisis, y la corona pudo recaer en una mujer. No fue una ruptura del patrón de predominio viril, sino una excepción por clase, nacimiento y necesidad.

 

La república

En las repúblicas la dirigencia fue asumida por varones; el lenguaje reforzó simbólicamente la exclusión de la vida pública y su reclusión en la esfera privada.  La mujer que buscaba ocupar lugares políticos era menospreciada.

Un “hombre público” es un político. Una “mujer pública”, una prostituta.  Nuestra máxima política mujer, Eva Perón, fue objeto de los máximos desprecios.

Otro refuerzo de la exclusión es la creencia de que las mujeres no tienen capacidad de dirección.

El humor y la creencia populares dice

El dicho humorístico “andá a lavar los platos”, dirigido a la mujer que maneja, refuerza la creencia de que las mujeres no pueden manejar un auto: menos puede permitírseles manejar un país. No podrían decidir un rumbo político correcto. La llegada de las automovilistas suecas a la Argentina fue un hecho que conmovió la estructura genérica de la década del sesenta.

Este mito se naturaliza arguyendo una raíz biológica: la puntería de la mayoría de las mujeres se maneja en dos dimensiones, y la de la mayoría de los hombres en tres dimensiones.

Que haya diferencias entre hombres y mujeres no significa que las desigualdad sea necesaria. Si llega a confirmarse, la diferencia de espacialidad en mujeres y hombres no puede naturalizar una jerarquización artificial ni legitimar la exclusión de la mujeres de la cosa pública.

Las diferencias pasan a ser desigualdad y se naturalizan, sacamos conclusiones artificiales de cosas naturales en su origen.

Pocas dirigentes fueron electas por sí mismas (Golda Meir, Indira Gandhi); la mayoría estaban, real o simbólicamente, bajo tutela masculina.

En el siglo XX hubo pocas líderes que actuaran sin tutela masculina, y la mayoría de las presidentas son esposas de: Bandaranaike, Isabel Perón.

Eva Perón fue como los varones podían tolerarla: en sus discursos decía  “lo hago por el general”. Hasta hoy se discute si era una máscara necesaria.

Las revoluciones burguesas

Hay grandes diferencias entre la evolución de las diversas sociedades.En la China del siglo XX hay igualdad de varones y mujeres, pero no en la del siglo XIX.

La mujer occidental se visibilizan y obtiene derechos en un movimiento que se remonta a la inflexión histórica de la Revolución Francesa y se acrecienta con las luchas sociales que discutían el paradigma dominante en el siglo XIX.

La época de las Revoluciones Burguesas (según Eric Hawshawn), abarca a las Revoluciones Francesa e Industrial. Se originan en el XVII, y se producen en los siglos XVIII y XIX.

En el mundo occidental de los siglos XIII y XIV y con los Estados modernos del siglo XV la clase social del poder era la nobleza; en el siglo XVII la burguesía asciende en Inglaterra con Cromwell, cuya república opacó el poder de la nobleza tradicional inglesa. Desembocó en la monarquía parlamentaria, donde el rey tiene atribuciones de Ejecutivo, controlado por el Parlamento, que dio lugar a la Cámara de los Comunes, en una estructura que perdura: los Lores provienen de la nobleza feudal, terrateniente y conservadora, con privilegios y atribuciones diferenciales por encima de los representantes del pueblo, los Comunes.

La democracia que conocemos hoy toma las ideas de la Revolución Francesa, con su igualdad universal: no sólo se controló el poder absoluto de los reyes, sino que se cuestionó el origen divino del poder.

El iluminismo

El racionalismo es el sistema de pensamiento que define un momento histórico del siglo XVIII llamado “La ilustración” o “el iluminismo”. En Francia toma el nombre de ilustración, o iluminismo (porque la luz de la razón ilumina este pensamiento).

Cuestionó el aparato científico y simbólico del sistema de pensamiento; se impone la duda cartesiana y se discute el concepto de verdad única; cuestionó el origen del poder de la monarquía.

La Enciclopedia

La Enciclopedia organizó estos saberes contrahegemónicos en matemática, biología, derecho, llevando la luz de la Razón al universo de quienes podían leerla. Diderot y Dalembert la dirigían. Se publicó por entregas, lo que facilitó eludir la censura. El enciclopedismo dio enorme impulso a la matemática.

Los salones iluministas

A fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, salones como el de Madame Lambert eran ámbito de discusión de ideas: estas mujeres aristocráticas, influidas por la Ilustración, propiciaban en sus palacios reuniones con temas monográficos que discutían desde diferentes perspectivas.

Cada salón tenía su público, y había quien rotaba por todos. El de madame Joffrel, el de Lambert, eran muy visitados y de gran prestigio.

Los pensadores exponían sus ideas y las discutían con el público asistente: sociedad, matemáticas, biología y teología estaban en cuestionamiento continuo.

La mujer en el iluminismo

En la Carta de Dalembert a Rousseau, el tema de discusión son las mujeres. El Barón de Olbart y Madame de Pinet son representantes del enciclopedismo. Las mujeres cuestionaban el poder, y los maridos y la sociedad  lo debatían.

Montesquieu, en sus Cartas Persas, para burlar a la censura usa el exotismo: cuenta la situación histórica y social de Francia a principios del siglo XVIII a través de ojos extranjeros. Entre sus temas están las mujeres de la Francia prerrevolucionaria.

La soberanía popular

El máximo impacto fueron las obras de Montesquieu, Voltaire y Rousseau.

Voltaire cuestionó el origen divino de la monarquía absoluta.

Montesquieu, basado en Locke, desarrolló el principio de división de poderes.

