Benenson 2000 Diferencias sexuales

Diferencias Sexuales

[Capítulo de The Cambridge Enciclopedia of Child Development, editada por Brian Hopkins, Cambridge, 2005]

Por Joyce F. Benenson

Del Departamento de Sicología de la Universidad de Plymouth

 

 

Introducción

Se han informado diferencias entre mujeres y varones han virtualmente para todas y cada una de las características humanas. La mayoría de estas diferencias entre sexos [sex differences] son pequeñas, lo que indica una amplia variabilidad individual dentro de cada sexo y gran cantidad de superposición entre los sexos. Por lo demás, en cuanto a las características cognitivas y sociales, la dirección y magnitud de las diferencias entre sexos frecuentemente son altamente dependientes del contexto. Desarrollar un modelo significativo del efecto de las diferencias entre sexos en el desarrollo humano, por lo tanto, requiere primero identificar esas características diferenciadas por sexo que ejercen el más grande impacto sobre las vidas humanas. Después se pueden construir modelos explicativos y se los puede poner a prueba para que den cuenta de las trayectorias de desarrollo, divergentes para cada sexo, de estas características.

En el campo del desarrollo infantil existe actualmente poco acuerdo en cuanto a cuáles de las características diferenciadas por sexo son las más importantes en cuanto a su influencia en el desarrollo de los infantes de cada sexo. Para complicar todavía más las cosas, dentro de las ciencias sociales en sentido amplio algunos investigadores arguyen que la categoría del sexo es en sí misma problemática. Estos investigadores basan sus conclusiones en individuos cuyas estructuras reproductivas no son claramente de varón o de mujer [male or female], cuya identidad de género (sensación [feeling] de que uno es o bien varón o bien mujer) o rol sexual (comportamiento considerado típico de cada sexo) es discordante con sus estructuras reproductivas, y cuyas relaciones sexuales no se producen únicamente con individuos del otro sexo. La plasticidad de las estructuras reproductivas cromosómica, hormonal, interna y externa y de la identidad genérica, el rol sexual y la orientación sexual ha sido reconocida desde la obra clásica de  John Money y Anke Ehrhardt sobre desarrollo prenatal. Los informes transculturales de individuos con identidades genéricas, roles sexuales u orientaciones sexuales atípicos confirman la muy difundida variabilidad que se producen dentro de cada categoría de sexo.

Sin embargo, la mayoría de los individuos tienen estructuras reproductivas típicas de su sexo así como identidades genéricas, roles sexuales y orientaciones sexuales que se corresponden con sus estructuras reproductivas. Como la continuidad de la especie requiere que los individuos con órganos reproductivos típicos de cada sexo se apareen, aquí se pone énfasis sobre las diferencias entre chicos y chicas que tienen estructuras reproductivas típicas e identidades genéricas que se corresponden a ellas, y de los que se espera que en la adultez se reproduzcan. Yendo más allá, el énfasis hoy en día se pone en identificar aquellas características sociales y cognitivas que diferencian a los dos sexos en sus búsquedas por sobrevivir, reproducirse y criar a sus propios infantes.

 

Diferencias entre sexos en tasas de crecimiento y vulnerabilidad

En la mayoría de las culturas, los progenitores prefieren tener hijos a tener hijas. De acuerdo con ello, los hijos tienen más probabilidad que las hijas de recibir recursos, obtener educación y ostentar posiciones de estatus dentro de la familia y de la sociedad incluyente. Paradójicamente, las tasas de morbilidad y de mortalidad por causa de deformidades, enfermedades y lesiones son más altas para los niños que para las niñas, lo que comienza incluso antes del nacimiento y alcanza su pico máximo en la adolescencia. La diferencia entre sexos en tasas de supervivencia es tan robusta que se sospecha  infanticidio de mujeres cuando sobreviven más infantes varones que mujeres. La Figura 63.1 despliega tasas de mortalidad infantil en diversas culturas.

Se cree que parte de la razón de la mayor vulnerabilidad de los varones surge de que las mujeres tienen dos copias del mismo cromosoma sexual, de modo que las anomalías de uno podrían ser superadas por el otro, y de la  tasa de maduración de los varones, que es más lenta. Aunque los varones son levemente más pesados y más altos que las niñas a partir de la infancia, las niñas son más avanzadas que los niños en su tasa de maduración. La diferencia entre sexos en la tasa de maduración se vuelve más marcada en la adolescencia cuando las niñas llegan a la pubertad en promedio dos años antes que los niños (Figura 63.2).