Rousseau estableció que el poder proviene de un contrato con los gobernantes: la sociedad, poseedora del poder, lo delega en un gobernante. Si quien ha sido así beneficiado no cumple, el contrato se rescinde y vuelve al pueblo: es la soberanía popular.

Los actores sociales que realizan este contrato son todos iguales, y llevan adelante el principio de la soberanía popular. Elegimos a quien nos va a gobernar, le otorgamos poder y controlaremos que le contrato se cumpla.

La definición del actor social es crucial. La Revolución Francesa lo describía como sujeto universal, pero la igualdad encubría una sociedad de clases.

Sujeto de derecho y racionalismo

La definición de sujeto de derecho para el racionalismo produce una revolución frente a la reproducción de saberes castigados por el oscurantismo.

El racionalismo describe un sujeto autónomo alejado de la Naturaleza, que es irracional. Este sujeto autónomo es el ciudadano: ha superado el nivel de los instintos y alcanzado la elaboración racional. Está libre de los mandatos de la naturaleza; organizó su universo a partir de la razón, ajeno a las definiciones de la religiosidad, y elabora su Yo autónomo por el raciocinio.

Las mujeres estaban presentes, pero no como sujetos autónomos. Ni las campesinas, ni las migrantes de ciudad en ciudad por trabajos eventuales, ni las mujeres burguesas, ni las  aristócratas sensbilizadas por la situación de las mujeres llevaron adelante la revolución: fue hecha por varones burgueses que instituyeron un concepto de ciudadano que dejaba fuera a la mitad de la sociedad.  Las mujeres que cuestionaron esto terminaron en la guillotina, pero se vio que se necesitaba otra perspectiva.

Jean Jacques (Juan Jacobo) Rousseau

Juan Jacobo Rousseau da al racionalismo en que se mueve un sesgo propio: lo complejiza y abre espacios para continuar el análisis.

Su racionalismo androcéntrico cuestionó el principio divino de la autoridad: pero al construir el sujeto universal no consideró a las mujeres.

Afirma que el sujeto autónomo elabora su Yo en relación con la naturaleza, durante la niñez, en el ámbito de la familia y lo privado. Muestra este proceso en su novela Emilio.

La educación guia el desarrollo del niño: para lograr que una vez que se entra en sociedad mantenga los valores obtenidos de la naturaleza la educación  debe ser regida por filósofos y políticos, que forman al ciudadano.

Se educa para ser ciudadano: no sólo para aprender a leer y escribir, sino para poder ser sujeto autónomo, propietario, blanco, adulto y varón.

Emilio es un niño modelo, que vive en armonía mientras está con la Naturaleza; el Filósofo debe pensar como impedir que la sociedad lo corrompa. Imaginó una niña, Sofía, que no es preocupación ni del filósofo ni del político: debe obedecer y permanecer en lo privado. Emilio, al crecer, saldrá a lo público.

En la primera etapa de crecimiento la familia es fundamental para la socialización. La madre debe amamantarlo y cuidarlo, alejando a nodrizas y preceptores para que la criatura se fortalezca. Su debilidad desaparecerá afianzando sus vínculos con la naturaleza, ya que en ese estado los seres humanos son buenos. En una segunda etapa, la responsabilidad pasa al tío; el padre representa al Estado y al mundo público.

Los enemigos de estas teorías educativas, como ocurrió también con las de Jean Piaget, tratan de invalidarlas mostrando que los hijos de Rousseau no fueron como Emilio. Es un argumento ad hominem: en lugar de desacreditar las teorías, se desacredita al hombre o la mujer que las formuló. Esto no es filosofía sino polémica: una teoría debe refutarse por sí, no por su autor.

Lo público permite encontrar la moral: los parámetros sociales que aprenda permitirán discernir y elegir entre lo bueno y lo malo. En la primera estructura del Yo hay una base egoísta: debe quererse a sí mismo para romper con la debilidad, que es un peligro. Debe fortalecerse; al crecer, se hará moral: aprende a tener piedad, y se aleja de la crueldad. Hacerse fuerte no es hacerse cruel.

La moral, a diferencia del libre albedrío cristiano, es en el racionalismo la capacidad de  juzgar, a partir de lo social.

El trabajo infantil

La infancia de un niño pobre del siglo XVI puede verse en El Lazarillo de Tormes, cuya tarea es guiar a un ciego cruel: el propio Lazarillo aprende a ser cruel.

Los hijos de la burguesía antes del siglo XVIII no eran atendidos ni por sus padres ni por sus madres: se contrataban nodrizas, mujeres del pueblo que hubieran dado a luz y tuvieran por tanto leche para amamantarlos y criarlos, y preceptores, niños mayores que se encargaban de cuidarlos y educarlos.

Era práctica común que los hijos se cedieran a una familia que pudiera educarlos. El chico cedido trabajaba como preceptor de otros niños en la alta burguesía; en clases más bajas, como aprendiz. Se sabe algo de la infancia aristocrática del siglo XVIII, y muy poco de infancia campesina o de pequeños artesanos.

Estos preceptores son para Rousseau representantes del mundo público, que deben ser apartados de la infancia del niño burgués.

De los Estados a las clases

Las civilizaciones jerarquizan a sus integrantes en castas o clases. La Francia del siglo XVII diferenciaba “estados”: la nobleza, el clero y la plebe.

Se estaba en plena crisis económica y política, con ministros que no lograban apoyo; la población, al levantarse contra sus gobernantes, minaba el principio del origen divino del poder. El campesinado se levantaba contra los dueños de las tierras: el rey, la la nobleza y la Iglesia, la institución terrateniente más importante de Europa. Se les unían los menos privilegiados; el artesanado, los comerciantes, y una gran masa de trabajadores migrantes que vagaba por Europa, viviendo de la mendicidad o de trabajos eventuales. Estos migrantes tenían presencia en las ciudades, y fueron los primeros en rebelarse.

Se llama a deliberar a través de representantes para salir de la crisis. El  clero, la nobleza y el tercer estado, los burgueses, son llamados a Estados Generales. Hasta 1789 el voto era por estado: la nobleza tenía un voto, el clero en su conjunto otro y el tercer estado otro. Clero y nobleza solían coincidir: el tercer Estado siempre estaba en minoría.

En el ambiente revolucionario, los diputados del Tercer Estado se reúnen en el edificio del Juego de Pelota y juran no disolver la Asamblea hasta que se obtenga un voto por cabeza. El Tercer Estado podía obtener alianzas con la baja nobleza o el bajo clero, que no tenían plena coincidencia con el alto clero o la alta nobleza. Los nobles del campo, con tierras difíciles de trabajar, se veían muy afectados. La baja nobleza tenía que tener tropas, caballos, armas, defender la tierra y los campesinos sin poder trabajar ni comerciar por ser nobles; era de su interés contrarrestar el poder absoluto del rey. El bajo clero no tenía grandes coincidencias con la jerarquía.

La monarquía constitucional no fue posible: al huir los reyes se radicalizó el proceso revolucionario y se instauró la República.

Mundo privado y sujeto

Antes de la Revolución Francesa, la división de público y privado era leve; era un privilegio presenciar cuando se vestía al rey; la muerte de Marat en la bañera fue en un ámbito público.

El súbdito no era autonómo: dependía del soberano. Para el racionalismo, el súbdito debe ser reemplazado por el sujeto, un Yo autónomo, propio del ciudadano, con las posibilidades simbólicas del filósofo y el político.

El  racionalismo rousseauniano requiere para constituir este Yo una división tajante de lo público y lo privado. En lo privado el Yo se constituye en la naturaleza; el poder se estructura en lo público, donde el Yo tiene reconocimiento legal. El ámbito privado funda al Yo; el ámbito público no reconoce como sujetos a quienes habitan el ámbito privado: niños y mujeres. Cuando se constituye el sujeto autónomo ciudadano se piensa en varones. En el binomio privado – público, prevalece lo público, que es masculino. El ámbito privado es relegado.

En el siglo XX la cosa pública, que es el lazo de unión de la ciudadanía, se amplía para integrara las mujeres. La consigna feminista lo privado es politico tiende a romper la división tajante que se había construido en el siglo XVIII.

Las mujeres en la Revolución

La Revolución Francesa tuvo mujeres que avanzaron sobre la Bastilla, fueron a Versailles y redactaron la Declaración de Derechos de Mujeres y Ciudadanas: existían en la dinámica social, pero fueron invisibilizadas.

Ni las campesinas, ni las migrantes de ciudad en ciudad por trabajos eventuales, ni las mujeres burguesas, ni las aristócratas sensibilizadas fueron tomadas en cuenta: la revolución quedó en manos de varones burgueses que instituyeron un concepto de ciudadano de rasgos rousseaunianos: varones, adultos, blancos y cercanos al poder. Es el arquetipo viril protagonista de la historia.

Las mujeres encontraron grietas en el sistema, y las aprovecharon: Madame de Staël, Gouncourt, Carlota Corday, la militante que asesina a Marat en su habitación, mostraron capacidad organizativa y salida al mundo público.

En París el 14 de julio se tomó la Bastilla, símbolo del poder opresivo de la monarquía absoluta: era una cárcel con un arsenal y un polvorín.

El 14 de julio de 1789 fue el día en que más caro costó el pan en el siglo XVIII. Las mujeres llegaron a Versailles a reclamar “Queremos pan”, y la reina  María Antonieta responde “si no tienen pan, coman brioche”, una factura parisina. La banalidad, como la estupidez, no tiene limites. De ahí nos viene la frase “quedarse sin el pan y sin la torta”: sin pan ni brioche.

Los súbditos del Antiguo Régimen (ancien régime) fueron reemplazados por ciudadanos, con carácter de sujetos. El principio de ciudadanía es un ideal proclamado para la humanidad, pero no incluía mujeres; cuestionaba el origen divino de la autoridad, pero su sujeto universal era en realidad parcial

Declaración de Derechos de la Mujer y la Ciudadana

Sus autoras enfrentaron el racionalismo androcéntrico. La Revolución había emitido en 1789 la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano: sugería un sujeto universal. La palabra “hombre” puede ser usada en el sentido de “ser humano”, pero en la Declaración connotaba “varón”: esta falsa universalidad  escondía una parcialización del mundo, y el universo era el universo masculino, habitado por varones adultos y propietarios.

En 1790 aparece la Declaración de Derechos de la Mujer y la Ciudadana, dirigida a la Asamblea Nacional. Dos mujeres, Olimpia DeRouge, la autora de este texto, o Jordan. y expresaron su desacuerdo organizadamente en un hecho político: emitieron un texto público. Si  hubiese pertenecido a un movimiento marginal o encriptado no hubiese llegado al siglo XXI.

Es una declaración de derechos: empieza: “madres, hijas, hermanas representantes de la Nación”, y  pide que se las constituya en Asamblea Nacional, porque había una Asamblea únicamente con representación masculina.

Esta Declaración no se plasmó en ley positiva (ley escrita), pero reclama una amplia gama de derechos personales, civiles y sociales

Dice en su epílogo: “Mujer, despierta: el rebato de la razón se hace oir en todo el universo, reconoce tus derechos. El potente imperio de la naturaleza ha dejado de estar rodeado de prejuicios, fanatismo, superstición y mentira, la antorcha de la verdad ha inspirado todos las y los y los núbes de la necedad y la usurpación, el hombre esclavo ha redoblado sus fuerzas y ha necesitado apelar a las y los tuyas para romper sus cadenas. Oh, mujeres, mujeres, ¿cuándo dejaréis de estar ciegas? ¿Qué ventajas habéis obtenido de la revolución? Un desprecio más marcado, un desdén más visible. Cualquiera que sean los obstáculos que se os pongan, podéis superarlo, basta con desearlo”.