Otro factor de envergadura en las tasas superiores de morbilidad y mortalidad de los varones surge de su  conducta arriesgada [risk-taking behavior], que es universalmente mayor, y que llega a su cumbre en la adolescencia y la adultez joven. Comenzando en la infancia temprana, los niños corren más riesgos que las niñas. Estos riesgos incluyen comportamientos tales como pasar por alto las prohibiciones de los adultos, trepar a lugares peligrosos o andar incesantemente en bicicleta, agredir físicamente a otros o denigrarlos verbalmente de modo directo, aceptar riesgos intelectuales que podrían aumentar los premios pero podrían reducir las probabilidades de éxito, y cuando son mayores dedicarse al juego, manejar a altas velocidades e involucrarse en conductas sexuales que facilitan contraer enfermedades. Las niñas son más cuidadosas, y permanecen más cerca de los adultos que pueden proveer protección. Cuando las niñas se agraden, tienen mucha menos probabilidad que los niños de emplear métodos físicos o desembozados que pudieran invitar a una retaliación físicamente dañosa de parte de sus oponentes.

Edad (años)

Figura 63.2 Curvas típicas de niños y niñas para altura alcanzada. [de Tanner, J. M. (1970). Physical growth. In P. H. Mussen (Ed.), Carmichael’s manual of child psychology (3rd ed.) (pp. 77–155). New York: Wiley.]

La teoría de Robert Trivers sobre la  inversión de los progenitores [parental investment] sugiere que las diferencias entre sexos en cuanto a comportamiento arriesgado reflejan los resultados reproductivos, que son más altos para los varones que para las mujeres, en relación con superarse unos a otros y atraer a las mujeres. La interpretación de Campbell se centra en el papel mayor que las mujeres desempeñan, comparadas con los varones, en asegurar la supervivencia de sus hijos e hijas. En relación con los varones, el comportamiento arriesgado en las mujeres no solamente no intensifica el éxito reproductivo sino que también puede ser dañoso para la supervivencia de los hijos e hijas.

Diferencias entre sexos en desórdenes y síntomas siquiátricos

En la infancia, los desórdenes siquiátricos serios también son más comunes en los varones que en las mujeres (Tabla 63.1). En particular, se diagnostica a más varones con  problemas de lenguaje y desórdenes de externalización. Muchas de estas dificultades se relacionan con las capacidades que son importantes para la escolarización formal, lo que genera estrés en aquellos niños de las culturas modernas que no pueden arreglárselas con las demandas educacionales. No es hasta la adolescencia que números significativos de mujeres comienzan a exhibir dificultades siquiátricas serias. En esa época, las chicas compiten para encontrar una pareja heterosexual potencialmente confiable. Una mujer joven que pueda aparearse con una pareja estable mejora fuertemente los resultados sociales y académicos de sus hijos e hijas. El estrés de buscar una pareja y después asumir la responsabilidad primaria por la crianza de los hijos e hijas probablemente contribuye al  resultado, transculturalmente consistente, de que, comenzando en la adolescencia, las mujeres superan a los varones en tasas de desórdenes de internalización por más de 2:1.

 

Tabla 63.1 Tasas por sexo de desórdenes siquiátrico en la infancia y la adolescencia, informadas en el DSM-IV. [de Hartung, C. M., & Widiger, T. A. (1998). Diferencias de género en la diagnosis de desórdenes mentales: conclusiones y controversias del DSM-IV. Psychological Bulletin, 123, 260-278.
Desorden Razón sexual
Retraso Mental 1.5V :1M
Desorden de lectura 1.5−4V :1M
Desorden de matemáticas
Desorden de expression escrita
Desorden de coorodinación del desarrollo
Desorden de lenguaje expresivo V > M
Desorden de lenguaje mezclado V > M
Desorden fonológico V > M
Tartamudeo 3V:1M
Desorden autista 4−5V :1M
Desorden de Rett M solamente
Desorden desintegrador infantil V > M
Desorden de Asperger V > M
ADHD 4−9V :1M
Desorden de conducta V > M
Desorden de oposición desafiante V > M
Pica
Ruminacióm V > M
Desorden de alimentación V = M
Desorden de Tourette 1.5−3V :1M
Tic motor crónico o vocal
Desorden de tic pasajero
Encopresis V > M
Enuresis V > M
Desorden de ansiedad de separación M > V
Mutismo selectivo M > V
Desorden de apego reactivo
Desorden de movimiento estereotípico V > M

 