La declaración fue revulsiva: las mujeres que la propusieron sintieron el rigor del sistema. Quienes adhirieron padecieron represalias o murieron en la guillotina: estas medidas ejemplificadoras frenaron al primer movimiento de mujeres.

La guillotina era el método moderno y aséptico, inventado por Monsieur Guillotin, que usaba el Estado moderno, que permite la vida y administra la muerte en función disciplinadora, para reemplazar a la soga. El ajusticiamiento era teatral: se convocaba a la gente para que viera: esto pasa cuando se rompen las reglas. Era una práctica cotidiana, registrada en múltiples testimonios contemporáneos, incluyendo los Cuadernos de Quejas donde se criticaba al Estado absolutista.

Pasó casi un siglo antes de que volviera a ser legítimo que las mujeres reclamaran acceso a la ciudadanía.

Lo privado y lo público

Estas mujeres mostraron que se necesitaba otra perspectiva: algunos varones respondieron con pensamiento androcéntrico, reforzando la inferioridad de la mujer con una naturalización: las mujeres no pueden ser ciudadanas porque no tienen equilibrio emocional; su destino es el mundo privado, que es fácilmente naturalizable, porque allí se dan los afectos, que nos acercan a nuestro estado natural. La división mundo público para los varones, mundo privado para las mujeres se hizo mandato social naturalizado: la mujer debe estar en la casa.

Diferenciar esferas pública y privada esconde que funcionan en conjunto, y deja el dinero en poder del varón. La unidad doméstica trabaja sin paga, con lo que refuerza la dominación de los varones sobre mujeres:

La retórica de la idealización

La simbología sugiere que el Estado no interviene en la esfera privada, aunque en la realidad lo hace con sus políticas de natalidad, e implica una idealización defensiva: no se piensa en una casa o unidad productiva, sino en hogar dulce hogar. Se lo imagina armonioso e incuestionable, aunque en la realidad es posible cometer atrocidades en en el ámbito doméstico.

La legislación se resiste a reconocer que puede haber violación en el matrimonio; ni se piensa en la violación dentro de la familia, o en que el tabú del incesto puede quebrarse en la unidad doméstica. La realidad contrasta con el mundo beatificado donde las mujeres son vestales y reinas del hogar.

8.2 El feminismo

El feminismo

El movimiento cuyos discursos buscan terminar con la opresión de las mujeres es el feminismo, que aparece en el siglo XIX y arraiga en la tradición francesa del siglo XVIII.

Carente del concepto de androcentrismo, en el siglo XIX centró su atención en los derechos civiles y políticos que el  discurso de la Revolución Francesa negó a las mujeres: el voto y la profesión. Se lo llama feminismo de la igualdad,  y lucha por liberar a la mujer de la opresión y el sometimiento, buscando su inclusión en en lugares claves políticos, económicos y sociales del sistema.

Con cambios objetivos posibilitó el cambio subjetivo. Abrió otros horizontes para la mujer, aunque no cuestionó el origen de la desigualdad, la construcción del sujeto de ciudadanía ni la división de mundo público y mundo privado.

En el siglo XX lo siguió el feminismo de la diferencia, que buscó definir el sujeto mujer. Ambos feminismos son instancias de un mismo movimiento, con acentos particulares.

Seneca Falls

A mediados del siglo XIX, el arquetipo viril fue puesto a discusión: en lo social, Carlos Marx disputó que ciudadano fuera el varón burgués propietario; en 1848 en Seneca Falls, Estados Unidos, las mujeres, entre las que estaba Abigail Adams, esposa de John Adams (por costumbre sajona, las mujeres pierden el apellido al casarse), teórico y constituyente norteamericano, uno de los Padres Fundadores de Norteamérica, hicieron las declaraciones feministas más importantes y antiguas que conocemos,.en documentos y manifiestos que criticaban el orden legal vigente.

La irrupción de la mujer en la historia

La axiología genérica dice que las mujeres son lo que los varones no deben ser: miedosas y tímidas.

El ideario popular supone que las mujeres salen a la calle cuando el peligro cesa: pero con el concepto de la Nación en Armas, impuesto por Prusia, las mujeres reemplazaron en los puestos de trabajo industrial a los hombres que iban al frente, y pronto se hizo insostenible negarles el derecho civil a comprar y vender bienes, o el derecho político de elegir dirigentes.

A fines del siglo XIX y principios del XX las mujeres irrumpieron en el mundo público, quebrando el encierro simbólico de las mujeres en el sistema de esferas separadas. Los derechos civiles sigificaron derecho a la propiedad, a elegir tratamiento médico, a negociar y comerciar. Los derechos políticos, que pueden elegir y ser elegidas.

Medio siglo después de la Guerra Francoprusiana, el feminismo había logrado grandes triunfos contra el androcentrismo. Su movilización coincidió con circunstancias históricas favorables, y provocó innovaciones genéricas: se acortaron las faldas, las mujeres se cortaron el pelo como muchachos.

Trabajo y estudio de la mujer

Salieron a la calle con vestidos hasta los pies, sombreros y corsé, cambiaron treinta siglos de historia y forzaron un avance en la historia del mundo. Los derechos civiles y políticos de la mujer se hicieron positivos: pasaron a ser ley escrita. En 1914, después de sesenta años de lucha, las mujeres obtienen en Gran Bretaña derechos civiles (hacer negocios, decidir si van a tener bienes, decidir si emprenden o no una actividad). En Argentina los obtuvieron en 1926.