Incluso a niveles sintomatológicos subclínicos, bajo condiciones menos estresantes, los chicos exhiben más síntomas de externalización, incluyendo desorden de déficit de atención por hiperactividad, desorden de conducta, y desorden de oposición desafiante y las chicas más síntomas internalizadores, tales como desorden depresivo de envergadura, desorden de ansiedad de separación, y desorden de sobreansiedad. Estas consistencias sugieren que cada sexo está predispuesto a enfrentar los problemas de modos que difieren.  Las conductas agresivas pueden acentuar el éxito reproductivo en los varones al contribuir a la elevación del estatus interno y a la derrota de enemigos externos, en tanto que las conductas depresiva o ansiosa pueden realzar el éxito reproductivo en las mujeres al impedir que sucedan daños a su progenie dependiente.

Por ejemplo, a través de culturas que difieren enormemente en niveles absolutos de homicidio, sin embargo son los varones los que cometen un 90% de  los homicidios con un pico en la tasa de homicidios en la adolescencia tardía y la adultez temprana. Martin Daly y Margo Wilson atribuyen esta diferencia de sexo y de desarrollo a la competencia entre varones por parejas sexuales. Los varones también experimentan niveles más altos de autoestima que las mujeres, aunque nuevamente los niveles absolutos varían por cultura y etnicidad. Wrangham cree que los altos niveles de agresión y autoestima pueden realzar el involucramiento exitoso de estado de guerra intergrupal que tradicionalmente ha sido el dominio exclusive de los varones. En contraste, para las mujeres que son más responsables que los varones por el cuidado de la progenie, las conductas ansiosas probablemente realzan la protección de la progenie, en tanto que las conductas depresivas pueden provocar ayuda de otros para el cuidado de la progenie.

Uno de los desórdenes más infrecuentes pero más serios que comienzan en la infancia es el desorden de identidad genérica (DIG), que se diagnostica cuando un individuo está incómodo con su sexo designado. Kenneth Zucker informa que los signos de  DIG comienzan en la infancia temprana, con una tasa de prevalencia seis veces mayor para niños que para niñas. Los niños con DIG, comparados con los controles, desean ser del otro sexo, se visten como el otro sexo, se involucran en juegos de fantasías transexuales, y prefieren jugar con pares del otro sexo, y concomitantemente experimentan dificultades en la interacción de pares y problemas comportamentales generales. El DIG en la infancia temprana es predictivo de homosexualidad en la adultez.

 

Diferencias entre sexos en escolarización y en tests cognitivos

 

Escolarización

 

Como se ha reseñado anteriormente, la estructura de la educación formal es más conducente al aprendizaje para las niñas que para los niños. Desde la infancia temprana en adelante las niñas mantienen mayor proximidad con los maestros, se adecuan más a las reglas generadas por los adultos, trabajan y estudian más duro y exhiben más preocupación sobre su desempeño escolar. También reciben notas más altas en la escuela primaria, lo que continúa a través de la secundaria, y en las culturas donde está permitido, alcanzan niveles superiores de educación. En contraste, comparados con las niñas, los niños experimentan tasa más altas tanto de desórdenes de lenguaje como de desórdenes de externalización y en modo general experimentan mayor dificultades en mantener la atención, permanecer sedentarios e inhibir sus acciones, todo lo cual interfiere con el aprendizaje y crea problemas de disciplina para los maestros.

 