Max Gluckman y Valle, iniciadores de nuestra filmografía documental, muestran sufragistas argentinas; mujeres de traje oscuro que después de la Primera Guerra Mundial suben, en la década del veinte,  hasta mostrar el tobillo.

Stuart Mill

La obra de John Stuart Mill está influida por Taylor, su compañera de toda la vida, socióloga que critica al liberalismo por la negación e invisiblización de las mujeres. Marcó que al no dejar a la mujer trabajar en el mercado ni estudiar, su única salida era la familia. Al no tener preparación adecuada, no hay libertad porque no hay posibilidad de elección.

Stuart Mill cayó en las contradicciones de su época: supuso que si las mujeres tuvieran formación e igualdad de oportunidad, tendrían que elegir entre casarse u otra profesión. Parece creer que el casamiento es un destino natural.

El voto de la mujer

El feminismo de la igualdad tiene una vertiente sufragista que viene del siglo XIX. Cuestionó el arquetipo viril en plena era victoriana, cuando el conservadorismo gobernaba con éxito; la opresión de género y clase estaba en un clímax de opresión, por lo que sus triunfos son ejemplificadores.

Desde principios del siglo XX varios países dieron derechos políticos a las mujeres (Uruguay y en Argentina Cuyo desde el 30). El movimiento se hizo mundial a mediados del siglo XX, cuando las mujeres se hicieron sujetos de derecho y adquirieron derechos políticos (aunque existen países, como Kuwait, donde todavía no pueden votar).

En 1922 se reunieron 250.000 mujeres en el Hyde Park de Londres de 1922, que no pasaba de dos millones de habitantes: una de cada cinco salió  a la calle. A pesar de la impresionante manifestación, no consiguieron el voto, que se les dio cuando fue necesario enfrentar a Hitler.

Los parlamentos quisieron mostrar que eran derechos no obtenidos por lucha sino otorgados graciosamente, como en tiempos de la monarquía lo hacía el rey. No querían mostrarlos como logros de mujeres, sino concesión de varones.

La ley 13.010 estableció el voto femenino. Se la presentó a la Nación con gran despliegue simbólico: Perón le entrega la ley a Eva, y Eva declara “Perón logró esto”. Este procedimiento invisibiliza que la lucha femenina por los derechos políticos estaba presente en Argentina desde fines del siglo XIX, y que en la década del treinta en San Juan las mujeres tenían derechos políticos.

Procesos similares a los de Argentina se vieron en Perú, Colombia y Brasil: había habido en la década del cuarenta en América Latina hubo una sucesión de firmas de tratados a favor de los derechos políticos de las mujeres, que pronto se hicieron presentes en la política. En Argentina fue tan rápido el avance que el Senado de la Nación tuvo más del cincuenta por ciento de mujeres en las elecciones de 1952. Había un gran movimiento político femenino que buscaba representación en ámbitos parlamentarios, y que presionaba desde hacía años.

Al poder le servía decir “dimos derecho de voto a las mujeres”; a Eva le servía decir “Perón nos dio el voto”. Este pragmatismo mutuo hizo que en 1997, en el cincuentenario de la sanción de la ley 13.010, se discutiera muchísimo si esa ley se debe a Perón, a Evita o a la larga lucha de las mujeres por sus derechos electorales. No se llegó a un consenso.

La mujer en la guerra

Las mujeres siempre habían ido a la guerra, de Juana de Arco a Juana Azurduy. La conquista de América se hizo con mujeres; Isabel de Guevara avanzó la frontera contra los indios.

La mujer participaba porque cuando los hombres iban a pelear la mujer sostenía el sistema económico; pero también estuvieron en batalla auxiliando a los ejércitos. En la Primera Guerra estuvieron en las trincheras, en la pelea cuerpo a cuerpo. Fueron a la guerra y a la fábrica, y coincidió con los efectos acumulados de la lucha iniciada sesenta años antes:se produjo la visibilización.

Después de la Segunda Guerra se produce la vuelta al hogar: se presenta el hogar con felicidad idealizada y trabajo doméstico facilitado por la tecnología. Este discurso mantuvo en el hogar a dos generaciones en el Norte.

Las carreras profesionales

La mujer pudo, como decía Stuart Mill, revisar sus aspiraciones; un proyecto universitario significa años de dedicación, y la posibilidad de estudio era limitada. El acceso masivo a las Universidades estuvo vedado a la mujer durante la primera mitad del siglo XX. Tenían acceso a prácticas profesionales ligadas a roles tradicionales permitidos; las profesiones de cuidar (care proffesions), maestra o enfermera, y luego las carreras cortas. Gradualmente ocupó campos antes vedados, pero hay todavía zonas tabú, como la cirugía, donde el poder médico está muy establecido.

La acción positiva (discriminación positiva)

Las cifras mundiales evidencian que las mujeres sufren opresión. Para legitimar la presencia femenina en el mundo público, se necesita discriminación positiva (acción positiva), que es el nombre dado al esfuerzo de subsanar la desigualdad a través de leyes.

En política se fijó la ley de cupos: para cargos electivos al menos el 30% de los postulantes deben ser mujeres. Es un paso adelante; en las elecciones de partidos políticos, sindicatos o clubes tiene que haber discriminación positiva para que haya participación. Busca romper la desigualdad de base.

Es discriminación porque da ventajas a ciertos individuos en relación con otros (si una mujer y un varón compiten por el mismo cargo, se prefiere a la mujer); es positiva, porque como los varones son abrumadora mayoría en los cargos, se impone un handicap a quienes pertenecen al grupo más favorecido, para aumentar las posibilidades del grupo más desfavorecido.