Tests cognitivos

Hay más niños que niñas que reciben puntajes extremos en los tests cognitivos. Aunque los niños tienen al menos cuatro veces más probabilidades que las niñas de sufrir de handicaps mentales, un subconjunto también obtiene puntajes levemente más altos que las niñas en  tests de inteligencia generales (e.g., Wechsler Intelligence Scales for Children or Adults) y tests de logros (e.g., Scholastic Aptitude Test). Aunque las capacidades cognitivas que subayacen en los puntajes de estos tests no están bien comprendidas, la investigación transcultural actual confirma lo que Eleanor Maccoby y Carol Nagy Jacklin informaron hace tres décadas: Las chicas sobresalen en algunas tareas verbales, en tanto que los chicos son superiores en algunas tareas matemáticas y visuo-espaciales. No solamente las chichas sufren en verdad de menos desórdenes serios de lenguaje que los chicos, sino que Kimura informa que las mujeres aprenden el lenguaje con más rapidez, son superiores en gramática y deletreo, leen y escriben con mejor dominio a través de la escuela secundaria, y sobresalen en tareas de memoria verbal, tales como recordación de palabras o dígitos o memoria del contenido de material. En matemáticas, las chicas son superiores en  habilidades computacionales, en tanto que los chicos sobresalen en entender y aplicar conceptos o resolución de problemas. En el nivel más alto de desempeño en matemáticas, los chicos superan en cantidad a las chicas por tanto como 10:1. En tareas visuoespaciales, en tanto que las chicas tienen una memoria mejora de dónde están ubicados objetos específicos, los chicos superan a las chicas en tareas de rotación mental, por ejemplo cuando el mismo objeto bidimensional debe ser identificado desde ángulos que difieren. Los chicos también son algo superiores a las chicas en tareas de percepción espacial, como estimar la posición del agua en un vaso inclinado. Alguna investigación sugiere que los chicos y las chicas pueden resolver la misma tarea usando abordajes diferentes. Las diferencias de sexo en habilidades de orientación proveen un ejemplo interesante. La investigación sugiere que las chicas y las mujeres tienen más probabilidad que los varones de referirse a hitos para encontrar su camino. En contraste, los chicos y los hombres usan distancias y direcciones y aprenden a trazar su camino más rápidamente. Las diferencias de sexo en habilidades verbales, matemáticas, especial y navegacionales de orientación probablemente reflejan adaptaciones de hombres y mujeres que potenciaban diferenciadamente la supervivencia y el éxito reproductivo en el ambiente en que los humanos evolucionaron.

 

Diferencias entre sexos en actividades y organización social

A través de las culturas, las diferencias entre sexos más grandes se encuentran en las preferencias de intereses y ocupaciones. Al llegar a la infancia temprana, los chicos están más interesados que las chicas en los objetos mecánicos y en cómo funcionan. Al mismo tiempo, cuando se les pregunta qué les gustaría ser cuando crezcan, los chicos seleccionan una variedad más amplia de ocupaciones, como obrero de la construcción, médico, piloto, soldado o bombero, en tanto que las chicas mencionan maestra, enfermera o mamá. Desde la adolescencia temprana en adelante, los varones tienen más probabilidad que las mujeres de demostrar interés en temas y vocaciones que involucran interacción con objetos inanimados y requieren el uso de matemáticas, habilidades espaciales, y programación de computadora. En contraste, las mujeres están más interesadas que los varones en temas y vocaciones que se concentran directamente en ayudar a los demás. A pesar de la entrada de las mujeres en profesiones que anteriormente eran privativas de los varones en las sociedades occidentales, en las elecciones de temas y profesiones que hacen niños, adolescentes y adultos siguen existiendo grandes diferencias.

De  modo similar, se encuentran diferencias consistentes de sexo en las conductas sociales en las preferencias de desarrollo en relación con las actividades. Las niñas tienen más probabilidad que los niños de responder a la vulnerabilidad en otros, comenzando en edad tan temprana como el período de  recién nacido cuando las niñas lloran más que los niños ante la angustia de otro recién nacido. Entre los 2–3 años de edad, las niñas exhiben más interés que los niños en juego con muñecas, vestirse de gala y preparar comida. De 3–5 años, en culturas tradicionales, las niñas cuidan a los hermanitos y hermanitas menores. De modo similar, en las sociedades occidentales, el juego social de las niñas contiene cuidadoras (madres, maestras) que responden a individuos vulnerables (bebés, hermanos menores u otras personas o animales indefensos). Al mismo tiempo, las niñas hacen los papeles de mujeres vulnerables y atractivas (princesas, muñecas barbis) que buscan a una persona poderosa que se case con ellas y las proteja.

Al llegar a mediados de la infancia y continuando adentrada la  adolescencia, las muchachas tienen más probabilidad que los muchachos de turnarse hablando sobre vulnerabilidades mutuas y darse apoyo unas a otras. Las muchachas también aprenden a ablandar las perspectivas de conflicto de unas con otras empleando formas de habla mitigadas (e.g., “¿quieres jugar con esto?”, “vamos juntas”) y agresión indirecta (e.g., contándole a una tercera persona lo que hizo mal una amiga, o usando gestos no verbales para expresar desacuerdo). Las muchachas se vuelven interesadas en los medios (televisión, películas, juegos de computadora) que retratan interacciones familiares y románticas, así como en historias de aventura y algunos deportes. Al llegar la adolescencia, las muchachas discurren en gran profundidad sobre sus propias relaciones románticas y sexuales y sobre las de las otras.