En las grandes universidades, donde para ingresar se ponen muchos requisitos, el sistema de discriminación positiva (acción positiva), establece un orden de mérito de ingreso por puntajes (créditos), asignados por nivel social, raza y sexo: se da más por ser mujer, latina, negra, y por no ser propietaria. La mujer negra o latina, incluso la propietaria, ha tenido muchas más dificultades en la vida que una mujer blanca propietaria, y muchísimas más que un blanco propietario.

Representatividad política
La ley de cupos es un logro del feminismo de la igualdad; no garantiza que el sistema de dominación no se reproduzca. Es la construcción de un espacio que obligó a los hombres a cambiar sus prácticas; la necesidad de formar listas dio a las mujeres nuevos horizontes, y participar de la vida partidaria fue continuar quebrando la división de esfera pública y privada.

La realidad responde a intereses diversos. Una vez creado el espacio político, hay que llenarlo de contenido. Se reconoce que la realidad condiciona la participación de la mujer, que debe tener representación política, y hay posturas que dicen que sólo mujeres pueden representar a las mujeres; otras sostienen que mujeres y varones hacen política de acuerdo con sus universos culturales y que una sociedad igualitaria, donde no haya opresión, puede ser buscada tanto por un varón como por una mujer.

Muchas mujeres llegan al espacio publico y asumen formas masculinas de construir poder: no asumen la defensa de los derechos de las mujeres, porque no tienen conciencia de género.

Los derechos reproductivos

Desde principios del siglo XX las anarquistas reclamaron que las mujeres pudieran decidir sobre su cuerpo como sujetos dueñas de sus destinos. Se enfrentaron primero a sus compañeros y después a la sociedad. Promovieron el amor libre y la planificación familiar: las mujeres debían decidir cuándo tener hijos y cuántos. Su discurso cristalizó en el movimiento por derechos reproductivos.

Feminismo radicalizado (o de la diferencia)

Esta postura sostiene que la discriminación de la mujer se observa en el reparto arbitrario de roles sociales: atribuye la opresión a la atribución desigual de roles en mujeres en la sociedad y busca que la definición del sujeto mujer y su lugar sea determinada por la mujer, a la que se le impone ser madre a la vez que se la limita en su capacidad de elegir. Esto se manifiesta en la prohibición de decidir sobre su cuerpo en temas reproductivos.

Excediendo los derechos reproductivos, las problemáticas específicas, la ley de divorcio y la libertad sexual propone la autodesignación: acabar con la heterodesignación.

El feminismo de la diferencia enseñó que ser mujer es una construcción histórica. No es algo naturalmente dado. Mujer no se hace, se hace, según Simone de Beauvoir. Al estudiar históricamente cómo se forma el sujeto varón se rompe con la naturalización: se prueba que la cultura construye sujetos tan cambiantes, que no se puede hablar de la esencia de ser varón o mujer.

Este feminismo de la diferencia, de las décadas del setenta, ochenta y noventa, pone énfasis en desarrollar un nuevo quehacer político. Fomentaron grupos de reflexión y autoayuda para cuestionar la cultura e investigar cómo se fomentan las conductas de género: leyes, instituciones, prácticas físicas  y síquicas.

El mundo tenía espacios para que los varones se escucharan entre sí, pero no los había para mujeres. Algunos grupos se fortalecieron en lo privado, negándose a participar en instituciones patriarcales. Lograron que las mujeres fueran entendidas como grupo social en términos culturales y sociales: como un sexo diferente negado por el sistema social y no reconocido como sujeto grupal.

Contribuyeron al movimiento de mujeres en general; las revistas femeninas se hicieron eco de sus reflexiones y enseñaron a explorar el cuerpo, práctica extendida y hasta pública entre varones, pero no tolerada en la mujer.

Permitieron reflexionar sobre qué es ser mujer; pero no marcaron que las construcciones de género incluyen a ambos sexos y que las mujeres tienen que ver con los roles asignados a los varones.

Patriarcado y trabajo asalariado

Varones y mujeres reproducen el discurso androcéntrico, que daña a ambos. Los varones obtienen beneficios pero pierden potencialidad. Si no son blancos, poderosos y adultos están en desventaja; si pierden su poder, sufren.

La desocupación priva al varón de poder con efectos más devastadores que en una mujer. En el campo, sólo los varones celebran contratos de mediación; las mujeres no pueden ser medieras. Si el varón, educado para ser poderoso dentro de su jerarquía, no puede seguir con su contrato, no satisface el mandato social y su identidad se hunde. Las crisis de la mujer son otras.

Algunas italianas supusieron que la crisis del capitalismo pondría fin al patriarcado: al perder los varones sus espacios tradicionales, se acabaría el orden jerárquico que habían establecido. No fue así. Las mujeres son sustento de hogar en el 25% de Buenos Aires y los valores patriarcales no se han desactivado.

El feminismo cultural

Otros grupos reivindicaron una cultura propia de las mujeres, buscando la esencia de la mujer, sin ver nuestra multiplicidad. Este feminismo cultural construye el sujeto mujer con cualidades inherentes (esencialismo), volviendo rasgos positivos los que habían sido origen de discriminación: sentimentalismo, sensitividad, mayor relación con la naturaleza, sensibilidad, intuición. Se invierte el sentido, se mantiene el contenido.

Estas visiones ensalzan valores que dan a los oprimidos el consuelo de la superioridad moral (por poseer bondad, comprensión, pacifismo, abnegación) y la la ilusión de vencer al poder con valores intrínsecos (el pueblo argentino es tolerante y solidario; las  mujeres son sensibles).

Al volver positivos los valores que habían sido negativos, se impide tomar conciencia de las causas sociales que provocaron la valoración negativa.