En contraste con las chicas, a partir del período del recién nacido en adelante, los muchachos se involucran en más actividad motora bruta y rápidamente llegan a interesarse más en la dominación física de otros y en la protección contra la vulnerabilidad. Entre los 2 y 3 años de edad, es más probable que los niños jueguen con vehículos (autos, aeroplanos, topadoras), armas (revólveres, espadas) y herramientas (martillos, sierras). Entre los 3 y 5 años, Robert Malina informa que los chicos tienen una pequeña ventaja sobre las muchachas en una cantidad de capacidades motrices brutas tales como correr y patear, pero particularmente en arrojar. El juego social de los chicos gira alrededor de ‘superhombres’ físicamente poderosos (buenos soldados, vaqueros, policías) que vencen enemigos (soldados enemigos, animales feroces, extraterrestres). Simultáneamente, se involucran en  juego brusco que requiere dominación y sumisión físicas (véase Smith, en este volumen).

A mediados de la infancia y continuando después, los chicos disfrutan de juegos de aventuras y de historias repletas de hazañas físicas en los que los “Buenos” destruyen a los “malos” usando vehículos, armas y herramientas. A diferencia de las chicas, la competencia a menudo es manifiesta. Por ejemplo, los chicos se denigran los unos a los otros usando formas de habla directa (‘eres estúpido’ ‘hacélo como yo’) y hacen deportes físicos directamente competitivos. Después de la pubertad, los chicos sobrepasan largamente a las chicas en el desarrollo de capacidades motrices y habilidades que requieran fuerza, velocidad y poder físico, facilitando incluso una mayor dominación de otros, También comienzan a desarrollar relaciones románticas y sexuales.

La evidencia transcultural demuestra que la organización social de los dos sexos también difiere tanto en cuanto a los progenitores como en cuanto a los pares. Desde la infancia temprana y a través de la adolescencia, las muchachas pasan más tiempo que los chicos próximas a las  madres y cuando se necesita sirven como sustitutos maternos. En contraste, los chicos pasan más tiempo que las chicas con los padres cuando hay padres varones presentes. Las relaciones de pares del mismo sexo de los varones están más segregadas de las familias, de las figures de autoridad adultas, y de los pares del otro sexo, en comparación con las relaciones de pares del mismo sexo de las chicas. También es más probable que los padres varones se comporten punitivamente hacia los hijos, en oposición a las hijas, que se desvían del comportamiento estándar del grupo de pares del mismo sexo. En general, los padres están más preocupados que las madres con el comportamiento sexotípìco apropiado de su hijos e hijas. Con los pares del mismo sexo, comenzando a mediados de la infancia, es más probable que las niñas y no los niños interactúen con una amiga por vez. Las relaciones diádicas son exclusivas e igualitarias. En la adolescencia, a menudo las muchachas se unen a grupos cerrados [claques]. La membresía en el grupo está relacionada con el estatus, y ambos están asociados con el grado de atractivo para los chicos. A diferencia de las mujercitas, después de los cinco años los varones interactúen en densos grupos de pares en los que las amistades de los varones están interconectadas (Figura 63.3). Los grupos de los chicos están organizados jerárquicamente con un estatus generalmente basado en las proezas físicas relativas y las alianzas.

Figure 63.3 Típicas diferencias entre sexos en organización social (las flechas indican las elecciones de amigos) como se las encuentra en una clase de niños y niñas de 10 años. [adaptado de Benenson, J. F. (1990). Diferencias de género en redes sociales. Journal of Early Adolescence, 10, 472–495.]

Las diferencias sexuales en intereses, actividades y relaciones probablemente reflejen el desplegarse de estrategias diferenciales que los machos y las hembras adoptaban en el ambiente en que se desarrollaron para potencial la supervivencia personal, el éxito reproductivo y el bienestar de la progenie. Sin embargo, las variaciones en las restricciones ecológicas de los ambientes en que los humanos evolucionaron hubieran requerido que cada sexo tuviera estrategias flexibles. La disponibilidad de recursos alimentarios y de parientes, así como la cantidad de pares del mismo sexo y del otro sexo que eran competidores o aliados son candidatos probables a factores que influenciaron fuertemente la variabilidad en las estrategias utilizadas por cada sexo.

 

Determinantes más próximos de las diferencias sexuales

El mayor impulso de los modelos que explican las características sexodiferenciadas se concentra en desenmarañar lo biológico más próximo del resultado y separarlo de las influencias ambientales. Sin embargo, esta empresa está muy dificultada por complejidades. Por ejemplo, como subraya Maccoby, es difícil determinar y evaluar la influencia de los progenitores en el desarrollo de la conducta sexotípica de los niños y niñas. Las interacciones progenitor-progenie se basan en ajustes que evolucionan constantemente entre el progenitor, otros factores ambientales y las transformaciones biológicas de un niño o niña. Consideraciones éticas prohíben la manipulación experimental de estos factores. Sin embargo, al reseñar datos sobre los monos rhesus, Wallen provee clara evidencia experimental de que las características sexodiferenciadas son resultado de una combinación de hormonas y ambientes de crianzas. Incluso en los monos rhesus cuyos comportamientos son altamente dimórficos sexualmente, la mayoría de las diferencias entre sexos se desvanecen sin una combinación específica de hormonas y ambiente de crianza.

Los investigadores que han estudiado el desarrollo prenatal humano han podido documentar los efectos de cromosomas, hormonas, y morfología cerebral en una cantidad de diferencias entre sexos significativas (Tabla 63.2). Incluso después del nacimiento, las correntadas posnatales y puberales de hormonas influyen todavía más en las características sexodiferenciadas. El sistema íntegro es altamente maleable, sin embargo, y se pueden producir discrepancias mismatches de modo que un estadio da como resultado un desarrollo de mujer y otro un desarrollo de varón en el mismo individuo. Marcia Collaer y Melissa Hines reseñan la influencia de las hormonas en las diferencias sexuales humanas tomando como base las discrepancias naturales [mismatches] que se producen durante el desarrollo o a causa de tratamientos hormonales. Se presenta evidencia de que las hormonas (virilizadoras, devirilizadoras, mulierizadoras y demulierizadoras [masculinizing, de-masulinizing, feminizing, and de-feminizing]) influyen en tasa de maduración, identidad de género, orientación sexual, dificultades de lenguaje y desempeño en tareas que involucran atenciòn, memoria verbal, rotación espacial y percepción, y matemática. Además, las hormonas también afectan conductas de las que alguna vez se consideró que estaban determinadas solamente por el ambiente social, que incluyen nivel de actividad, juego brusco, agresión física, comportamiento arriesgado, asertividad, preferencia por juego con armas y vehículos de transporte versus con muñecas y vestirse de gala [dress-up], nivel de interés en  familias o atletismo, jugar con pares del mismo sexo versus del otro sexo, y autoestima. En el momento actual se desconoce hasta qué punto las variaciones normales en los niveles hormonales en varones y mujeres típicas influyen las diferencias sexuales en estas características o hasta qué punto las hormonas, en cuanto opuesta a otros factores biológicos o ambientales, influyen en estas características, Por ejemplo, la cantidad de hermanos mayores del mismo sexo influye en la orientación sexual de los varones típicos, pero el mecanismo sigue siendo poco claro. La investigación en mamíferos no humanos indica que la temporización de los influjos hormonales influye en las características sexodiferenciadas, lo que sugiere que un individuo puede ser más parecido a los varones típicos en algunas características y más parecido a las mujeres típicas en otras. Ade3más de las hormonas, otros factores biológicos como los cromosomas supernumerarios han sido asociados con crecimiento físico, habilidades motrices, dificultades de aprendizaje y desórdenes siquiátricas. El hipotálamo también parece regular características sexodiferenciadas aunque su función es menos comprendida.

Los factores contextuales son también claramente necesarios para que aparezcan las diferencias de sexo, aunque no existe todavía compilación de los que influyen en las características específicas. Los sicólogos del desarrollo tradicionalmente se concentraron en el refuerzo que los progenitores proveen para los comportamientos apropiados al sexo, así como en la autorrotulación que motiva a los infantes a identificarse con adultos del mismo sexo. Los estudios transculturales de Beatrice Whiting y Carolyn Pope Edwards demuestran que los varones y las niñas aprenden actividades sexotipificadas de sus progenitores del mismo sexo, lo que indica que las relaciones con los progenitores del mismo sexo, versus los del sexo opuesto, influyen en las características sexotipificadas. Maccoby subraya la importancia de los pares del mismo sexo para el comportamiento sexotípico. Por ejemplo, los estudios muestran que la frecuencia de interacción con los pares del mismo sexo realza el nivel de actividad y el juego brusco y reduce el acatamiento a las directivas de los adultos para los niños, en tanto que par alas niñas se produce el patrón opuesto. Para ambos sexos, la interacción con varios pares del mismo sexo en un momento dado, contrastada con la interacción con solamente otro par, aumenta la competencia directa y disminuye la capacidad de responder a las necesidades de otros. Como los varones tienen más probabilidad que las mujeres de interactuar en grupos, en tanto que las mujercitas pasan más tiempo unas con otras individualmente, la competencia directa se realza en los varones y la capacidad de respuesta en las mujeres.