La masculinidad

Se inician estudios de masculinidad, en grupos de pares que reflexionan sobre problemáticas comunes de varones solos, o varones en crisis.  Algunas de sus corrientes, en EEUU y Europa, recuperan prácticas de los años sesenta, y otras buscan acercarse a las prácticas de iniciación de las culturas primitivas, marcando el paso de pubertad a la juventud..

Igualdad compleja

El concepto de igualdad compleja viene del feminismo radical, rama del feminismo de la diferencia activa en  los años setenta. Reconoce la condición diferencial de varones y mujeres, y afirma que la igualdad es más compleja que la igualdad de derechos: encierra diversidad de experiencias y necesidades.

Mujeres y varones somos sexos diferentes. La igualdad compleja propone construir entre los dos sexos un concepto de ciudadania que rompa el modelo de Rousseau y Locke de varón adulto y propietario. y libera entendiendo la realidad y la sociedad, y las relaciones entre los géneros.

La construcción de una realidad así debe hacerse entre mujeres y varones: habrá mujeres más libres el día que haya varones más libres, y no habrá varones libres sin mujeres libres.

Con varones y mujeres en igualdad compleja en las decisiones políticas y legislativas seremos sujetos del derecho, ciudadanos y ciudadanas en nivel de igualdad: diferentes, pero no desiguales.

La resistencia a la igualdad compleja

El sujeto universal masculino sigue vigente en el androcentrismo científico, en la economía ciega al género, y en la historia y biología de muchos libros escolares.

Con la acumulación de conocimiento actual, toda propuesta académica tiene valor político. Persistir en la ciencia ciega al género es un esfuerzo para mantener la inequidad.

Evaluación final:  Nombre del alumna/o:                                       Fecha:

 

EVALUACIONES PROPUESTAS

 

Evaluación 1) (PRESENCIAL)

 

A) Redacte una respuesta de ochenta a cien palabras (diez a quince renglones) sobre cada uno de las y los y los siguientes puntos. Si lo considera necesario, dé ejemplas y los y los.

1. Establecer una definición de los siguientes conceptos: Género, androcentrismo y sexismo.

2. Explicar por qué  se afirma que: “…la mujer se ha manifestado interrumpiendo por primera vez el monólogo de la civilización patriarcal.” Desarrolle el concepto con algún aporte suyo, y si puede,  identifique a la autora.

B) Marque las siguientes afirmaciones como V (Verdadero) o F (Falso).

3. El género es un concepto de origen lingüístico.

4. El feminismo es la teoría del predominio de las mujeres sobre los varones.

5. La subordinación de la mujer es el correlato social de su inferioridad biológica.

6. El sexo es un concepto de índole biológica.

7. El género es un concepto de índole biológica.

C) Dé respuestas de treinta palabras (cuatro a siete renglones) a las y los siguientes preguntas:

8. La ley dice que varones y mujeres son iguales ante la ley. ¿Por qué entonces es muy raro que a los varones les den en un divorcio la tenencia de los hijos?

9. La igualdad de oportunidades es una garantía constitucional. ¿Por qué entonces hay tan pocos hombres en la docencia?

 

 

Evaluación 2) (DOMICILIARIA)

 

Nombre del alumna/o:                                       Fecha:

 

Desarrolle las siguientes consignas:

 

A) Justificar o refutar la siguiente afirmación( Utilizar la bibliografía orientadora y las y los fuentes documentales): LA DEMOCRACIA NECESITA EL SOMETIMIENTO DE LAS Y LOS MUJERES.

Actividad didáctica.

A partir del texto de la Ilustración: hacer una descripción (tres renglones) y proponer una actividad a partir de él. (Pautas de análisis de texto, debate, foro, actividad de recreación artística, animación, dramatización, etc)

 

B)

Realizar un trabajo de observación.

Durante una semana realizar una observación en el lugar de trabajo. Se puede optar por diferentes ámbitos: el recreo, el aula, la sala de reunión de docentes, talleres varios, gabinete, etc. Se buscará registrar los comportamientos y desempeños de roles genéricos. (Actitudes;  uso del lenguaje; uso del espacio;  relación mujer-mujer, varón-varón, mujer-varón, varón mujer; establecimiento de jerarquías; etc.) Para ello desarrollarán la propia grilla de observación y se volcarán allí los datos.

Por último se realizará un informe.

BIBLIOGRAFIA

Legislación de estudio y consulta:

Constitución de la Nación Argentina,  Santa Fe, Paraná, 1994.

Constitución de la Ciudad de Buenos Aires,  Buenos Aires, 1996.

Pactos y Convenciones Internacionales, incorporados a la Constitución Argentina en 1994 por artículo 75 inc. 22.:

1) Declaración Universal de Derechos Humanos, ONU, 1948.

2) Convención para la sanción del Genocidio, ONU, 1948

3) Convención Americana sobre Derechos Humanos, también conocida como Pacto de San José de Costa Rica, 1969.

4) Pacto Internacional de Derechos Economicos, Sociales y Culturales, ONU, 1969

5) Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, Naciones Unidas, 1966

6) Convención sobre la eliminacion de la discriminación a la mujer, Naciones Unidas, 1979.

7) Convención sobre las y los y los derechos de niño, ONU, 1989

Lecturas clásicas (provistas en fotocopia; para la obra total, se recomienda cualquier edición en plaza)

 

El Contrato Social, Juan Jacobo Rousseau, libro I, cap. 4, libro II, cap. 5, libro IV, caps. 6 y 7.

Frank, Ana, Diario, cartas del 7 de mayo al 6 de julio inclusive.

John Stuart Mill, Sobre la Libertad, caps. 2 y 4.

 

La democracia en América. Tocqueville, libro 1, cap. 11.

 

La Inferioridad de la mujer Moebius, Apéndice.

 

Elogio de la Locura, Erasmo de Rotterdam,Cap. XVII.