Los sociólogos y los antropólogos se concentran en factores contextuales más amplios. Familias ampliadas [households] políginas, culturas que discriminan en contra de las mujeres y el socioeconómico estatus influyen muchas diferencias críticas entre los sexos, tales como las tasas de mortalidad y los niveles de educación para las mujeres, cantidad y espaciamiento de los hijos e hijas, así como las tasas de agresión física del varón. Se ha informado también que las diferencias de sexo son más altas para los blancos que para los afronorteamericanos y los asiáticos en los mismos casos de algunas variables, tales como el grado de asertividad en el habla. Hasta que se desarrollen instrumentos que puedan medir los factores biológicos y que los estudios incluyan información precisa sobre factores contextuales, sin embargo, entender cómo operan estas interacciones seguirán siendo una meta de la investigación futura.

Los biólogos evolutivos creen que los hombres y las mujeres desarrollaron cerebros que diferían en el grado en que cada sexo confrontaba problemas únicos en su género en el ambiente en el que evolucionaban los humanos. Trivers ha demostrado que los machos y hembras no humanos difieren en la energía que gastan en esfuerzo de crianza versus esfuerzo de apareamiento para maximizar su éxito reproductivo. En relación con los humanos, las hembras tienen más limitaciones que los machos en la cantidad de progenie que pueden producir y por tanto invierten más intensamente en cada uno de los integrantes de su progenie. La competencia entre hembras se produce en relación con el acceso a parejas que puedan proveer recursos para sí mismas y sus hijos e hijas. Los machos humanos pueden producir más progenie que las hembras humanas y por lo tanto invierten más intensamente en el esfuerzo de apareamiento compitiendo con otros machos por recursos y estatus, y el acceso concomitante a las hembras. Los machos más exitosos pueden inseminar a muchas hembras y a menudo también proveen muchos recursos, así como protección para sus parejas reproductivas y su progenie. Además de la competencia, sin embargo, la cooperación entre machos también es crucial para tener éxito en conflictos intragrupales e intergrupales. La cooperación entre hembras con parentela y parejas es importante para la supervivencia y el éxito de la progenie. Aletha Huston resumen la evidencia de niños, niñas y adolescentes humanos que indica que las mayores diferencias entre sexos de todas se producen en las preferencias de actividades académicas, cognitivas y sociales donde los sexos difieren, así como en la expresión de la sicopatología. Estas diferencias de infancia entre sexos pueden ser consideradas como precursores de los roles diferentes de madres y padres. Transculturalmente, las madres humanas invierten más que los padres en progenie vulnerable y los padres se involucran en más dominación y agresión intragrupal e intergrupal, así como invierten más intensamente en actividades extrafamiliares.

Tabla 63.2. Esquema de estadios de diferenciación sexual prenatal
Mujer típica Varón típico Ejemplos atípicos

Cromosomas Sexuales

XX XY XO, XXX, XXXX (mujer) XYY, XYYY, XXY, XXXY (varón)

Gónada bipotencial

2 Ovarios 2 Testículos 1 ovario + 1 testículo; 2 de cada uno; 1 ovotestis; 2 ovotestes

Hormonas

Estrógenos > Andrógenos

+ Hormonas Devirilizadoras

Andrógenos > Estrógenos

+ Hormonas Demulierizadoras

La ausencia de hormonas estrógenas o andrógenos da como resultado el desarrollo de mujer;

La ausencia de hormonas devirilizadoras o demulierizadoras da como resultado anomalías reproductivas estructurales

Estructuras Reproductivas Internas y Morfología Cerebral

Estructuras Reproductivas Internas de Mujer (e.g., Tubos de Falopio, Útero, Vagina superior), + Estructuras Cerebrales de Mujeres (e.g., Área Preóptica del Hipotálamo más pequeña) Estructuras Reproductivas de Varón (e.g., Ductos Wolfianos, Vesículas Seminales, Vas Deferens) + Estructuras Cerebrales de Varón (e.g., área preóptica del hipotálamo más grande) La combinación de estructuras reproductivas de Varón y de mujer o de estructuras reproductivas ni de varón ni de mujer; cambios en estructuras cerebrales

Tubérculo Genital Indiferenciado

Genitales Externos de Mujer (e.g., Vagina Inferior, Clítoris) Genitales Externos de Varón (e.g., Pene, Escroto) Ejemplos de Discrepancias Viables: XX + exceso de andrógenos produce estructuras reproductivas internas de mujer (puede embarazarse), estructuras cerebrales de varón, pene; XY + insensibilidad a los andrógenos + hormonas devirilizadoras no produce estructuras reproductivas internas claras (estéril), morfología cerebral de mujer, clítoris

Sin embargo, la idea de que evolucionaron cerebros de mujer y cerebros de varón para dedicarse a perseguir estrategias diferentes no carece de críticos. Anne Fausto-Sterling es una fuerte defensora de la posición de que el sexo es una construcción social que se desarrolla con la edad, que cambia con el contexto y que no es necesariamente internamente consistente. Por ejemplo, tener estructuras reproductivas de varón o de mujer puede no corresponderse con identidad de género, rol sexual, estatus marital, orientación sexual o creencias típicas y demostraciones de personalidad sexotipificada. Estas posiciones, sin embargo, no son mutuamente exclusivas. La mayoría de los investigadores creen que el cerebro ejerce una influencia significativa en el grado y clase de muchas características sexodiferenciadas y que el ambiente es crucial para que estas características se desarrollen y permanezcan estables.

 

Conclusiones

Los investigadores continúan intentando caracterizar en mayor profundidad cómo difieren entre sí los dos sexos en sus estructuras cognitivas y comportamientos sociales, y continúan proveyendo mecanismos explicativos que incluyen tanto factores biológicos como ambientales. Los sicólogos del desarrollo están comenzando a examinar longitudinalmente el desarrollo de la cognición sexotipificada y las conductas sociales sexotipificadas tomando en cuenta tanto las variaciones tanto en hormonas prenatales como posnatales y sus interacciones con contextos específicos, tales como el grado de sexotipificación parental o la frecuencia de interacción con pares del mismo sexo. Los antropólogos comparan la estructura de las sociedades que incluyen formas maritales y estabilidad, patrones de residencia, y la disponibilidad de recursos defendibles para determinar cómo se desarrollas los roles de mujeres y varones. Los investigadores que estudian a los primates no humanos son capaces de examinar tanto experimentalmente como bajo condiciones naturalistas la influencia de los factores hormonales y los diferentes ambientes de crianza sobre las diferencias entre sexos en varias especies que varían en sus nichos ecológicos. El interés en las diferencias tanto dentro de cada sexo como también entre los sexos está creciendo constantemente a medida que los investigadores desarrollan caracterizaciones más ricas de las diferencias de sexo en cognición y comportamientos sociales, así como más complejas  explicaciones evolutivas y próximas, biológicas y ambientales.

 

Preguntas

1. ¿Cómo interactúan los ambientes específicos, tales como ser criado por progenitores del mismo sexo o del otro sexo, o tener hermanos del mismo sexo o del otro sexo, o amigos del mismo sexo o del otro sexo, con los niveles prenatales de hormonas, para producir individuos que difieren en su grado de sexotipificación o en comportamientos específicos sexotipificados?

2. ¿Cómo varía para cada sexo la inversión en progenie versus apareamiento intragrupo [inmating], con la disponibilidad de recursos y la estructura marital y ocupacional de una sociedad?

3. ¿Hasta qué punto los resultantes de la cooperación y la competencia con parientes y pares influyen en el éxito reproductivo de los varones versus las mujeres?

4.¿Cuál fue el ambiente social y físico al que se adaptaron los humanos tempranos, mujeres y varones, que produjo las estructuras neurológicas sexotipificadas actuales?

5. ¿Cuáles aspectos de las conductas sexodiferenciadas son los más corporalmente incorporadas en lo biológico y los menos pasibles de input ambiental?

 

Véanse también:

Comparaciones transculturales; Desarrollo prenatal normal y anormal; El estatus del recién nacido humano; Desarrollo motor; Desarrollo social; Desarrollo de lenguaje; Conducta agresiva y prosocial; Inteligencia; Pares y hermanos y hermanas; Juego; Escolarización y alfabetismo; Socializaciòn; Temperamento; Concepto ‘En riesgo’; Desórdenes de conducta y aprendizaje; Depresión infantil; Sociologìa; Hitos del desarrollo motor e indicadores de madurez biológica

 

Otras lecturas

Geary, D. C. (1998). Male, female: The evolution of human sex differences. Washington, DC: American Psychological Association.

Halpern, D. (2000). Sex differences in cognitive abilities (3rd ed.). Hillsdale, NJ: Erlbaum.

Moffitt, T. E., Caspi, A., Rutter, M. & Silva, P. A. (2001). Sex differences in antisocial behavior. New York: Cambridge University Press.