 

Para referencia (se proveen las y los y los fragmentos de lectura obligatoria; se recomienda la lectura completa).

Etica y Derechos Humanos, de Carlas y los y los S. Nino. Buenos Aires, 1994.

 

Fundamentos de los derechos humanos, Muguerza, Javier, y otros. Madrid, 1990.

 

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CURRICULA VITAE

Marcela Ester Franco

pache@mail.fsoc.uba.ar

Profesora en Historia del Instituto Superior del Profesorado Joaquín V. González. Licenciada en Historia Argentina y Americana de la  Universidad Nacional de Luján, 1995. Hace su Doctorado en el Programa “Poder y Sociedad en América Latina”, Facultad de Historia y Geografía, Universitat de Barcelona.1995-97 (Enero de 1998. Suficiencia Investigadora. Tesis inscripta y en proceso de elaboración, Directora Dra. Mary Nash).

Investigadora en Ciencias Sociales en la Universidad de Luján, en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, y en la Universidad de Buenos Aires. Diversas actividades y puestos docenbtes en la Facultad de Filosofía y Letras y la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, en la Universidad Nacional de Luján y en la de Lomas de Zamora.

Capacitadora en género para líderes barriales y docentes de nivel primario y medio, Municipalidad de Almirante Brown, y en Ciudadanía (Derechos y deberes en perspectiva de Género) de la Red Federal, Cabecera Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Miembro de la Comisión Organizadora del I Encuentro Nacional de la Mujer Trabajadora (1987), de la Comisión Organizadora del V Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe. San Bernardo (1990). XII Encuentro Nacional de Mujeres. San Juan. 1997. XIII Encuentro Nacional de Mujeres. Resistencia. Chaco. 1998. XIV Encuentro Nacional de Mujeres. Bariloche. Río Negro 1999. XV Encuentro Nacional de Mujeres. Paraná. Entre Ríos. 2000.

Miembro fundadora del Area de Estudios Históricos de las Mujeres en la Universidad Nacional de Luján y en la de Lomas de Zamora, del Programa Interdisciplinario de Estudios de Género de la Universidad de Lomas de Zamora, de la Comisión pro creación de la Asociación Argentina de Estudios Históricos de las Mujeres.1991-1995, y colaboradora de la Exposición Seneca Falls- Un Segle i Mig del Moviment Internacional de Dones. Diputación de Barcelona. Palau de la Virreyna. Barcelona. Abril 1999.

Trabajos publicados

FRANCO, M. y MOYANO, M. Mariátegui y la cuestión agraria en Perú. en Cuadernos de Historia Regional.UNLU.Agosto 1986

FRANCO, M. y PULIDO, N.Educación y Capacitación Laboral de las Mujeres en la Argentina. NOSALF, Stockholm, 1988

FRANCO, M. y PULIDO, N. La revista Vosotras. Un diálogo íntimo con las trabajadoras. . Actas del III Coloquio Interdisciplinario de Género.U.B.A.1993.

FRANCO, M. y PULIDO, N. Las trabajadoras toman la palabra.  Actas del IV Coloquio Interdisciplinario de Género.U.B.A.1994.

FRANCO, M. Y PULIDO, N. Una perspectiva de género en el análisis de los libros de texto de historia de los primeros años de la escuela media bonaerense.  En V.V.A.A.(1995) Espacios de género. CREIM. Rosario.

FRANCO, M. y PULIDO, N . La revista Vosotras. Un diálogo íntimo con las trabajadoras .  Buenos Aires . (en prensa en Publicaciones del C.B.C.)

FRANCO, M. y PULIDO, N .¿ Capitanas o guardianas del hogar? Deseos y mandatos en la Argentina Peronista.  En: Boletin Americanista. No. 47, Año XXXVIIU.B. Barcelona. 1997.

FRANCO, M. y PULIDO, N . Palabras de mujeres. Actas de las IV Jornadas de Historia de las mujeres. Tucumán. 1997.

FRANCO, Marcela. “Films y representaciones en la construcción de la argentinidad”. O desafio da Diferença: articulando gênero, raça e classe. Simposio Internacional,CD. 2000

FRANCO. M. y PULIDO. N. “Representaciones obreras”.  IV Jornadas de Historia de las Mujeres y I Congreso Iberoamericano de Estudios de las Mujeres y de Género. U.B.A. Fac. de Filosofía yLetras. CD. 2000.

Rafael Héctor Hugo Freda

rfreda@sigla.org.ar

Maestro Normal Nacional y Profesor de Enseñanza Secundaria en Castellano, Literatura y Latín de la Escuela Normal Nro. 2, Buenos Aires. Licenciado y Profesor en Letras de la Universidad de Buenos Aires. Master of Arts in English de la University of Denver, Colorado.

Miembro fundador de la Comunidad Homosexual Argentina, CHA (1984), de FUNDACION Centro de de Documentación en Sexualidad , CEDOSEX (1992), de la Sociedad de Integración Gay Lésbica Argentina, SIGLA, 1992, y  Creador y conductor del programa periodístico TOTALMENTE NATURAL.

Miembro de Comisión Directiva de la Asociación Docentes de Enseñanza Media y Superior, ADEMYS.

Consejero de minorías sexuales, integrante del Proyecto FESEA (Federación Sexológica Argentina) y capacitador en VIH/SIDA, ETS y Ciudadanía para la Red Federal, cabecera Ciudad de Buenos Aires.

 


[1] Este libro nace de los cursos dictados entre agosto/setiembre de 1999, febrero/marzo del 2000 y marzo del 2001, cuyos contenidos transversales reunieron saberes de historia de las ideas, formación ética, ciencias sociales, perspectiva de género, historia y biología, tendiendo a afirmar una ciudadanía comcebida como ejercicio de derechos y cumplimiento de deberes.